
Después de un día de migrañas no esperas nada bueno. O lo esperas, pero ni siquiera te atreves a desearlo. Te levantas temiendo lo peor, entonces sales de entre las sábanas arrugadas de esta noche inquieta, pesadillesca, de forma muy lenta y sosegada; sin alharacas, sin pretender hacerte el jovencito ese que todavía puede saltar alegremente de la misma cama que lo recibió varias horas atrás envuelto en sus achaques y dolores, negado pá la vida.
Y esta misma mañana tienes un cita que alguno podría llamar "de negocios": vas hablar de precios y trabajos, aunque resulta que tu interlocutor, que empezó siendo cliente, se ha ido convirtiendo poco a poco en un amigo. Pero mientras desayunas y cuelgas la colada y cepillas a tu gato, todo al mismo tiempo, suena el teléfono y una amiga te pide que tomes un café con ella, que necesita hablar contigo, así que sales un rato antes y la encuentras; y luego llega Jorge, y Ana con su perro Rasputín, y Marta con buenas noticias, y Matías con su portafolio para las entrevistas... La mesa de negocios se ha convertido en una distendida mesa de amigos y hasta el señor Hidalgo, que siempre está ocupado, se une un ratito a la fiesta. El marco no es nada despreciable: hay un sol que no achicharra, el cielo está azul y transparente, los árboles se ven muy verdes, mucha gente bella pasa por la calle y alguna hasta se aposenta cerca. Los chicos del café como siempre: cariñosos y abiertos. Me acerco hasta el quiosco de revistas y me encuentro el Ludwig de Visconti en su versión completa de cuatro horas emparejado con el Napoleón de Abel Gance en versión Scorsese, las dos por unos más que módicos diez euros.
Vuelvo a casa después del mediodía. La máquina de ordenar me espera. Trabajo sin descanso hasta que cae la tarde. La cabeza no me duele.
Tanto darle vueltas a la remanida palabrita y a veces la felicidad es algo tan sencillo y leve como todo esto.
Cierto cacho en esas pequeñas cositas de la vida está escondida la manida felicidad, además esa mañana que describes suena mucho mejor que una mañana sencilla!!! a cualquiera se le quita la jaqueca!!
ResponderEliminarsalud
happy together!
ResponderEliminarHijo, que gusto de reunión, relajada y eso. Algo excaso hoy en dia.
ResponderEliminarSi eso es un reflejo de la felicidad.
dicen que después de la contrariedad sólo puede venir lo bueno.
ResponderEliminary después de lo bueno la contrariedad: perdió el español...
ResponderEliminary una aspirina con anís?
ResponderEliminarun besote.
esas chiquitinas felicidades que de sencillas y cercanas se hacen grandes, como volver esta tarde a casa después de días sin respiro y ver que todo lo bueno sigue en el mismo sitio... y ese "le bonheur" de la vardà, no la ví...
ResponderEliminarbesos con peso
petite a: quizá deberías verla, aunque es algo añeja y nunca se sabe qué puede haber hecho el tiempo con ella...en su momento tenía mucho interés: la visión de la varda sobre la felicidad tiene su qué, y el uso del color, muy amanerado, muy pensado, provocó bastantes discusiones...a mí me gustó mucho...hace más de muchos años...
ResponderEliminarUn vasito de Coca!
ResponderEliminarpude leer este y los dos anteriores, me reí mucho con chou chou, humor negro casi y bueno. Escribir o vivir... pensaba a veces, viniendo de familia de poetas...
ResponderEliminarY éste es un precioso relato muy bien escrito, una crónica con mucha información en todo sentido. En síntesis una agradable sorpresa.
El texto de mi último post ... nada, anotaciones de libreta veloz...cada vez escribo menos y saco más fotos...
Trabajar en lo que nos gusta con los amigos. Es perfecto. El mejor remedio para cualquier dolor de cabeza.
ResponderEliminarSigo con atención tus blogs aunque ya no sigo con el mío por demasiados problemas
ResponderEliminar¿Envidia? Es probable que la tenga. Mis pecados capitales preferidos son todos.RBS
ResponderEliminarEn mes y medio estaré por allí. Te llamo.
ResponderEliminarRBS
Ajá, también yo quiero ver Le bonheur, me gustan tanto sus espigaciones y etc... Recuerdo cómo admiré al hermano parisino de una vecina mía cuando me dijo que la Varda había dormido en el sofá de su appartment...
ResponderEliminarMe gusta tu post, pero cómo logras tender la ropa y cepillar a tu gato al mismo tiempo? No queda el gato envuelto en calcetines y las camisas llenas de pelo de gato?
Eso me recuerda a que cuando pedí una beca, al cerrar el sobre quedó atrapado uno de esos bigotes (whiskers) que Gilda muda y pensé que me daría suerte...
sí, Zbelnu, en mis mañanas todo se mezcla, como en la empanada gallega, y al final no sabes si los calcetines son peludos y el gato rayado o al revés...pero así son las cosas, mixturadas, superpuestas, mestizas, más inclinadas a la entropia que al orden...
ResponderEliminarresistirá la felicidad made in Varda?
Me has hecho reír con tu comentario, también lo mío se tiñe, mezcla, filtra, entreteje, imbrica... pero yo me siento feliz en este silencio de domingo...Bel
ResponderEliminarMe da mucha envidia la gente que disfruta más días de sol que de gris y lluvia. Mis padres se equivocaron al nacerme en el norte, yo pertenezco a un clima tropical.
ResponderEliminarCacho e premio, Vamos entuavía!!!!
ResponderEliminarEsto merece un festejo
Una plantita ordinaria del otro lado del rio
Chiukazos mil!!!