martes, marzo 24, 2009

pequeño incendio involuntario

"Los sueños son compensatorios", dicen algunos con aires de sabio. Si fuera así, muchas de mis noches, visitadas por pesadillas minuciosas e inmovilizadoras, deberían ser sólo el platillo oscuro, supuestamente equilibrador, de mis vigilias de color de rosa. Esta última madrugada he pagado alguna deuda que no recordaba. Desembarqué en una isla que me pareció cercana y mediterránea a pesar de que en ella no conocía a nadie, no reconocía nada. Estoy de paso hacia el lugar donde me esperan, ese en el que finalmente no seré extraño ni extranjero. Llevo maletas no demasiado incómodas, y esta vez, por suerte y a diferencia de otras muchas veces, mis pies están bien calzados. No hay por los alrededores gente de aspecto aterrorizador ni nativos indigentes con caras hambrientas y ojos desolados. Solamente veo árboles, plantas y rocas oscuras salvajemente decoradas con ágaves puntiagudos. Tengo que hacer preguntas; es muy necesario que las haga. Como siempre en mis sueños y en la vida, hay un buen puñado de cosas importantes que desconozco por completo. Al final de un camino estrecho de tierra apisonada, una pequeña mansión anacrónica cubierta de tiestos y enredaderas me abre sus puertas. Yo entro sin timidez, decididamente. Encuentro un pasillo ancho y oscuro que comunica al final con un despacho cargado de libros y mucho, muchísimo más. ¿Serán escritorios?, me pregunto. Sí, al menos a la distancia parecen escritorios rebosantes de carpetas, papeles y objetos de todo tipo. Hay (aunque apenas alcanzo a verlas desde donde estoy) varias esculturas de formas imprecisas; también (y ellas sí se destacan con luminosa claridad) tres o cuatro lámparas de mesa, todas encendidas. Puedo distinguir algunas figuras que se mueven dentro de esa habitación lejana. Prefiero pensar que son personas e intento contarlas. Serán cuatro o cinco, tal vez más, y por la forma en que agitan los brazos podría asegurar que están discutiendo acaloradamente. Sigo caminando hacia ellos, y bastante antes de llegar, de pie al lado de la puerta entreabierta de una habitación que huele a dormitorio, una mujer de edad indefinida prende y desprende el botón superior de su vestido camisero de seda estampada. Me acerco para preguntar alguna cosa que ahora no recuerdo y ella hace un gesto incomprensible. A mí me gusta poco su piel lechosa; bastante más el color de su pelo, trigo encendido por las llamas de un pequeño incendio involuntario. Estoy a dos pasos, y aunque me distraigo un instante observando una cómoda de madera oscura cargada de objetos domésticos, alcanzo a darme cuenta por la línea evasiva del perfil, recortado sobre la claridad de la habitación que tiene detrás suyo, que no debería detenerme. No soy bienvenido, es evidente. Noto que mis manos tiemblan colgadas de mis brazos, que tiemblan también. Las piernas están firmes, tanto que parecen una prolongación del suelo que piso. Son como dos vigas de cemento armado: sólidas, rígidas, bien aposentadas, y no me permiten escapar corriendo de este lugar que ha perdido de pronto su inocencia para convertirse en un escenario atroz.
Me despierto aquí. Los sueños, como la vida misma, casi nunca acaban con explicaciones minuciosas; no suelen tener un final feliz, pero tampoco una moraleja tranquilizadora.
fotografía de Matthew Pillsbury
Posdata: un libro se cae en casa de Isabel Núñez y uno de mis poemas le salta a los ojos. Gracias. En el mismo post transcribe también la frase de un editor que desconozco: "One post a day keeps the doctor away!" Creo no necesitar semejante dosis de medicamento, pero me satisface creerla tal cual, sin discusión.

26 comentarios:

  1. No poder mover las piernas es un sueño que hace tiempo tenía bastante a menudo, hace años que ya no. No he intentado buscarle nunca ninguna explicación porque al despertarme podía dirigirme hacía donde queria. Los sueños son eso, sueños y no hace falta ser Calderon de la Barca para hacer tal afirmación.

    Eso si, tu sueño esta tan bien escrito que casi se palpa la atmósfera e incluso ves el incendio involuntario.

    Abrazo

    ResponderEliminar
  2. Los sueños no tienen moralejas tranquilizadoras... y será por eso que son excelentes disparadores de historias cuando caen en manos de quien sabe convertirlas en un muy buen relato. Lo he disfrutado mucho.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  3. La forma que tienes de relatar el sueño lo hace casi palpable. La mujer de piel lechosa no sabia lo que se perdia al evadirte.
    :-)

    ResponderEliminar
  4. Se dice que los sueños tienen la función de una válvula de escape para nuestra psiquis, vaya uno a saber, la mayoría de las veces no los recuerdo. Lo que es una maravilla es lo bien escritos que sueña usted los suyos.
    Un abrazo.

    PD: "La sueñera" es un libro de Ana Maria Shua, argentina. Una modesta joyita, para quienes disfrutan de vivir en ambos mundos, el de escribir y el de soñar.
    Otro abrazo

    ResponderEliminar
  5. Dante,

    Me atrapó tu relato sobre el sueño que tuviste.
    Yo soy una vieja soñadora de pesadillas, más que de sueños apacibles. Creo que en el sueño, nos damos la libertad de soltar nuestros temores y deseos. Creo que analizándolos podemos aprovechar para restaurar algunos aspectos de nuestras vidas.

    Tal vez estemos conformados de dos realidades paralelas: la vida de la vigilia y la onírica... chi lo sa?

    Abrazo fuerte :)

    ResponderEliminar
  6. Este sueño es casi el germen de un guión... Lo malo de los sueños es no poder continuarlos donde uno los dejó. ¿O sí se puede?
    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Dante, este sueño tuyo acaba de despertarme. Y me ha estremecido. Lo he leído ya dos veces y has conseguido con tu manera de contarlo que las imágenes fueran desfilando ante mis ojos asombrados y expectantes. ¡Cuéntame tus sueños, y me harás soñar! ¡Felicitaciones Dante!
    Un beso desde este maravilloso desayuno que me has proporcionado con este post. Betty.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo11:08 a. m.

    Alma,
    Luzdeana,
    Lilian,
    Fogel,
    Beatriz,
    Raquel Barbieri,
    Alfredo39:

    compartir mis sueños es algo que solamente había hecho con mis analistas o con mis amantes. Ahora, en el blog, puedo hacerlo también con todos vosotros.
    Si la recepción es como la que me brindáis:
    "miel sobre hojuelas",
    una expresión tan antigua como encantadora.
    Gracias
    (me preparo para el Festival de Lleida, por eso no puedo detenerme demasiado en mis comentarios, aunque leo los vuestros con atención)

    ResponderEliminar
  9. Yo sueño a menudo que fumo.

    ResponderEliminar
  10. En efecto Dante, los sueños, como los mitos, no tienen moralejas tranquilizadoras, tal vez por eso nos dejan esa sensación de inestabilidad existencial, aún aquellos gozosos.

    ResponderEliminar
  11. Noemí:
    ¿te despiertas con tos?

    ResponderEliminar
  12. No, con la sensación de haber visto un fantasma.

    ResponderEliminar
  13. Anónimo10:32 p. m.

    Tello,
    estimado, hay realidades muy cercanas que son auténticas pesadillas, tanto o más intranquilizadoras.


    Noemí:
    un fantasma?
    eso es producto de tu afección desenfrenada a los polards.

    ResponderEliminar
  14. Anónimo11:26 p. m.

    "Un sueño soñaba anoche".
    ¿Te acordás? Leda y María, divinas

    Tres besos tres

    Maríaelena

    ResponderEliminar
  15. Estoy yo a estas horas como para jugar a hacer de Freud, amigo mío. Sonrío.

    ResponderEliminar
  16. Raúl,
    imagínese como estoy yo para jugar a paciente.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  17. Me llevo ese "puñado de cosas importantes que desconozco por completo", es la sensación más fuerte que consigo recordar de mis sueños... una sensación de desconcierto.

    Besos a puñados

    ResponderEliminar
  18. No sé qué decirte Dante y es que estoy un poco flipada, esta noche soñé que era cura y estaba confesando a alguien, no me preguntes qué era lo que confesaba ni quién porque no tengo ni idea.

    Abrazos y felices próximos sueños.

    ResponderEliminar
  19. Margot,
    Lucía,
    me repito?
    que los sueños sueños son...
    besos

    ResponderEliminar
  20. Creo, como Raquel, que los sueños son un vistazo a esa otra realidad... vivimos no una vida, sino varias vidas al mismo tiempo. En fin, no importa lo que sean, lo importante es que eres un gran narrador querido Cacho. Me entusiasma leerte y envidio esa prosa tuya.
    ¡Suerte en el festival!
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  21. ... yo a menudo, a veces, sueño que hago el amor con alguien que resultaría inverosímil o completamente improbable el hacerlo.

    ResponderEliminar
  22. La perspectiva del movimiento, junto con la descripción del ambiente son alucinantes. Me encanta la manera en la que descorres la cortina develando el escenario, inquientante, siniestro, atrayente. Un magnífico post.

    ResponderEliminar
  23. Anónimo10:33 p. m.

    Darth,
    gracias por los buenos augurios. Es casi un lujo poder ver películas que rara vez se ven por aquí, en Cataluña, a pesar de que cinematografías como la argentina y la mexicana producen más de un centenar de filmes al año. Un abrazo, ya contaré.

    ResponderEliminar
  24. Tarántula,
    se agradecen tus palabras. Sabes que frente a los elogios no sé qué palabras poner...Abrazo



    Ephemeralting:
    no crees que podríamos empezar a pedirte nombres?
    La curiosidad no está considerada un pecado capital.

    ResponderEliminar
  25. Nunca recuerdo mis sueños??? sera que no sueño?? Alguien analizo tu sueño?? J por ejemplo??
    Que tal por Lleida??? abrigate que dicen que bajaran las temperaturas...
    Besitos disfruta del cine!!!

    ResponderEliminar
  26. Anónimo4:56 p. m.

    gise,
    ya estoy aquí, desde el mediodía, con gente simpática y querible en un lugar agradable. Soy afortunado; con o sin frío, que dure.Un beso

    ResponderEliminar

de tus visitas y comentarios depende la existencia de este blog