martes, febrero 17, 2015

Ay, balance, balance...

 
Se acaba este año... y qué?
Que nunca más habrá otro año como este.
Que nunca viviré otro 2014.
Que afortunadamente no será el último año de mi vida.
Que para mi desgracia, podría serlo.
¿Fue un año de mierda o un año feliz?
Tuve un carcinoma, ¡qué tristeza tan profunda!
Cuánta pena tuve de mí...
Sin embargo decidí combatirlo sin caer en la depresión y encontré, me acercaron, las ayudas técnicas necesarias para hacerlo.
Hoy ya no lo tengo, y según parece -y me dicen todos lo médicos que me tratan-
no moriré de esta visita inesperada.
Es para sentirse muy feliz.
Fue un año de nostalgias, pero sigo estando donde estaba un año atrás.
Quizás porque comprendí que nadie esperaba mi hipotética llegada
en ningún lugar distinto a este en el que estoy ahora, y donde yo,
aunque solo, me llevo encima siempre.
En la parte más oscura de este año, mi adorado gato Federico decidió marcharse después de quince años de cariñosa, cálida, respetuosa, adorable cercanía.
No podía, se me hizo imposible, no pude retenerlo.
Aunque muy herido, logré sobrevivir a tanta ausencia.  
Adiós, cariño. Me faltas en cada rincón de la que fue también tu casa.