lunes, junio 30, 2008

La Princesa de Nebraska

Una imagen oblicua y fragmentada gira delante de mis ojos desde hace dos noches. Podría haber escrito: una imagen me mira sin que yo pueda hacer nada para evitarlo. Sería igualmente válido. El viernes, sin haberlo previsto anticipadamente, acabé en un cine donde proyectaban una película sin especiales atractivos para mí. (Dos veces "sin" suena a pecado, a reiteración injustificada, a una cárcel donde cumplir penas lingüísticas. Hace calor, mucho calor. No es tiempo para escrituras refinadas.)
"Es una historia de chinos en San Francisco", había dicho Vanessa por teléfono, tratando de agregar interés a un programa algo desvencijado. "Mi amiga Martina dice que está muy bien". De inmediato pensé, y por este mismísimo orden, en situaciones alargadas, lentas y bastante aburridas con el fondo de una ciudad que me gusta especialmente; también en un encuentro agradable con Vanessa e Isabel y en una larga, distendida charla, en cualquier local bien refrigerado. El pequeño objeto "a" esperaba una respuesta. Lancé alguna tontería sobre su creciente especialización en productos de origen chino-lacanianos y después agregué: "Sí, iremos".
La calle era un infiernillo. Y estoy usando la palabra exacta, esa que da nombre a un aparato eléctrico productor de calor; lo más parecido a una pequeña cocina portátil. Es que puedo imaginarme todos esos infiernos de opereta o sacristía, con cuerpos desnudos retorciéndose entre las llamas y aullidos de dolor superponiéndose a las plegarias, ruegos e imprecaciones de los condenados. Por el contrario, la calle estaba casi desierta, casi silenciosa. Supuse a los barceloneses escondidos en herméticos apartamentos con aire acondicionado, aferrados a cualquier entretenimiento que los distrajera siquiera unas horas de tanto bochorno continuado.
Pringados, sudorosos, llegamos al cine. No voy a detenerme demasiado en el encuentro con las amigas. Hablamos de calor, de libros, de políticos ignorantes, de árboles arrancados y de ciudades bonitas, todas ellas lejanas.
Última función de la noche. Seríamos poco más de veinte espectadores; vimos el final solamente unos catorce. La princesa de Nebraska es una película alejada de toda pretensión comercial. En ella, un puñado de personajes nada simpáticos gastan las horas de un día cualquiera preguntándose por el futuro de sus vidas sin obtener la más mínima respuesta. El director es el chino-estadounidense Wayne Wang, tan versátil como para atesorar en su currículum Smoke y Sucedió en Manhattan. En la primera el guionista era Paul Auster; en la segunda, un cuento de hadas neoyorquino, dirigió a la latinísima Jennifer López y al siempre atildado Ralph Fiennes. A pesar de su título, en La princesa de Nebraska no hay hadas, princesas ni guionistas prestigiosos, sólo primerísimos planos que parecen rodados con cámara en mano. Una cámara inquieta y desprejuiciada, capaz de encontrar similar interés a un par de zapatos de color indefinible, a una uña quebrada y rebelde o a la mirada agresivamente evasiva de una muchacha china que ha decidido desprenderse de un embarazo de tres meses porque el padre, un joven cantante bisexual de la Ópera de Pekín, no quiere saber nada del futuro hijo. Esa misma tarde y por casualidad, había visto por primera vez un trozo de India Song, una de las películas dirigidas por la escritora francesa Marguerite Duras. Sabía de ella por mi amigo Carlos D'Alessio, autor de la música; para mí, lo mejor del invento. Viene a cuento, porque tanto ésta como la película de Wayne Wang intentan romper con los cánones cinematográficos clásicos. La de la Duras, olvidándose del cine como un arte visual con lenguaje propio; logrando que la puesta en escena sea poco más que una ilustración pedante, superficial, falsamente sofisticada de unos textos de por sí pretenciosos. La de Wayne Wang, de profunda concepción cinematográfica, intentando desprenderse lo máximo posible de toda apoyatura ajena a la narración en imágenes. India Song pretendió ser en su momento una película de culto. Desde su aparente humildad, La princesa de Nebraska pretende algo parecido. ¿Existe esa posibilidad con los tiempos que corren, epidérmicos y consumistas? Entre una y otra han transcurrido más de tres décadas y las aguas que pasaron bajo los puentes han arrastrado hasta los mismos puentes.
ilustra : imagen del filme de Wayne Wang

viernes, junio 27, 2008

Klaus Nomi: Retorno a la Isla Blanca

¡CaloooooooooooooooooooooooooooooooooooooR!
¡HooooooooooooooooooooooooooooooooooooooT!
Sé que muchos de ustedes ya tendrán planes vacacionales. Entre esos muchos, algunos inclusive habrán decidido pasar días de refrescante playa nudista y noches de desnuda lujuria en la más grande de las Islas Pitiusas, la siempre efervescente Ibiza. A los que decidan ir allí les recomiendo visitar también Formentera, la pitiusa más pequeña. Queda a pocos minutos de barca, y, entre otros grandes artistas universales, cobija estos días al uruguayo Jordi Labanda, el glamoroso, original, incomparable ilustrador de las botellas de agua Font Vella (¡!). En el último número de AD, una buena revista de arquitectura y decoración, nos muestra su casa en la isla. Lo siento, Jordi. He visto pocilgas con más estilo. Y eso que dices codearte en los chiringuitos de moda con Monsieur Philippe Starck.
Viví en esas islas varios años tan jóvenes como alocados; tiempo más que suficiente para poder aconsejarlos al respecto. No olviden la importancia del maquillaje y el vestuario, sobre todo para las noches de desenfreno discotequero. He visto morir muchísimas ilusiones en el fondo de un baúl rebosante de traperío inadecuado. Atención: junto a esa crisis económica que el presidente Zapatero teme nombrar, vuelven los espaldados ochenta. La auténtica década prodigiosa, portadora de la extravagancia generalizada, el glitter sobre la piel y el color negro como uniforme cotidiano. La relumbrona época de los grupos musicales fashion, los DJ superpoderosos y las top models multimillonarias. Codo a codo con los abarrotados video-clubs de barrio, la heroína de distribución masiva y el indomesticable virus asesino, dieron importancia mediática a esos años de frenética modernidad, enterrando para siempre los bucólicos sueños pacífico-amorosos del hippismo. Klaus Nomi, un extravagante contratenor bávaro muy poco conocido por los jóvenes actuales, fue una figura emblemática de esa década que apenas entrevió. Murió en pleno verano del 83 en New York. De SIDA, por supuesto. Todavía no había cumplido cuarenta años.
ilustra : retrato de KN. Autor desconocido.

martes, junio 24, 2008

¡Ukiyo-e, Montserrat!

"...vivir únicamente el momento presente, entregarse en cuerpo y alma a la contemplación de la luna, de la nieve, de la flor, del cerezo y la hoja de arce...no dejarse abatir por la pobreza permitiendo que se trasluzca en el rostro, sino flotar a la deriva como una calabaza en el río: esto es lo que llamamos ukiyo." Assai Ryoi, Leyendas del mundo flotante, circa 1665.
Querida Montserrat:
Es fuerte el calor en Barcelona. Ha llegado de improviso, quitándome hasta las ganas de hablar. Como tú y yo nos conocemos tan bien, no voy a andar con muchos rodeos. Estoy hasta el moño de este clima y hace apenas dos o tres días que lo estamos sufriendo. Debería preguntarte por tu salud y la familia, pero no lo haré. Son lugares comunes e innecesarios. Viviendo como vivimos, a pocas calles de distancia, de haberte pasado algo desagradable ya me hubiera enterado. Sé, porque me lo has dicho más de una vez, que sales poco. Podrías decir que nada, dado el número, primero decreciente y ahora nulo, de tus visitas. ¿Te acuerdas cuando nos encontrábamos dos o tres veces por semana para merendar en Mauri? ¿O cuando íbamos las dos solas al cine Casablanca por las tardes?
La televisión lo ha matado todo, hasta nuestras amistades. Cuando le digo estas cosas a Juan Ramón me contesta que tengo ideas de vieja. Que eso de que todo tiempo pasado fue mejor se me ha convertido en una repetitiva letanía. Posiblemente sea verdad. Nunca tuvo demasiado humor, el pobre. También suelo decirle que las cámaras digitales engordan: "Cuando me sacabas fotos con las analógicas aparecía mucho más delgada". Debería reírse. No soy tan necia. Bromeo para soportar el deterioro cada día más evidente de nuestras respectivas fachadas. "Detesto Cataluña", le digo. "Desde que estoy aquí envejecí muchísimo. En Madrid estaba fantástica, parecía una niña". Podría reírse, darse cuenta de la amarga ironía implícita en la tontería que estoy diciendo. Sin embargo jamás lo hace. Primero me mira muy serio, casi compungido, y enseguida baja la cabeza, como si no se atreviera a decirme a la cara esa cosa tan cruel que está pensando:
"María José...¡Que han pasado treinta y cuatro años...!"
Cuando todavía estaba viva Estela, ¿te acuerdas? Más o menos para esta época, cada año, solía llamarme desde El Escorial para comunicarme sus planes de verano.
"¿Te venís conmigo?"
Me gustaba su acento. Y no solamente por ese deje sudamericano que no llegó a perder nunca. Era recio, poco femenino. Estaba acostumbrada a tratar con obreros y se le notaba bastante. Nunca quise acompañarla, a pesar de su insistencia. Y a pesar de mis constantes negativas, nunca se cansó de invitarme.
Hace mucho tiempo que no nos vemos, Montserrat. Me doy cuenta porque empiezo a contarte una cosa y termino por contarte otra. En realidad te escribía para que no te pierdas la nueva exposición de La Pedrera. A ti, tan amante de las cosas orientales, te va a gustar muchísimo. Fuimos con el Juanra ayer al mediodía. Adentro está muy fresco, tal vez demasiado. No soy muy amante del aire acondicionado. Prefiero el fresco natural, las ventanas abiertas. Es cierto que ahora en esta ciudad, si abres las ventanas, sólo entra polvo. Y ruido, mucho ruido. Es como vivir en medio mismo del infierno. A veces hasta me descubro maldiciendo. No entiendo que todos se pongan de acuerdo para hacernos la vida más difícil. No era así hace unos años, ¿recuerdas?
¿Ves lo que te decía? Me desvío todo el tiempo, me pierdo en ramales secundarios. La exposición de la que te hablaba es de grabados antiguos japoneses, algunos muy conocidos, como ese de la ola gigante en verdes, azules y blancos de una tal Hokusai. Un trabajo de chinos, dirían algunos. Pues mira, son japoneses. Hay geishas y actores travestidos, paisajes con el monte Fuji y escenas donde es posible quedarse horas mirando una enorme diversidad de personajes en actitudes distintas, cada uno dibujado con la misma precisión, con el mismo mimo. Ve preparada, querida. También hay un rincón de la sala donde se exhiben muchas escenas picantes. ¿Sabes de qué te hablo, verdad? Yo no las había visto nunca, y, ¡vaya sorpresa! Hay en ellas ciertos atributos masculinos más propios de la raza negra, ¿me entiendes? Pues a mí me dio por reírme. Jamás pensé que los japoneses pudieran tener semejantes cosas. ¡Son tan amantes de lo pequeñito! Al Juanra no le gustó nada. Que me riera así, quiero decir. Intentando que nadie lo oyera, con la boca medio torcida hacia el lado donde estaba yo, gruñó indignado:
"¡Nunca más voy a un museo contigo!"
"No es un museo", corregí medio mosqueada, "es una sala de exposiciones. Y, ¿qué quieres? A mí me da risa. Tú estarás más acostumbrado a estas cosas. Como te pasas las tardes tonteando en los sex shops..."
Una pareja joven que estaba al lado nuestro no podía creer lo que estaba oyendo. Juan Ramón, por el contrario, se lo creía absolutamente todo. Tanto como para ponerse pálido del susto. No me gusta verlo así: parece un muerto. Entonces decidí subirle un poco el color de las mejillas y le lancé a la cara la pregunta que me estaba dando vueltas en la cabeza desde que había visto la primera de aquellas imágenes:
"Oye Juan Ramón: ¿cómo es que en tantos años de casados, nunca se nos ocurrieron posturas tan divertidas?"
Como te imaginarás, no supo contestarme. Sufrió un acceso de tos muy fuerte y tuvimos que salir de la exposición para volver corriendo a casa. Ahora lo oigo entrar. Mejor sigo escribiéndote luego, cuando se haya dormido.
Ukiyo-e. Imágenes de un mundo efímero. Grabados japoneses de los siglos XVIII y XIX de la Bibliothèque Nationale de France. Fundació Caixa Catalunya, La Pedrera, Barcelona.

domingo, junio 22, 2008

en la noche de San Juan

ahora que Miss Scarlett Protuberancias Johansson ha decidido "cantar" temas de Tom Waits-¿era necesario, cariño?¿necesitabas más dinero para pagarte el alquiler?- es bueno recordar al auténtico creador de esas canciones. Como estamos con la crepitante fiesta de San Juan encima y el verano ya hizo su no menos abrasadora aparición invadiéndonos de sudores y calenturas varias, con sólo pulsar sobre este signo *, os encontraréis en compañía de un encantador engendro infernal, mezcla rara de zorra callejera subida a un impío tacón aguja y de un siempre inmaduro Peter Pan despojado de su entallado uniforme verde.ilustra : foto publicitaria de S.J. (de autor desconocido) y pintura de Leonardo da Vinci

viernes, junio 20, 2008

¿Bailamos un Tango?

Mayo glorioso, junio fatigoso. Al menos mis sentimientos podrían describir estos meses así. Mi razón, siempre más lenta, necesita un poquito de tiempo para llegar a definir de manera relativamente precisa todo lo que está pasando. Estos últimos días la realidad ¿exterior? se abalanzó sobre mí con una prepotencia bastante desagradable. Tomé conciencia de muchas cosas que prefiero no contar aquí. Sería verme obligado a poner nuevamente debajo de este post, como etiqueta, "la horrible realidad".
A cambio dejo una función de gala para todos los amantes del cine musical, de la danza y el espectáculo en general. Cuando hace unos días falleció Cyd Charisse me puse a buscar imágenes suyas, cualquier trozo de película donde pudiéramos verla bailando en alguno de sus momentos de máximo esplendor. Encontré la rareza que quiero compartir con ustedes. Cyd, una tejana estadounidense que tomó clases de danza para superar un ataque de poliomielitis, baila Orchids in the Moonlight, un tango "de salón" interpretado por la orquesta habitualmente caribeña del catalán Xavier Cugat. La acompaña Ricardo Montalbán, un galán mexicano convertido con los años en un personaje intergaláctico de la saga futurista Star Trek. La película, ON AN ISLAND WITH YOU, se estrenó en 1948 y estaba dirigida por Richard Thorpe, un profesional todoterreno con un apellido que no inspira demasiada confianza.
Los abanderados de la fusión globalizada no han inventado nada nuevo. Los defensores de las purezas nacionales podrían tomar nota de cuanto más divertido resulta mezclar las cosas.
Postdata: Raúl "Alma Difusa" me pide un mejor partenaire para Cyd. ¿Quién puede, como este, subir a un coche de caballos con tanto desparpajo y elegancia? Por otra parte, Isabel quería saber el nombre de esa película con números musicales realmente perfectos. Pues allí van estos plus para ellos. Pulsad sobre las líneas coloreadas y sabréis de qué estoy hablando.
ilustra : portada de un disco de Xavier Cugat con un dibujo hecho por él.

miércoles, junio 18, 2008

Ecologismo radical

Mientras Isabel Núñez ve editado con notable éxito mediático su libro del azufaifo, en el que relata la lucha de varios vecinos de un semi céntrico barrio barcelonés para salvar este antiguo árbol condenado a muerte por la insensibilidad de los promotores inmobiliarios y la ceguera de los gestores municipales, me entero que el gobierno brasileño acaba de condenar a Johan Eliasch, un industrial sueco residente en Inglaterra y supuestamente comprometido con "la causa verde", al pago de 176 millones de euros por un delito ecológico cometido en tierras brasileñas. Parece que este señor de cuarenta y pocos años, presidente de la ONG Cool Earth y multimillonario dueño de la marca deportiva Head, se ha cargado unos 230.000 árboles de la selva amazónica. Para hacerme una idea aproximada de lo que significaba esa masacre, conté los árboles enfermos o raquíticos que hay en la manzana de mi casa. No llegan a treinta. ¿Por cuántas manzanas tengo que multiplicar para obtener la cifra de árboles amazónicos condenados a ser meros cadáveres, madera sin más, convertida después en objetos superfluos de usar y tirar? Y todo hace pensar que el gobierno brasileño solamente ha contabilizado los árboles. Nadie se preocupa por la desforestación que conlleva esta tala, tampoco por las especies animales expulsadas de su hábitat natural a fuerza de machete y apisonadora. Muchas de las plantas supuestamente exóticas sólo pueden serlo para nosotros, los de este lado del mundo; allí, en la Amazonia, eran plantas autóctonas creciendo y multiplicándose en un ambiente apto para sus necesidades. De entre ellas las más espléndidas, las más caras por tanto, habrán languidecido y muerto en el rincón de una boutique de ropa casual o en un ángulo oscuro, seco y poluído de algún mediocre restaurante de diseño, descuidadas por unos propietarios que ni siquiera se imaginan que estos objetos decorativos puedan necesitar para seguir viviendo unos cuidados mínimos, además de ajustadas dosis de agua y luz.
La noticia sobre la condena al señor Eliasch la leí el mismo día de su aparición, el pasado sábado 14 de junio, en la página 28 (Tendencias) del diario barcelonés La Vanguardia. La página siguiente del diario estaba dedicada por entero a una promoción del cuidado shopping oulet de La Roca Village. En grandes letras de color rojo, la publicidad recomendaba con tono levemente autoritario: "Equípate para el verano", y más abajo, casi a pie de página, anunciaba un sorteo donde podías ganarte un pack playero de la firma Head-Mares, la misma del señor ecologista que ayudó a desforestar la Amazonia.

Post-mortem: Cyd Charisse ha muerto. Bellísima mujer, elegante y dotada bailarina, nos deja imágenes que podemos recordar -o revisitar- cuando las aristas de la realidad se hacen demasiado filosas, demasiado hirientes, prácticamente insoportables.
Para despedirla con un grand jetté, podemos verla como una desmelenada tovarich que descubre las "mieles" de la sociedad capitalista en una escena de Silk Stockings, versión musical del film que mostró por primera vez a la Garbo riendo a carcajadas: Ninotchka.





















Fotos publicitarias del señor Eliasch (¡debería sacar el codo de nuestro planeta!) y una de Cyd acompañada de vaya a saber qué (¿el cuerno de la fortuna?), puesta a posteriori para dar al post un aire menos canallesco.

lunes, junio 16, 2008

¡La Fiesta!

Quieren volver a imponernos ¡La Fiesta! Ese extraño festejo de la sangre, la tortura y la muerte. Parece increíble que un ejército de gente de apariencia normal se reúnan en un coso para divertirse presenciando una faena carnicera, hábilmente envuelta en pases de bailarín flamenco y ricamente ataviada de mozo de corte. Esos espectadores son personas como yo, supongo. Personas que sufren cuando se cortan un dedo o ven morir a alguien querido sin poder impedirlo. Tal vez hasta tengan algún animal doméstico al que sacan a pasear cada día, y del que festejan, casi con la misma alegría exhibida en ¡La Fiesta!, gracias y travesuras. ¡La Fiesta! ¿Y si al menos la hicieran solamente para ellos, en privado, sin necesidad de ofrecernos a todos los demás mortales ese festín canibalesco? Estamos apañados: mucha gente que se dice artista, sensible y de izquierdas, apoya este espectáculo asesino, mientras la Corte asiste a estos eventos bárbaros luciendo por igual sonrisas, ganas, faralaes y mantillas.
Les gusta el olor de la sangre, el suplicio, la encerrona y la muerte. Después se asombran del acoso escolar o doméstico, de los asesinatos masivos, de los atropellos por descuido en pleno centro urbano y de los kamikazes sobre cuatro ruedas. No fui yo el inventor del refrán sobre la cría de cuervos. Por eso mismo tengo la esperanza de que si algún día estos pájaros tan literarios aceptan su cegador destino y deciden volverse "hitchcocknianos", al menos acierten muy bien con la dirección de su pico.
photo : el torero José Tomás retratado por Jon Dimis
Postdatas : 1) Carolingio me habla de una novela del gran Arthur Clarke (2001, Odisea del espacio), muerto en marzo de este año, donde se trata de forma particular y justiciera a los amantes del toreo. Se llama El fin de la infancia y está editada en castellano por Minotauro.
2) Pilar me cuenta que durante el franquismo el "diestro" Manolete rejoneó "rojos" en cosos de Extremadura. Para los que no lo sepan, no se trataba de toros de piel rojiza, sino de personas con ideas supuestamente de izquierdas.

sábado, junio 14, 2008

¡Hola!, Michael Clayton...

Después de una pérdida dolorosa, ¿puede haber algo mejor que una sesión con el dentista? Ayer al mediodía, mientras otros abrían la boca para zamparse un bocado, yo mostraba mis muelas al siempre agradable e impoluto doctor M... Al menos no se había programado una jornada de dolor, solamente una revisión de rutina. Como había llegado algo tarde, la enfermera más joven del consultorio me introdujo rápidamente en uno de los pequeños boxes decorados en tono verde desvaído, sin siquiera darme tiempo a hojear los ¡Hola! de la salita de espera.
-Un momento -le dije-, voy a buscar una revista.
La elegí al voleo, ya que todas están cubiertas por unas carpetas negras de cartulina brillante que enmascaran sus portadas originales, coloreadas en amarillo chismorreo. Me tocó una pagada por los de Porcelanosa. Ya desde la tapa, la oriental Isabel Presley posa junto a George Clooney, el amigable. Milagro de la tecnología, Isabel luce espléndida, como recién egresada del Liceo Francés. Cloo, a quien se le ensanchó un poco la distancia entre la base de la nariz y el labio superior, siempre algo arqueado por esa sonrisa entre simpática, irónica y autosuficiente, parece un marido muy satisfecho con la mujer que lleva al lado. En ese momento pensé dedicarles un post; comentar, en plan ejercicio de género, este número preciso del Hola! con Isabel y George disfrutando de los alicatados españoles. Posiblemente por puro resentimiento, porque en ese mismo ejemplar andaban un montón de famosos exhibiendo sus formas y sus lujos al mismo tiempo que nosotros nos desabastesíamos en un ensayo general de tercermundismo globalizado y los irlandeses osaban decir no a Europa sin despeinarse un pelo. Mientras hojeaba la revista recordaba esa frase atribuída a diversos pensadores de fuste: "Hay otros mundos, pero están en éste". De tener allí cerca algún amigo, seguramente hubiéramos comentado la monumental presencia de Julia Roberts al lado de un cada día más carbonizado Giorgio Armani. También lo delgaducha que se veía a la hija de doña Donatella Versace -se llama Alegra, sin embargo va siempre la mar de trista-; un perfil escaso, probablemente deglutido por esa madre ¡encantada! de aparecer en todas partes con un mismo vestido de luces. Dos páginas más allá, Tom Cruise, el retacón, subía una escalera arrastrando a su impávida y blanca mujer, vestida de rojo y calzada con zapatos azules. ¿Una alusión al emblema de su país o una declaración de amor a la République Française? Saben mucho estas estrellas: dos o tres escalones por encima, Tom se ve más alto que su abanderada pareja. En este mismo ejemplar, de verdadero lujo, varias de sus páginas estaban dedicadas a un encuentro casual entre Claudia Bruni y su marido, monsieur Sarkozy. Supongo que ella había salido a comprar el pan suyo de cada día y ya en la calle cayó en la cuenta de que no llevaba el monedero. "Aprovecho y le doy una sorpresa al petiso", habrá pensado cariñosamente. ¿Quién iba a imaginar que podía haber un artero paparazzi escondido detrás de aquella encantadora butaquita Luis XVI?
No me cabe la menor duda: hubiera sido un post de lo más divertido. Pero, a pesar de mis pesares, se me hace imposible programar algo con antelación. Pocas horas después de la visita al dentista se me ocurrió ver en casa, y gracias al Pay Per view de Imagenio, al mismo actor que en la susodicha revista ¡Hola! interpretaba el rol de marido satisfecho de la Presley, aunque esta vez en el personaje principal -modélicamente interpretado- de Michael Clayton, un film muy recomendable que logró el Oscar para Tilda Swinton, perfecta en su papel de profesional manipuladora y sin escrúpulos que habla con los espejos y se retuerce y suda en los lavabos. No pensaba escribir sobre esta película. Ni siquiera tenía intención de verla. Últimamente me aburre e incomoda ver actores famosos haciéndose pasar por otra gente. No puedo creer que Richard Gere sea un defensor de los monjes tibetanos en el diario de la mañana y esa misma noche aparezca en las cada día más estrechas pantallas de los cines o en los cada vez más apaisados plasmas de nuestros televisores, convertido en un atildado macarra de los años treinta que baila y canta arriba de las mesas.
Pero esta película intensa y precisa hizo que olvidara casi por completo el cotilleo satinado y retomara nuevamente mi prolongado romance con el cine. Con guión y dirección de Tony Gilbert, también guionista de la saga Bourne-Damon, Michael Clayton tiene como actor al recientemente fallecido Sidney Pollak, quien figura además en la nutrida lista de productores del filme, junto a Clooney, el mismo Tony Gilbert, Steven (Erin Brockovich) Sorderbergh y Anthony Minghella, muerto el último mes de marzo. La historia, un sofisticado thriller, va de abogados corruptos y compañías superpoderosas que envenenan con sus productos aparentemente inofensivos a gente tan inocente como nosotros. En pocos meses, dos de estos individuos entrañables, dispuestos a jugarse los cuartos con una película difícil, han desaparecido para siempre. ¿Será este filme tan gaffe como The Misfits o es que la ficción ha decidido dejar de serlo?

jueves, junio 12, 2008

Matilde (Zagalsky) Horne, adiós

Ayer, de forma escueta, sobria y contenida, un email me anunció la muerte de Matilde Zagalski. Así nos vamos todos, pensé, hayas traducido esforzadamente una obra larga e intrincada como El señor de los anillos o seas un señor que jamás tuvo siquiera la curiosidad de abrir un libro. La beba recién nacida que alguna vez fuera Matilde, a quien de mayor le gustaba firmar Horne, (tal vez para aventar esos fantasmas que cada tanto se encarnan en personas y atacan con saña homicida), se ha paseado por este lado de la sombra durante casi un siglo. Puedo imaginarla en brazos de su madre: diminuta y excesivamente blanca; enfrentándose por vez primera a cada cosa, los ojos muy claros redondeados por el asombro y el llanto desatado por la atemorizadora vaguedad de todo lo que la rodeaba.
La conocí hace unos quince años, cuando ya era una anciana de sonrisa giocondesca y voz cascada que fumaba sin descanso. Te acercabas a ella temiendo por su integridad física. Parecía que un suspiro fuera de lugar podía voltearla para siempre. Si los vientos pueden arrancar de cuajo árboles muy bien plantados, ¿qué no podrían hacer con ella, que ni siquiera pisaba la tierra? Tenía sentido del humor, mucho, y una memoria bastante envidiable. Quizá fuera ambiciosa, no puedo asegurar lo contrario, sin embargo vivió siempre con lo más elemental, sin pedir demasiado. Tenía más de ochenta años cuando se atrevió a dejarse llevar como paquete en una moto de gran cilindrada, falsamente protegida por un casco prestado que, como es de suponer, le quedaba grande. No era una emergencia. Quería acercarse hasta San Carlos para encontrar a unos amigos jóvenes con puesto de artesanía en la siempre concurrida feria de Las Dalias. Por vaya a saber qué extrañas razones personales nunca explicitadas, esta tierna mujer, nacida en las lejanas e inabarcables pampas sudamericanas, había decidido vivir en Ibiza, un pequeño retazo de tierra rodeado de agua. Nos parecía tan arriesgada esta decisión como para suponer razones escondidas detrás de su confeso amor por ese quieto mar color turquesa y el pasotismo permisivo de los habitantes de la isla.
Algunos la llamábamos "El rayo que no cesa". Finalmente, hace apenas unas horas, ha dejado de alumbrarnos.
Postdata: el miércoles 16 de enero de 2008 colgué un post sobre El Cedro de Matilde Horne. Allí contaba dos o tres cosas más que sabía de ella.
Ilustra : cubierta de una de sus traducciones para la editorial Minotauro. Dibujo de Oscar Chichoni

miércoles, junio 11, 2008

acoso angélico

Voy a comprar cerezas baratas al mercado de la Boquería y al mismo tiempo que me da el vuelto de veinte euros, la puestera me dice:
-Perdone señor, ¿usted cree que amar es doloroso?
-Faltan veinte céntimos, señora- respondo yo, haciendo caso omiso a la pregunta de la despachante.
La mujer rebusca en un bolsillo de su delantal y me pone en la mano una moneda dorada.
-Son cincuenta, señora. Sobran treinta.
-Quédeselos- me dice la mujer con gesto agrio.-Quizás ahorrándolos pueda comprarse un audífono.
Escapo casi corriendo de allí y al hacerlo tropiezo con una familia de extranjeros que están oficiando de turistas.
-¡Perdonno, amigo!- gritan todos a coro.
No entiendo por qué piden disculpas si el que los atropellé fui yo. Gracias al encontronazo con los extraterritoriales he dejado caer dos de los cinco kilos de cerezas que llevaba conmigo. Los niños del matrimonio se ponen a juntarlas y el padre mientras tanto me pregunta:
-Sorry, amigo, ¿but do you know what meaning "amor"?
¿Por qué habrá supuesto que yo entiendo inglés? Miro hacia mis pies, consciente de que no me conviene pisar la fruta desparramada por el suelo. Tengo las zapatillas deportivas blancas manchadas de sangre de cereza. Una pena. Nunca podré recuperarlas. "Las manchas de sangre son muy difíciles de sacar". Lo decía mi madre con total convencimiento, como si toda su vida hubiera estado al servicio de unos mafiosos asesinos.
Corro hacia la calle, dispuesto a esconderme en casa hasta que esta inesperada invasión de ultracuerpos amorosos concentre sus ataques en otro desgraciado.
-Oye, tú, ¿por qué corres?
La voz llega desde arriba. No pienso detenerme. Estoy convencido de mi más que inmediata necesidad de aislamiento. Quienquiera sea el sujeto de la voz angélica, no logrará hacerme cambiar de opinión.
-Venga tío...Si te mueves tanto no daré en el blanco. Es muchísimo peor. Seguirás un montón de tiempo así, sufriendo en vano por un flechazo inconsistente.
Finalmente me zambullo en casa, y, entre sudores y escalofríos, logro echar llave y cerrojos a la puerta de calle. Comienzo a tranquilizarme pero no llego a hacerlo. Oigo sonar el interfono con la misma insistencia del cartero cuando trae algún certificado.
¿Qué puedo hacer? El de las cartas ha pasado más temprano, no usamos butanero desde hace un montón de años y el chico que suele traernos las compras del supermercado tiene un marcado acento portugués.
-¿Sí...?
He usado mi voz en falsete: simulo ser la chica de la limpieza.
-¡Gracioso el acento! Pero si no quieres que te siga el rastro, la próxima vez compra fruta menos colorida. O cuida que tus bolsas no estén agujereadas. ¡Venga, abre de una vez! ¿O te crees que me voy a quedar aleteando en tu puerta todo el día?
imagen de Pablo Cruz

domingo, junio 08, 2008

Rafa Garros

El deporte es competitivo, quién puede ponerlo en duda. Si dos tipos, o veintidós, o cuatro, se ponen frente a frente para disputarse algo es porque quieren, pueden, están obligados a competir. Lo extraño es que alguien como yo, muy poco dado a esos afanes, echado en el sofá para ver la final de un deporte que le gusta pero sin apasionamiento, termine gritando cualquier cosa para aliviar en algo la tensión producida por esa lucha en la que se enfrentan otros. Virtualmente además. Es que hoy a la tarde hasta me inventé un slogan del más puro estilo Boca contra River: "Rafa, macizo, reviéntalo a este suizo". Que me perdonen mi querido amigo Phillippe y toda su esplendorosa familia. He perdido los nervios y no fue por Federer, señor encantador donde los haya. Es que hubiera preferido que el director de la transmisión de Roland Garros se mostrara un poco menos parcial, olvidándose de esos planos supuestamente artísticos de las zapatillas deportivas sobre la tierra roja, y nos obsequiara más planos directos de Nadal: la mitad al menos de los que tuvo Federer. También que el público -entre los que alcancé a ver a un alicaído Guillermo Vilas, al casi inalterable director Roman Polansky y a la modiglianesca actriz Charlotte Gainsbourg, hija de Serge, el inolvidable compositor y cantante, y de su novia, pareja, mujer, la aún seductora Jane Birkin- fuera un poquito más cálido con quien había vencido en el torneo por cuarta vez consecutiva. Sobretodo porque Nadal ganó muy bien. Tan fácilmente como para que en un momento dado se lo viera dudar por esa victoria que no esperaba tan rápida ni avasalladora, frente a un tenista que quiere, respeta y al que no escatima elogios. Tal vez este resultado fuera de esperar. Federer, muy elegante, vestía de luto, mientras Nadal seguía impertérrito en su estilo lechuga. Quien de verde se viste, en mucho se tiene, dice un popular refrán aragonés.
Mientras me dirigía a la cocina para servirme otra ración de anacardos, me dió por pensar que todo en esta vida deja una enseñanza. Es mucho mejor no competir, sobre todo si lo que tienes en la mano no es una raqueta, sino un puñado de frutos secos, patatas fritas, un bocata -¿di cardinale?- o un vaso lleno de cualquier bebida fría, con o sin alcohol. Amén.

viernes, junio 06, 2008

viernes de gloria con Jean Paul Goude


¿Conocen a Jean Paul Goude? Es un diseñador gráfico, fotógrafo, dibujante, director de videos musicales y cortos publicitarios nacido en Francia en 1940. Todavía en activo, por suerte. Después del post-mortem anterior necesitaba poner algo más alegre que una despedida. Este artista multifácetico inventó a Grace Jones, lanzó a Vanessa Paradis, y ya en este siglo, hace nada de tiempo, convirtió a Sara Jessica Parker, intérprete y productora de Sex and the City, en una gamberra de lujo que rompe el cristal de un escaparate de la Place Vendôme vestida con un traje de fiesta de Maurice Lacroix. Se trataba de lanzar al mercado mundial un nuevo perfume llamado Covet. Casi por casualidad encontré un video que resume tres décadas de creatividad de este francés polivalente. Pueden verlo pulsando AQUÍ. Pongánse cómodos, tomen asiento, relájense. Vale la pena detener la marcha diez minutos para admirar parte de la imaginativa labor de este hombre, realizada algo antes de la irrupción del actual photoshop y los omnipresentes efectos especiales.
(con especial dedicatoria a Gisella, Isabel y Vanessa, que me hicieron comer con ganas y risas)
ilustra : retrato de Grace Jones por Goude; bocetos y fotomontajes de J.P.Goude para un video musical de Grace Jones: Libertango, un tema original de Astor Piazzolla.

miércoles, junio 04, 2008

it's not easy to wear

Estoy algo reiterativo, lo sé. Esta semana ha muerto Ives Saint Laurent y en todo el mundo se elogió su trabajo y su figura.
No siempre fue así.
En 1962 presentaba su segunda colección; (pulsar aquí)
la primera, pocos meses antes, no había convencido a nadie.
"No es fácil de usar", repetían sus críticos.
46 años después podríamos decir lo mismo
aunque por muy distintas razones. retrato de Saint Laurent atribuído a Richard Avedon
foto de Helmut Newton para la colección YSL de 1975

domingo, junio 01, 2008

nueva york - londres - buenos aires

La New York de Sidney Lumet no es la Manhattan de Woody Allen. La cámara jamás se detiene en rincones cálidos por donde pulula un buen puñado de gente agradable. No hay por allí hombres y mujeres de los que quisiéramos ser amigos, amantes, vecinos.Tampoco nos invita a restaurantes y cafés donde quisiéramos sentarnos cada día, ni nos hace pasear por calles donde se te despiertan las ganas de tener un perro, aunque no encontremos necesaria ninguna excusa extra para querer caminar por ellas. Las panorámicas a través de las ventanas muestran algún que otro edificio emblemático, sin embargo la bruma que los envuelve, más que evocadora o nostálgica, nos habla de una polución asfixiante, de las desagradables consecuencias de un cambio climático que ha dejado de ser el slogan de organizaciones más o menos marginales para convertirse en una realidad tan evidente como ineludible. El sol de esta ciudad de cine alumbra con la misma dureza de un tubo de neón, quema con la potencia desintegradora del hierro fundido. Quizá para resarcirme de tanta pérdida irreparable o porque nuestro inconsciente lee con gafas de mayor aumento, he ido a ver Before the Devil Knows You're Dead la misma semana en la que ha muerto un entrañable homónimo de su director, el también estadounidense Sidney Pollack. Pollack tenía bastantes años menos que este Lumet todavía en plena forma a pesar de su octogenaria edad. Y esto que digo no es un lugar común, piadoso frente a la obra menor de un otrora cineasta de primera línea. Before..., su última película, está contada de forma magistral. Consciente de que los tiempos no son tan lineales como pretendemos, la historia vuelve sobre sus pasos una y otra vez, añadiendo detalles que cambian de manera substancial la imagen de conjunto. No contaré la trama, ya que bastante ha hecho la gacetilla publicitaria al develar algunos datos que quitan sorpresa a los primeros minutos del filme. Para los aficionados a la división por géneros, les diré que se trata de un thriller clásico. Hay en él crímenes absurdos y personajes oscuros con relaciones familiares tortuosas, que incluyen, como casi siempre, secretos y mentiras, frustraciones infantiles, conflictos enquistados, nunca resueltos, y también al poderoso caballero Don Dinero actuando como móvil y excusa al mismo tiempo. ¿Cassandra's Dream? Podría decirse que son primas hermanas, -también, de forma más sesgada, esta es parienta cercana de Al Este del Edén- aunque la solución que da a su historia Sidney Lumet sea particularmente despiadada y ejemplificadora. Al director de Network, 12 hombres en pugna y Tarde de perros siempre se lo definió como un moralista. Mediando los ochenta años, con un futuro de perspectiva estrecha, no podíamos esperar que se convirtiera de pronto en un personaje light sin opiniones personales sobre la culpabilidad o la inocencia. De un elenco sólido aunque con altibajos, destacaría a Marisa Tomei, que ha logrado hacer de un personaje secundario algo borroso, un ser de carne y hueso difícil de olvidar.
Como al parecer cada semana tiene su impronta, anoche mismo, después de festejar en el Bestial de la Barceloneta el cumpleaños número cincuenta de nuestro amigo R.M., seguimos con estas visiones tan desoladas como desoladoras de hombres y ciudades en crisis. Gracias a la recomendación de Pilar y José Luis, vimos en casa Hijos de los Hombres (Children of Men) de Alfonso Cuarón. Comienza con una imagen televisiva de Buenos Aires, donde masas descontroladas han dado muerte a un niño que se llama Diego. ¿Les suena este nombre asociado a aquella ciudad rioplatense? La película transcurre en una Inglaterra decadente y caótica que persigue a los inmigrantes como terroristas y a los terroristas como portadores de un mensaje destructivo que, a medida que transcurre el filme, demostrará ser una transcripción casi exacta del discurso gubernamental supuestamente repudiado.
Hoy salí a despedir a Maru: se va mañana al mediodía a París. Humedad fría, día gris, calles semidestruidas por obras que nunca terminan. Italia ensaya políticas antinmigratorias for export. En el país vasco explotan bombas y se inundan calles. Hemos rasgado los velos embellecedores y la realidad se muestra, como en Matrix, con toda su crudeza.
photo : spencer tunick

Posdata: Parece que estas posdatas empiezan a parecer un posmortem. Hoy a la madrugada, y con 71 años, ha muerto Ives Saint Laurent, quien antes de convertirse en una firma comercial que ha inundado el mundo de ropa, accesorios, cométicos y perfumes, fue un hombre rebosante de creatividad y elegancia. Impulsor de los pantalones y el esmoquin femeninos, lanzó el pret-a-porter como idea de difusión y venta para los diseñadores de alta costura. Lo sobrevive su compañero de vida y tareas, Pierre Berger, gran promotor de sus creaciones. El definitivo fin de una época.
En la foto: Pierre et Ives, en ese orden.