jueves, diciembre 31, 2009

una despedida arrebatada


Es como si estuviera saliendo de casa y justo antes de cerrar la puerta sonara el teléfono obligándome a volver.
Quería abandonar por unos días este blog y hacerlo danzando, una forma muy placentera de exorcisar dolores que pretendemos pertenezcan al pasado de este año aciago al que consideramos moribundo, pero hace unos minutos Liliana Sáez, del blog Kinéphilos, una argentina cálida y viajera con la que tuvimos un encuentro a su paso por Barcelona, colgó un post despidiéndose desde la distante Buenos Aires de Ivan Zulueta, para nosotros casi un vecino.
Maldita cosa que, a pesar del cansancio que tengo acumulado, no me permitió irme a dormir temprano. No me había enterado de su muerte hasta ese mismo momento, y aquí estoy, despidiéndolo.



Conocí a Iván en Ibiza, a fines de los setenta o principios de los ochenta. Era un tipo atractivo adicto a muchas cosas, aunque sin las alharacas propias de los glamourosos pecadores de la época. Andaba por la isla con Wilmore, su actor fetiche, su compañero de fechorías, su bello y desenfadado muñeco parlante.
En Madrid se hablaba mucho de su película Arrebato, pero nosotros, isleños de adopción sin derecho a estrenos cinematográficos, no la habíamos visto. Como una sincera demostración afectuosa, sin rasgo alguno de divismo, se ofreció a mostrarnos una serie de sus cortos caseros en el piso de un muy querido amigo florentino, muerto ya hace años. Este muchacho muy cinéfilo se llamaba Massimo y era otro heroinómano estilo Zulueta: inteligente, lúcido, tierno y afectuoso, de excesos varios y desintoxicaciones constantes.
Rodados en su casa de San Sebastián con elementos tan caseros como una televisión encendida, ese colorido y mutante moco infantil al que llamaban Blandy Bloop o los sonidos desfazados de una radio cualquiera, sus peliculitas lograban efectos que a todos sus ocasionales espectadores nos parecieron escalofriantes.
Después de aquella noche no volvimos a vernos, a pesar de que suponíamos prácticamente inevitable un reencuentro.
Poco tiempo después, en el primer viaje que hice a la península, vi Arrebato. De inmediato la coloqué en el pequeño altar donde pongo mis películas de culto, alegrándome cada vez que alguien la mencionaba como ejemplo de creación cinematográfica independiente. Pasaron los años, y a pesar de algunas noticias dispersas sobre posibles nuevos proyectos donde aparecía involucrado, no se por que extraña razón yo daba por supuesto que Iván Zulueta no haría jamás otro filme. Durante todos estos años preguntaba por él a los compañeros de sus variadas profesiones, ya que, además de cineasta, Iván era artista plástico, diseñador gráfico y espléndido ilustrador de carteles. Siempre recibía más o menos la misma respuesta:
"Parece que está bien, aunque no se deja ver demasiado. Está desenganchado, pero casi no sale de su casa. No quiere ver a nadie".
Allí, en su casa de San Sebastián -ese santo emblemático, de cuerpo ambiguo y piel horadada- ha muerto hoy, hace unos pocas horas.
Reiterativo infractor, orgulloso mal alumno, supongo que no le gustaría rozarse con el diez que solía premiar a los más aplicados, ni siquiera en las páginas impresas de los calendarios.

Ilustran: retrato de rodaje y cartel diseñado por Iván Zulueta.

miércoles, diciembre 30, 2009

2010 en danza

Un antiquísimo proverbio atribuído a los gnósticos dice:
"Quien baila conoce el significado profundo de la vida".
Pues eso:
Que el nuevo año nos encuentre en danza.

jueves, diciembre 24, 2009

¿Noche de qué?


Una ministra pájaro, esperpéntica bruja de un cuento infantil, personaje escapado de un cómic algo polvoriento de Ciudad Gótica, nos suelta a la cara y sin pudor alguno, que el gobierno no quiere ni puede intervenir en lo que las patronales decidan. La oposición opina exactamente igual, no vaya a ser que los cinco puntos ganados esforzadamente durante las últimas semanas se le escapen en algunos segundos de las urnas.
Al mismo tiempo el responsable de todo este fregado, amo y señor de la empresa Air Comet, ¡vaya nombre comiquero!, declara con espíritu marxista-grouchiano y el cuerpo muy suelto (aunque sin estar cagado: tiene todo el poder en sus manos y lo sabe muy bien), que él jamás hubiera comprado un pasaje en una compañía aérea con los problemas de financiación que mostraba, desde el mismo momento de su creación, la suya.
Frente a esto se me ocurre una pregunta: ¿este sujeto es presidente de la asociación de empresarios de España (CEOE) porque su actuación se considera modélica entre los de su gremio?
A pesar de tanto descaro, el tipo está libre y pasará la fiesta de esta noche con su familia, tal cual lo harán el responsable de los desfalcos en el Palau de la Música y el alcalde de Santa Coloma de Gramenet, que consiguió quinientos mil euros de fianza en unas cuantas horas, todos ellos supuestamente donados, uno a uno, por fantasmales munícipes a los que parece importarles poco las acusaciones de fraude que pesan sobre su edil.
Mientras tanto, decenas de personas de esas que los medios llaman anónimas porque no tienen foto personalizada en los periódicos, están presas en los aeropuertos, y varios miles más contienen la respiración desde sus casas, esperando una decisión que no depende, según parece, de tribunal alguno. No han cometido defraudaciones ni delitos, salvo, aunque suene espantosamente lacrimógeno, el de invertir dinero en sus ilusiones navideñas, domiciliadas durante estas fechas, por causa de los destinos y las necesidades, en un país lejano a este en el que están viviendo ahora.
Asistiendo horrorizado a tanta villanía, me pregunto dónde están todos esos actores concientizados, esos intelectuales progresistas, esas conciencias liberales que hasta hace pocos días se rasgaban las vestiduras por otra mujer, una sola, varada también en un aeropuerto.
Probablemente los símbolos atraigan más publicidad que las personas y finalmente sólo se trate de cuánto espacio mediático se puede ganar sin tener que rebanarse la nariz o develar en público intimidades eróticas, secretos de familia y espesos problemas conyugales.
No creo que esta sea una noche de Paz. Aún menos podrá serlo de Amor.
Ninguna de estas cosas tan importantes como intangibles son posibles sin la por momentos tan escurridiza Justicia.
POSDATA: habría querido despedir este año con el post anterior, sin embargo no ha sido posible. No pretendo deslucir la fiesta de nadie. No me creo tan infalible como para poder hacerlo. Escribir, publicar luego aquí lo antes escrito, se ha convertido en una especie de exorcismo para alejar de mí algunos dolores espirituales muy intensos. Espero sepan disculparme.

lunes, diciembre 21, 2009

de aquellos barros, estos lodos...



Quiero desearles ¡Muchas Felicidades! a mis estimados visitantes.
Está por acabar un año que nos trajo alguna que otra desgracia y, como no todo van a ser tristezas y quejíos en nuestro cotidiano devenir, también un buen número de plagas y catástrofes que nos atacaron por sorpresa, aunque ¡Aleluya! sin lograr acabar con nosotros para siempre.
Lo que acabo de escribir es una broma fácil, por supuesto. Sabéis que no soy un tipo tan pesimista.
Para que el arqueo de caja no presente fisuras, se hace necesario contabilizar cada una de las bienaventuranzas recogidas durante este 2009 que ahora se nos va. Pongo algunos ejemplos: la gripe A resultó menos dura de lo anunciado, Obama nos mostró rápidamente su calidad de ser humano normal, lleno de carencias y defectos, y "la princesa de los pobres" (Javier Vázquez dixit), Su Graciosa Majestad Belén Esteban, se ha convertido en una mujer distinta gracias al poder de la televisión española, fusionada -tanto como el Plus francés (supuestamente progresista) y la Cinco berlusconiana (marcadamente amarilla)- con la cada día más omnipresente, insoslayable, miracolosa cirugía plástica.
Todo esto, no me lo podéis negar, merece un festejo luminoso.
Recorriendo Internet a la búsqueda de alguna estrella que mereciera figurar entre las rutilantes semanales de este año casi extinto, encontré a Peter Capusotto, un actor, guionista y director argentino.
Uno de sus muchos personajes caricaturescos, todos ellos de trazo grueso y humor exageradamente violento, presenta una cantante que asegura haber inventado el rock punk en la Argentina de los años sesenta. Basándose en Violeta Rivas, ídolo juvenil de aquella época y figura fundamental de un también televisivo Club del Clan, ha creado a esta Violencia Rivas, especie de abuela sudamericana de la no menos alcoholizada, grosera y repeinada Amy Winehouse (¿por dónde andará ahora esa chica?).
Quizás Peter Capusotto hiera muchas sensibilidades, pero les aseguro que sus textos tienen poco desperdicio, mal que nos pese. Como parte de este regalito inocente de Navidad les dejo otra joya del pasado, tan estropeada como auténtica. Aunque algo borrosa y crepitante, en ella podrán ver figuras y canciones de épocas pretéritas, musas inspiradoras del Capusotto de hoy.

jueves, diciembre 17, 2009

¡FIESTA!


Mientras nos preparamos para festejar, queramos o no, las engalanadas fiestas de fin de año, algunos otros, empujados por decenas de miles de firmas ajenas a sus escaños parlamentarios -firmas que validan la opinión de gente de la calle, la mal llamada "normal y corriente"- están a punto de votar por la suspensión o no de las corridas de toros en territorio catalán.
Los partidarios de la Fiesta Nacional están que graznan, y para dar más peso a su voz acuden a la defensa de los supuestos valores ancestrales de la cultura taurina como algo propio, innegociable, representativo del pueblo español. Para ello nos recuerdan el embeleso que muchos intelectuales y artistas han sentido y sienten por los toros, indisolublemente unido, digo yo, a una atracción morbosa por la tortura sistemática y la sangre derramada.
El escritor Ernest Hemingway, un ejemplo habitual en boca de los taurinos, defendía las corridas, amaba la caza y, coherentemente, terminó suicidándose con un preciso tiro de escopeta.
Picasso representó toros y toreros con dibujos de línea grácil y movimiento suelto, pero también ilustró el desastre de Guernica y eso no valida, o no debería validar, la guerra.
"Todos somos libres de acudir o no a la plaza", dicen muy convencidos los habitués a los ruedos, sin contar con la opinión de los toros, que no tienen posibilidad de discutir nada y además, por imperativos de su especie, ni siquiera pueden aullar pidiendo clemencia.
Si al menos no nos enteráramos de que está sucediendo...
Si al menos no nos contaran cuántas orejas y rabos han cortado en una sola tarde y no nos mostraran por televisión los detalles más nauseabundos de todo aquello que nos negamos a ver en directo...
Ellos, los defensores del toreo, mienten sin más: no quieren libertad alguna, sino imposición lisa y llana de sus placeres e intereses.
"Que no te gusta la sangre, ¡pues dos tazas!"
Firmé, y me ratifico, por la anulación inmediata de las corridas sangrientas, y no existe coartada suficientemente válida como para hacerme cambiar de parecer al respecto.
¿No nos horrorizamos porque hay pueblos que, amparados en su "cultura", lapidan hasta la muerte a los infieles, mutilan sin piedad los clítoris de las niñas, castigan y encarcelan a los homosexuales o consideran que maltratar a sus mujeres es absolutamente válido porque está culturalmente establecido?
Si nos atáramos sin más a los valores del pasado, seguiríamos arrojando a los débiles y enfermos desde los altos de un monte cualquiera o zanjaríamos cualquier discusión a golpes de mazo.

La Medea de la tragedia de Eurípides, uno de los arquetipos de la cultura clásica occidental, ¿debería justificar que una madre cualquiera asesine a sus hijos?

sábado, diciembre 12, 2009

¡Rayos y Centelles!


Quizás porque esta cuestión de los derechos suele torcer demasiado las cosas, la venta de los archivos del fotógrafo valenciano Agustí Centelles al gobierno central español ha producido un desagradable escozor en los medios políticos e "intelectuales" de Cataluña. A pesar de que la transacción fue realizada por los más que adultos hijos y herederos del fotógrafo, convencidos de que estaban haciendo lo más conveniente para la difusión y cuidado de la obra paterna, la ministra González Sindes, una mujer poco hábil para la oratoria y con riesgosa propensión al exceso en lo concerniente a sus hábitos, está siendo acribillada a improperios como responsable del asunto. Si hasta ese auténtico Pilar de la democracia apellidado Rahola se atrevió a decir que la otrora cinematográfica ministra es una mujer vengativa que goza con haberles arrebatado esta propiedad a sus dueños catalanes.
Supongo que el supuesto hurto va a producir, al menos entre los que se arrogan la voz y el pensamiento de las mayorías silenciosas, aún más desafección, ese sentimiento tan en boga que el diccionario explica como falta de afecto o desapego, pero también como abierta oposición a alguna cosa, sobre todo si de un régimen político se trata.
Muy mal asunto, ya que si mezclar los sentimientos con la política es muy riesgoso, mezcarlos con los políticos puede ser directamente criminal.
Lo digo por experiencia propia. Al volver de mi corto vuelo por París encontré toda Barcelona engalanada, un intento válido de convertir esta ciudad siempre algo oscura en una de parecida luminosidad a la que me había acogido durante toda la semana anterior. Lástima que en la mayor parte de los casos las bombillas de colores barcelonesas iluminen calles destrozadas por obras que nunca se acaban, un creciente desorden visual y muchísima mugre.
Despreocupándose de todo esto, los responsables del actual ayuntamiento, además de cuadruplicar el número de bombillas, acometieron otros cambios substanciales en la decoración callejera. Este año, supongo que para no herir la sensibilidad de los marginados habituales, se ha optado por eliminar de los arreglos navideños toda alusión a las tradiciones cristianas. Ni ángeles, ni pesebres, ni estrellas guía con larga cola incorporada. Sólo formas que aluden de forma más o menos abstracta a los paquetitos de regalo de las grandes tiendas. Las tradiciones navideñas se ven convertidas finalmente en lo que vienen siendo desde hace un buen montón de años: una feria más para el consumo donde no se menosprecian razas, nacionalidades o creencias... salvo en el caso de las excepciones, que, según decían los antiguos, confirman las reglas. Me parece oírlos:
-Si usted está dispuesto a gastar su dinero, nosotros lo atiborraremos de buenos deseos luminosos en casi cualquier lengua, salvo alguna que, aunque mayoritaria, no resulte digna de nuestros afectos.
Muy mala cosa esta de la desafección, porque resulta que ese idioma ahora despreciado es para los que lo hablamos de forma habitual tan materno como cualquiera de los otros pretendidamente defendidos, y según se sabe por desgraciadas experiencias anteriores, la desafección que causa este tipo de discriminación suele alimentar desuniones, enfrentamientos, guerras.
Aquí pongo el freno y pido disculpas: estamos en vísperas de fiestas y por tanto yo debería mostrar un perfil menos depresivo y crítico, más cercano al Frank Capra de ¡Qué bello es vivir! que a un aforismo cualquiera del amargo Cioran.


Trataré de enmendarlo en un próximo post, aunque en este mismo momento se haga difícil pensar en renos simpáticos y gorditos bonachones. Las calles, reconózcanlo, no ayudan demasiado. Sobre todo durante el día, cuando las lucecitas de colores aún no relumbran. Miren si no la cara tristona del maniquí de Zara y la publicidad vegana del centro comercial L'Illa de la avenida Diagonal.
Al menos yo, este año no pienso comer ni una pizca de pavo. Estoy dispuesto a llevar adelante este propósito bajo juramento...y hacerlo en el idioma que las autoridades competentes tengan a bien permitirme usar.





Posdata: esta semana Cafè Central cumplía veinte años de existencia poética y decidió festejarlo con una fiesta en el Horiginal de la calle Ferlandina, frente al blanquísimo MACBA. Fuimos muchos más de cien los que gozamos de cariñosos encuentros, lectura de textos y poemas, auténtica magia literaria, coca de llardons, fuet y cava. Volví a casa muy contento con el precioso libro que Antoni Clapés y Víctor Sunyol editaron para celebrar este aniversario. En sus páginas 57 y 58 aparece el poema que escribí un tórrido día del último agosto en Caldetes: Playa al mediodía.
(En la foto de Bertini: Víctor Sunyol y Antoni Clapés)

lunes, diciembre 07, 2009

La ciudad iluminada (segunda parte)








Cada vez que vuelvo de un viaje trato de ver la ciudad en la que vivo (¿mi ciudad?) como si nunca la hubiera visto antes. Es un ejercicio bastante difícil, sobre todo cuando quieres hacer lo mismo con tu barrio, tu calle, tu casa, tus costumbres y todos tus objetos cotidianos. Sin embargo esta vez ha sido relativamente fácil imaginar que la ciudad era otra: los arreglos navideños cubren casi todo el paisaje urbano, cielo incluído.
Según leí ayer mismo en algunos diarios barceloneses, se ha descubierto que las luces de colores y los arreglos festivos producen una contabilizable alegría en los viandantes habitualmente cariacontecidos. Supongo que esos mismos sesudos estudios aseguran que contento y consumo son una pareja de hecho muy bien avenida.
Ahora, entre nosotros y con total sinceridad, ¿ustedes necesitan muchas más cosas de las que poseen? Tal vez una casa, un empleo decente, una cobertura sanitaria completa, con especializaciones y sin demoras, un gobierno serio, responsable, sincero, la cercanía de todos nuestro seres queridos, la felicidad sin más, pero, ¿una camisa o un pantalón parecidos a los muchos que ya cuelgan del armario? ¿Otro cedé para aumentar la colección de los que nunca llegamos a escuchar o ver del todo? ¿Un nuevo electrodoméstico para estrechar aún más el espacio de nuestra de por sí reducida cocina?
Puedo creer que el consumo desmesurado sea la única manera posible de sostener esta sociedad en la que vivimos, sin embargo, fantasioso que soy, me imagino otra donde ese sostén no fuera necesario hasta los extremos de despilfarro actuales.
Había prometido segundas partes sobre el viaje a París, pero ahora, puesto a llevar adelante esa promesa, me doy cuenta que no es mucho más lo que podría contar sobre un viaje que, como casi todos, me ha brindado diversión, entretenimiento, alguna que otra frustración inesperada y muchas alegrías imprevisibles.
He visto tanto en esta corta semana que casi no podría relatarlo y además no creo que París, una ciudad tan narrada, necesite de más relatos pormenorizados. "Ya fué", decían años atrás los adolescentes argentinos para dar por acabada alguna experiencia pasada. Pues eso mismo digo yo: ya fué. Supongo que lo mejor que pueden hacer al llegar a París es desoír a los, y las, bienintencionadas guías de viaje, para perderse por la ciudad, dejándose llevar solamente por el olfato, los ojos, los sentidos. Acompaño este texto con algunas fotos que les dirán, espero, muchas más cosas de las que yo podría decirle con palabras. Eso sí: aún sin tenerlos previstos, casi podría asegurar que no se librarán de los epígrafes.


En las fotos, todas de Bertini, toreros en la Place des Vosges, un casamiento chino en Invalides, Dante-Dantón, el Centro de Arquitectos, tres enhiestas sombras y un protector tricotado, un plátano centenario del Canal St Martin que nadie necesita cortar, escaparates varios, la librería de usados de Merci, un Léger en el espejo, severa vigilancia en el Louvre y aún más severa en una peluquería caribeña del boulevard Sebastopol.



miércoles, diciembre 02, 2009

La ciudad iluminada (primera parte)

Cuando llego desde Orly a la casa donde viviré los próximos siete días, me doy cuenta que toda la France me recibe hecha bandera. Un ayuntamiento detallista, sin ninguna duda.
¿Delirio egocéntrico? Peut-être, ¿pero verdad que suena bonito?
Detrás de las tres ventanas iluminadas, esperaba nuestro hogar provisional.
Afuera... todo París, como siempre en fiesta.


El sábado a las dos de la tarde estábamos invitados a almorzar en casa de madame M. Llegamos bajo una una llovizna persistente, fría, bastante molesta; pertrechados con abrigos, bufandas, gorros de lana y guantes de piel; cubiertos a medias por unos paraguas endebles que un viento indeciso con arrestos tangueros se empeñaba en deshacer. Mientras comíamos con apetito invernal pisto andaluz, pollo al horno con espaguetis au beurre, ensalada verde, roquefort y camembert, chocolates y café, se habló de las ventajas e inconvenientes de vivir en París.
-Si viviera aquí -dije yo- un día como este me quedaría en la cama sin asomar la nariz a la calle...Leyendo, viendo la tele, durmiendo.
-¿Y qué tiene de malo eso? -dijo mi amiga.
-Nada -le contesté.
Pero mientras lo decía tuve muy claro que, como el Bartleby de Melville, "preferiría no hacerlo".
Será porque, más que vivir en París, me gusta pasear por sus calles desorientadamente, sin meta ni rumbo fijo; perdiéndome por sus rincones, descubriéndole detalles que imagino exclusivamente míos, como si del cuerpo de un amante muy deseado, y nada esquivo, se tratara.


-¿Qué tal París? ¿Viste algo interesante?
- Sí. Las contradicciones de mi alma.


En cada viaje que hice a la Ciudad me ha tocado vivir en un barrio diferente. El Boulevard de Richard Lenoir es parte del quartier 11eme, Bastille, un barrio con su propio ángel(¡!). Caminando un rato puedes llegar sin demasiado esfuerzo al Canal Sant Martin, uno de los refugios Bobó (bo-hemian/bo-urgeois) más cotizados. Si cambias de dirección te encuentras con el Marais, antiguo barrio de comerciantes judíos que el Centre Pompidou y los homosexuales de aquella época convirtieron en el enclave alternativo urbano de los años ochenta. En el boulevard Beaumarchais, a pocas calles de donde vivimos durante este corto viaje, está la tienda Merci, todo un icono de la modernidad. Precioso y carísimo lugar, tiene un bar con estanterías de libros usados a la venta y un plantel de empleados que supera con creces el de sus exclusivos clientes.



SanTa Carne -yo lo hubiera escrito entre signos de admiración- es un restaurante que anuncia con absoluto desparpajo y estrictas letras blancas sobre un frente de color negro pizarra, sus dos emplazamientos: Buenos Aires - París.
Un casamiento con historia: al costado mismo de la tour Eiffel hay desde siempre una corta calle con el nombre de la capital argentina.
Publicidad gratuita:
Los pequeños ravioli de queso a la crema de Le Rostand, a un costado de los jardines de Luxemburgo, son verdaderamente exquisitos.
La mantequilla "a la sal de mar", para mí desconocida, tiene un sabor incomparable.

Me acerco hasta el Jeu de Paume -no confundir con el jus de pomme, siempre tan refrescante- para ver la exposición Fellini. No llego a entrar. Antes de la destrucción modernizadora, en aquel anacrónico lugar te recibía el bronce de la bailarina de Degas con su tutú de tul auténtico. Adentro bailaban, juntitos y apretados, los puntillosos impresionistas. Ahora el lugar se confunde con cualquier sucursal de un gran banco hipotecado. El rincón librería es, como siempre, exhaustivo y espléndido. Compro algunas cosas de ver y me voy hacia la Feria de Navidad que por primera, y con toda seguridad no última vez, ha sembrado de chalecitos suizos los Campos Elíseos.


Son de madera clara, pintada de blanco por fuera y en estado natural por dentro; una diferencia notable con los que habitualmente se montan por aquí, de loneta o plástico sobre armazón metálica. El contenido sin embargo es similar: muchas chucherías, muchas golosinas, muchas cosas para comer y beber. De pie, como se pueda, al paso. Apoyado a las espaldas del enérgico Charles de Gaulle, enfrentado a un más reposado Clemenceau, un trencito infantil de trocha angosta divierte mucho más a los adultos que a los niños, fans decididos del calor hogareño y la play station.
De esos laureles, estos muérdagos, me digo, y sigo mi camino, no sin antes zamparme una extravagante crepe de jamón, canela y queso.

martes, diciembre 01, 2009

intermedio


...recién llego de viaje y necesito algo de tiempo para escribir un post comme il faut...sé que algunos encontrarán desmesurada mi necesidad de reubicación, pero soy algo lento para procesar semejante caudal informativo...volver a la vida cotidiana significa, entre otras muchas cosas, aceptar que la máquina con la que escribo habitualmente puede tener un colapso repentino, un súbito síndrome abandónico, un coup de vaya a saber qué cosa incomprensible, y me niega el encendido...Federico, cariñosamente cuidado por Sigourney BCN, está tan cariñoso como siempre: enfant gâté mais pas mauvais, no tuvo necesidad de romper ninguna cosa en señal de descontento...después de la Ciudad Luz todo parece menos brillante, sin embargo sé que en unas horas mis ojos se acostumbrarán al por momentos impío sol de Barcelona y olvidarán tanta lujosa belleza imperial para concentrarse una vez más en sus imágenes domésticas...que Así Sea...
Posdata: Luc, desde un extraño lugar de Eslovaquia, me ha dedicado una blografía. Muchas gracias, estimado.
El señor de bigotes, autoretratado aquí arriba, es el mismo bebé que aparece en el post del higiénico Luc: Uno, a los pocos meses de llegar a Buenos Aires desde París, el Otro en el apartamento que lo acogió en esta bella ciudad la semana pasada...