jueves, abril 30, 2009

breathless memory

Apuntes de un cuaderno de viaje:
*Muchas veces la buena memoria es un obstáculo para un buen pensamiento. Nietzche


*Científicos holandeses investigan un fármaco que podría eliminar de nuestra memoria los recuerdos molestos. Leí la noticia en algún diario español durante mi semana leridana y enseguida pensé que a alguien como yo, tan dado a la melancolía, no le vendría nada mal tomar ese remedio del olvido. Hay días en que los recuerdos me asaltan de manera aviesa...y no siempre me encuentro con el ánimo predispuesto para fantasmales presencias. *Una manera de sonreír, el dibujo -que podríamos llamar apresurado- de una nariz extrañamente armónica, la sexualidad espontánea de un gesto, me golpean el pecho como balas, me dejan, como a ellos, sin aliento. Entonces ese tipo a quien todos queríamos imitar y esa muchacha a las que muchas querían parecerse, se asoman por la esquina neblinosa del recuerdo y me cuentan por enésima vez su corta, triste, fría y callejera historia en muy ahumados grises.

Ilustran: Jean Paul Belmondo, Jean Seberg, À bout de souffle (1960), de Jean Luc Godard.

miércoles, abril 29, 2009

Desayuno con periódicos

- ¿Has visto? Ya superamos los cuatro millones de parados...
- ¡No puedo creerlo! ¡De nuevo la Ana García Obregon y el Darek...! Estos dos se pelean para que vuelvan a invitarlos a la tele. Se forran dando entrevistas.
- ¿Quiere decir que cuántos millones de personas están en la puta calle? Porque a esos cuatro millones habrá que agregarles la familia, digo yo. Parejas, hijos...
- Me encanta esta chiquita Hanna Montana. La encuentro superdivertida...Mona además...
- ¡Vaya paranoia! Alerta de nivel cuatro y parece que sólo hay seis. En México ya han muerto casi doscientas personas...Bueno, eso es lo que nos dicen... ¡Y lo solucionan repartiendo mascarillas! Pobre gente...
- ¿Canta bien la Carla Bruni? Yo la encuentro un poco sosa. Tampoco me gusta demasiado como se viste, no te creas. Encuentro que la Leticia es muchísimo más elegante.
- Gripe o fiebre porcina, influenza...No se aclaran ni con el nombre. Primero las vacas, después las aves, ahora los cerdos, ¿no será que los animales están vengándose de nosotros? ¿No será que están hartos de que nos los comamos sin más?
- Me hubiera gustado verlos de cerca. Hacen linda pareja. Aunque él es bastante más bajo que ella. Por algo la Bruni no se pone nunca tacones. Como Tom Cruise y la Kidman, igual. Cuando se separaron la Kidman se sintió liberada... ¡Qué loca! Dijo que al fin iba a poder usar zapatos con tacón alto. ¿Me alcanzas el azúcar?
- ¡Y nuestro mister Bean sigue subiendo los hombros con cara de niño inocente! ...Yo no entiendo de qué mierda se ríen. A veces pienso que lo hacen de nosotros, los que los mantenemos en el poder. ¿Queda algo de leche? Gracias.
- Acá, en esta foto, está realmente divina. El pelo suelto y ese broche... Además es toda una lección de democracia y sobriedad. ¿Sabes que este vestido de noche ya se lo puso otras veces? No te creas... Hasta ellos están sufriendo la crisis...
- Ah, ¿Te dije que a lo mejor me quedo sin empleo? La empresa va a despedir a trescientos tipos más. La otra vez me salvé por pura lotería, pero esta...
- Hummmmmmm, otra semana de oro en El Corte Inglés... ¿Crees que podríamos ir este sábado? Necesitamos unas cuantas cosas... Ropa de cama, bañadores... Yo debería tirar todos los viejos de una buena vez... Queda un poco más de café...¿Tú quieres?

Posdata: Con mucha delicadeza, suponiendo que me dolería, Liliana Sáez me comunica que la poeta uruguaya Idea Vilariño falleció el martes por complicaciones respiratorias. Tenía 89 años. Una pérdida verdaderamente lamentable.

viernes, abril 24, 2009

palabras en la ducha

Coincido en las duchas del gimnasio Seven con el escritor, y también vecino, I.V.F.
- Hola, le digo. -Te hacía en las Ramblas, firmando libros.
Un momento antes había visto por allí, de paso hacia mi clase de yoga, a Boris Izaguirre, Ian Gibson, Lázaro Covadlo, Maruja Torres e Isabel Núñez. Letra impresa para casi todos los gustos, según parece. También anduvo Rajoy, pero a él, más que pedirle firmas, le exigían de forma bastante agresiva que se vaya inmediatamente de Cataluña.
No sé si I. tiene buena vista, pero puedo asegurar que no le falta oído:
- Mmmmm...¡Hola! ¿Cómo va todo? Preferí pasar antes por aquí, nadar un rato, tomarme una buena sauna...Mmmmm...Para llegar más fresco a los eventos...
- Qué vida tan dura, ¿verdad?
Calcula mi ironía y poniendo cara de taimado jugador de póker, de aplomado y sobrador fullero, prefiere responderme seriamente. Es un tipo concentrado que suele llevar consigo libros amarillentos de autores clásicos, esos que jamás encabezaron las listas de los más vendidos. Nunca me lo ha dicho, pero supongo que es aficionado a releer una y otra vez los libros que le gustan. La última vez que lo encontré -también en el gimnasio aunque sin agua de por medio- estaba perdido por las páginas de un poeta que acabó suicidándose. Por pura ligereza tendería a pensar que se trataba de Silvia Plath, sin embargo estoy casi seguro de que ese día tocamos el tema y el autor de aquellos textos era un hombre.
- No está mal esta vida, no... A pesar de las dificultades. Y de los errores que cometemos a cada paso. Kundera dice que la dificultad de la vida consiste en que no hay ensayos previos. Uno va haciendo lo que buenamente le sale, lo que puede hacer, y una vez hecho, hecho está. No hay posibilidad de volver atrás para arreglarlo.
- Algunos se enmiendan...-le digo.
Otra cándida ironía, sin embargo algo parecido a un eco subterráneo susurra que precisamente esta no lo era tanto. Ese momentáneo ensombrecimiento hace que deje a un lado las tonterías y, entre estimulantes chorros de agua caliente y espumas de gel con olor a fresas, me ponga un poco autobiográfico:
- ¿Sabes una cosa? Cuando todavía era un niño, una tarde bastante gris y fría de otoño, al salir de mi casa, vi pasar por la avenida Rivadavia un enorme camión gris oscuro que llevaba una leyenda manuscrita en el frente, arriba de la cabina de conducción. Era una cosa habitual por aquellos años en la Argentina. Se lo llamaba fileteado. Creo que todavía existen verdaderos maestros en ese arte popular heredado de vaya a saber qué lugar de Europa. Los textos suelen ir rodeados de firuletes y flores de todo tipo. Puro kistch, dicen algunos. Generalmente ilustraban dedicatorias del tipo "Para papá, que me enseñó el valor del trabajo","Santa viejita, nunca te olvidaré" o "A Carlitos, el mudo, que cada día canta mejor", refiriéndose a Gardel, por supuesto. Sin embargo el de aquella tarde otoñal debía ser un camionero filosófico, porque llevaba escrito: "Aprendiendo a vivir se va la vida". Yo aquel día estaba algo deprimido, por lo que podría asegurar que un segundo antes me había preguntado precisamente sobre el sentido de todo esto. Me pareció que aquella era una respuesta válida... o al menos lo suficientemente seria como para hacerme pensar un buen rato sobre su fiabilidad.
Cuando termina de escucharme mi literario interlocutor sonríe como acostumbra hacerlo, sin mostrar los dientes. Es sólo un sutil aunque más que evidente cambio en esa mirada oscura que deja de recorrer nerviosa y superficialmente rincones lejanos para posarse unos segundos en mi cara:
-Sí, suena bastante creíble.
-Lo desgraciado de este aprendizaje es que la graduación suele coincidir con la muerte.
Mi pesimismo ha aparecido en forma de exabrupto. Parapetados en nuestros cubículos acristalados, protegidos por ese otro cubículo vacío que hay en medio, los dos desplegamos durante unos segundos gestos y sonidos de todo tipo. Se trata de quitarle trascendencia al asunto. No sea cosa de que la parca ande cerca, y voraz, avariciosa, decida llevarse consigo a estos dos clientes tan desnudos, tan limpitos y sutilmente sazonados con un dulzón, muy prometedor, olor a fresas.
ilustra: Vecina, dibujo de Roberto Cubillas

lunes, abril 20, 2009

Otep Shamaya, estrella de la semana

Cabalgando sobre su blanco, impoluto corcel, se acerca como cada año nuestro santo patrono, vencedor de fogosos dragones analfabetos, defensor de libros y literatos, repartidor, a ratos libres, de multicolores, y muy rara vez fragantes, rosas.
Dado que durante estos días estaré asaz ocupado -no precisamente firmando ejemplares de mi último best seller- dejo, para que los acompañe durante mi ausencia, a una vibrante estrella semanal.
Ella se define como una poeta y artista plástica devenida compositora y cantante.
La supuestamente libre encicloWikipedia nos dice que ha nacido en USA y es una lesbiana-vegetariana declarada. Me resultó bastante extraño encontrarme con semejante cosa, ya que nunca había oído definir a alguien como heterosexual carnívoro.
Otep Shamaya ocupa este afamado espacio por bella, extraña, extremada, ruidosa y poco encubridora. También porque el único video musical que encontré en Youtube donde aparece con su banda, se llama Ghost Flowers. Un nombre muy adecuado para estos días de libros, rosas y fantasma(da)s.
Para ver a la nirvánica O.S. en acción, pulsad aquí: http://www.youtube.com/watch?v=qO9b5mw381I

jueves, abril 16, 2009

Madrid, la nuit (tercera y última parte)




































De noche, todos los gatos son pardos.
Este dicho es muy antiguo y estoy convencido de que no se refiere a los nativos de Madrid sino simplemente a los felinos domésticos. A mí sin embargo me sirve para ilustrar con algunas palabras estas fotos que supongo, sólo supongo, serán las últimas que cuelgue de este blog tripartito sobre mi corto viaje a Madrid.
Si quisiera mostrarles lo listo que soy podría entrar a discutir la precisión visual del inventor de tal sentencia, pero no creo que venga al caso. Además, y sobre todo, la consabida astenia primaveral esta haciendo mella en mi persona, produciéndome unas irreprimibles y por el momento no satisfechas ganas de dormir. Entre cabezada y bostezo, y por esos milagros aleatorios de Google, me enteré de la existencia de un ya desaparecido grupo musical pop mexicano: Caifanes. Hace una buena cantidad de años estos muchachos escribieron una canción a la que pusieron por título la daltónica frase sobre los gatos y la noche. En ella dicen:
Hay perros que no ladran/Pero te lamen los huesos/Hay gatos que maúllan/Hasta exprimir su vientre/Hay gente que no ladra/Pero te exprime el alma/Hay gente que te odia/Pero te lame las manos.
¿Qué tendrá que ver todo esto con Madrid, la nuit?, dirán algunos. Nada, me apresuro a contestarles. Sé muy bien que suena algo confuso, sin embargo lo de confundir el culo con las témporas es un dicho tradicional de tierras castellanas. ¿Y dónde está ubicada Madrid, señores míos?
(Lo reconozco: este post ha quedado un poco extraño, bastante esotérico. Dejo las interpretaciones posibles a mis amigos, algunos de ellos psicoanalistas lacanianos.)

Todas las fotografías pertenecen a Dante Bertini.

domingo, abril 12, 2009

Madrid, Madrid, Madrid (segunda parte)










































¿Queda algo por decir de mi corta visita a la capital de España? Poco y nada, salvo explicitar mi gozosa tranquilidad mientras me paseaba por sus calles repletas de gente variopinta, mientras caminaba sin rumbo fijo por sus amplias y arboladas avenidas. Podría recordar también la amabilidad de las cuidadoras del Reina Sofía y su interés por comunicarnos una opinión personal sobre las obras que custodian celosamente, el maravilloso desayuno al sol en la Plaza de la Platería, la algo decepcionante, más que escueta, exposición sobre La sombra -una invención pour la gallerie, sin ninguna trascendencia-, la comida en el bruñido restaurante modernista El espejo y la cena con Leonor Alazraki y Eduardo Mercado en un tan sabroso como pequeño y bullanguero restaurante siciliano de Chueca -¡adiós a la dieta, benvenutta la pasta!-, las copas de vino rojo iluminadas desde un carrito de bebé, obra de la domésticamente imaginativa Eulalia Valldosera, el altercado con un desagradable guardia jurado de las salas Mapfre, dispuesto a amargarme la visita porque entré al edificio con mi inseparable cámara fotográfica en la mano -¿habrá pensado que yo iba a callarme validando su comportamiento, más propio de un portero de discoteca cutre o de una señorita Rottenmayer devenida guardiacárcel?-, y lo gratificante que resultaron un momento después los collages de Max Ernst y los grabados de Picasso. Civilización y Barbarie, catalogaría toda esta experiencia un prócer argentino llamado Domingo Faustino Sarmiento.
¿Debería además hacer un alto sobre los maravillosos mármoles escultóricos de los Leoni y la mediocre restauración del pabellón de San Jerónimo donde están ubicados, o remarcar la puerta vegetal en bronce de la donostiarra Cristina Iglesias, el bien plantado Parque del Retiro, el distinguido barrio de Salamanca, la elegante calle de Claudio Coello...? Supongo que nada de todo esto sería novedoso y, de pretender ser exhaustivo, no podría dejar fuera otras realidades que también golpean nuestros ojos y no son tan satisfactorias. Así que, valgan o no por mil palabras, les dejo algunas imágenes más de mi breve estadía en la ciudad de los gatos.
Todas las fotografías son de Dante Bertini

jueves, abril 09, 2009

Madrid, Madrid, Madrid (primera parte)





































Madrid no me asombra... La conozco bien. Tanto, que cuando la visito encuentro muchos más recuerdos que tienen como escenario esa ciudad que aquellos que suelo rememorar a la distancia. Pero prefiero no empezar por el pasado. ¿Debería decir que en este viaje tuvimos mucha suerte o es que la imperial y astuta Madrid pretendió engatusarnos? No sería nada extraño. ¿Acaso no se los llama gatos a los nacidos por allí? Por fortuna o por puro encantamiento, la realidad es que tuvimos días de sol y clima primaveral, lo más opuesto a la lluvia casi continuada de la semana cinematográfica en la pequeña Lleida. La capital del Reino no se portó así de bien cuando llegué por primera vez, hace más de tres décadas. Por aquel entonces todo era gris, pesaroso, empacado, frío. Las paredes estaban más limpias que ahora. Por aquellos años no lucían el emborronamiento actual, de carteles pegoteados y grafittis superpuestos: parecía que las hubieran limpiado con lágrimas de santo y helados sudores de mártir. Rezumaban dolor, olían a tristeza. Ahora podría decirse que están vivas, aunque muestren una nueva forma de lucha en la vieja contienda entre apocalípticos y conservacionistas. De mis primeros días en Madrid recuerdo el oso y el madroño, los sombríos serenos nocturnos, mis pies siempre húmedos y el tono que usaban los tenderos para preguntarte ¿qué pasa? o ¿qué hay?; un exabrupto inesperado, ya que yo no pretendía narrarle ningún suceso sino simplemente comprar una barra de pan o un poco de verdura. En el café Gijón me encontré una tarde con Norman Brisky, recién llegado de París o Londres; otro refugiado. Sucedió a finales de los setenta y él quería volver a Buenos Aires: extrañaba el idioma de la gente, su barrio, el lunfardo y el tango. Los dos éramos muchísimo más jóvenes, para qué ocultarlo. Recién volví a verlo la semana pasada en Lleida, esta vez proyectado sobre una pantalla. Hacía un pequeño papel, casi un cameo, en la coproducción que abrió la Mostra: Negro Buenos Aires. Camiseta de tirantes, "musculosa" que decíamos en Argentina, y un discurso de borracho o de loco enardecido, enfrentándose a la gente de otro bar tradicional, ahora porteño. Tampoco en ese lugar se lo veía contento.
Una de las razones de este viaje era zambullirme en el Prado para ver la exposición de Bacon: un pintor maldito, maricón, drogadicto, extranjero. No hubieran colgado sus obras hace unos cuantos años, cuando todavía vivía y usaba sus ojos como si fueran lupas y los pinceles con la fría y sangrienta acometida de un bisturí de cirujano. La primera vez que entré a las salas del Prado me enamoré de Velázquez, un pintor que en nuestra república sureña se usaba para ilustrar en blanco y negro los libros de historia. También pude comprobar que Goya, el Bosco y Fra Angélico no me habían engañado. Eran realmente geniales. Ahora, al bajar del ascensor para hacerle una visita a la Margarita de Austria vestida en gris y rosa, un ritual privado, mis ojos se encontraron con una enorme pintura que no conocía: La degollación de San Juan Bautista, de Bartholomaeus Strobel. ¡Aleluya, Aleluya! Todavía hay espacio para el asombro, y no debemos agradecérselo a los gesticulantes divos de la política internacional, posando en las primeras páginas de los periódicos como si de unos demasiado maduros Jackson Five se tratara.
Dos días después de mi regreso a casa sigo, más que cansado, exhausto. En Barcelona no acostumbro caminar ocho o nueve horas diarias. Tampoco veo en una misma tarde la Suite Vollard de Picasso, los collages originales de Max Ernst y una exposición antológica de Eulalia Valldosera. Si no les molesta, me voy a la cama.
Hasta mañana, Viernes Santo. Con toda seguridad recordaré a mi padre... ya lo estoy haciendo. Él me llevaba de la mano a recorrer iglesias y volvíamos a casa con una palma fresca para mi madre, casi siempre en la cocina, casi siempre trabajando. También es probable que esta noche los angelitos de mis sueños luzcan los rostros de un montón de amigos que ya no viven en Madrid. Ni en ninguna otra parte.
Todas las fotografías son de Dante Bertini

martes, abril 07, 2009

después de la fiesta































La fiesta ha terminado. Se hace necesario guardar los bártulos, ordenar todo lo que ha quedado revuelto, volver cada cosa a sus sitio.Después de una semana de encuentros, presentaciones, charlas, comidas, abrazos, despedidas, pequeñas decepciones, gratificantes sorpresas y mucho, muchísimo cine, los invitados regresamos a nuestras casas y a nuestras familias, a nuestros trabajos habituales y a nuestra menos concurrida, y nada resguardada, vida cotidiana. Es muy fácil acostumbrarse a que otros se ocupen de los molestos detalles domésticos. Puedes dejar la cama sin hacer y desentenderte por completo del suelo del baño después de una ducha. No necesitas pensar en el desorden que dejas a tu paso y cada día al levantarte encuentras un buen desayuno esperándote junto a un puñado de gente agradable, todos ellos en tren de compartir cruasanes, cafés, zumos de naranjas y un parecido interés por el cine. Durante una semana entera te llevan y te traen en coche, abundan las comidas-banquete, y, como están siempre atentos a tus necesidades, hasta te compran un paraguas apenas se percatan de que no habías tenido en cuenta la posibilidad de tanta y tan sostenida lluvia. Es mi segundo año en el Festival de Lleida: no me importaría repetir la experiencia. Conocí a gente cálida, culta, sencilla, y volví a sentirme tranquilo, relajado, querido. ¿Y el cine, las películas? Hubo de todo tipo, por supuesto, y alrededor de ellas giró durante una semana entera mi habitualmente poco cinematográfica vida. Las estrellas suelen ser fugaces, ya lo dije, pero guardo buen recuerdo de las que pasaron por el festival -Mercedes Sampietro, Fele Martínez, Jorge Perugorría, Vladimir Cruz, Angela Molina, Eduardo Noriega, Jordi Dauder- y de varias que sólo se acercaron en imágenes: Leticia Bredice, Darío Grandinetti, Mariana Loureiro, Maya Zapata, Daniel Faraldo, Alberto Laiseca. Sin embargo, y como siempre, los más cercanos a mi corazón, los habituales vecinos de butaca y compañeros de mesa, fueron aquellos con los que de alguna forma compartí también trabajo: Rosa María Calaf, Rafael Maluenda, Jorge Meyer, Patxi Barco, Juan Millares, Lolita Lechner, Marta Belluscio, Sergio Cabrera. La película ganadora, Desierto adentro, dura, despiadada, sin concesiones fáciles a los tramposos espectáculos de masas, debería convertirse en un clásico del cine latinoamericano. Heredera de la lujosa sobriedad de Rulfo y de la descarnada, nunca accesoria ni complaciente visión del Buñuel mexicano, sabe mostrar de forma explícita, sin recurrir al avasallante mensaje de los púlpitos ni al palabrerío hueco de mitin y pancarta, los resortes de una cultura basada en culpas ancestrales y en su nunca suficiente, exhaustiva expiación.
Goloso que soy, terminado el banquete quise postre, y en vez de tomarme el AVE a Barcelona me fui a la Capital del Reino. Pero bueno, esa es otra película, y como estoy algo cansado de tanto traqueteo me patina el proyector, impidiéndome ofrecerles un programa doble.

Fotos: (1)Vendedora de muñecas en el mercadillo de los sábados, paseo central de Lleida. (2) El director Jorge Meyer, jurado de documentales, y Rosa María Calaf. (3) Nuestro jurado al completo: Sergio Cabrera, M.R. Calaf, yo, Marta Belluscio, Rafael Maluenda. (4) Alan Jonnson, director de Morenita. (5) María Victoria Menis, directora de La cámara oscura, en guerra fotográfica. Héctor Menis, sentado y riéndose. (6) Tres ángeles de Juan Ferrer, director de la Mostra: Nuria, Belén, Cristina. (7) Andrés Duprat, guionista de la premiada película argentina El artista, junto a su hijo.

viernes, abril 03, 2009

los premios de la Mostra de Lleida

Mejor película: Desierto adentro, México
Mejor dirección: Andrés Wood, por La buena vida, Chile
Mejor Opera prima: El artista, Argentina
Mejor Actor: Antonio "Taco" Larreta, por La ventana, Argentina
Mejor actriz: Leticia Bredice, por El frasco, Argentina
Mejor Guión: Pablo Solarz, por El frasco, Argentina
Mejor documental: Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo, de Yulene Olaizola, México
Mención especial: Corazón de fábrica, Argentina
Mejor cortometraje: El empleo, Argentina
Mención especial: Pel ouvido, Brasil
Premio especial del público: El frasco, Argentina
En la foto (de Dante Bertini): el actor Jorge Perugorría y el director Sergio Cabrera custodian a sus mujeres mientras esperan una proyección.
Posdata: viajo a Madrid para ver exposiciones y amigos. Pido disculpas: retardaré los comentarios sobre el Festival, que se unirán, supongo, a los que durante estos días despierte una ciudad visitada en estos momentos por Vlaminck, Bacon, Max Ernst, Picasso, magníficas sombras y muy bellas durmientes.

jueves, abril 02, 2009

repetimos...

Dado que los jurados no podemos abrir la boca hasta que el director del Festival comunique oficialmente los premios -viernes por la mañana a la prensa, viernes por la noche a los asistentes a la gala de cierre y al público en general- se me ha ocurrido anotar algunas repeticiones más que evidentes, al menos para mis ojos, en los filmes largos y cortos presentados a concurso. Si para muestra basta un botón, en esta Mostra no sobrarán los ojales.
Repetimos:
personajes autistas o al borde del autismo
paredes empapeladas con dibujos de flores y/o pájaros
muertos rematados (remuertos)
minuciosas, prolijas, solitarias ceremonias domésticas
peces rojos, carpas de pecera
viejos solos, moribundos, desesperanzados, en estado terminal
vírgenes de Guadalupe, cristos crucificados y santos de todo tipo, con o sin peana
devotos y creyentes a pesar de todo
cuerpos sudorosos en escenarios tórridos
encerrados, enterrados, claustrofóbicos
escenas sexuales tumultuosas
solteros que no quieren serlo
casados que quieren escapar corriendo
madres posesivas-padres autoritarios-hijos abúlicos
paredes desconchadas, grifos que gotean, casas al borde del derrumbe
mafiosos, corruptos, aprovechados
cementerios, urnas, nichos
machitos castigadores, niños perversos
trabajadoras sexuales (eufemismo chileno que esconde la palabra puta con todos sus sinónimos)
autoportrait de dante bertini