lunes, abril 28, 2008

Francesca Woodman: un ángel al borde del volcán ardiendo

Hoy por la tarde el psicoanalista Alejandro Gómez Franco y yo presentaremos este pequeño libro de poemas de Zulema Moret inspirado en algunas fotos de Francesca Woodman.
Los dejo con parte de la obra -sus padres y albaceas guardan cerca de diez mil negativos- de esta fotógrafa tan especial.
Vale la pena:
Una vez pasado el evento, adjunto el texto que escribí para la presentación:
Ya desde la cubierta, este pequeño volumen anticipa, aunque con intrincadas pistas, gran parte de su contenido: muestra la imagen borrosa de una mujer que ha dejado atrás sus alas, y, despojada de esos incómodos atributos celestiales, liberada de toda responsabilidad angélica, escapa apresuradamente del escenario de su crimen. Intenta hacerlo saltando hacia este lado del espejo, sumergiéndose en el mundo que hasta un momento antes observaba su vuelo. Dentro, en cincuenta páginas y tres idiomas, las palabras no han perdido sus alas y navegan libres, despojadas hasta la desnudez de complementos y accesorios. Imágenes únicas enriquecidas por la ambigüedad del misterio. Haikus de vocación surrealista, donde la naturaleza humana se funde con ese paisaje desprovisto que pretendía encerrarla, enmarcarla, limitarla:
"¿Qué relación existe
entre la corteza del cedro
y tus brazos
bajo las vendas blancas
del poniente?"
Frases sucintas, concisas, que más que decir, susurran, esbozan, sugieren. En estos poemas, la voz de Zulema Moret recuerda la de los ángeles cinematográficos de Win Wenders, musitando al oído de los transeúntes berlineses sus secretos mandatos, sus particulares exorcismos. Exorcismos y secretos que solamente podemos imaginar, suponer, intuir, ya que ni siquiera son audibles para el encallecido, nada angelical oído humano.
"Un ángel al borde de un volcán ardiendo."
El título del libro de Zulema Moret nos habla de la más extrema fragilidad al borde del más amenazador peligro. Delicadas plumas de ángel y una piel que podemos imaginar traslúcida, acercándose de forma por demás temeraria a las implacables, nada piadosas, lenguas de fuego. Según nos dice la autora en el prefacio de su libro, esta estremecedora imagen se desprende de una exposición antológica que, en algún momento del año 2000, la Tecla Sala de Barcelona dedicó a la fotógrafa estadounidense Francesca Woodman, quien durante escasos diez años, los que van de los trece a los casi veintitrés, expuso su cuerpo a los ojos de una cámara, experimentando con ambos a la vez. Descubiertas casi por azar, la serie de fotos allí expuestas mostraban a una artista extremadamente sensible en el vórtice mismo de su devastadora creatividad, a una jovencísima mujer presa de sus impulsos autodestructivos, arrastrada por la vorágine de revulsivas pasiones propias que sin embargo eran vividas como ajenas. Siempre al borde del naufragio, presintiendo el cercano e inevitable ocaso, Francesca Woodman se fotografiaba una y otra vez, aunque evadiendo la mirada frontal, el gesto directo, el retrato sin más. La Woodman modelo se niega a mirar ese ojo que la mira, que no es otro que el suyo propio, y en un doble juego de connotaciones esquizoides, se exhibe sin pudor alguno al mismo tiempo que trata de pasar desapercibida, fundiéndose con el atrezzo de sus fotos. En ellas -todas de pequeño formato y en austero blanco y negro- la vemos tapándose con el papel pintado que hasta un momento antes cubría las paredes de un cuarto desposeído; ocultándose tras un movimiento rápido e imprevisto que, al ser apresado por la cámara, desvanece sus contornos; escondiéndose detrás de máscaras, muebles, volúmenes o cuerpos ajenos. “Hago fotos de la realidad filtradas a través de mi mente”, escribió Francesca en un pequeño cuaderno rosa que le servía de diario íntimo. En los poemas de este libro, Zulema Moret escribe, o reescribe, esa mirada angélica; transforma en palabras desprovistas de toda puntuación y ornato, en frases susurradas a vuelo de ángel, las imágenes que la conmueven:
“…palabras como alambrecitos circulan sobre el poema herido…”
También ella, como la muy fugaz Francesca Woodman, se acerca peligrosamente al borde de ese hipnótico abismo ardiente, corrobora ese trágico presagio final del cual se hace imposible escapar:
“tú vestida de luto
en el borde de las ramas
la pierna sobre
el sillón
de pana
dialoga con la sombra”
Poco antes de cumplir veintitrés años, Francesca Woodman se arrojó al vacío desde una ventana de su apartamento en el Lower East Side de Manhattan. Dejar de Ser, para unirse, místicamente, a un Todo indivisible, único. Un vuelo final, impulsado tal vez por esas “Desordenadas geometrías interiores”, que dieran título a su último trabajo, editado un mes antes de su muerte.
“¿Dónde estás
Francesca, dónde
Estás?
Dos sábanas blancas
Te sostienen.
Un ángel al borde del volcán ardiendo.”

jueves, abril 24, 2008

versión original (Lleida tres)

Ayer al mediodía me hicieron una entrevista para un programa de Radio Exterior de España. También estaba Cristina Peri Rossi, que salió disparada apenas acabaron con ella, supongo que poco contenta con todo el desarrollo de la historia. Nos otorgaron algo así como cinco minutos para contestar unas preguntas algo erráticas sobre la celebración de Sant Jordi y el efecto que esto produce en los escritores latinoamericanos que tienen la osadía de escribir en Barcelona. Tardaron mucho más en recordar a los que lo hicieron hace más de veinticinco años, pero es que se trataba de nombres poderosos como García Márquez y Vargas Llosa. En aquella época yo ni siquiera soñaba con escribir y tampoco había invitaciones discriminadas para la Feria de Franckfurt. Fue demasiado fugaz. Apenas tuve tiempo de aclarar que no tenía un libro recién aparecido para publicitar (tampoco tengo ninguno esperando a ser editado en los cajones) y el porqué de tan desaprovechada oportunidad : no me creo un profesional de nada, y aunque esto no resulta un impedimento para hacer todo lo que hago de la mejor manera posible, me permite escapar de las presiones conque debería cargar si creyera que realmente lo soy. Pretendo ser sólo un aficionado, o sea alguien que produce por gusto, por placer, por pura afición. Quizás por esto no tengo biografía acreditada en la web de editorial Tusquets, aunque sí en las solapas de sus/mis libros. Acabaron mi entrevista con una cortinilla musical del tipo "El cóndor pasa" -si me lo hubieran dicho podría haberles alcanzado algún cedé con mi música preferida- y como despedida nos regalaron una lapicera-linterna con el logotipo de la radio Nacional de España. Gracias. Me acordaré de vosotros cuando se me pierda algo en medio de la noche. Cuando salí de allí las calles estaban rebosantes de gente con rosas o libros en las manos y de mesas cubiertas con la bandera catalana donde se acumulaban los best sellers en lengua castellana. En su "Invierno en Mallorca", George Sand lanza pestes sobre los habitantes de la isla, sin embargo las tiendas de souvenirs tienen pilas y pilas del libro en todos los idiomas posibles. "Se vende muy bien", me dijo un amigo psicoanalista de origen mallorquí, y en seguida agregó: "Lo demás a quién le importa". Yo sigo con el corazón preso por la Mostra de Lleida, entre otras cosas porque allí se oían lenguas de toda la América hispanoparlante en sus diversas variaciones del castellano materno. Lamentablemente esas voces llegan casi siempre en forma de grito desgarrador, de queja sin esperanza, de llanto amordazado. Gran parte de los documentales que se pasaron en Lleida mostraban los tan diversos como similares infortunios de esos pueblos tan sufridos. Y digo "gran parte" porque entre ellos había uno de homenaje al bandoneonista argentino Rodolfo Mederos -nos conocimos en la adolescencia, cuando el "noviaba" con una amiga mía llamada Noemí- y otro, con buen montaje y un material de archivo excelente, contando la historia del Doctor Muñiz, un anarquista español de principios del siglo pasado. De los largos prefiero no hablar porque apenas vi dos o tres de ellos. Estaba muy ocupado cada día con las películas que debíamos juzgar, la mayor parte del tiempo entre lágrimas y bramidos de indignación, junto a mis cuatro (deliciosas) compañeras femeninas de jurado: Airy Maragall, Lola Mayo, Fernanda del Nido y Pastora Delgado. Y ya no sigo más: debo preparar mi texto para la presentación del último libro de poemas de Zulema Moret, el próximo lunes al atardecer en la sede de ACEC. Tal vez uno de estos días continúe con la Mostra de Lleida. Será cuando la memoria, aún caliente y revuelta, vaya sedimentándose hasta aclarar la superficie.


fotos (Dante Bertini) tomadas durante la proyección de los filmes. Mostra de Lleida 2008

lunes, abril 21, 2008

another country (Lleida dos)

Una ciudad cercana no lo es tanto cuando vives de espaldas a ella. Mi primer viaje en AVE resultó ser al mismo tiempo mi primer traslado a un festival cinematográfico europeo. Hace mucho, mucho tiempo, estuve en el accidentado, muy irregular Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, un ambicioso y bien intencionado evento constantemente amenazado por los vaivenes políticos y sociales de la República Argentina y, en igual o mayor medida, por las diversas Ligas de Defensa de la Moral y las Buenas Costumbres (Ajenas). En aquella época yo era casi adolescente y un amigo productor me propuso acompañarlo. Supongo que lo divertía mi manera de opinar, tal vez algo arbitraria, pero siempre vehementemente razonada. Acepté, por supuesto, y reconozco haber tenido muchísima suerte, ya que ese año pudimos ver de cerca a un antipático, muy agrio, incómodo Pier Paolo Pasolini, acompañado de la que había sido su estrella en Medea, la estatuaria María Callas, invitada de honor de aquella convocatoria. Como la vida suele tejer tramas muy precisas, años después encontraría en Ibiza a Tatiana Pushkin, la argentina que, empujada un poco por la casualidad y un mucho por dos de sus hijos, ambos actores secundarios del filme, interpretaba en la película el rol también ínfimo de la enjoyada madre del trágico personaje femenino. Por aquellos días ví hasta cinco películas diarias, algunas tan inolvidables como La caída de los dioses de Luchino Visconti y, bastante agarrotado por la timidez, me atreví a bailar en la pista de una discoteca a la que todavía llamábamos "boite", muy cerca de un sobrio, jovencísimo, acicalado Helmut Berger. También a él, las tan suaves como embriagadoras olas del mediterráneo lo arrastrarían hasta las playas de Ibiza veinte y pico de años después, convertido esta vez en el vapuleado náufrago de sus innumerables y muy publicitadas dependencias.
Pero Lleida no es Mar del Plata y yo no quisiera ser Daddy Nostalgie. Me propongo contarles algo de todo lo que (me) sucedió durante los siete días de la semana pasada. Como antes he hablado de estrellas rutilantes de otra época, aquí van fotos de algunas de las que pasaron por esta Mostra, bastante más afecta a los directores y guionistas. Como podrán ver, todas ellas aparecen alejadas de las presentaciones públicas, vestidas de andar por casa.

encabezando el post: Juan Ferrer, director de la Mostra; siguen Jordi Dauder, Sergi López y el alcalde de Lleida mirando a cámara; más abajo: Sergi López junto a una foto de la exposición Ausencias, de Gustavo Germano; Sergio Peris Mencheta (Los Borgia) se abraza a Emma Suárez; el director mexicano Pepe Gutiérrez (Todos los días son tuyos) con una constipada Emma Suárez y su eficiente secretaria. Tomadas durante una caminata mañanera por las calles céntricas de Lleida. Postdata: el mundo es pequeño. Esta mañana voy a desayunar a Habaluc con mi amigo, el pintor Gonzalo Elvira, y diez segundos después llega Emma Suárez. Filma (primicia) una publicidad para Panrico en la misma manzana de mi casa. Sonrisas.

domingo, abril 20, 2008

Lágrimas y sonrisas (Lleida uno)

Documental : documentar... Cantamos bajo la lluvia, reímos bajo el sol, lloramos en la oscuridad de las salas de proyección...
Los documentales de Latinoamérica documentan el genocidio de los pueblos indígenas, la persecución, tortura y asesinato de los supuestos militantes de izquierda, la búsqueda de los desaparecidos y el reencuentro de los emigrados, la vejación de niños y mujeres, el expolio sistematizado de las riquezas naturales, el dolor, la miseria, la muerte.
Cara y cruz de una misma ¿moneda? Dinero y poder, una pareja tan indisociable como cuerpo y psique.
Por unanimidad y eligiéndolo entre once finalistas, nuestro jurado (documentales) concedió su premio a M, del realizador argentino Nicolás Prividera.














fotos de Dante Bertini : homenaje al cinematógrafo, Una calle de cine, en la ciudad de Lleida. Uno de los tres grupos escultóricos de Joaquim Ureña, realizados en metal e inaugurados durante la 14 Mostra de Cinema Llatinoamericá.
Posdata: hoy mismo me anuncian un nuevo galardón para el documental que premiamos en Lleida :
YAMAGATA International Documentary Film Festival (YIDFF) 2007 in Japan. Runner-up Prize: M, ARGENTINA / 2007 / Spanish / Color, B&W / 35mm / 150 min Dir: Nicolás Prividera. The film is not only a moving quest for the director but also a powerful essay on Argentina’s recent tragic history.

jueves, abril 10, 2008

En abril, risas mil (me voy unos días a Lleida)

ESTARÉ EN : http://www.mostradelleida.com/ pintura de Yue Minjun, con obra incluída en la magnífica y divertida exposición ROJO APARTE, de la Fundación Miró de Barcelona

martes, abril 08, 2008

Abril, abriles

En abril, lluvias mil, dice un clásico refrán castellano. Hasta ahora mismo el clima barcelonés desmiente ese aserto y ya han empezado a verse, y a sentirse, los efectos de una sequía que pareciera no tener fin. Los propietarios de las tiendas, temerosos de las posibles multas del gobierno tripartito, han decidido no regar más las plantas que decoran los frentes de sus negocios y éstas languidecen, se amarillean y acartonan, contradiciendo los clásicos, biológicamente regulados, efectos de la primavera, con su explosión de diversos verdores y variados capullos.
También yo, nada vegetal, me seco un poco con ellas. Si no fuera porque ni el tiempo ni la energía alcanzan para tanto, me compraría una regadera bien vistosa, le pintaría una B y una V y, bajo el slogan de Barcelona Verdea, me ofrecería para regar todas las plantas que encuentro muertas de sed por las polvorientas calles de Barcelona.
Tal vez esta labor me entretendría la cabeza en algo diferente a mis pensamientos desbocados de estos días. La primavera altera la sangre y los sentidos, lo sabéis muy bien, pero además a mí el mes de abril me envuelve en un tropel de nostálgicos recuerdos. En este mes nacieron, aunque bajo distintos signos astrológicos, mis muy queridos padres: un ariano Don Giovanni -al cielo pongo por testigo de cuánto honor le hizo a su nombre- y una taurina, colorida, aromática y sentimental Doña Flora. La suya no fue una relación fácil, pero casi podría asegurar que se amaron apasionadamente. Si no fuera así, nada de lo que hicieron durante los últimos años de su vida, su cuidado mutuo sin retaceos, su abnegado sacrificio hasta el desolador final, tendría el más mínimo sentido.
También en abril cumplía años Beba, o Bebita, Ferreyra. Fuimos amigos a pesar de la disparidad de nuestras edades y de las experiencias tan distintas por las que habíamos pasado. Cuando la conocí yo todavía no había cumplido los veinticuatro años. Ella tendría unos cuarenta más. Yo salía bastante maltrecho de mi primer relación de pareja, ella estaba separada hacía años de su primer y único marido.
Como a tantísima otra gente, la vi por primera vez en casa del empresario Felipe del Canto, un anfitrión encantador, afecto a organizar reuniones en las que mezclaba jovencitos prometedores con personalidades más o menos relevantes del famoseo porteño: actores y actrices, músicos y cantantes, directores de cine, teatro y televisión, publicistas, modelos de primera línea, artistas plásticos recién llegados de Europa o Estados Unidos y algún jugador de fútbol con buena pinta y un discurso mínimamente inteligible. Bebita, de clase acomodada y sin profesión conocida, era una señora de porte distinguido con un notable parecido a la cantante italiana Ornella Vanoni, visitante habitual de la capital argentina. Además de la melena rojiza, aleonada, compartían unos rasgos fuertes, definidos, nada feminoides, y una mirada cargada de inteligente intensidad, muy alejada de cualquier pretensión de inocencia. Siempre me gustó bailar y solía ser el primero en empezar a hacerlo en todas las fiestas. Desde un primer momento Bebita demostró interés por mí, y yo, al principio por pura vanidad juvenil, correspondí a su interés con el mío hacia ella. A pesar de sus piernas, ya muy cansadas, en todas las fiestas que compartíamos simulábamos algún baile que otro: yo hacía lo necesario para llenar el espacio con la totalidad de mi cuerpo joven, elástico y rebosante de energía, mientras ella se clavaba en un lugar y como mucho movía un poco los brazos, los hombros o la cabeza, aunque sin perder jamás el ritmo, sino siguiéndolo con la misma elegancia felina que envolvía todas sus acciones. Nunca hablábamos de nuestra vida pasada. Ella creía con verdadero fervor en el lema de aquel pajarraco que sobrevolaba La isla de Aldous Huxley repitiendo "aquí y ahora", para que nadie se olvidara de vivir intensamente cada instante de su vida. Sin embargo en algún momento de despiste me contó acerca de una hija compositora viviendo en París y también de los maltratos psicológicos que había sufrido durante sus años de casada. Era feliz en las calles muy transitadas del centro de Buenos Aires, rodeada de apretujantes multitudes de gente anónima, pero apenas llegaba el otoño huía del frío húmedo que solía enfermarla para perseguir los diferentes veranos del mundo. Despreciaba la droga, la corrupción, la estupidez, y sin duda ni resquemor alguno, dividía a la gente en dos grandes grupos: los que odiaban el sexo y aquellos que intentaban vivirlo en plenitud y libertad.
Unos años antes de morir en Nueva York -una de sus ciudades preferidas- se acercó hasta mi casa de Ibiza. Creo que quería despedirse sin decirlo, con la misma discreta elegancia con la que envolvió toda su vida.
Como cada año, este mes de Abril que recién comienza me la recuerda, de la misma manera que lo hacen Doctor Zhivago, Harold and Maude -una versión más hollywoodense de nuestro nada breve encuentro-, las teorías algo olvidadas de Wilhem Reich y las historias familiarmente zoológicas de otro querido amigo suyo, el escritor británico Gerald Durrell. Todos descubrimientos que le debo y, supongo, seguiré debiéndole para el resto de la eternidad.
fotografía de joseph koudelka

jueves, abril 03, 2008

¿De quién son las orejas de Mickey Mouse?

En julio del año pasado envié a Sitges mi participación para una exposición homenaje a la película Casablanca. Preferí ilustrar el tema con ingenua ironía, dejándome llevar por las asociaciones que el título del mítico film de Michael Curtis me sugería en aquel preciso momento. De allí salió el póster que se ve en el link anterior y que dentro de un momento pondré también aquí abajo, o arriba, junto al retrato, también irónico, de un fotógrafo o fotógrafa de prensa llamado Lula Marques. En este retrato el presidente venezolano Hugo Chavez aparece con las mismas orejitas que yo regalé al actual presidente de USA. No creo que Bush y señora se hayan enterado de la existencia de mi cartel, actualmente de gira por Marruecos, ya que pese a estar acompañado de la obra de varios pesos pesados del dibujo español (Forges, Krahn, Elena, Altuna, Ajubel) no logró la difusión mediática que tuvo en estos días el de Don/ña Marques, pero pienso que The President se pondrá bastante nervioso cuando busque sus orejas de ratón y no pueda encontrarlas. Para que todos vosotros os enteréis de qué va la cosa, adjunto a continuación y en negrita cursiva la nota de prensa firmada por Reuters y publicada en Noticias 24. Desearía que no nos pongamos talibanes y podamos aceptar estos juegos gráficos casi infantiles que no dañan a nadie. ¿O hay algo de malo en tener atributos de ratón? Además de Mickey, deberíamos recordar al siempre generoso ratón Pérez, al musculado y volador Super Ratón y al más moderno Ratatouille.Justo mientras se realizaba un encuentro en Venezuela contra el terrorismo de los medios de comunicación, la agencia británico-estadounidense Reuters tomaba partido en contra del Presidente venezolano. El 28 de marzo, un día después de iniciado el foro, la agencia estadounidense redistribuyó a todo el mundo la fotografía mostrada a la izquierda, en una composición hecha por el fotógrafo Lula Marques con la obvia intención de burlarse del líder latinoamericano asociándolo con el ratón Mickey. La foto puede verse por unos días en Yahoo News haciendo click aquí. El sitio español 20 Minutos tituló a la imagen: “Hugo Chávez con orejas”.
¿Terrorismo mediático? La intencionalidad de Reuters es obvia. La agencia ha sido acusada en el pasado por conocidos investigadores, como el periodista francés Thierry Meyssan, director de la Red Voltaire, quien asegura que un periodista de la agencia Reuters asiste diariamente a reuniones en el Pentágono, desde donde se diseña la agenda informativa mundial. (de Agencia Reuters, publicada en Noticias 24)

miércoles, abril 02, 2008

A veces llegan cartas

¿Ustedes se acuerdan de cuando ¡¡¡Raphael!!! cantaba aquello de "A veces llegan cartas..."? Era exagerado, como todo lo suyo. Puedo imaginarlo presentándose a un casting de OT (Obsesión Trituradora), con el Santísimo Trío Inquisidor -qué necesidad habrá de ser tan rastreramente fascista- obligándolo a cantar en inglés y sin mover las manos:
-Bueno, estúpido mariconazo, a ver si puedes hacer un tema más modedddno, con suinggg, ¿vale?
-¡Vaya tipejo aburrido! ¡Ni una patadita al aire sabe dar el gilipollas este! Yo lo mandaría ya mismo a su puta casa, ¿y vosotros?
-Es que me divierte verlo haciendo el ridículo...¡Coplas, el patético alfeñique sureño canta coplas! ¿No tienes nada más moderno pedazo e' maricón?
-¿Moderno? ¿Qué sabrá este sarasa de modernidad? ¿No ves que ni gorra lleva? Y mira el cutis del pervertido: ¡si parece una niña de pecho! ¡Ni un punto negro el cabrito! ¡Aprende de mí, infame bastardo! ¡Fíjate como tengo las aletas de la nariz por el lado de afuera, ahí donde se encuentran con mis magras y bien maquilladas mejillas! ¡Llenas de grasosa mugre, como debe ser!
-¡Blandengue, más que blandengue! ¡Ahora se pone a llorar el muy hijo de la chingada! ¡No lloro yo que soy mujer y tengo que aguantar tu estrafalaria mariconería!
Para su propia suerte, Raphael nació estrella de otra época en la que no había castings, ni televisión ni programas concursos. Digo yo, aunque no estoy demasiado seguro de lo que estoy diciendo. En estos momentos ni siquiera sé por qué estoy hablando de Raphael. O sí lo sé. lo hago por lo de las cartas que llegan, trayéndonos unas veces buenas noticias y otras facturas, multas y sorpresas desagradables. Pero, ¿es que acaso hoy, con tanto concurso perversamente SALÓmasoquista por la tele, con atroces e injustificadas matanzas de gentes y animales (focas, por ejemplo) en tres cuartas partes del planeta, con los polos derritiéndose segundo a segundo y Cataluña presa de la sequía más temible de toda su historia, pueden seguir llegando a nuestra casa esos anacrónicos, ingenuos trozos de papel, generalmente ¡manuscritos! a los que llamábamos cartas? A decir verdad, al menos a mi buzón llegan menos que pocas. Todo el mundo manda mensajes de email o te habla por teléfono, seguramente porque de esa manera no tiene que ir al correo, ni ocuparse de comprar estampillas, ni quedarse con gusto a goma de pegar en la lengua. Sin embargo hay sorprendentes excepciones: hoy mismo recibí un envío desde Montevideo, Uruguay. Un sobre grande certificado que contenía un libro, igualmente grande, y bellísimo, sobre la poeta Idea Vilariño. Me lo mandó Ivonne, la creadora del blog El perro tendrá su día. Ahora mismo no sé qué decir(le). Nuestra relación es bloggera; nunca nos vimos la cara ni hablamos por teléfono ni, ¡vaya antigüedad!, mantuvimos una relación epistolar como la que sí mantuvieron muchos de los coprotagonistas de este libro, entre ellos Pedro Salinas, Juan Ramón Jiménez, Mario Benedetti, Juan Gelman, Elena Poniatowska, Eduardo Galeano, el imprescindible Rodríguez Monegal. Pues Ivonne se tomó el trabajo de enviármelo -seguramente gastó un montón de dinero en ello- y en estos momentos no sé decirle casi nada, salvo gracias.
Me has dejado alelado, estimada Ivonne. Rebosante de sentimientos pero sin palabras. Hace dos días, festejando el cumpleaños de mi trashumante amigo Marcial Souto, pude acompañarlo virtualmente en su largo paseo visual por las calles de tu ciudad, desde el barrio de Pocitos hasta la terminal de autobuses. Calles y veredas anchas despojadas de gente, un cielo muy azul de un día cualquiera del último marzo y una brisa suave que, al colarse entre las ramas de los árboles, esgrafiaba con luces y sombras los frentes de las casas y hacía vibrar los eléctricos fucsias de esas santa ritas que aquí llamamos buganvillas. Al fondo de cada calle, la playa y el río. ¿Se puede ser feliz en una ciudad tan sosegadamente bella? La última vez que estuve por allí me asombró su aeropuerto: cálido, amistoso, orgullosamente detenido en una época donde los viajeros no eran una masa ansiosa de destino impreciso.
Hoy posiblemente pueda encontrarme con otros testimonios de tu tierra, Ivonne. Presentarán, a escasos trescientos metros de mi casa, el 14 Festival de Cine Iberoamericano de la ciudad de Lleida, dedicado este año a la cinematografía argentina. Me han invitado a integrar el jurado para los cortos metrajes. Pasaré una semana en otra ciudad, viendo películas habladas en mi idioma desde la mañana hasta la noche. De pantalla en pantalla: la síntesis de mi vida. ¿Acaso un trozo de papel en blanco no es también una pantalla donde proyectar palabras, dibujos, fantasías? Hace apenas una semana estuve durante ocho horas, estirado y con la boca abierta, en el tan duro como anatómico sillón de mi dentista. Una larguísima operación que supuse podría invalidar todos mis planes para esta semana, con esperada visita de viejos amigos argentinos, y la otra, cinematográfica, en tierras leridanas. Sin embargo salí de la consulta caminando y así llegué hasta mi casa. Al día siguiente estaba festejando un cumpleaños y dos días después otro (Gracias Silvia T., nos la pasamos muy bien en tu fiesta sorpresa).
La vida está siendo suave y cariñosa conmigo. Tal vez me lo merezca. Y si no fuera así, ya pagaré en su momento con mi eterno silencio.
Ilustra : cartel del Festival de Lleida sobre foto de Héctor Zampaglione.