La imagen está allí y es foto,
(i)reconocible o sí,
con su modernidad años sesenta
superponiéndose a la otra, más actual se supone:
el frente azul de vidrio cristalino,
la ausencia de los autitos chocadores
(ya no son necesarios; se trasladaron a la calle de enfrente,
a la avenida del costado, a la esquina del pueblo,
a la diagonal lejana del cono suburbano)
sobretodo extraña la ausencia del cartel,
con las letras de choque entre lo mío y lo distante,
el hoy y el que se fue,
anteayer y mañana
Treinta años pasaron:
un hombre hecho y derecho, que diría mi madre;
tres décadas de oprobio,
de tragar saliva y
acorazar el corazón frente a la nada.
Mientras tanto…
Los dos viejos conversaban sobre el ser y la rabia,
Sobre la agudeza irónica de Chesterton
Y la ironía porteña del “Chevós, comoestás”
Ya conversaban antes
Ya conversaban siempre
Poniéndole literatura al sentimiento,
enfriándose la fiebre con palabras
Tu tiempo está pasando a grandes pasos
Remonta un río de cadáveres
que parecen remar hacia otra orilla
Los pies te duelen:
Muy poca suela ya,
Para tanto y tan molesto pedregullo
Nadie recuerda la tormenta cantando a esa ciudad
Que alguna vez fue suya
Mientras tu punto final es punto suspendido,
Todo sigue, sigue, sigue, sigue
Esta historia no puede releerse como si fuera un palíndromo
(photo : fornisetti's world)