El documento era poco claro, como si hubiera sido traducido directamente de alguna lengua extranjera por alguien que no hablaba castellano. Intentó solucionar el supuesto embrollo por teléfono pero nadie contestó a su llamado.
"Estarán tomándose un café en el bar de la esquina", pensó para alimentar su mala leche. Tendría que acercarse al banco, así que iba a aprovechar ese desplazamiento no deseado para quejarse de varias cosas que le molestaban, entre las que la desatención telefónica ocupaba un lugar preferente.
El día estaba desapacible, nublado y lluvioso. Acostumbrado a trabajar desde su casa, Belisario Damián decía preferir el invierno al verano y esto resultaba ser verdad siempre y cuando sus obligaciones no lo obligaran a enfrentarse con la calle.
"El verano es para los ricos", solía decir, "para estar tirado en la cubierta de un yate tomando refrescos de frutas exóticas mientras se mira el horizonte lejano".
Iba a cumplir sesenta años, aunque según le decían todos, su imagen no correspondía a esa edad.
"¿Cincuenta y ocho, quizás?", bromeaba él cada vez que algún conocido reciente hacía un comentario favorable sobre su aspecto juvenil y desenfadado.
Trataba de mirarse al espejo con ojos ajenos, imparciales, como si nunca se hubiera visto antes, aún sabiendo que aquello era tan imposible como pretender ser objetivo con alguien de quien se está muy enamorado.
Aquella mañana estaba suficientemente disgustado con la vida como para que su imagen le interesara menos que el pepino en una ensalada. Las huestes malignas atacaban de nuevo escudándose tras consignas impregnadas de racismo a las que pretendían dar carácter de reivindicación popular. Sabía que en la calle no podría apartar sus ojos de todos aquellos carteles exigiendo una sola bandera, una sola lengua, un solo y único pensamiento. Habían proliferado en los últimos tiempos, y aunque nadie parecía percatarse de ello, las consignas discriminatorias ganaban día a a día más espacio en las charlas callejeras, se transformaban en parte del lenguaje cotidiano de la gente.
Se puso un abrigo, guardó en el bolsillo el documento que le había hecho llegar el banco y se calzó las gafas más oscuras que encontró sobre la mesa donde arrojaba los atrezzos de uso diario. La sucursal bancaria quedaba a unos doscientos metros de su casa, por lo que no podía permitirse invertir en aquel trámite mucho más de diez o quince minutos.
Un rato después había cruzado las dos puertas de seguridad de la entidad bancaria y, con un "buen día" formal por medio, alcanzaba la carta-documento a una empleada joven de mirada hosca y gesto despreciativo. Era evidente que la pobre tipa odiaba estar allí, manipulando un dinero ajeno que, ella suponía, hubiera estado mejor en su bolsillo. En ese momento el hilo musical pasó de una melodía de romance veneciano con violines a una canción dulce y machacona que conocía muy bien:
Sintió que sus pies se despegaban de aquella oficina tan fría como pretensiosa para aterrizar en una pista de baile de otra época. Arrastró los pies siguiendo el ritmo y antes de que pudiera darse cuenta ya estaba moviendo todo el cuerpo como lo hacía treinta años atrás.
"Esta va a creer que estoy loco", se dijo, pensando en la empleada que ni siquiera había levantado la vista de sus papeles, "pero en realidad me da igual: creo que ella está perdida en su melancolía".
De pronto sintió que le tocaban suavemente un hombro. Se giró y allí estaba el señor calvo con gafas de pasta gris oscuro y cara de letal aburrimiento que había entrado poco después que él y esperaba sentado en una incómoda butaca de plástico azul a que llegara su turno.
Había dejado maletín y abrigo sobre el asiento y, con temerosa timidez en la mirada pero absoluta convicción en la voz, le preguntaba:
"¿Bailamos?"
ilustra : retrato de Mikhail Barishnikov por Mark Seliger
Hacia finales de marzo recibí una carta suya. Estaba concentrado en El
Escorial y me pedía que nos encontráramos en Galapagar. Él me estaría
esperando en s...
Hace 19 horas
36 comentarios:
Un relato estupendo. El amor en el aire y un baile: la oficina ya no es un lugar gélido, por muy bancaria que sea y a pesar de la estación hiemal.
Barishnikov, incluso siendo artista plástico en 'Sexo en N.Y.', ha sido bailarín siempre.
Un abrazo.
Querido Dante:
Como en muchas de las últimas semanas, leerte ha sido un buen comienzo. Me encantó el relato aunque no entendí que son los "atrezzos". Y bueno pues es una lástima que aquí en el trabajo no pueda conectar con el youtube y así deleitarme con la música y redondear tu estupendo relato, como ha dicho jnj.
Un gran beso, pues. Yo sigo peléandome con los aceros inoxidables pero ahora pensando en que hay mucha, pero muchísima gente en el mundo millones de veces más malhumorada y mal pagada.
Cacho:
Me disculpo por ocupar nuevamente este espacio pero nuevamente me has hecho sonreír al recordar al formidable Baryshnikov bailando a solo el Bolero de Ravel. Genial.
Gracias de nuevo.
Un relato muy logrado, una buena fusión del mundo externo y el interno.
Mijaíl Baryshnikov está genial.
Un beso
JNJ,
Elvira:
gracias por los comentarios.
Mikhail B. es un bailarín fantástico que tuvo la poca suerte de un cercano, y enorme, Nureyev.
De artista plástico resultaba un desperdicio, verdad?.
Darth:
atrezzo se le dice a todos los elementos teatrales, escenográficos, de un escenario o de un plató.
Lo uso un pco forzadamente, porque el personaje siente que vestirse es algo teatral y salir a la calle una puesta en escena.
Querida, por aquí el malhumor crece al mismo tiempo que lo hace el desempleo. Trabajar duro es fatal, pero no tener trabajo es peor.
Un abrazo con pirueta para todos
Dante,
Me has enamorado el alma..Love is in the air, una de mis favoritas, la baile como loca a mis 18. Me he levantado de la silla y me he puesto a bailar. No me estraña que el señor Belisario Damián, se pusiera a bailar y acompañado por el señor calvo... Pero lo de Mikhail y Gregory Hines, es tocar mi fibra sensible. Mikhail es increíble, elegante, sexy, perfecto... ¡me encanta! Lo hace bien todo. Hines, buenísimo en claqué, con estilo. Hicieron una buena pareja junto con Isabella. He aprovechado y he visto otras escenas de él, dos solos sorprendentes. Y la apuesta ganada a Hines,...¡once piroettes! y la última frenándola...yo solo he conseguido hacer cuatro.
El relato es muy interesante. Me puede pasar a mí en cualquier momento, todo lo que le ha pasado al Sr.Belisario Damián. Me ha gustado mucho.
Un abrazo muy sereno, bailarin
Naia
¡Maravilloso! ¡bailemos, joder!
Naia:
creo que la película requiere una revisión. Hines, con un lamentable destino que sólo le permitió una brillante pero corta carrera, y MB con la sombra de Nureyev opacándolo, no lograron demasiada repercusión con esta película en su momento. Me reencontré con ella ayer y ayer mismo la he pedido en el videoclub: es de archivo, me dijeron. Sólo podía comprarla y lo hice. La tendré en una semana.
Hay algunas coreografías de Roland Petit, el resto creo que son de Mikhail B.
A bailar, Naia.
Se vive mejor.Un abrazo
Qué cotidiano el café en el bar de la esquina, la gestión en la ventanilla del banco, mirarse al espejo antes de salir, recorrer las calles llenas de carteles y proclamas malignas. Claro que si formas parte de un musical de Bertini en cualquier momento puede sonar música y comenzar el baile… Porque lo más importante de todo es que el amor está en el aire.
Pero qué lindo post! Sabés que justo ayer leía otro blog("El tiempo ganado"), donde el autor habla, tan bien como él sabe hacerlo, de "Cantando bajo la lluvia" y está el video de Gene Kelly. Y entonces él se imagina un musical en una entrevista de trabajo... tan conectado con tu fresco relato! La música, los sentidos adueñándose de esos lugares odiosos llenos de tedio y malhumor...
Me encantó volver a ver ese dúo bailando... Ya me quiero anotar en clases de ritmo latino!!
Un abrazo, in the air.
Lansky:
si esto sigue así ya me veo organizando ballets internáuticos...Un abrazo
Chrysagon:
pues has estado muy fino, porque es cierto que San Valentín, con toda su tontería, te hace pensar en el amor posible, flotando a nuestro alrededor...
Diana:
Pasaré por el otro post: llama la atención la sincronía, sobre todo porque esa es mi gran película, la que elegiría como el musical de mi vida si algo o alguien fuera tan cretino como para obligarme a elegir....en el mío hay una recreación muy libre de algo que me pasa en todos los lugares donde hay buena música...No, no es que me saquen a bailar, es que bailo solo y podría quedarme bailando hasta que el hilo musical dijera basta...
Por qué la gente no baila mucho más? Todo se hace más ligero.
un abrazo sin bemoles
Por supuesto que bailamos!!!
Buen relato, Cacho de pan con miga.
Besos.
Margot:
está destinado a una antología de cuentos cortos. Me alegra que te guste.
Un abrazo
Buena idea la de los ballets internáuticos. te adjudico el copy, aunque eso vaya en contra del espíritu libertario de la Red.
Estupendo, ciertamente, amigo Dante. Aunque para algunos, como el menda, casi casi ciencia ficción: los que tenemos dos pies izquierdos somos incompatibles con el musical...
Abrazos.
Lansky,
gracias por tu cariñosa adjudicación, aunque con esto de las perfomances súbitas interneteras, me parece que no invento nada.
Alfredo:
te pondremos en el coro, batiendo palmas, moviendo la cabeza o simplemente haciendo acto de presencia...
¡The Blog's Dancers!
Cariño "love is in the air!!!!" muy oportuno con San Valentin tan cercano...Antologia de cuentos cortos??? eso me gusta publicaras??? ummmm que bien!!!!
buenisimo el duo blanco y negro danzando!!! dan ganas de mover todo y comenzar a bailar!!!!! aunque mi hemisferio derecho no me lo permita hacer tan sincronizadamente...
Si muchos fueramos como Belisario los bancos no serian tan aburridos y tediosos...
Besotes hermoso!!!!!!!!!!!!
yo tambien baile hoy no se que musica pero mi cocina se lleno de luz cuando bailabamos
divino!!!
un guinio al espejo y de refilón a la vida misma Dante!
beso
Gise:
no dar voces que igual se chafa...
¡San Valentín cercano y yo sin nada a mano!
Has visto que dúo? ya me gustaría a mi un partenaire así, pero nunca he tenido esa suerte, al menos para el baile.
Voy al banco cada día pero no sucede, tal vez en uno de plaza...
Besotes, muñeca.
Marypop!!!
cuelgo el comentario anterior y apareces tú con tu sombrilla!
o es un paraguas?
Bailando con el aire, quizás?
Hay que guiñar el ojo tanto como bailar, aunque se a el (con el) espejo...
besos volados
¡Qué hermosa invitación aquella que nos hacían cuando nos íbamos descubriendo!... ¿Bailamos?. Era como invitarte a volar, a tocar hasta las estrellas.
Ya me gustaría encontrarme ahora en una fría y desalmada oficina bancaria con alquien que me lo proponga.
Muy buen relato, excelentes videos. Emocionas.
(Te he puesto un comentario en amorimas en "una carta que...)
Dos saludos.
Y el señor Belisario Damián, D.B. para los amigos, dijo sí sin dudarlo.
Un abrazo,también soy de las que baila y tararea todo lo que oye, todo.
Dos cosas:
1.- Yo también odio el pepino en la ensalada. Lo confieso.
2.- Y sí, para mí "cantando bajo la lluvia" también es una de mis, digamos, cinco películas preferidas.
Beatriz:
creo que si eligiéramos el lugar adecuado -¿una pista de tango en Baires?- podríamos volver a sentirnos descubiertos.
Hay lugares donde el romance todavía tiene cabida.
A pesar de las balas, la inseguridad y la crisis.
Dos abrazos Dos
Alma:
usted es una Miss Marple de los blogs!
Ha descubierto uno de mis heterónimos!
Un abrazo bailón
Raúl:
el pepino es inhumano, lo sé.
Y Cantando bajo la lluvia es lo que es, en gran medida por ese genio (de genius) bailarín y carismático llamado Gene Kelly. ¡Cómo me hubiera gustado bailar con él!
Sesenta y dos tacos tiene Baryshnikov. Si un día entra en mi oficina y me pide un baile... Continuará.
Noemí:
habílisima amiga...
con este adelanto todos querrán comprar la segunda entrega
¿ya estás bien?
Estoy bastante mejor, pero sigo de baja médica en casita, calentita, viendo cómo nieva a orillas de la ría.
Noemí:
pretendes que envidiemos tu estado gripal?
¡Pues lo has logrado!
Es que las convalecencias, cuando ya se abandona el estado chungo-chungo, son muy agradables. A ver si me animo y escribo sobre ello. Besos.
Esto no es realismo, sino naturalismo mágico, Pan. Asombroso :D
Comparto las reflexiones sobre la mala fortuna de Barishnikov y su proximidad temporal con Nureyev.
En todo caso, me quedo con la elegancia innata de Barishnikov antes que con la magnífica espectacularidad de Hines.
Tu relato es una joyita, Dante.
Y ando medio triste y al leerte por un rato me puse bien. Gracias.
Un abrazote.
Noemí,
Fernando,
Marina:
paso unos días de "intensa labor", que suelen decir nuestros exhaustos políticos, tal vez por eso me habéis quedado por aquí, solitos, sin contestación.
Noemí, mimosa, que te mejores y lo escribas.
G. Hines, Fernando, tuvo un final muy trágico que me llega especialmente. Si MB me gusta mucho por su perfil alejado del de estirado príncipe del lago de los cisnes, Hines me fascina por su ritmo callejero y su simpatía constante.
Gracias Marina. Que no estés triste como a veces, en estos días negros de crisis y catástrofes me encuentro yo.
¡Bailemos!
Felicitaciones, muy interesante el articulo, espero que sigas actualizandolo!
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