jueves, octubre 14, 2010

Fugaz Belleza


La descubrió de pronto, mientras tonteaba aburrida entre las plantas de una enorme florería cercana a su casa. Iba allí como quien entra sin ninguna devoción a una iglesia vacía: para cargarse de silencio y belleza, para impregnarse de colores y aromas que no le eran habituales, para compartir una mística imprecisa que, aún sin comprenderla totalmente, la atraía siempre.
"Amarillys", leyó en el pequeño cartel que acompañaba una hilera de bulbos sin flor y recordó a una actriz de su infancia a la que no pudo poner rostro. Amarilis Carrié...¿qué sería de ella?.
-Este bulbo, ¿dará flores?, preguntó al vendedor que se acercó a atenderla.
-Por supuesto... Mire aquí: tiene dos varas. Cuando se abran los capullos será realmente precioso.
Podía creerle o no. Ni siquiera recordaba cómo era aquella flor de nombre rebuscado, aunque sin saber por qué, no podía pensarla en ningún tono de amarillo. Finalmente el precio, cinco euros, y la esbeltez de los tallos y las hojas verde fresco la convencieron más que un hipotético futuro florecido al que ni siquiera podía dar color.
Había imaginado aquellas anchas cintas verdes sobresaliendo de un gran vaso de cristal transparente que tenía en su casa, así que volvió a ella más ilusionada, cuidando que las hojas llegaran sanas a su destino. Puso el bulbo con su pequeña maceta de plástico dentro del vaso de cristal y les agregó agua. Al día siguiente, nada más levantarse, vio con alegría que los capullos empezaban a despuntar en rojo.
Durante dos semanas la planta siguió regalándole flores de un color tan luminoso y vibrante como para teñir con sus reflejos de fuego todo lo que la rodeaba. También su corazón, que hasta la llegada de Amarillys estaba gris de tristeza, opacado por la melancolía, robó para sí un poco de aquella vitalidad vegetal sin excusas ni explicaciones, de una gratuidad sin más, casi insultante.
"Florece porque está programada para ello. Ese es su destino."
Se preguntó si el suyo sería simplemente languidecer; viva, sí, aunque sin flores restallantes que iluminaran el paisaje. Había dejado atrás un sueño tan gratificador e inesperado como aquella floración, para regresar a su cálida, placentera, aunque también previsible y rutinaria, realidad cotidiana.
Miró a su gato, que dormía plácidamente sobre un sillón antiguo de desgastada pana marrón. Como él, aunque por propia decisión, había cambiado el riesgoso placer de la aventura por la tranquilidad sin sobresaltos de la vida doméstica.
Se miró las manos con resignada tristeza. No le crecerían flores, de eso estaba bien segura, sin embargo, muy poco tiempo atrás, aquellas mismas manos habían despertado fuegos tan intensos como para iluminar más de una vida.
Se estremeció de arriba a abajo como queriendo sacarse de encima una piel molesta, desgastada y en desuso. Un segundo después corría hacia su cuarto para revolver ansiosa el cajón donde guardaba los cosméticos. Mientras esmaltaba con un rojo furioso de Revlon sus uñas cortas, habitualmente pálidas, una sonrisa que de puro extraña resultaba felina, comenzó a dibujarse en sus labios entreabiertos, en sus ojos otra vez esperanzados.

Foto de Richard Avedon

45 comentarios:

Beatriz dijo...

Siempre hay un instante, a veces casi imperceptible, en que algo nos despierta del letargo. Hay que estar muy atenta y saber reconocerlo y animarse a pintar de colores furiosos las uñas, los labio, y nuestra autoestima.
En esta meláncólica mañana de otoño me ha venido muy bien leerte.
Un beso.

Ātman dijo...

Me gustan los retoques femeninos aunque yo siempre he sabido apreciar la belleza despeinada y natural, y prefiero (como todo el mundo) la felicidad de un momento espléndido a recrear su recuerdo. Pero no está mal eso de procurarnos nuevas luces, creo que voy a pasarme por la floristería.
Un abrazo.

Lansky dijo...

Amarilis, sin 'll' y sin 'y', era el nombre de una poetisa peruana del siglo XVI...quizás se parecía a esa bella andrógina de Avedon

Marcelo dijo...

Un relato o un cuento breve te gusta o no te gusta. Es sencillo. Y, en este caso, me gusta en mayúsculas y además es una bonita y humana historia. Un abrazote!!

Dante Bertini dijo...

Beatriz:
como vos, soy optimista.
Y aunque no suelo pintarme uñas ni labios, intento que el corazón no descanse demasiado.
Besos!


Lansky:
también la actriz argentina se llamaba así.
No recuerdo su cara, aunque si su nombre. Sería menos bella que esta joven belleza oriental, inolvidable.

Dante Bertini dijo...

Átman:
comparto tu admiración por las bellezas naturales, sin embargo aprecio también la teatralidad dramática de la cosmética.

Te recomiendo Flores Navarro, si es que te cae cerca...

Un abrazo florido

Diana H. dijo...

Aunque no adhiero a los tatuajes, por ese sello que implican de definitivo, pero encuentro muy apropiada la foto como testimonio de que necesitamos mostrar en el cuerpo nuestros estados de ánimo... Las mujeres suelen ir a la peluquería y hacer un cambio de look. No digo "solemos", porque para cambiar mi estilo de pelo no soy muy atrevida :)
Tu tierna historia pareciera más nacida de esta primavera austral que de tu otoño europeo: se ve que te llevaste de acá más de lo que pensabas.
Ah, y me encantó la de los libros viejos.
Un abrazo fuerte, Dante.

Luz Martí dijo...

Lo mejor de tu blog, Dante, es que cuando aparece un nuevo post me tomo un momento de relax y entro a ver de qué se trata esa vez, simpre segura y confiada de que veré algo bueno, de que no voy a abandonar por la mitad, de que me voy a dejar atrapar hasta el final mientras se suspende, a mi alrrededor, cualquier otra cosa que estuviera en marcha. Gracias!

Dante Bertini dijo...

Marcelo,
con las fotos pasa algo parecido...
y te diría que a mí me pasa hasta con las personas.
Algunos somos de primera ojeada y creemos mucho en eso del amor a primera vista.
Un abrazo y gracias.

Dante Bertini dijo...

Luz
y
Luz:
de pronto y como por encantamiento este blog se ha iluminado con dos luces sureñas.
Ojalá suceda algo similar con su dueño, más ceporro y oscuro.

Diana,
aciertas a medias:
no me traje todo lo que quería, aunque quizás sí un poquito de lo que necesitaba. Lo demás esta al caer, o al menos eso espero.
Abrazos y gracias.

De vuestros comentarios saco fuerzas para seguir escribiendo.

Anónimo dijo...

Me encantó! Delicadamente narrado, sin palabras rimbonbantes; es un relato sólido que transmite el eterno renacer. De las cosas más simples de la vida,por ejemplo una flor, como pueden cambiar el estado de ánimo de las personas. Precioso.

Admiro profundamente a Richard Avedon, uno de los grandes de la fotografía, todo un arte!

BESOTES DANTE!

Dante Bertini dijo...

Stanley,
gracias.
"Dios esta en los detalles", dicen algunos creyentes. Yo creo que en ellos puede encontrarse la belleza, la felicidad, la paz.
Avedon es una firma frecuente en estas páginas desde sus inicios y también uno de mis fotógrafos favoritos de todos los tiempos. Un inmenso artista de su época.
Besos y gracias, Kowalski!

carmen dijo...

Como la magia de unos capullos convirtiéndose en flores puede ayudar en esta melancolía otoñal, que aun que no queramos, de vez en cuando, se adueña de nosotros.
Saludicos.
Un achuchón a Federico que, teniendo cerca a su dueño, no sabrá de melancolías.......

Dante Bertini dijo...

Carmen:
Federico bien, gracias...
agradece con un saludico el recuerdo
mientras su dueño te manda un afectuoso abrazo...me gusta el otoño, no así las separaciones

Miroslav Panciutti dijo...

Muy bonito. Me han gustado esas manos en las que no crecerían flores pero habían despertado fuegos.

39escalones dijo...

Una joya; qué difícil es capturar con palabras la magia de un instante. Algo así como una fotografía sutil y delicada...
Abrazos.

Dante Bertini dijo...

Miroslav,
gracias.
Quiero pensar que esas manos, todas las manos,son capaces de despertar fuegos hasta que su propia llama se apague.


Alfredo39,
viniendo de usted, de tí, de vos, la comparación con una fotografía sutil y delicada es más que un elogio. Un abrazo

Anónimo dijo...

Es un cuento excelente.

R.

Belnu dijo...

Podrías ganar un concurso de micro-relatos, ahora tan de moda! Amarillys!!! Languidecer, morir, contagiarse de la vitalidad efímera de las flores, ¿quién no ha pensado en eso cuando se envejece? Hoy precisamente he ido a hablar con la Esfinge y me ha dicho que soy demasiado dura conmigo, también en ese sentido...

Dante Bertini dijo...

ZBElnu,
estimada:
no es un micro-relato, apenas una parábola...ni almarilis es roja (aunque tiene algunos detalles de ese color)ni el Rojo Furioso de Revlon existe...
Una pena, debería patentarlo.
La auto-dureza templa. A mi también me va, me va, me va...

Dante Bertini dijo...

Erre que erre,
¿qué erre?
gracias; no suelo contestar anónimos, pero mi vanidad no resistió hacerlo con este.
Tiene Copyright,
está registrado.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por tu visita.

BESOTES AMIGO Y QUE PASES UN FINDE SOÑADO!

Dante Bertini dijo...

Stanley:
otro tanto para tí, gracias.

Guido Finzi dijo...

Cualquier visión vale para sacudirnos la abulia y desencadenarnos una mutación. A veces tan sólo la evocación de un recuerdo grato estimula nuestras endorfinas y nos agita como si tuviéramos el mal de San Vito. Supongo que a los gatos esto no le pasa; tal vez porque son más listos que nosotros, y han conseguido comprender algunas cosas que se nos escapan.

Un saludo

Dante Bertini dijo...

Guido:
vivo desde siempre con gatos y admiro su atención despierta y relajada a la vez, su forma de relacionarse sin mezclarse demasiado, sin perder jamás su libre individualidad. Muchos no somos así; más perros, tal vez, más entregados también.
Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Hay que ver cómo escribes!
Pasaré más por aquí.
Mario Levrero

Esteban Khito dijo...

¡Bravíssimo!

Caro S. dijo...

An-Dante: pasar por aquí es como ir a la confitería de mi barrio que siempre salgo más satisfecha.
Carolina Straggo.

A.P.L. dijo...

Soy A, un amigo íntimo de los dos degenerados anteriores y te digo que nos la pasamos de re-chupete leyéndote. ¡Que tu blog no se acabe nunca!

AA dijo...

¡bienvenido!

L'atrevida dijo...

¿Si te djiera que viví algo parecido hace nada te resultaría demasiado casual?
Salí a comprarme medias de colores y me olvidé de la tristeza.

Dante Bertini dijo...

No contesto anónimos aunque lleguen con elogios y buenas críticas.
Lo siento.

ESteban,
Caro,
APL,
gracias por tres.

pepa mas gisbert dijo...

A veces basta mirar una flor para recordar que una vez fuimos flores y que quizás podamos volver a serlo.

Cacho de pan dijo...

AA,
bienvenido tú, que pareces nuevo por aquí.


L'atrevida:
bueno, no lo pareces tanto, aunque tal vez con medias de colores (!!)resultes serlo mucho.

Dante Bertini dijo...

Alma,
tu no necesitas de recuerdos.
Siempre perfumas.

Susanna dijo...

Muchas gracias Dante por este cuento tan bonito. Besotes.

Raquel Barbieri dijo...

Yo coincido con el comentario de Beatriz, querido Dante. Hay veces que hace bien pasar por cierto sitio y leer algo que por algún costado nos penetra.

Elijo tu último párrafo de la historia: "Mientras esmaltaba con un rojo furioso de Revlon sus uñas cortas, habitualmente pálidas, una sonrisa que de puro extraña resultaba felina, comenzó a dibujarse en sus labios entreabiertos, en sus ojos otra vez esperanzados."

Besos y abrazos de las erres para vos y Federico

Marga dijo...

O un tinte, unas mechas brillantes, un conjunto de ropa interior rabiosamente rojo o una cazadora morada chillón...
Cualquier cosa que nos despierte y nos haga sentir un antes y un después. Ajá.

Besos mañaneros, Dante

Dante Bertini dijo...

Raquel B.,
las erres han vuelto, espero que enteras y felices.
Federico corre, galopa en realidad, de un lado a otro de la casa: señal de contento.
Gracias. Somos varios, todos quizás, los que debiéramos pintar nuestras uñas cada cierto tiempo.
Besos!


Susanna,
moltes gracies a tu.

Josep Maria T. dijo...

Querido Dante,
nos conocimos el otro día en el casal y para mi fue una experiencia espléndida. Como te dije esa noche, no soy muy amante de la informática y me cuesta escribir aquí.
Si me llamas tomamos ese café prometido (o cualquier otra cosa que quieras). Me ha gustado tu blog.
Te doy el abrazo que por cortedad no te di la otra noche.

Dante Bertini dijo...

Marga:
está bien recibir besos y abrazos nada más levantarse. Nos brindan energías para todo el resto del día.
¡A por las mechas! Un beso


Josep Maria:
adicto como soy a este medio, no entiendo que se pueda vivir sin él.
Te llamo hoy mismo, vale?
Y no te cortes más!!!

O SuSo dijo...

Bonito relato, a veces lo más pequeño puede cargarnos de energia para seguir.
Me ha hecho reflexionar la parte en la que ella se lleva la planta no por la promesa de lo que pueda venir, sin espectativas, sino por lo que ya es, por el instante, las verdes hojas, el tallo, sin pensar en flores futuras...si los seres humanos nos acercaramos de esa manera unos a otros cuanta belleza surgiría en el mundo.
Me voy a dar un paseo por tu blog, nuevo descubrimiento, un abrazo.

Dante Bertini dijo...

O Suso,
gracias.
Espero que el paseo no te haya agotado demasiado.
¿Es posible no esperar algunas flores o al menos que la planta crezca dándonos más y más hojas?
Ya me gustaría ser así, vivir el día a día sin espectativas posteriores, pero no creo que pudiera hacerlo.
Un abrazo... y que vuelvas.

Marina Judith Landau dijo...

Es un relato maravilloso, Dante. Alguna vez me sentí como el personaje y algo en un segundo me devolvió a la vida.
Besitos.

Dante Bertini dijo...

Marina,
un segundo en la vida desvaída, nos devuelve a la vida real...
Que exista siempre. Besos