...gira que gira la basura espacial... hasta allí hemos llegado, convirtiendo toda nuestra herencia cultural en este futuro legado arqueológico de basuras y residuos, en un LP hediondo con música de catástrofe... un trozo de satélite de ciento cincuenta kilos puede caer sobre tu, nuestra cabeza, y los bustos parlantes lo anuncian así, alejados de toda preocupación, con una sonrisa clásica de telediario... se supone que no tocará tu cuerpo: la posibilidad es de una entre 3000 personas, pero como tal vez no tienes algo mejor en qué pensar se te ocurre calcular cuántos espectadores hay en un estadio de fútbol, cuánta gente pasa por un punto preciso de las ramblas durante una cierta cantidad, escasa, de tiempo, entonces la probabilidad no te parece tan lejana y ya te imaginas aplastado contra el suelo: un gesto pictórico sobre la baldosas dibujadas de Gaudí, tus pulpas formando parte de un dibujo sangriento que cambiará, tiñéndola, la gris, beige, verdosa monotonía de su muy transitada superficie...da igual te dices, de algo hay que morir, y entonces piensas en las veces que te han asustado, amenazado, coartado con este tipo de noticias: la gripe asiática, el mosquito tigre, la bomba de neutrones, las enfermedades venéreas, la invasión de los piojos escolarizados, las vacas locas, los pepinos radioactivos, la debacle económica mundial... y el sida, por supuesto... no todas fueron falsas alarmas y lo demostraron llevándose a un montón de amigos, por tanto continúas prestando atención a las noticias, sigues divagando sobre la posibilidad de que alguna vez te toque a ti, superviviente... ¿qué cuánto tiempo le dedicas a ese ejercicio malsano? nadie debe preocuparse: sólo unos escasos segundos de tu día, ya que después tienes que ocuparte del gato Federico que pide su cepillado diario, de tu estómago que demanda comida, de tus blogs y tus
faces, de tu trabajo cotidiano y tus placeres esporádicos... y a veces, no muchas, tienes la suerte de asistir al acto de entrega de los premios Terenci Moix -sí, el escritor catalán ya fallecido, ese mismo tipo que alguna vez te entregara un premio vertical y erótico-, y encontrarte allí, entre cristales, azulejos y piedras modernistas, con algún que otro amigo, con varios conocidos, con la presencia imponente de un mito del periodismo, Jean Daniel, creador y director de Le Nouvel Observateur, con la voz magnífica y el porte aniñado de Miguel Poveda, con el discurso irreverente de la fotógrafa Colita, con la anécdota divertida de Carles Santos y la música fragmentada de Mauricio, de Olvido... y finalmente, aunque no deberías decirlo, con todas las notables ausencias de tu vida...
Fotos: Miguel Poveda, Colita con Ana María Matutes y Teresa Gimpera, Jean Daniel, el poeta Adonis y su intérprete susurrante, la violinista Olvido, el escenario vacío; todas por Bertini
12 comentarios:
Mientras sigo escribiendo en mi cuaderno, leo tu último post y me has hecho acordar de un querido poeta español llamado Aaron Garcia Peña, que me ha inspirado mis primeros bosquejos ineditos de pequeños poemas propios.
Creo que todas las ausencias de la vida son presencias en el recuerdo, integrándolas a nuestro ser.
Lo importante de la vida es disfrutar de la presencia de aquellas personas que nos aprecian por lo que somos y aquellas que se solidarizan con nuestras alegrias y con nuestras tristezas y que son incondicionales para con nosotros.
Un abrazo
Soy una convencida que la muerte me llegara cuando me toque y nada me da miedo para impedirme hacer lo que tengo ganas, ni un meteorito, una forma muy top de morir ser una entre 3000 hubiera sido un puntazo, no crees??? al menos hubiera muerto de algo diferente, si hasta me hubiera tocado me hubiera hecho famosa, jajajajajaja(aunque no te guste la onomatopeya ;-)
Pero como no tengo miedo del meteorito hoy disfrute con vos de otro desayuno juntos en otro lugar selecto y acogedor de tu eleccion.
Siempre es un placer compartir un rato con vos!!!!!!! Muchos besotes amore!!!!!!!!!!!!!! TQM!!!!!!!!
Ahhh la expo de la Pedrera genial me encanto!!!! El restaurant Boca Grande tambien me parecio divino, tienes que conocer El Market, te gustara es del estilo!!!!la proxima el desayuno lo hacemos ahi!!!!
Hola, Dante!
Uno de tus "stream of consciousness", tan bertiniano, si se me permite. Nosotros y los miedos, encuentros y recuerdos, ausencias no tan ausentes. La Biblia y el calefón. Un ratito con vos.
Mi abrazo.
SILVINA,
estimada comentarista: si ayer no hubiera recibido la reiterativa visita de otra dama semi-anónima, en ese caso una aviadora aventurera y no una literata muy bien casada, le contestaría con mayor interés...Permita que desconfíe de tanta visita ilustre y no diga mucho más que lo que ya dije en el post.
Un saludo amistoso
Dante,
Yo pensaba que te hubieses casado conmigo aqui en Berlin, pero veo que tienes compañía.
Una pena siendo yo Heidi Klum ¿no?
Gisella por dos:
lo bueno de la muerte satelital es lo inesperado y, supongo, instantáneo del suceso, sin embargo dudo de la popularidad post-mortem que te acarrearía semejante acontecimiento... eso si, se ahorraría en dinero y trámites para la cremación...
Como habrá visto, tampoco yo me veía preocupado por el evento espacial; aunque me hubiera comido un montón de cosas más, encontré que el desayuno en tu compañía fue especialmente delicioso.
Besos achuchados.
Diana:
me gusta esa expresión inglesa; aporta cierto barniz literario a esto que hago -iba a poner "la cosa" pero me sonó a vieja película de terror fantástico-, un devaneo sin demasiadas pretensiones por ciertos momentáneos monólogos interiores.
Un cambalache del que suelo extraer un rato de divertimento y, a veces, la respuesta a una inquietud sin demasiadas, o con muy superficiales, raíces...
Abrazos
Heidi:
Ay! Creo que usted se equivoca conmigo...
Ay, ay... Y sí, las pérdidas. Creo que alguien asistió seriamente enfermo, como una despedida. Me habría gustado escuchar a Colita, y a Jean Daniel. Son bonitas las fotos!
Belnu:
ya veo más ausencias que presencias, qué tristeza.
¿"Alguien" seriamente enfermo? Yo he visto varios que parecían despedirse. Una auténtica pena.
Un abrazo y buena novela.
Cuando oí lo del satélite me acordé al instante de la antigua serie de TV "Doctor en Alaska": uno de los novios de Maggie, prototipo de desgraciada en amores, la palmó precisamente porque le cayó encima un satélite chino. La realidad se inspira en la ficción...
Abrazos.
Alfredo:
pasa algo parecido, aunque todavía más delirante, con la vaca que cae del cielo en Un cuento chino, la película de Darín.
La realidad no tiene límites...
Un abrazo
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