jueves, julio 05, 2007

very welcome, Mr. Allen

Lo primero que oí fueron gritos. Un momento después, cuando ya estaba en la calle con chanclos, camiseta y pantalones cortos de andar por casa, me enteré de que no había habido ningún crimen. Según el empleado del parking de enfrente, sólo era que Woody Allen estaba filmando su esperada película en el hotel que está frente a casa, el mismo al que rebauticé "el tanatorio" porque tiene lámparas con pantallas de tul negro, unos floreros altos de metal plateado con orquídeas artificiales y bastante mármol marrón oscuro por todas partes. El edificio es muy noble, con buenos materiales y una más que correcta arquitectura pre-racionalista, aunque la decoración, tan pretenciosa como barata, le ha bajado unos cuantos puntos. Algunas veces, después del cine o de una cena en grupo, vamos allí con los amigos. Obviamos el aire algo entristecedor de la recepción y lo impersonal de los salones porque la atención es buena, los sillones muy cómodos y los precios más que razonables. Para la filmación de hoy habían puesto a la entrada un portero que nunca han tenido, vestido con librea verde engalonada de oro. Pensé que podrían dejarlo para siempre, ya que otorga al barrio en general y a esa esquina en particular una categoría que no suelen lucir. Las dependientas del local de fotocopias querían saber si Javier Bardem andaría por allí. "¡Y la Penélope!", exclamó la más mayor, una setentona a la que la historia de los géneros la trae sin cuidado. Tres enormes camiones más grandes que esos habituales de las empresas de mudanza ocupaban gran parte de la calle y un típico autobús turístico repleto de gente estaba estacionado a las puertas mismas del hotel. Me quedé unos quince minutos viendo como repetían una y otra vez la misma toma. Los que estaban en el autobús, vestidos de extranjeros de los sesenta en visita a Roma, muy en plan "esto no será un Fellini pero yo me marco un buen tanto imitándole el estilo", bajaban y subían del vehículo una y otra vez, aunque lo que de verdad importaba era que pasaran frente a la cámara con cara de "¡qué bonitou lugar!" e ingresaran en el establecimiento hotelero sorteando al portero de librea verde, que parecía estar puesto para entorpecerles el paso. Desde el lugar donde me encontraba era imposible verlo, pero casi podría asegurar que al cartel del frente le habían agregado una o dos estrellas. El camarero del bar de abajo de casa estaba muy nervioso: "¡Qué bueno, chaval! Imagínate la cantidad de gente que va a ver esta película! ¡Y en todo el mundo!". "Sí", le dije, "pero, ¿por qué eso te pone tan contento?". "Por la publicidad, hombre, por la publicidad. El hotel se llenará de gente y mucha de esa gente vendrá luego a comer aquí... Pura ley de probabilidades, ¿vale?" La encargada de la lavandería había cerrado el chiringuito nada más enterarse. "¡Qué feliz hubiera sido mi marido teniéndolo a Woody Allen al alcance de la mano! Voy a pedirle un autógrafo para llevárselo un día de estos al Clínico." Tampoco faltó la cajera más joven del Caprabo. "¡Qué mala suerte! ¡Justo hoy trabajo por la tarde, si no me quedaba aquí hasta que pudiera verlo!" No aclaró a quién, pero tal vez de puro prejuicioso pensé que ella también estaba refiriéndose a Javier Bardem. "¿Sos vecino, no? ¿Creés que necesitaran extras?", era un compatriota que me había reconocido el acento. "¡Soy un super fanático de Woody, soy! ¿Sabés si yego a salir en una peli de este tipo? ¡Mi vieja se muere! ¿Cuál de todos estos será el mandamás?" Eran demasiadas preguntas como para que esperara realmente una contestación. Ví cómo se abría paso entre la gente y llegaba hasta el lugar desde donde un tipito de barba parecía dirigir toda la movida. Un instante después lo perdí de vista.
A los pocos minutos estaba de vuelta. Se dirigió a mí, aunque tan indignado que ni siquiera parecía preocuparle que pudiera oírlo el resto de la gente que, como yo, estaba observando la filmación. "¿Me querés decir quién fué el boludo que buchó que esto era la película de Woody Allen? ¡Si estos giles están haciendo un spot de Barcelona Batega y los extras son todos jubilados del Inserso!"
Photo : me gustaría saber de quién es.

11 comentarios:

el objeto a dijo...

efectos, que no daños, colaterales del efecto ciudad de moda de barcelona, seguro que más de uno usará l'affaire-Woody para darle vidilla a su chiringuito. por cierto, arquitectura pre-racionalista?!

Dante Bertini dijo...

sí, me lo inventé, pero la otra posibilidad era neoclásico, y le quedaba grande...en argentina, cuando no tienen un estilo muy preciso se los llama eclécticos...

el nombre... dijo...

me encantan esas historias de confusiones bien al estilo de allen, en realidad, podria ser parte de una peli de el, no?
bien bizarro! y burlandose de todo/s!

un abrazo

nomesploraria dijo...

:))))

el objeto a dijo...

pues me encaaaaaaanta!! pre-racionalista, creo que como estilo y como concepto es mucho más exacto!! además de aplicable a muchos otros campos que el puramente arquitectónico en el sentido de definir un momento que aún no ha alcanzado el estado racional, el de haber sido verdaderamente pensado, como ocurre con tantas políticas urbanas que están todavía en un estado de refoulement...

Margot dijo...

Jajajaja si es que somos...

Una corrala, una enorme corrala a la que le encanta rendir pleitesía.

Ays el cine!

Belnu dijo...

qué graciosa observación del alrededor de la película, un poco como Innisfree de Guerin, sólo que no diacrónico...

Anónimo dijo...

me gustó lo de "casi podría asegurar que al cartel del frente le habían agregado una o dos estrellas".




(haceme acordar que te cuente mi no-encuentro con woody)

Anónimo dijo...

una risa vale más que mil...no sé cómo terminarlo, lo siento.

Liliana Sáez dijo...

Juassssss!!!!!!!!!

Adrián Mallol i Moretti dijo...

Brrrrutal!
Estamo'enfermo' de mitomanía, estamo...
Y yo, iluso, que leyendo tu relato estaba esperando el momento de ver aparecer a Scarlet vaporosa bajando del autobus!