viernes, agosto 31, 2007

Black Narcissus: ¿monja o mujer?


Imaginen un grupo de monjas comandado por una irlandesa algo rígida de facciones refinadas y voz particularmente chirriante que por orden de su superiora deberá trasladarse a un palacio semi ruinoso suspendido en medio de abismos y montañas. Nada más empezar la narración nos cuentan que años atrás el lugar sirvió de lujosa morada para las mujeres de un sultán y ahora está en manos de una vieja superviviente de aquellas épocas doradas a la que todo el mundo supone mentalmente desquiciada. Mientras la superiora del convento explica en qué consistirá su misión a la monja irlandesa, la cámara se adelanta a la expedición monacal, paseándose a su aire por paisajes bellísimos de altos picos nevados y por laberínticos interiores decorados con pinturas murales en las que se describe de forma más o menos explícita encuentros amorosos de todo tipo. Una mujer desdentada vestida con un sari de colores brillantes corre de salón en salón demostrando a los espectadores, nosotros, que su supuesta locura no tiene un ápice de suposición. También hay por allí, sentado en posición de loto sobre una roca algo aislada del palacio, la mirada extraviada en la distancia, un santón de largos cabellos canosos y figura, más que magra, descarnada. La líder del grupo no podrá elegir a sus acompañantes. Es la superiora quien decide que, junto a la pelirroja, irán otras monjas ya maduras especializadas en educación, gastronomía y cultivo de hortalizas. Se trata de montar un centro educativo para niñas en el antiguo harem abandonado. Empresa difícil: poco tiempo atrás un grupo de monjes ha intentado implantar allí un colegio para los varoncitos del lugar y la empresa ha fracasado estrepitosamente. Como regalo añadido, la monja irlandesa deberá soportar a Sor Ruth, de quien se dice "está enferma" con un tono suficientemente ambiguo como para que todos sepamos desde el primer momento que no están hablando de ninguna enfermedad física. En aquel mismo momento, el director nos ofrece un moroso barrido de cámara sobre la mesa donde las monjas desayunan. Cada una de las elegidas aprovecha esos mínimos segundos de plano personal para mostrarnos cuán idónea puede llegar a ser en su especialidad. Mientras unas cocinan con presteza y otras leen gruesos tomos encuadernados en piel o despejan la mesa de cacharros, Sor Ruth se retuerce sobre el banco de madera como si estuviera sentada sobre brasas ardientes, mientras mira hacia la cámara de la misma forma enfebrecida conque podría mirar a Brad Pitt y/o a su jolie Angelina saliendo de una ducha. El conflicto está servido. ¿Castidad o lujuria? ¿Sexualidad o misticismo? ¿Arrebato de campanas o pasiones arrebatadas?
"Un remake de Almodovar", dirán algunos de ustedes. Más bien lo contrario. En realidad se trata de Black Narcissus, filmada en 1947 por Michael Powell y Emeric Pressburger, una pareja de lo más particular, hacedora de otras obras tan raras e inquietantes como esa flor exótica que da nombre a la película. No sólo Pedrito A. bebió en esas aguas. Pierre -¡vaya!, otro Pedro- et Giles, fotógrafos franceses de arte, íconos ellos mismos de la superpoblada iconografía gay, deben mucho a la imaginería algo kitsch del dúo anglo-húngaro. Para convencernos que P.A. ha devorado, y digerido, la obra de Powell-Pressburger con verdadero gusto, basta con ver a Sor Ruth decidida a entregarse por entero a sus bajas pasiones femeninas en una de las escenas más desmelenadas y asombrosas del film. En ella, la actriz inglesa Kathleen Byron "repite" hasta la "clonicidad", peinado y maquillaje incluidos, el "personaje" de la española Marisa Paredes en varias películas del director manchego.
Algo farragosa en su desarrollo, debatiéndose constantemente entre lo sublime y lo ridículo, entre la sátira y el melodrama, tan arriesgada como el cine comercial de la época permitía, Black Narcissus sorprende con algunos momentos e imágenes irrepetibles. Ver a un ambiguo Sabú vestido en sedas brillantes y atiborrado de pedrerías, a una jovencísima Jean Simmons en plan odalisca de piel cetrina y ojos verdes, al altísimo capitán Dean cabalgando sobre un pony de dimensiones mínimas o a Sor Deborah Kerr empeñada en que la campana del palacio-escuela-convento repique más y mejor que aquellas de Santa María, vale mucho más que los cinco euros que me ha costado el dvd, distribuído junto a The Honey Pot (1967) de Joseph Mankiewicz en todos los quioscos de revista españoles.
ilustran : fotograma y póster de la película en su versión francesa.

20 comentarios:

Antígona dijo...

Tal y como la cuentas, la película parece desde luego interesante. Un personaje inquietante, este de Sor Ruth, al menos dentro del cine de la época. Aunque está claro que no todos los religiosos han tenido la habilidad de San Juan de la Cruz para sublimar sus reprimidas apetencias sexuales. Así que cualquier retrato más o menos fidedigno de una comunidad así tenía que plasmarlo. Freud hubiera disfrutado de lo lindo con esta película ;)

¡Un beso!

Débora Hadaza dijo...

Hola gracias por la visita, pero que te parecio??

a mi tu blog algo enigmantico...

chau

Isabel Burriel dijo...

Hola Cacho de pan, gracias por tu visita.
Tienes unos cuantos blogs muy interesantes eh?
Pues nos veremos de vez en cuando.
Besos

bajamar dijo...

Me encantan estas descripciones de peliculas, sobre todo antiguas y desconocidas, son sabrosos, dan ganas de verlas y dan ganas de tener un televisor y dan ganas de comer ...y bueno dan ganas estas cosas...tal vez ese tipo de peliculas también :o

Pero que antigua la eterna trama de los dilemas tan básicos no?
Básicos, porque en realidad para mi, los verdaderos dilemas morales no son esos...por eso me gustó la narración

un saludo

Belnu dijo...

Al menos te ha servido para escribir un interesante y gracioso post... Black Narcissus! Y tiene algo de Shangri-la...

Dante Bertini dijo...

hummmmm, me llaman enigmático, me hablan de dilemas morales otros, por lo visto más importantes...to be or not to be...si freud hubiera disfrutado? posiblemente sí, seguro...aunque yo también he gozado mucho con la creación tan fuera de tono de toda la peli...

Belnu dijo...

Oye, pero te acuerdas que te hablé yo de Deborah Kerr colgada de la cuerda de la campana y luchando con aquella que la quería matar? No era esa la peli, verdad?

Mandarina azul dijo...

Mañana preguntaré en mi quiosco; has despertado mi curiosidad.

Un besote :)

uminuscula dijo...

cacho! que no te contesté lo de wolf y el paroxismo..

no, no era su casa
pero estuve en la(s) de shakespeare, pronto pondré la foto

Dante Bertini dijo...

Sí, zbelnu, hablamos en casa de Lola. Te dije que había comprado la peli. Yo nunca la había visto y tú mencionaste la escena de la cuerda de la campana. Esa es. Un delirio con un clon de la Paredes.
minúscula u: parecía la casa de la wolf-kidman en "Las horas".
mandarina: espero que te diviertas!

el objeto a dijo...

sí que tiene algo de shangrila, pero en qué país ocurre, es norte de áfrica o la india con eso del sari?

sí, yo creo que Pedro A. es un buen reciclador de los clásicos, sin duda.
Deborah Kerr siempre fue de mis favoritas

Dante Bertini dijo...

aló sherí: de shangrilá nada, que las que se meten allí salen más escaldadas que rejuvenecidas, salvo deborah, con una horrible voz que no recordaba (de fondo escucho "y sin embargo te quiero" de quiroga, en plan sinfónico)...
todo pasa en algún lugar del himalaya de cuyo nombre no puedo acordarme...

La Gata Insomne dijo...

La mesa está servida para darse un banquete con esta peli, seguro panalmodovariana.

supongo que me tendré que conformar con tu descripción

Aura dijo...

Muy curiosa su forma de reseñar. Gracias a dios personal y huyendo de lo que siempre se dice. Ya sabemos que para eso están los manuales de cine...

Un saludo.

Margot dijo...

Va, me has picado la curiosidad, tendré que verla!!

Isabel Segura B. dijo...

Ummm... tendré que agenciarme una copia, por tu culpa culpita.
Saludos.

Luci dijo...

NARCISO.





Pobre de ti, Narciso endemoniado,
víctima de arrumacos y de fobia;
pobre de ti, payaso inveterado
monaguillo de fiel misa sin novia.

Robaste a San Antonio su costado,
hincaste el diente en viaje por la noria,
volviste a mancillar el nombre amado
rebasando entre escrúpulos y euforia.

Llevas en las solapas incrustada
la flor de la camelia de tu vida,
la marca en el orillo desgastada,

señuelo en la chaqueta apolillada
y un hedor fracasado en la partida
que embriagó a aquel que nunca ganó nada.

Bambu dijo...

Suena bien, tomo nota para una tarde de domingo ;-)

Lilian dijo...

Que excelente relato de un film. Lo quiero ver pero si no pudiera hacerlo, por lo menos tengo en mi memoria la imagen super interesante que has presentado...

el nombre... dijo...

Mención para el blog solidario para vos, en mi casa!!!!

besossssssssss