-¿Cuál sería para usted la diferencia entre erotismo y pornografía?
En muchas ocasiones la pregunta estuvo dirigida a mí, un tipo sin antecedentes literarios que había ganado de forma absolutamente inesperada el Premio de Novela Erótica La Sonrisa Vertical de editorial Tusquets. Debo decir que el primer sorprendido por aquel premio fuí yo, aunque enseguida se unieron a esa primera sorpresa personal una larga lista de escritores "profesionales", todos ellos algo heridos en vaya a saber qué lugar de su geografía por mi incalificable intrusismo.
Un compatriota tan antipático como pedante llegó a decirme: "Todos nos preguntamos de dónde habías salido".
"¿De mi casa?", dije yo, sin preguntarle a qué colectivo estaba él representando. Si todo esto hubiera sucedido entre dentistas, seguramente yo estaría empastando muelas a los leones de algún zológico africano. Como no fue así, durante varios meses me convertí en un objetivo periodístico de relativo interés. A medio camino entre la cultura y el escándalo, mi libro y yo cubríamos por igual las necesidades de los suplementos culturales ilustrados y no resultábamos desdeñables para las revistas de tirada masiva con chicas semivestidas ilustrando la cubierta. Tal vez porque muchos de los periodistas profesionales que me entrevistaban habían leído de la novela poco más que el título, la que inicia este post fue la pregunta que más veces me han hecho durante mi particular, bastante extendido, reinado literario. En este sentido tuve más suerte que muchas misses. El año siguiente al de mi premio la editorial decidió dejarlo desierto aduciendo falta de calidad en los originales presentados y yo continué siendo Mr. Novela Erótica durante 365 días más. A través de muchas entrevistas he llegado a comprobar que los que se interesan por las diferencias entre erotismo y pornografía dan siempre por seguro que estas diferencias existen y nunca dejan en buena posición a la segunda nominada.
La cuestión ya no era demasiado original en los noventa, pero aunque pasaron más de quince años, cada vez que acudo a alguna cita con los medios en la que sale a relucir mi pasado sonriente y verticalista, la preguntita surge nuevamente, como si del acierto de mi respuesta dependiera el futuro sexual de toda la humanidad. Contesté alguna vez que la pornografía era el erotismo sobre un jergón de paja, y no había en mi respuesta ningún doble sentido. Ahora que he tenido tiempo suficiente para pensarlo con más distancia y menos acaloramiento, diría que se llama pornográfico a aquello que muchos desearían hacer si tuvieran las posibibilidades y las proporciones necesarias para hacerlo.
El sexo es siempre una representación; de no serlo es, o sería, un completo aburrimiento. Aterradora posibilidad, máxime cuando se trata de presentarlo en público y cobrando por ello. ¿O acaso es divertido ver aparearse a una pareja cualquiera de animales, repitiendo una y otra vez la misma, o muy similar, ceremonia procreativa? ¿Quién puede dudar que la mayor o menor satisfacción de un encuentro sexual depende en gran medida de la imaginación, inteligencia y entrega de los participantes? Doy por sentado que no hablamos de amor, sino del sexo como un deporte divertido entre dos -o más- personas que desean practicarlo. Entonces, ¿por qué todos aquellos que encuentran la pornografía menospreciable no encuentran también menospreciable un partido de fútbol, una carrera de obstáculos, un concurso de halterofilia o una maratón multitudinaria? La gente no suele pelearse por la posesión de una pelota ni corre de manera desaforada y pasándose testigos en su, ya bastante trajinada, vida cotidiana. Tampoco, salvo que se trate de un muchachote vasco, levanta semejantes pesos por el simple placer de levantarlos, ¿por qué asombra entonces la representación pública del sexo si no deja de ser algo más de lo que todos hacemos, o deseamos hacer, en los ámbitos privados de nuestra vida cotidiana? Tal vez sólo se trate de envidia, un pecado tan capital como el de la lujuria. Deberíamos tomarlo con mayor sabiduría: muchos de nosotros tampoco podemos correr como un campeón olímpico para alcanzar el autobús que se nos escapa, ni tenemos la gracia, la elegancia y la precisión que le sobra a un as de la natación cuando nos arrojamos, escondiendo la panza y sacando pecho, a la piscina climatizada de nuestro club.
Un compatriota tan antipático como pedante llegó a decirme: "Todos nos preguntamos de dónde habías salido".
"¿De mi casa?", dije yo, sin preguntarle a qué colectivo estaba él representando. Si todo esto hubiera sucedido entre dentistas, seguramente yo estaría empastando muelas a los leones de algún zológico africano. Como no fue así, durante varios meses me convertí en un objetivo periodístico de relativo interés. A medio camino entre la cultura y el escándalo, mi libro y yo cubríamos por igual las necesidades de los suplementos culturales ilustrados y no resultábamos desdeñables para las revistas de tirada masiva con chicas semivestidas ilustrando la cubierta. Tal vez porque muchos de los periodistas profesionales que me entrevistaban habían leído de la novela poco más que el título, la que inicia este post fue la pregunta que más veces me han hecho durante mi particular, bastante extendido, reinado literario. En este sentido tuve más suerte que muchas misses. El año siguiente al de mi premio la editorial decidió dejarlo desierto aduciendo falta de calidad en los originales presentados y yo continué siendo Mr. Novela Erótica durante 365 días más. A través de muchas entrevistas he llegado a comprobar que los que se interesan por las diferencias entre erotismo y pornografía dan siempre por seguro que estas diferencias existen y nunca dejan en buena posición a la segunda nominada.
La cuestión ya no era demasiado original en los noventa, pero aunque pasaron más de quince años, cada vez que acudo a alguna cita con los medios en la que sale a relucir mi pasado sonriente y verticalista, la preguntita surge nuevamente, como si del acierto de mi respuesta dependiera el futuro sexual de toda la humanidad. Contesté alguna vez que la pornografía era el erotismo sobre un jergón de paja, y no había en mi respuesta ningún doble sentido. Ahora que he tenido tiempo suficiente para pensarlo con más distancia y menos acaloramiento, diría que se llama pornográfico a aquello que muchos desearían hacer si tuvieran las posibibilidades y las proporciones necesarias para hacerlo.
El sexo es siempre una representación; de no serlo es, o sería, un completo aburrimiento. Aterradora posibilidad, máxime cuando se trata de presentarlo en público y cobrando por ello. ¿O acaso es divertido ver aparearse a una pareja cualquiera de animales, repitiendo una y otra vez la misma, o muy similar, ceremonia procreativa? ¿Quién puede dudar que la mayor o menor satisfacción de un encuentro sexual depende en gran medida de la imaginación, inteligencia y entrega de los participantes? Doy por sentado que no hablamos de amor, sino del sexo como un deporte divertido entre dos -o más- personas que desean practicarlo. Entonces, ¿por qué todos aquellos que encuentran la pornografía menospreciable no encuentran también menospreciable un partido de fútbol, una carrera de obstáculos, un concurso de halterofilia o una maratón multitudinaria? La gente no suele pelearse por la posesión de una pelota ni corre de manera desaforada y pasándose testigos en su, ya bastante trajinada, vida cotidiana. Tampoco, salvo que se trate de un muchachote vasco, levanta semejantes pesos por el simple placer de levantarlos, ¿por qué asombra entonces la representación pública del sexo si no deja de ser algo más de lo que todos hacemos, o deseamos hacer, en los ámbitos privados de nuestra vida cotidiana? Tal vez sólo se trate de envidia, un pecado tan capital como el de la lujuria. Deberíamos tomarlo con mayor sabiduría: muchos de nosotros tampoco podemos correr como un campeón olímpico para alcanzar el autobús que se nos escapa, ni tenemos la gracia, la elegancia y la precisión que le sobra a un as de la natación cuando nos arrojamos, escondiendo la panza y sacando pecho, a la piscina climatizada de nuestro club.
(Dedicado a Lokita, que ha cumplido tres años durante este tórrido verano.)
27 comentarios:
Glubs, Cachito…muchas gracias :)
Ya sabes, aún pecando de aduladora, que además sé que no te gusta, es todo un honor haberte descubierto aquí (de la manera en que lo hice, que creo que ya he contado en alguna ocasión), haberte conocido en persona y ya ni te cuento, el que te acuerdes de mí y me dediques estas maravillosas letras.
Doy fe, después de leer este premio literario, de que es de sobra merecido, tanto y como para dejar desierto el premio del año siguiente (además yo lo tengo escrito de tu puño y letra) ;)
Para mí, pornográfico es ver a Aznarito jugar al pádel,
o saber el sueldo de Cristiano Ronaldo por pavonearse por la hierba.
Gracias de nuevo por este detallazo.
Besitos!
Lokita feliz cumple!!!!!!!!!!!!ando perdida del mundo blogger pero aprovecho y te saludo!!! vaya honoraso ehh!!!
Cachito tu libro es tan pero tan bueno que como dice la niña por eos quedo decierto el año siguiente el premio...me encantó te lo dije en su momento es mas lo preste ya dos veces...
pornografia vemos todos no solo porque muchas cosas de la realidad cotidiana parezcan pornos sino que todos hemos visto y vemos porno solo que admitirlo parece que no fuera "etico" o "moral"...vaya chorradas.... si al final de cuentas en la cama somos todos casi parecidos en algun punto...solo que algunos la van de mojigatos como decia mi abuela y esos son los peores...
Besotes enormes cariño!!!!!
LOKITA,
GISELLA:
a quien las ganas no le dan hijos, el blog le da ¿sobrinas?
Un beso enorme para cada una.
Lokita, Gisella, gracias.
Me ha gustado eso de dar por hecho que existen las diferencias entre erotismo y pornografía. En realidad, a mi modo de ver, no es más que una convención semántica. Erotismo es el sexo bonito, aceptable; pornografía, el feo, reprobable. Aunque, probablemente, quienes califican algo de pornográfico guarden mucha envidia en sus opiniones (o frustraciones), como bien dices. Pero, volviendo al principio, como muchos, me parece éste un dilema tonto y prefabricado, seguramente para ocultar, para impedir pensar, para controlar.
La verdad es que nunca me puse a pensar en estas diferencias, qué se yo.
Mucha literatura me es erótica y estimula mi imaginación. En cambio de las llamadas películas pornográficas, pocas me resultaron realmente eróticas. La mayoría me aburren, me parecen poco creativas (siempre lo mismo, siempre lo mismo...) y a veces me mato de risa por lo bizarras.
En cuanto a los que menosprecian la pornografía con argumentos morales, creo que deben ser quienes más la consumen.
Envidia?? A alguien puede darle envidia?? Creo que no hemos visto las mismas peli porno, ja ja ja ja.
Me encantaría leer tu novela, cuando viaje a Tel Aviv la encargaré en la librería en español.
Besitos.
No sabía que habías ganado ese premio. Felicidades con mucho retraso... y, desde luego, leeré el libro. Sí había leídos tus hermosos poemas ¿eróticos? ¿pornográficos? Si nos atenemos a la etimología, pornográfico es lo que se representa ¿no?, mientras que eros está en todas partes, aleteando por ahí indiscriminadamente... pone un poco de mal humor enterarse una vez más de la existencia de esos estériles y tristes voces y corrillos.
Un abrazo, Dante.
(soy la Bel de "Amapolas en octubre")
Con Miraslov, pienso que es un tabú que arrastramos desde épocas en que el sexo era usado para engendrar culpa y así dominar... lo extraño es que las siga generando en un mundo tan distinto. O será que no hemos cambiado tanto? Resabios de un pensamiento en que todo lo que nos acercaba al mundo animal debía ser reprimido, el hombre era la máxima creación, así que a ocultar todas esas cosas sucias que le quitaban el sueño... Se lo siguen quitando, claro, y es obvio que el ser humano se sigue sintiendo un chiquito en falta.
Saludos.
La lectura de las definiciones de erotismo y pornografía en el diccionario de la RAE me ha llevado a la búsqueda de la palabra obsceno que segun esa Real Academia significa torpe, de lo cual y aplicando la lógica matemática y semántica (una de mis especialidades) he llegado a la conclusión de que la pornografía es el erotismo torpe.
Un abrazo
La pornografía y el erotismo creo que son un producto más, que se consume sobre todo en sociedades con las necesidades básicas ya cubiertas.
No creo que en Etiopía se consuma mucho porno.
Miroslav,
he colgado este post para aventar las negruras del anterior: después de Thanatos (una parca travestida), Eros; pura compensación.
Marina,
tal vez la envidia en este caso sea más masculina; a los muchachos nos interesan las medidas y las potencias, aunque muchos lo nieguen. Hoy mismo en la playa, mirando una revista deportiva que nunca había visto, me encontré con dos páginas de avisos eróticos, incluyendo varios gays...
Es lo que yo digo: deporte y pornografía se asemejan en el exhibicionismo.
Ah! Para porno, Rocco Siffredi.
un abrazo
Bel,
el dos no es necesario: Isabel no firma así.
Se muy bien quién eres, no te preocupes. Me gusta lo del aleteo, si bien esas mariposas se posan cada día más en otras flores.
Abrazos
Fanma:
hay algo que no sea un producto?
Todo lo que se puede vender, todo lo que tiene potenciales compradores es un producto, aún a su pesar. Dejas en el aire una pregunta interesante. En otros países muy pobres las revistas y los libros "eróticos" se consumen muchísimo, inclusive de segunda o tercera mano...con perdón.
Luzdeana:
hoy sigue siendo uno de los muchos opiáceos posibles. Censurándolo o permitiéndolo, en la medida que en el hombre mismo no sea un acto de libertad -algo harto improbable- siempre será objeto de manipulación... Nos siguen enseñando que el pecado original fue el sexo, no la muerte de Abel...
Alma:
la primera acepción tiene que ver con la prostitución, algo que también se lleva a cabo sigilosa y ocultamente...
Gimnasia pasiva o activa, gimnasia al fin.
un abrazo con alma.
Excelente post, he disfrutado leyéndolo. Aunque no estoy del todo de acuerdo en que las diferencias sean tan borrosas, creo que el erotismo tiene la capacidad de dejar mucho implícito, de prometer y sugerir abriendo un espacio para las perversiones del observador. En cambio la pornografía parecería dejar poco espacio para ello. Un abrazo.
Luc:
digamos, con perdón, que mis textos son como el erotismo: prometen, sugieren, abren un espacio para las perversiones del lector, para sus propias elucubraciones.
No hay verdad única, y aunque existiera, ¿quién soy yo para poseerla?
otro abrazo
Suponiendo que exista un diferencia entre lo erótico y lo pornográfico: es curioso como de manera espontánea asociamos más lo porno al cine y en cambio lo erótico queda más viculado a lo gráfico y lo literario. Por supuesto que existe un cine erótico como también se escriben relatos porno: aún así creo que el lenguaje literario topa con el límite de esa represenetación de la que tu hablas: en lo porno no hay mediación, ni filto y es por eso, quizás, que la imagen proyectada le confiere esa direccionalidad del instante. Y hablando de medidas: si, es posible que muchos de los que reprueban la representación publica del sexo se sientan acomplejados y reaccionen así,aunque a veces lo que realamente envidian es la osadía y la ligerez. Besos
Hoy he colgado tu regalo en mi casa y si vieras que bien se ve y que bien me veo.
Un abrazo y GRACIAS
Alma,
te lo mereces
es más, te mereces uno mejor, hecho con más tiempo y menos calor
prometido
José,
tú lo has dicho, pero fíjate que yo escribí mis más que humildes novelas ateniéndome a lo que decía Cortazar: no hay malas palabras, sólo palabras. Sin embargo el describir según qué situaciones ya convierte al erotismo en pornografía, como si lo único válido fuera el roce histérico, la seducción no concretada. No deberíamos describir comilonas ni asesinatos ni interioridades. Son pornográficas?
Tampoco enviarnos besos sino solamente sugestivos parpadeos.
BESOS!!!
Hay diferencia? no sé. Todo depende de quien mira no? o lee... o escribe...
Y tal vez un mismo producto se vende a veces como erótico y otras como porno. La línea que divide es tan delgada que no existe.
Hacía mucho que no pasaba... morí con el encuentro Federico-Sisí Vagan-sa.
Viví cada momento de tu ocupación de la casa. Qué bien escribís, qué placer leerte.
Joder, la Gise anda argentineando y bien podría haber traído tu libro.
Un beso. Federico cada día más guapo... vos también, claro.
Lili:
Cómo se agradecen los piropos?
Bueno, agradecido estoy, y Federico no cabe en su piel, algo menos brillante en estos días de campo, revolcones y aventuras varias.
Me despido de mi Ocarina en el post que acabo de colgar.
Melancólico.
Un beso
El placer es una alteración del tiempo, la intensidad del instante, el trastorno de la duración, su especialización, una suerte de eternidad que se hace cotidiana, el alma gozosa de un cuerpo que palpita, late, vive.
Ese párrafo lo leí hace ya tiempo, y ahí se quedó... apuntado para siempre en la libreta de mi pensamiento. No sé si el placer es pornográfico, erótico o simplemente fotográfico... puede ser tan infinito como cada una de las miradas que un día habitaron.
Tu entrada de hoy es soberbia. A veces resulta insondable el tema del erotismo. A nuestro lado navega el pudor, la timidez, el desconocimiento... resonancias de los fantasmas que un día se posaron en nuestra alma, esos a los que muchas veces no se tiene el coraje de enfrentar. Dejamos en la distancia algo que es tan íntimamente nuestro como la libertad. Si un día se descubre esa belleza, la belleza del placer, ese instante sin tiempo, nada vuelve a ser lo mismo. Belleza del placer. Inteligencia del tacto. Eso debemos llegar a descubrir que somos. Pero son demasiadas las losas que nos lo impiden. Y la envidia que tu has apuntado, esa envidia, debería ser un primer fantasma a aplastar.
Nada tan hermoso como dedcubrir el rastro del placer en el rostro de quien lo habitó.
Soberbio post.
He leído con atención y seguiré pensando.
Yo creo que llamamos pornografía a cuando el juego sexual se hace para el uso comercial, cuando se exhibe en público, lo mismo que podemos practicar en la intimidad (si nos da el cuero), siendo de esta manera más íntima... erotismo.
Besos
Ana,
como a
Raquel,
os leo con atención y agradecimiento
Estoy en traslado vacacional, con intermitencias en la posibilidad de escribir y un calor asesino que no para.
Esto es el infierno y no el inocente erotismo pornográfico...
Me ha gustado mucho tu texto.Yo tampoco podría decir la diferencia ente erotismo y pornografía.
Me acerco a lo que dice en su coment Raquel Barbieri.
La pornografía es el sexo comercial,cuando se exibe en público,lo mismo que podemos practicar en la intimidad.Esa manera más intima la podemos llamar erotísmo.También me apunto a que la pornografía es el erotísmo torpe.Bien pensado es así.
Saludicos
Carmen,
me gusta pensar con vosotros, transmitir mis elucubraciones, cotejar mis ideas con las vuestras, no siempre demasiado disímiles.
Gracias por visitarme, leer, comentar.
saludos
Cacho,
Recién me doy cuenta que no tengo una opinión al respecto y que ni siquiera me lo había cuestionado alguna vez. Lo único que me viene a la mente es la cuestión de tamaño: algo así como que Erótico es Modigliani y Pornográfico Botero? Más o menos.
Por lo pronto con este calor no se me antoja ninguno de los dos y sí una novela de misterio en algún neblinoso y húmedo paraje inglés.
Besos, Cacho, he regresado a mi antigua identidad y te sigo leyendo en contrasentido.
Rox:
tampoco te tortures con la pregunta...era una forma de entrar al tema y contar alguna experiencia pasada.
Veo que habías saltado muchos posts y te estás poniendo al día.
Estoy contigo en cuanto a la novelita y el entorno...aquí seguimos abochornados.
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