Ese tipo tiene poco té, dicen los japoneses amantes de esta infusión cuando alguien es desvaído, ignorante, poco sutil, nada refinado, zafio, iletrado o simplemente tonto.
Por el contrario, si resulta que el sujeto está demasiado metido en sí mismo, es poco afecto a conectarse con todo aquello que sienta ajeno a sus intereses personales, afirman que está
excedido de té.
Hoy, recién levantado de la cama, me preparé un té rojo para, como cada día, sentarme frente al ordenador, abrir el correo, contestar algunos emails, desechar otros y hacer el solitario al que adjudico propiedades de despertador de mis neuronas.
Distraído con el plumbago florecido del balcón de mi estudio -en Argentina lo llaman
jazmín del cielo por el color luminoso, realmente celestial, de sus flores- volqué un poco de ese té golosamente endulzado con miel y apenas aclarado con una nube de
leche de soja, sobre la mesa sobrecargada -aunque siempre con cierto orden que
José Luis Giménez Frontín encontraba admirable- de papeles, libros de consulta, chirimbolos variados y diversos objetos de uso cotidiano.
Mi dosis de té diario (tres o cuatro vasos altos, de los de refresco o agua) debe estar muy equilibrada: en vez de desentenderme del enchastre o castigarme por la torpeza de mi gesto, decidí que era una buena oportunidad para ordenar, limpiar, poner al día la mesa desde donde trabajo, y también me entretengo, con el ordenador.
La anécdota no importa demasiado, lo sé, pero me hizo pensar que hoy debía hablarles de este libro tan breve como fundamental:
El libro del té de Okakura Kakuzo. En diferentes ediciones siempre estuvo en mi casa, cerca de la mano y los ojos, salvo en los momentos, varios, en que lo presté y no me fue devuelto, o aquella otra vez en que descubrí que unas polillas, tal vez gourmets, no necesariamente japonesas, habían devorado gran parte de sus, supongo, aromáticas y revitalizantes hojas.
Y, con mis disculpas, dejo esto aquí. Bulle el agua en la pava eléctrica, llamándome con insistentes silbidos de repartidor de barrio. Quiere recordarme que había decidido tomar otro gran vaso de té; esta vez un ahumado, fragante y chino
Lapsang Souchong.
"Un extranjero se sorprenderá de que hagamos tanto ruido por tan poca cosa. ¡Qué tormenta en una taza de té!, dirá.
Pero si consideramos cuán pequeña es la taza del goce humano, qué deprisa se llena a rebosar de lágrimas, con qué facilidad la vaciamos hasta las heces en nuestra inextinguible sed de infinito, no nos reprocharemos el hecho de dar tanta importancia a una simple taza de té. La humanidad ha hecho cosas peores. Hemos realizado demasiados sacrificios en el culto a Baco e incluso hemos transfigurado la sangrienta figura de Marte. ¿Por qué no consagrarnos a la reina de las camelias, deleitándonos con la cálida corriente de simpatía que fluye de su altar?" Okakura Kakuzo, El libro del té.
Ilustran:
Jazmines del cielo en el balcón y
Las teteras peregrinan a su fuente, fotos de Bertini.
18 comentarios:
Que curiosa forma de clasificar a la gente tienen los japoneses...cada uno con lo que mas les gusta.... en Buenos Aires con mis amigas deciamos a este le faltan un par de jugadores en la cancha, o le faltan caramelos en la caramelera... haciendo alusion a la tonteria de alguien....
Tu mesa de "bienvenida" esta ahora decorada con teteras anunciando el otoño o es que la has decorado para la ocasion????? besotes amore!!!!!
upsss despues de tantos dias, soy primera, jajajaajajaj!!!!
Gise por dos:
como verás, los comentarios no abundan...No se si la estrella del twiter ha matado a la del blog o es que se han quedado todos mudos con tanta crisis...si no subieran las entradas estaría dedicándome a otra cosa.
Las teteras van en manifestación sin pancartas a beber en las aguas del libro: un montaje especial para tí, muñeca.
Besos y besotes
Ay, hoy ando algo escaso de té...
Estos japoneses... Aunque me da que deben tener más de un libro también sobre el sake.
Abrazos.
Precioso montaje es que tu estas en todos los detalles!!!!!
MAs besotes!!!!!
hermosa ventana con ese jazmin!
Yo soy matera, Dante
Un beso
Qué mañana tan bertiniana: té, libros, flores en el balcón y el escritor frente a su ordenador. Pero tengo una duda: cuando se te cayó el té no puteaste ni tan siquiera un poquito. Qué bueno sería sacar siempre consecuencias positivas de todos los acontecimientos sin que nos contraríen lo más mínimo… supongo que en eso consiste la santidad. La otra cara de la moneda sería adoptar una actitud de resignación “quedando inmóvil al borde del camino”. Felicitaciones pues, y gracias una vez más por tus escritos.
Abrazos.
Alfredo39,
de sakes y saques también saben un montón, estoy seguro de ello...pero se trata de estar sobrios, aunque sea por momentos, para que no se nos vaya la tecla...
Un abrazo
Gise:
gracias
Como siempre tú también estás en todos los detalles...
Marypop:
supongo que habrá un libro del mate y los mateadores; me pondré a buscarlo.
El jazmín del cielo me obliga a mirarlo y así, sin casi darme cuenta, descansar la vista por algunos momentos.
Besos!
Átman,
gracias: prefiero bertiniano a dantesco; mi padre tenía menos infiernos reconocidos que ese señor de los círculos enamorado de Beatriz.
Putear habré puteado, supongo, aunque suele ser tan espontáneo que no lo registro.
Una de las teteras te espera cuando quieras...¡qué ripio! Abrazo
Dile a la susodicha que para mí sería toda una dicha.
Juro que yo no quería, pero ese té bebería (yo no empecé a rapear, conste); con la tetera dorada, y de paso la froto a ver si sale el genio.
Abrazos.
Átman:
habrá que poner agüita a calentar para así poder té-invitar...
Caruano:
lo raperos somos muy abiertos, aunque no siempre estamos muy despiertos
El único peligro de frotar es que mi (mal) genio pueda aflorar
Lo dudo, eres un encanto de persona...
Mate o té,
¿puedo sumarme a la fiesta?
Cacho, tengo una foto sorpresa con Sakato, que es muy sorprendente. Uno de estos días, la verás publicada en mi blog. Te aviso :)
Norma:
depende de cuales sean tus intenciones...
Fanma:
me gustará verla por supuesto...
Hace tiempo que no tengo noticias suyas.
Un abrazo
Me gustó esa diferenciación japonesa (situándome entre los excedidos de té, para consolarme, aunque sólo fuera por el té que consumo). La cita es muy convincente!
Belnu:
uno de los pocos excesos que me permito a estas alturas de la, mi, vida...
y no se hasta cuando.
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