viernes, diciembre 23, 2011

ÁNGELES Y EXTRAÑOS



“Be not inhospitable to strangers, lest they be angels in disguise.”
La leyenda aparece escrita en un muro de Shakespeare and Company, la librería que durante más de medio siglo estuvo dirigida por un estadounidense llamado George Whitman, hijo de un Walt Whitman que no era precisamente poeta, sino profesor de física.
Este George tan acogedor, tan hospitalario, se ha muerto hace unos días, poco antes de cumplir los noventa y ocho años. Espero que haya hecho este, su último viaje sin retorno, dejándose guiar por alguno de esos ángeles extraños a los que recibió amablemente, a pesar de encontrarlos por casualidad y camuflados como desangelados extranjeros.

Ahora, sumergido por completo en el paisaje festivo navideño, me pregunto dónde estarán nuestros ángeles extraviados, los que nos devolverán todo lo perdido. Pero, aunque la poderosa señora Merkel pareciera dominar al mundo con su cara magullada, de tristeza sin retorno, nuestro cielo no es el de Berlín, ese cielo encapotado, gris, plomizo y, según Win Wenders, plumosamente atiborrado de angelicales alas. Por esto resulta más que extraño ver de pronto -en una televisión en la que suele primar la agresión y el desvarío, donde las estrellas suelen ser los mafiosillos nacionales y los sádicos asesinos en serie de las reiterativas series de importación, todos con su habitual atrezzo de amputaciones y cadáveres- a seres de apariencia normal convertidos por obra y gracia de unas fechas precisas en volátiles embajadores de los diversos Olimpos posibles.
No se trata de una novedad de la temporada 2011, a punto de acabar. Esta es, como cada año, una época poblada de ángeles de distinto sexo, de obesos papás noel con y sin barba, de seres evanescentes dotados de doméstico perfil humano. Repetitivos personajes de ficción, protagonistas de películas con bajo presupuesto para ser proyectadas los fines de semana a la hora de la siesta, estos extraños personajes de alas transparentes se acercan a la tierra para desfacer entuertos, aligerar conflictos, reparar familias rotas y enterrar sin remordimiento los amores deshechos. Una vez acabada la tarea, y casi siempre con previo aviso en forma de tarjeta postal sobre la chimenea, se evaporan sin dejar rastro en medio mismo de una populosa calle neoyorkina o alzan vuelo en mitad de un semidesierto pueblo de provincias.

Blanche Du Bois, la frágil, estremecida, desubicada protagonista de Un tranvía llamado deseo, también prefería creer en la angélica bondad de los extraños. Tal vez porque sus seres más cercanos carecían de esa comprensiva piedad que ella, tan carente de todo sentido común, tan sobrada de fantasiosa sensibilidad, necesitaba más que ninguna otra cosa en ese momento preciso de su azarosa vida.
Al final de la historia, ¿podemos suponer siquiera que son angélicos desconocidos los que la transportan, ya sedada, al último infierno abarrotado donde con toda seguridad acabará sus días?
También había ángeles en Teorema de Pier Paolo Pasolini, pero aquellos, aquel en realidad, materializado en la por entonces joven, espléndida carnadura del siempre ambiguo Terence Stamp, no tenía demasiada piedad con los mortales: utilizaba con desparpajo todo lo que se le brindaba -sexualidad incluída- para luego dejar a sus eventuales anfitriones abandonados en medio de la nada; sin presente posible y con incierto futuro, sumidos en un enorme desamparo y sin meta precisa alguna, arrojados como inútiles objetos de descarte a una suerte desgraciada, caótica, suicida... La película, prohibida en varios países, entre ellos Argentina, logró sin embargo un premio importante de la Oficina Católica Internacional del Cine. Ingenuos, demasiado jóvenes, mis amigos y yo nos preguntábamos cómo esto había sido posible.
Hoy entiendo que, más pragmáticos que místicos, los señores asotanados de la OCIC habían descubierto el infierno de la modernidad; una nueva forma de castigo para los seres apasionados que pretendían poseer a un ángel que, ya se sabe, nunca tiene voz ni sentimientos propios: sólo obedece las órdenes mayestáticas e insoslayables que le llegan desde el cielo.


Imagen: Cielo sobre Berlín, de Win Wenders.

12 comentarios:

Ātman dijo...

“No inhospitalario” vaya insistencia con los noes. Como la insistencia contenida en ese fotograma triplicado de Cielo sobre Berlín (me intriga). El problema de los ángeles es que si alguno nos toca en la espalda es porque ya ha caído. Ahora el pesimista soy yo ¿no?

Abrazos

Dante Bertini dijo...

Atman:
primero tú y tus preguntas que en realidad no lo son.
Hoy leí: "cuando finalmente tuve las respuestas, el cosmos me cambió las preguntas..."
La repetición fue casual y me gustó, así que decidí que los gemelos fueran tres.
Licencia poética...
Un abrazo fuerte y que los dioses caídos nos amparen.

Caruano dijo...

Mucho me temo que por el mundo pululan más ángeles a lo Terence Stamp que ángeles wendersianos (yo, personalmente, preferiría que me protegiera Bruno Ganz -o darle yo la protección, porque con los ángeles, al final, los roles nunca están claros-).
Un placer leerte, Dante.
Y un abrazo.

Dante Bertini dijo...

Caruano:
hay más demonios que ángeles; si fuera lo contrario el mundo estaría mejor, supongo...aunque tampoco hay que olvidar que ellos también batalla(ba)n...vaya, ¡todo es tan relativo!
Un placer tenerte por aquí, te lo aseguro.
¡Felicidad! y abrazos

Gise =) dijo...

Mi angelito escritor!!!! espero y deseo que hayas tenido una muy feliz navidad rodeado de amigos que siempre o casi siempre son nuestros angeles de la guarda!!!!
Feliz 2012 y espero que este año te encuentre feliz y rodeado de la gente que tu eligas de este o del otro lado del charco....
Te quiero mucho!!!!!!!!!!!!

Dante Bertini dijo...

Gise, muñeca:
qué deseo tan bonito...
quiero ángeles en esta vida, ya que los otros están asegurados.
Besotes a pares
Toda la felicidad para vos, te la mereces.

pepa mas gisbert dijo...

Pareciera que los angeles, siempre tan avanzados, tuvieran uno de esos minijobs que se nos avecinan, y solo trabajan en la campaña de navidad.

39escalones dijo...

Querido Dante, feliz 2012 con overbooking de ángeles, a ser posible, aunque en verdad se parezcan más a Peter Falk que a los ángeles de Wenders... De todos modos, lo angelical también está en crisis, me temo.
Abrazos

inespoe@gmail.com dijo...

Me gustó mucho "El cielo sobre Berlín" y ahora que vivo en Alemania, pienso con frecuencia obsesiva en adjetivos para ese cielo que tú tan bien acabas de describir.

Excelente reflexión.

Dante Bertini dijo...

Alma:
tiempo de mudanzas de todo tipo, aunque por ahora no de piel, dura y resquebrajada por tanta intemperie sentimental...
Se me pasaron estos comentarios y recién ahora los veo!!!
Por lo visto mis ángeles se volaron...

Dante Bertini dijo...

Alfredo,
tal vez nunca existieron esos ángeles puros con calco en las iglesias y si estos otros de hoy, más cercanos a nuestra pecaminosa carne...
39 abrazos

Dante Bertini dijo...

Tarántula,
mutante o mudadora?
creo que digo opaco, plúmbeo y gris, pero como sólo lo conozco por el cine quizás me equivoque...

Que los ángeles te protejan en tu nueva casa.