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Mi palmarés particular incluiría en más de un rubro a la premiada El hombre de al lado, al niño Conrado Valenzuela, protagonista de Andrés no quiere dormir la siesta, a Cecilia Rossetto por su papel de madama depravada en la atrapante, angustiosa, muy lograda, La mosca en la ceniza, segundo largometraje de Gabriela David, al corto Uyuni, refinada publicidad de una camioneta todoterreno que deviene tragedia sangrienta.
"Aquí se habla mucho" podría ser otro slogan publicitario de la Muestra de Lleida. Se habla por los pasillos, en la recepción y en el bar del hotel, a la entrada y salida de las proyecciones, sean estas competitivas, especiales o retrospectivas, en el pub africano cercano al hotel donde suelen gastar sus noches los más noctámbulos y, sobre todo, se habla muchísimo mientras se desayuna, almuerza o cena, aunque, gente educada esta del cine, nunca, jamás, lo hace con la boca llena.
Hasta ahora no me he subido a una balanza para saber cuántos kilos estoy pesando, sin embargo podría segurar que vuelvo de Lleida con alguno más encima. La mirada, que yo sepa, no ayuda a consumir calorías, y allí, durante la Muestra, nos llevan de un cine a otro y, como breve intervalo de descanso entre una y otra película, del comedor del hotel a un restaurante y de un bar a una cafetería.

Para colmar mis kilos y nada más volver, una amiga fotógrafa me invita a un té con simpatía, charla y diversas exquisiteces (la foto muestra los scones y el brownie esperando para pasar à table) en su no menos exquisita casa-estudio del barrio de Gracia. A punto de convertirse en joven abuela, ha decidido dedicar parte de sus días a dos cosas a las que su trabajo profesional había quitado casi todo el tiempo: recibir gente amigable y cocinar para ellos.
La mesa, loza blanca dispuesta sobre una tela africana de color crudo con dibujos en negro, estaba colocada junto a una de las amplias terrazas de la casa: luz de atardecer sin volcánica nube negra a la vista y la cercanía de un buen montón de plantas que comienzan a sentirse primaverales, despuntando verdes brillantes y floraciones varias.
Para acompañar una y otra taza de té darjeeling (Tealosophy) con nubes de leche fría, comimos sándwiches de pan inglés de molde, scones con confituras caseras de naranja y boniato, diversas tartas saladas de verduras. De postre, un brownie de chocolate bañado en nata fresca y varias horas de animado diálogo. Un auténtico festín de cine. Tanto placer refinado no es nada discriminatorio: todo aquel que lo pague puede disfrutarlo cuantas veces quiera. Sólo hace falta llamar con antelación al 639161197 y preguntar por Cristina.
Como compañero de viaje elegí el primer tomo de Obras, la reciente reedición por Anagrama de toda la narrativa del escritor y dibujante Copi (Raúl Damonte, Buenos Aires, 1939-1987).


ilustran dos retratos de Copi, el último dibujado por el Tomi