martes, diciembre 04, 2007

Antepasados


(para fanmakimaki y zbelnu, que no creen demasiado en las bondades familiares)

Anoche la abuela no me dejó dormir. Estoy seguro de que fue ella, la vieja entrometida. Colándose en mis sueños, enfriando el aire alrededor de mi cama, golpeando puertas y ventanas, haciendo aparecer una vez más en mis pesadillas personajes e historias que estaban bien muertas y enterradas. Nunca entendió que no la quisiera, como si ese sentimiento, el de quererla, fuera algo innato, hasta podríamos decir genético, en todos sus parientes, en todos sus hijos y sus nietos. Pues por lo visto yo no heredé esos genes. Me negué rotundamente a sentir como ella pretendía, no hice el menor trabajo por despertar en mí con voluntad y esfuerzo lo que nunca había nacido de forma espontánea. No, no me gustaba nada doña Concepción. Mi madre, preocupada por esa antipatía que yo hacía evidente en cada contestación que le daba, en cada mirada que le dirigía, solía decirme a manera de suave reprimenda: "No me gusta que la trates así..." Y un segundo después, como si hubiera necesitado tomar aire para recordarme una vez más ese desgraciado parentesco que yo nunca olvidaba, añadía con un hilo de voz casi inaudible: "Es tu abuela". Lo repetía por costumbre, sin demasiada convicción, como si ni ella misma creyera que semejante eventualidad tuviera algo que ver con el cariño. Todo el mundo la llamaba "Conce", y a pesar de ese sobrenombre que pretendía empequeñecerla, para mí ella seguía ocupando demasiado espacio. Era cuadrada y gorda, muy gorda y lenta. Aunque ya se sabe: la memoria desbarata cualquier realidad y los niños pequeños siempre ven a los adultos como seres inmensos. Cumplía años el 8 de diciembre. Supongo que de allí salía su nombre. Sin embargo las anécdotas que la tenían como protagonista exhibían muchísima crueldad, perversas dosis de sadismo. Se decía que ataba a sus hijos a un árbol como castigo a sus travesuras o desobediencias, amenazándolos con dejarlos allí hasta que se los comieran las hormigas, que eran tan negras, abundantes y hambrientas como para producir un terror similar al de los pájaros de Hitchcock. De mi abuelo Maximino, su marido, nunca supe demasiado. En la familia se decía que había sido "un hombre de poca estatura, pero con un gran carácter". Sin embargo, después de la muerte de aquel hombre ya viejo, jamás oí decir a Doña Conce "si estuviera mi marido" o alguna otra frase que hiciera notable su ausencia. Mi pobre abuelo. Yo lo recuerdo siempre de espaldas o de semi perfil, con la mirada evadiéndose del lugar donde se hallaba, como si su interés pasara por otro sitio distinto a aquel donde se veía obligado a estar. Tal vez fuera pura y simple deformación profesional, la de alquien que constantemente está viendo llegar y alejarse trenes a los que nunca podrá subir. Es que el abuelo habia sido empleado del ferrocarril; jefe de estación según me dijeron. Yo veía aquella ocupación como algo anacrónico, de otra época, y las imágenes enmarcadas en metal que decoraban las superficies enceradas de distintos muebles de la que había sido su casa, confirmaban esa idea. Don Maximino aparecía en ellas agrio y ensimismado, consciente de que su concentración era necesaria para que el resultado final de la imagen fuera medianamente satisfactorio. Así como hoy casi nadie se preocupa por quedarse quieto frente a la cámara en el momento de ser retratado, en aquella época la orden de "no se mueva" del fotógrafo se parecía bastante a la de los policías: ambas anunciaban la inminencia del disparo. Es notorio que a don Maximino no le costaba demasiado acatar aquella orden. De mi abuelo materno no se conservaron anécdotas. Tampoco alguna frase dicha con más enfásis u oída por alguien cualquiera con mayor atención. Enjuto, serio, esmirriado, falto de humor, contenido, malhumorado, tiránico, calvo, son los únicos adjetivos que despierta en mí la memoria de don Maximino Dizandez, a quién siempre se le supuso ascendencia española. Yo siempre me permití dudarlo porque Maximino es el nombre de un emperador romano y Dizandez no aparece como un apellido oriundo de tierras españolas. Es probable que alguien sordo o semi analfabeto haya sido el encargado de anotar la entrada de los parientes inmigrantes de mi abuelo a la Argentina, cambiando un Di Santis italiano por una españolización sonora sin raíces genealógicas. Si fuera así, este pequeño personaje sin anécdotas podría llegar a ser el fundador de una particular dinastía de hombres sin historia.
photo : retrato de Charles y Ray Eames
BSO : último movimiento del concierto nº 3 para piano de Rachmaninov

29 comentarios:

Lena yau dijo...

El retrato que haces de tu abuela me da miedo.
La mía robaba mis libros.
(El libro que tenía que leer para un examen. Si la pillaba me hacía comprar otro en lugar de devolverlo.)
Era famosa en mi universidad, entre mis compañeros y profesores.
Yo la odiaba.
Ahora no tanto.
Bueno´, sí, un poco.
La hago responsable de algunas pesadillas.

Me encantó este post.
También tu abuelo de perfil.

(y me encanta el mar y las horas de vuelo que me separan,)

besos

Lilian dijo...

He disfrutado muchisimo de tu post. Bueno y con las anecdotas acerca de tu abuela es entendible tu distanciamiento; el instinto de los ninhos es inequivocable. Yo solo conoci a una abuela pero fue la mejor del mundo [para mi].
Un abrazo

Unknown dijo...

Algunas abuelas........... de hace muchos años, eran crueles. Cuando el castigo físico era lo normal.

Unknown dijo...

La había leido, graicas por la dedicatoría. ;)

Belnu dijo...

Qué malvada abuela, ella sí que fue, como decía una crítica hace poco de algunas mujeres en las familias, "vectores de culpa y crueldad"! Lo del árbol y las hormigas negras es terrible... Seguro que sus víctimas se consolaban imaginando como en los cuentos que le ponían chinelas calentadas al fuego, como a Anastasia y Drizella... La foto de los eames es genial, como su (mi) silla, que siempre les agradezco (lo único que heredé de mi padre).
Y el abuelo! Qué buenos retratos familiares hacés, Cachoescritor

Dante Bertini dijo...

mo, gracias. la mía también odiaba los libros, casi tanto como a sus hijos.

lilian: por suerte mis padres eran muy amorosos. mi única abuela conocida, esta, era muy...si lo digo no me dejará dormir.

39escalones dijo...

Bueno, a veces es así, como el dicho: "un amigo es un pariente voluntario, un pariente es un amigo forzoso". Y a veces, más forzoso que nunca.
Un abrazo.

elita dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
elita dijo...

Me ha hecho gracia imaginarte ante tal personaje, tú bien pequeño atrapado en la sombra de tu abuela.

La mía por suerte mide (sigue viva) 1,50 m.

Besos.

Dante Bertini dijo...

zbelnu, mi hermano no sólo imaginó: le puso una cuchara caliente al cuello.
qué suerte de regalo! una auténtica herencia. y gracias por el elogio.

39 escalones, fanmakimaki, un saludo afectuoso.

elita: tal vez la altura no difería demasiado. lo impresionante para mí, tan pequeño, era la anchura.

Waiting for Godot dijo...

Yo tuve una abuela materna que fue una Santa, la paterna que aun vive, la llamamos Doña Barbara, de pequeña le tenía miedo y la vi hacer muchas cosas que en mi visión de niña me hacían pensar que eran maldades. Besotes.

Isa Segura B. dijo...

Es curioso, como cuando somos niños, no sentimos eso de la 'llamada de la sangre', lo que a ti te sucedía con tu abuela, me ocurría a mí de niña con mi bisabuela, con el detalle de que la mía era delagada y parecía una momia.
Saludos y gracias por el retrato de familia.

Antonio Tello dijo...

Mis abuelas fueron muy especiales. La paterna se metió en la cama a los sesenta años sin que sufriera enfermedad alguna y en ella hizo su vida hasta que murió con casi noventa. La materna fumaba Fontanares 12 o cigarrillos de chala y me contaba historias de indios. No recuerdo si su padre o su abuelo había sido cautivo en una toldería.

el objeto a dijo...

muy poética y acertadísima elección de la foto! se nota que estás en un momento de inspiración, Cachocuore, por como has sabido relatar (de relacionar)esa historia de abuela invasora torturadora con la de esos hombres sin historia, y la mirada de un niño que no se tragaba las razones a medias, los sentimientos impuestos,o las biologías determinantes.

Dante Bertini dijo...

Isa, Waiting, Antonio, pequeña a: qué puedo decir cuando no hay preguntas. Gracias. Si no me leyeráis esto no existiría.

Lucía dijo...

¡Vaya carácter el de tú abuela! Yo en cambio guardo un bonito recuerdo de la mía, una mujer tranquila y callada pero muy dulce. Mi abuelo era igual por lo que no es de extrañar que algunos de sus hijos y nietos seamos igual de callados y tranquilos.
Por parte paterna no sabría decirte porque no los conocí pero por lo poco que he oído eran todo lo contrario, ¡puede que hasta se parecieran a los tuyos!
Besos.

Belnu dijo...

Olvidé decir que don Maximino me recordó a Don Quintín el Amargao, uno de mis personajes favoritos (yo me he convertido en él a veces!)

JML dijo...

Vaya, amigo cacho, veo que también tienes tus pérdidas, convocadas no sé si por la nostalgia o por el misterio. Yo también le hago preguntas a los rostros que conozco de perfil y ellos me responden con un pasado apócrifo. ¿Memoria? ¿Literatura?
Lo dejo en el aire

Un abrazo (hermoso texto, por cierto)

el nombre... dijo...

Mirá que yo tuve una abuela jodida de las que más, así que entiendo esto de los parientes que uno no elige, y en un punto hasta vergüenza le dan a uno...

La crueldad de algunas personas no tem fin!!!!


besos, mi querido cacho!

Ava G. dijo...

tu genealogía es asombrosa. parece la de los Buendía.

increíble!

un beso desde la reposera!

vladimir maiakovski dijo...

tu apreciación sobre la "deformación profesional" de tu abuelo es maravillosa (al igual que la foto elegida para este post).

saludos, estimado amigo!

Dante Bertini dijo...

donde dije leyeráis debía decir leyerais. corregido.

y ahora
lucía: tampoco yo conocí a los paternos. se quedaron en italia.
perdedor: las nostalgias acercan fantasmas, sin ninguna duda.
el nombre, vladimir, ava: gracias por pasar y aguantarme. un abrazo.

malditas musas dijo...

mi abuela también se llama Concepción, tiene 95 años y es la mina más fuerte que conocí nunca. Ha pasado la guerra y yo la quiero muchísimo, tiene la cabeza de una persona de 30, parecemos hermanas.
Mi otra abuela tiene setenta y pico y ha sido fundamental en mi infancia. Es una excelente narradora de cuentos (ella no lo sabe). Mi abuelo murió hace 13 años y siempre que me veía llorar me traía caramelos, se quedaba al lado mío hasta que no paraba. No hay vez que lloro que no lo extrañe.
Tuve suerte...

Un abrazo que cure el picor de las hormigas invisibles. Si sos abuelo algún día (biológico o elegido) acordate de tener muchos caramelos en el bolsillo.

besos
musa

nomecentro dijo...

La vida de mi abuela paterna, renunciando siempre al menor protagonismo, la llenaban las de los demás. Construía casi toda su persona en función de su apuesto y tranquilo marido. Desde fuera su relación podía parecer demasiado cerrada y pobre de espíritu. Nunca me atreví a criticar esa forma de ser con la que no me identificaba porque intuía que se complementaban de una forma extraña pero muy especial. Pude comparar su vida con la de mi otra abuela y tengo clarísimo que no se equivocó. El brillo social y el empuje personal con que la otra la eclipsaba no sirvieron para conseguir los aprecios que realmente importan.

inespoe@gmail.com dijo...

Excelente texto, sobre todo la caracterización que haces del personaje de la abuela. Un personaje complejo, con aristas.

Logrado y sobre todo bien estructurado, con el tempo bien sometido y llevado.
En el tono tal vez podría darte una observación, sé que no soy quien, pero ni modo, ahí va: me parece haberlo visto en otra parte, no hablo de plagios, si no tal vez que te ha quedado tan bien que veo el mismo tono narrativo que el de los maestros. Son cosas mías, dime que opinas.

Saludotes.

Y muchos cariños de Venezuela

Dante Bertini dijo...

3 musas: conce por conce, tú ganas.
llevo caramelos en el bolsillo porque suelo desayunar en un lugar donde los ponen en el plato, junto al café. nunca los como, y hace poco descubrí con el hijo de un amigo lo feliz que puedes hacer a un niño con ellos.

nomecentro: la mía era reina y señora, ama y fiera de la casa, pero siempre desde una apariencia de domesticidad, falsa por supuesto.

tarántula: extraña crítica elogiosa.
qué puedo decir?
qué me dices tú, en realidad?
que me parezco a muchos otros "maestros"?
quiénes son ellos en realidad?
escribo como me sale y es mi manera, my way.
pulo un poco, tratando de que lo que quiero contar se lea sin tropiezos, alegre y ligeramente...
y nunca me preocupo por parecidos o influencias.
sé que no plagio ni me "inspiro" en otros y con eso me basta.
además, tipo raro, lo hago gratis, por purito placer!
un beso

inespoe@gmail.com dijo...

Hola cacho, sí, lo que realmente quería decirte es que el texto tiene lograda la tan asiada armonía que se encuentra en el arte.
Es algo que se lee tan sólo en los textos de los maestros (José Rafael Pocaterra, escritor venezolano que me encanta, no sólo él; puede estar Hemingway, García M., Roberto Arlt and "x") es arte.

Sencillamente eso, es algo insustancial, incorpóreo. Y te digo, ya metiéndome en camisas de once varas: en el mundo del arte y la literatura no son todos los que están ni están todos los que son, es decir, se produce y se produce, se promocionan unos cuantos, pero hay muchos que escriben sin lucro y que producen verdadero arte.

Hay mucha prodigalidad, pero en esencia poco talento expuesto al marqueting.

Qué me dices?

Dante Bertini dijo...

Tarántula: nuevamente, ¿qué puedo decir? ¿Gracias? Un beso, y ojalá lo que dices fuera una verdad verdadera.

La Gata Insomne dijo...

qué maravilla, esa abuela parece bruja, las mujeres coomo las que describes sueen ser viudas temprano, se dice que "matan" a sus maridos con esa personalidad.
Pobre Maximino tiene un nombre que parece una tendencia al alza para luego desplomarse en el mino.

mis abuelos todos OK o mitos (mi abuelo paterno fue "paseado" en la guerra Civil cuando mi padre era un niño)
besos