jueves, marzo 13, 2008

"Todo verdor perecerá..."

Todo el día de hoy se dió vuelta como un guante
-no sé muy bien por qué se dice esto,
si bien lo encuentro mundano y elegante-
cuando en una página del periódico
leí una noticia de verdad escalofriante.
Juro de rodillas que la frase anterior no pretendía rima alguna, pero salió así tal cual, de corrido, y no pude hacer ojos ciegos a semejante cosa. (Se suele usar aquello de "hice oídos sordos" con absoluta naturalidad, todos entendemos a qué se están refiriendo cuando lo oímos, pero me parece que trasladado a los ojos no causa el mismo efecto. Es más: resulta espantoso.)
Quizás se hace necesario una explicación más extendida de la ripiosa entradilla. Tenía cita con el dentista, y aunque no temo a los odontólogos como suelo temer a las alturas, ni los encuentros con sus utensilios de labor me producen esos sudores fríos que me producían los debates televisados de la última campaña electoral, transformados en auténticos ataques de pánico por los comentarios de los periodista especializados en manipulación de masas, todos ellos empeñados en hacerme ver lo inexistente, encuentro bastante más agradable coquetear con los camareros del Habaluc o quedarme en casa haciendo jardinería de maceta, que visitar los ascéticos y musicalizados consultorios de mi actual dentista, el afable doctor Moret.
Ya lo decía mi tío Alfredo: "Un día signado por el torno es un día mal torneado". Para colmar la copa de los males, Nancicomansi, aún triste por la pérdida de su amado Ulises, se despide del blog no se sabe por cuanto tiempo. Tal vez debería pulsar en el link de 4 gatos y buscarse una nueva amistad felina. La extrañaremos. Mientras tanto, y como siempre, la vida baraja oros, bastos, copas y corazones de manera azarosa, arbitraria. Con la enternecedora intención de hacerme -hacernos, ya que mis malos humores salpican de forma inevitable a los que viven conmigo- todo este trance dental más llevadero, mi amiga Pilar Sigourney se presentó en casa esta misma mañana munida de un inesperado regalo: una mona de pascua representando una oronda gallina ponedora (de chocolate) rodeada de los correspondientes huevos (también de chocolate) y de varios pollitos amarillos (todos ellos de peluche). Una verdadera monada para alegrarnos un miércoles más bien de mierda, en el que también me había enterado que una banda de desalmados talaron una encina varias veces centenaria en la cercana Collserola. Gracias a la dulce visita de Sigourney fui al consultorio del dentista algo más ilusionado y, como era de esperar, en la sala de espera encontréme con la habitual mesa rebosante de revistas del corazón. No suelo tener dudas: siempre me inclino por la madre del cordero. Ya con el Hola en mis manos volví a mi asiento y por la amplia ventana que da sobre avenida Diagonal pude contemplar cómo el escacharrado Messi me sonreía desde un cartel que cubre casi la mitad de la fachada de un gran edificio de apartamentos de la citada arteria.
Desde aquella privilegiada posición, tan agigantado como una Anita Eckberg felliniana, el futbolista argentino me aconsejaba viajar no importa dónde en la clase preferente de una línea aérea que ahora no recuerdo. ¡Como si él y yo ganáramos lo mismo y fuéramos igual de famosos! Suerte la suya, además, que atraviesa fronteras sin dar explicaciones ni verse obligado a mostrar salvoconductos de todo tipo. Para no pensar demasiado me sumergí en la revista más leída en España: una tercera parte de ella estaba dedicada a una pareja de treintañeros con su hijo recién nacido. Lucían a su niño con el mismo orgullo conque un coleccionista de pintura podría mostrarnos su recién adquirido Modigliani. Algunas páginas más adelante, Máxima de Holanda caminaba, erguida cual walkiria wagneriana a punto de soltar un aria, hacia su futuro reinado, llevando al futuro rey de la mano y un ajustado traje en reluciente amarillo oro sobre el resto del cuerpo. He visto cosas peores. La misma revista me deparaba algunas sorpresas más, como el traje largo rojo de la Presidenta de la Academia del Cine Español en la Gran Noche de los Goya. Nada más verla, recordé aquello tan goyesco: "El sueño de la razón engendra monstruos". De semi perfil, tocado con un sombrero cordobés y vestido con su traje de luces, los colores y el papel cuché no lograban dar brillo a una imagen especialmente sombría del torero viudo que no acaba de retirarse de los ruedos, como tampoco enlucían el nuevo "desacierto look" del apuesto Brad Pitt: traje príncipe de gales y barba recortada. ¿Acaso le has prestado tu asesor de imagen, ma jolie Angelina? Ya al borde del oprobio, abandoné la revista y abrí un periódico. Un titular anunciaba que en algo más de 7.500 millones de años el insaciable sol se tragará a la tierra. "¡Qué importa nada!", me dije entre suspiros, "¡todo verdor perecerá!".
Posdata: en algo menos de un día, la gallinita marrón ha perdido tres de sus también marrones huevos.
ilustra : gatito convalesciente from Miho Sadako / zoo aviar from Sigourney Brea/ producción, montaje y fotografía de Cacho de pan

22 comentarios:

malditas musas dijo...

Un día común y corriente en tu vida es una aventura.

:)

Qué atrayentes son esas revistas siniestras en los consultorios... Creo que de poner allí la National Geographic nadie resistiría el torno... jajaja

Pero en el fondo los lectores somos puros cotillas//chusmas... Lo único que queremos saber es si la vida de los otros les funciona bien porque hemos perdido el manual de instrucciones de la nuestra.

besotes alegres
musa

Teresa Casanovas - letraperpleja dijo...

Me alegro de que no se cumpliera del todo la sentencia del estupendo tío Alfredo: "Un día signado por el torno es un día mal torneado".
Suerte de la fauna casera de todo tipo.

39escalones dijo...

Me quedo con la frase de tu tío Alfredo (tocayo mío, por cierto). Sabiduría popular al poder...
Un abrazo

Anónimo dijo...

Karo, me das autorización para escribirle a tres musas unas líneas.
Debes de ser muy joven y no vas "de médicos". A mí me a tocado ir bastante estos tres últimos meses y sorpresa sí hay National Geographic, eso sí están muy nuevecitas, supongo que las incluyen para darle un toque ¿intelectual??? He de confesar que me lanzo a las atrayentes y siniestras, Tienes mucha razón en tu último párrafo. Sigourney

Waiting for Godot dijo...

Es por eso mismo que no espero que me regalen gallinas con huevos de chocolate porque habrían desaparecido más rápido en mis manos... ;)

Besitos.

P.S.: Tus escritos como siempre excelentes.

Lucía dijo...

Ir al dentista es toda una aventura.
Cuando voy el homenaje me lo hago yo misma, suelo comprar un libro cuando salgo para mitigar la anestesia.
Besos.

Dante Bertini dijo...

3 musas, 3A, 3(9)escalones...
tres veces tres, me gusta. abrazos

Dante Bertini dijo...

Sigourney: este espacio es suyo y puede usted conversar con quien quiera...

waiting: sonrojadas gracias

lucía: imagino una extraña confabulación de libreros y dentistas

Teresa Casanovas - letraperpleja dijo...

Por favor Cacho, otro día poneme la "a" minúscula que por deformación ex-prof. el verla en mayúsculas me da un poco de yuyu. Ay el nombre!

Tus páginas llenas de sorpresas...
Abrazos,

Gise =) dijo...

Cacho siempre es sorprendente leerte, hasta la visita al odontologo es tema para un post, claro que narrado como lo haces vos parece parte de una novela de la vida cotidiana, me encanta leerte!!!!! Que apreoveche la gallinita y del Hola estoy segura que la ponen en los consultorios porque, como creo que atontan un poco esa ya es parte de la anestecia,jajajaja!!!!!
Besotes y hablando de todo como te dejaron la boca???

Dante Bertini dijo...

perdón 3a, no había caído en la cuenta...besotes

gise: mi boca bien, gracias...lo bueno vendrá en dos semanas... ya veremos si mi sonrisa será colgate o para colgarse.

阪戸みほ Miho Sakato dijo...

hola Bertini

did you anesthetize at the dentist?

do you like MessiI? (i Love him!!!!)

can you see my blog??

from sadako..

La Gata Insomne dijo...

se nota que estabas de mal humor!!!
no pasas ni una!!!
pero me he reído imaginando las páginas lustrosas del Hola entre tus manos

besos

Noemí Pastor dijo...

Adoro (h)ojear revistas en las salas de espera y peluquerías. Creo que voy sólo para eso.

el objeto a dijo...

un acierto literario y gráfico tu condensación de imágenes pre-vacacionales: estado anímico de gatito convalesciente, amenazado por la avalancha de chocolate de la gallina ponedora en medio de la banalidad ehpañola, de la que nos será difícil escapar... pero como bien dices, qué importa nada! NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS NI CUERPO QUE LO RESISTA!

el objeto a dijo...

Por cierto, aprovecho la ocasión, para confesar en público que a mi me gusta ir al dentista, y que me toquen, me achuchen un poco, me acabo relajando en esa posición imposible, respiro con el vientre, me entrego, me dijo ir... en París mis dentistas eran una jóvenes guapas con consulta en rue de la Boétie, tenían dos gatos enormes que venían a hacer carantoñas a la sala de espera, el piso era antiguo y muy espacioso, sonaba la radio, y ellas cantaban mientras trabajaban. Aquí en Barcelona mi dentista es una argentina inteligente, una de las mejores conversadoras, divertida, despierta, siempre salgo nueva de su consulta...
¿soy rarita porque me guste ir al dentista?

Belnu dijo...

Me encanta ese tío Alfredo. Interesantes y excéntricos familiares! Y la frase del título, y la imagen!!!

Belnu dijo...

Y los comentarios de La petite a, con su entusiasmo positivo, todos necesitamos ese espíritu generoso...

Anónimo dijo...

Me ha interesado y gustado esta lectura de la contemporaneidad que haces.
impromptu.

Gise =) dijo...

Por cierto si tu boca está bien ten cuidado con la gallinita, no sea que por comertela empeoren tus dientes, jejejejeje
La verdad "envidio" la alegria de el objeto a para ir al dentista, a mi en cambio el único por el que me dejo tocar la boca es por Ale mi amigo, pero claro está en San Luis y no lo visito muy seguido...Por cierto tu me has dicho que es muy guapo y creo que eso el lo usa para entretener a las pacientes!!!!
Besikis!!!!

Antígona dijo...

Para mí el hecho de que esas revistas caigan en mis manos en el tiempo de espera del dentista -al que le tengo pánico, siempre consigue hacerme daño, ¡debo de haber sido muy mala en otra vida!- o en casa de mi madre las ha convertido en algo más siniestro todavía de lo que son.

Ahora, comparable a los sudores fríos que a mí también me producían los debates televisados, nada.

Por cierto, yo más que con la gallina de chocolate y sus huevos me quedaría con ese gatito tan encantador que aparece en la foto. ¡Pero prometo no comérmelo! ;)

¡Un beso!

Anónimo dijo...

ME encantó el gatito convalesciente...y si lo ponés a así, en perspectiva, creo que tampoco me desagrada tanto ir al odontólogo...hay cosas peores como bien lo comentaste...