domingo, marzo 30, 2008

el Mapa de los Deseos

Había leído sobre aquel Mapa de los Deseos en el grueso volumen de la escritora neoyorquina Mary Louise Health, archiconocida autora de "Curarse con su propia mano", líder durante meses y meses en las listas de éxitos -best-sellers, según los amantes de los anglicismos- de las librerías de medio mundo, con cerca de setenta y cinco ediciones y más de quince millones de ejemplares vendidos. Entre los diversos secretos curativos de aquella deliciosa pelirroja de mediana edad -¿mediana? ¿se suponía que iba a vivir cuarenta, sesenta o noventa años? ¿esa medianía eran los treinta o los cuarenta y cinco?-, pues bien, entre todos los consejos y recetas de aquel libro que había leído a los trompicones, entre mudanzas, cambios de pareja, diversos conflictos familiares y varios duelos inesperados que habían ensombrecido de forma definitiva su ya vapuleado corazón, sólo recordaba aquella cartografía mágica, capaz de otorgar todo lo necesario para ser inmensamente feliz. Se trataba de realizar un collage con fotos de todo lo deseado, fueran objetos, experiencias o personas. No era tan irracional como para creer que aquella receta de artesanía doméstica solucionaría su vida, pero pasaba por una época de tristeza tal que cualquier cosa que pudiera alejar su mente aunque más no fuera por un momento de depresivas elucubraciones, era bienvenida. Deseaba ser feliz, sin ninguna duda, ¿pero sabía cómo construir aquello? Siempre había considerado que sus intereses eran más literarios que visuales. Creía poder entender las palabras mucho mejor que las imágenes; quizás de allí salía su poca afección al cine y el teatro. Todas sus relaciones habían sido y eran cinéfilas, sin embargo, cada vez que se le había planteado la disyuntiva, prefería quedarse en casa con un buen libro a hundirse en la oscuridad de una sala abarrotada de gente con el cogote tieso y la mirada fija en una pantalla de imágenes en movimiento.
"Para empezar, cómprese una cartulina del color que más le guste". Negro, pensó inmediatamente, pero Mary Louise descartaba de lleno aquella posibilidad: "Aunque su ropa sea habitualmente muy oscura o negra, le aconsejo que descarte por esta vez los colores sombríos y se incline por aquellos que estén asociados con la naturaleza, como pueden ser el verde, el azul, los naranjas y amarillos, el rojo, los lilas y los fucsias". Se imaginó un rectángulo fucsia colgando en la pared enfrentada a su cama -allí debía poner el mapa de los deseos para poder verlo cada día nada más despertarse-, y sintió una especie de descarga eléctrica recorriéndole el cuerpo. Sin pensárselo demasiado optó por un sobrio color arena clara -más natural imposible-, y apenas se sorprendió, sin llegar a cambiar de parecer, cuando la empleada de la papelería lo llamó "té con leche". La mujer demostraba tal certeza profesional que hacía imposible, e innecesaria, cualquier discusión al respecto.
Extendió la cartulina sobre la mesa del comedor. La de trabajo estaba llena de facturas, libros a medio leer, invitaciones a eventos ya pasados y fotos, cartas y postales que, alguna vez, se repetía cada cinco minutos, debería ordenar. Sosteniendo aquellas pilas inestables de papeles diversos, aparecían cacharros con lápices, lapiceras, bolígrafos, abrecartas y tijeras de distinto tipo y tamaño, todos utensilios convertidos en inútiles desde la llegada del todopoderoso ordenador. ¿Qué deseaba en realidad? ¿Qué cosas podían producirle un poco de felicidad? Descartado desde el vamos "el vocablo amor con toda su porquería", había empezado recortando la foto de un Jaguar clásico de los años sesenta y la de esa casa rodeada de árboles en algún rincón de Costa Rica, ideada especialmente para el poseedor de una biblioteca con miles de volúmenes. Le gustaban los animales, pero nunca había tenido decisión ni tiempo para adoptar alguno. Hojeando revistas -ni siquiera se le había pasado por la cabeza destrozar sus queridísimos libros -encontró fotos de un golden retriever de cara sonriente, del perro que anunciaba una popular lotería, de dos galgos y una gata snow shoe rodeada de sus cachorros. Un suplemento dominical bastante envejecido le regaló la imagen a toda página de un fondo marino con peces tropicales y también la de un espléndido tucán posado sobre una gruesa caña de bambú. Abrió el cajón superior de un mueble con ruedas que tenía en su estudio con el convencimiento de que encontraría dentro la barra de cola transparente guardada allí hacía al menos...¿tres años? ¿Habían pasado ya tres años desde la última vez que usó aquel pegamento? La barra de pegamento estaba totalmente seca, era más que evidente, sin embargo necesitó cerciorarse restregándola varias veces sobre una hoja de diario donde un titular catastrófico anunciaba el fin de unas negociaciones de paz en algún lugar del mundo. ¿Qué podía hacer ahora? Eran las ocho y cuarto de la noche de un sábado de invierno en un barrio elegante donde para su desgracia no había comercios chinos o pakistaníes. ¿Tendría que soportar una nueva frustración, esperar hasta algún otro día donde el ocio coincidiera con esas ganas, de verdad poco frecuentes, de tontear con los deseos? El mapa aquel era una estupidez, quién podía dudarlo, pero el hecho de haber intentado montar aquel collage sin finalmente llegar a hacerlo, ¿no le acarrearía un sinfín de desgracias?
"Todo el mundo tiene algún adhesivo en casa", pensó, mientras se dirigía de forma resuelta a la de sus vecinos más cercanos. Ni siquiera sabía con quien o quienes compartía el rellano: había oído ruido de otras mudanzas poco después de su llegada al edificio, pero nunca se había preocupado por enterarse de la identidad de los nuevos inquilinos.
Tocó el timbre y esperó a que abrieran con la espalda rígida y los brazos cruzados sobre el pecho. "Una actitud defensiva", se dijo. No le pareció en absoluto ilógico: el mundo estaba lleno de psicópatas.
La puerta se abrió de pronto, sin ruidos, dejando ver una silueta oscura que se recortaba sobre la claridad luminosa de las paredes, pintadas con un amarillo áspero que imitaba el color de algún cereal maduro. La sonrisa amplia, fresca, clara, sin duda alguna deslumbrante, flotaba juguetona, como suspendida en el aire. "El gato de Cheshire", pensó, dejando caer lentamente los brazos.
-¡Buenas noches!
-Buenas noches!...
Después del saludo algo forzado se produjo un silencio espectante. ¿Podía ser que los planetas hubieran decidido detenerse para observar con atención aquella escena carente de trascendencia? Ajenas a todo, las dos figuras se mantuvieron en su sitio, una a cada lado del vano de la puerta. Finalmente, y después de un suspiro, la boca de la amplia sonrisa en suspenso volvió a hablar:
-Bueno...Sólo se me ocurre darte la bienvenida. ¡No sabes qué alegría me das! Empezaba a pensar que jamás tendríamos la posibilidad de conocernos.

BSO : Lakmé de Delibes. Ilustra : Poster con errata sacado de la web

27 comentarios:

Lilian dijo...

Creo que siempre cuando se tienen objetivos, sea en forma visual en un poster o en forma de ideas guardados muy adentro de nosotros mismos, los eventos en nuestras vidas van cayendo en el lugar correcto con mayor facilidad formando una senda mas clara alrededor, facilita el camino, entre otros... Saludos!

Idea dijo...

Cacho, una delicia, no se me ocurre más que eso, todavía se asoma una sonrisa en mi rostro.
Besos

Belnu dijo...

qué bonito relato, Cacho! El gato snow shue es Federico!!! el rey de wikipedia! Y qué nostalgia me dan esos gurus tan seguros que de verdad pudieran convencerte de que cambiando el color de tu ropa... en fin. Yo siempre añoro al médico chino de Alice, ya sabes. Pero tiene gracia, hablando de la otra Alice, que yo acabo de citar al conejo blanco, tú al gato de Cheshire y V. me ha llamado para preguntarme sobre personajes de ese libro.

el objeto a dijo...

pues me suena haber probado yo algún mapa de esos en mi época bailarina, new-age!! aunque no exactamente con una cartulina...
sí, bonito relato, lleno de brillos... ¿podría ser que si los planetas decidiesen detenerse un poco nos sería más fácil no perder el itinerario marcado sobre nuestro mapa mágico??

increible el oráculo de internet: Luis Bruñuel!

Anónimo dijo...

Me fascinan tus realidades inventadas...me quede en la boca de la amplia sonrisa, imaginando al juquetón gato de Cheshire...hasta me puse a pensar en qué cosas colocaría en mi mapa...

39escalones dijo...

Lo del cartel es imperdonable; cárcel para el autor, por favor.
Un abrazo

Lucía dijo...

Qué historia, Dante, me emociona.
Me apetece comprar la cartulina y hacer uno de esos collages, menos mal que tengo un chino debajo de casa.
Besos.

Dante Bertini dijo...

KAREN, IDEA, LILIAN, VANESSA, ISABEL, 39E, LUCÍA: a comprar cartulinas de colores, pegamento, tijeras! Mary Louise nos asegura un futuro ABSOLUTAMENTE FELIZ!!!
(qué miedo, verdad?)
BESOS A TODOS!

Teresa Casanovas - letraperpleja dijo...

Que buen relato, que bien dibujado.
Cartografía mágica...
Casualmente ayer cayó por casa un holandés especialista en mapas que se hubiera quedado perplejo con la cartografía de Mary Louise, o no, a lo mejor hubiera comenzado a pensar en otro tipo de rutas, parecía algo solo y desamparado.
Que cálida la voz al otro lado del vano de la puerta, como para cruzarla.

Dante Bertini dijo...

3a (con minúscula): ya me gustaría encontrarme con un/a vecino/a así
un beso
(¿nos vemos el miércoles?)

Anónimo dijo...

Tengo mi blog abandonado pero recuerdo a los amigos.

Anónimo dijo...

note dije ¡muy bueno!

odette farrell dijo...

Cacho de Pan,

Ese relato es inventado???

Yo hice un mapa de deseos el año pasado, en una simple cartulina blanca puse la foto del Big Ben, y muchas otras cosas... y pues me voy a vivir a Londres y los premios en Europa se están dando, me falta el perro... recuerdo haber puesto la imagen de un Labrador :)

Voy a comprar ahora una cartulina naranja :))) pues soy muy suertuda, hasta ahora todo lo que deseo se me da :))))

Lirium*Lilia dijo...

Excelente relato... me has hecho recorrer el camino del protagonista, sinceramente, las cavilaciones. Y el final una perlita hermosa.
Nunca hice uno de esos mapas, debería probar por lo que dice Odette no? Mmm... con lo incrédula que soy seguro lograría todo al revés.
Los links como siempre ilustran muy bien. Excelente el que me llevó a Violeta Parra y a lagrimear... Gracias, he pasado un momento especial. Un beso grande.

Dante Bertini dijo...

sí, Odette, es un relato inventado, aunque como todo lo que hago está lleno de detalles cercanos...alguna vez leí sobre un mapa como este, y siempre pensé que no se perdía demasiado haciéndolo, sin embargo, aunque lo boceté en mi cabeza, me pareció que no era necesario probar. Tengo un gato snow shoe, el segundo, Federico. Son maravillosos.

Belnu dijo...

Oye, ahora recién veo lo de Bruñuel, vemos lo que esperamos ver!

odette farrell dijo...

:( Zbelnu, El objeto a,

No entendí lo de Buñuel :(((( lo pueden aclarar?

Dante Bertini dijo...

Odette, si no te importa lo aclaro yo: el póster que puse como ilustración, sacado de la red, tiene una errata. Dice B(R)uñuel, no Buñuel. Abajo del post lo pongo: "póster con errata". Casi nadie cayó en la cuenta. Como dice Zbelnu "vemos lo que queremos, o esperamos, o deseamos ver".

Dante Bertini dijo...

Odette, si no te importa lo aclaro yo: el póster que puse como ilustración, sacado de la red, tiene una errata. Dice B(R)uñuel, no Buñuel. Abajo del post lo pongo: "póster con errata". Casi nadie cayó en la cuenta. Como dice Zbelnu "vemos lo que queremos, o esperamos, o deseamos ver".

odette farrell dijo...

:))) En verdad no me dí cuenta!, A pesar de estar subrayado y todo.
Cuánta razón tiene Zbelnu.

La Gata Insomne dijo...

en el mismo instante en que se me termine la goma de pegar, voy a entrar en depresión y voy a querer hacer el cartel de deseos, porque si compro todo, me temo que nada sucederá

Muy sabroso este relato

Besos

malditas musas dijo...

Está escrito de manera impecable. Nos va llevando de la mano... y se nos ocurren figuritas para pegar, yo que creía que ya no sentía deseo por nada, descubro leyéndote que ahí está, bien escondido para salvaguardarse de algo o alguien.

Y pienso que el vacío, la necesidad del otro (o la falta de pagamento) son la única posibilidad de compartir y alimentar.

un abrazo
musa

Margot dijo...

Genial relato, Cacho de pan!!

De la autoayuda, aun cuando no se tienen ganas de ná o por eso mismo, a la vecina con sonrisa de inicios... todo un collage vital

Beso con hojas recortadas.

Dante Bertini dijo...

margot, 3musas, gata sin sueño:
el mapa o collage de los deseos lo decubrí alguna vez en libros de autoayuda; ahora, pensando en cuánto deseamos y en lo poco que hacemos a veces para lograrlo, en cómo las cosas están más al alcance de la mano de lo que pensamos, de la necesidad de cambiar ciertas negativas maneras de pensar, imaginé esta ¿metáfora?
¿invención? ¿cuento?
me alegra que les guste, y besos

Anónimo dijo...

To be a noble charitable being is to from a amiable of openness to the in the seventh heaven, an gift to group aleatory things beyond your own restrain, that can govern you to be shattered in uncommonly exceptional circumstances as which you were not to blame. That says something uncommonly impressive with the fettle of the principled compulsion: that it is based on a trust in the unpredictable and on a willingness to be exposed; it's based on being more like a shop than like a sparkler, something rather feeble, but whose mere particular attractiveness is inseparable from that fragility.

Anónimo dijo...

It is quite leading to shock a resemble gentlemanly custody of all your gems pieces so that they last in behalf of a lifetime. There are divers approaches and ways to clean diverse types of jewels be it gold, grey, pearls, diamond or semiprecious stone stones. Outlined in this world are the several ways around which you can walk off carefulness of your accessories and keep them shiny and redone always.

Anónimo dijo...

Those who bound to to the recognized faiths claim that the say-so of their reliance rests on uncovering, and that expos‚ is presupposed in the pages of books and accounts of miracles and wonders whose disposition is supernatural. But those of us who take great discarded the credence in the miraculous still are in the coolness of revelations which are the base of faith. We too arrange our revealed religion. We accept looked upon the fa‡ade of men and women that can be to us the symbols of that which is holy. We enjoy heard words of religious shrewdness and reality oral in the vulnerable voice. In of the milieu there set up come to us these sagacity which, when accepted, despair to us revelations, not of abnormal creed, but of a real and fated fidelity in the incorporeal powers that spark and labour in the center of [a themselves's] being.