
En estos tiempos virtuales, sin sobres de papel ni carteros insistentes, nos llega un e-mail-amigo con archivo adjunto y al abrirlo algo explota en nuestros ojos, en nuestros oídos, en nuestra cabeza.
Lo cuento porque hace poco más de diez días mi recobrada amiga Marta B. me mandó uno de estos mails-bomba. El subject decía: para que lo gocéis, pero nunca pude hacerlo porque mi máquina se negaba a abrir el prometedor archivo. El martes pasado, cuando comimos en casa de los 144 Living Art, la misma Marta me preguntó si había recibido aquel regalo. Conté lo que había sucedido y arrastrados por los comentarios más que elogiosos, elogiosísimos, de nuestra amiga común, decidimos entrar a You Tube para ver de qué se trataba. El regalo que nos llenaría de gozo resultó ser un grupo musical, Antony and the Johnsons, que se dice neoyorkino y nuclea a intérpretes de diversos países. Antony canta como Nina Simone en sus mejores épocas: sensible, relajada, desgarradamente. Si a la incomparable Billie Holiday llegó a notársele el dolor en las venas, a Antony, como a la Simone, se le intuyen todos los rasguños y costurones que lleva en el corazón. Y como si esto fuera poco, que decían los vendedores de baratijas en los metros porteños, estos chicos no son nada tontos para elegir compositores y canciones: igual se marcan un Badalamenti con textos de David Lynch que ralentizan un clásico de discoteca como el mil veces versionado Sobreviviré de Gloria Gaynor, himno inmarcesible de todos los gays bailones de nuestra galaxia.
Como las sorpresas nunca llegan solas, al volver a entrar en Youtube para ver sus otros videos, descubrí cómo las letras aparentemente ingenuas de sus canciones han servido de disparador creativo para muchos adolescentes masculinos de distintos países.
Gris es toda teoría y verde el árbol de oro de la vida, decía el gran Goethe, así que mejor pulsan sobre los links internos de este post y sacan sus propias y seguramente muy, más, valiosas conclusiones...
Fotografía de Josef Astor para la cubierta de ST
Posdata: no todo ha de ser adioses. Este blog da una esperanzada bienvenida a la librería Bertrand, recién inaugurada en Barcelona. Es grande, nutrida, luminosa y prometen una cafetería junto al estimulante jardín trasero, con cerezos, hiedras y plantas tropicales. La simpatía, me ha dicho uno de sus directores, es parte esencial de la política de empresa.