lunes, junio 20, 2011

indignados: pocas palabras ¿bastan?


Todas las fotos las sacó mi cámara.
Hombre de paz, son los únicos disparos que hago en mi vida.














(C)Dante Bertini.BCN.2011

jueves, junio 16, 2011

Parejas de hoy y de siempre: MARTHA & MAURICE


Joseph Maurice Ravel (Ciboure, Labort, 7 de marzo de 1875 – París, 28 de diciembre de 1937) fue un compositor francés del siglo XX.
Martha Argerich (Buenos Aires, 5 de junio de 1941) es una pianista argentina de música clásica, considerada una de los mayores exponentes de su generación, que es también la de la posguerra. Especialmente celebrada por sus interpretaciones de Chopin, Liszt, Bach, Schumann, Ravel y Prokofiev, tocó junto a los más importantes directores y solistas de las últimas cinco décadas.


...Tenía un poco más de 12 años, había tocado en el Colón y Perón me había dado una cita en la residencia presidencial. Mamá preguntó si podía acompañarme y le dijeron que sí, por supuesto. Yo no era muy peronista; me acuerdo de que siempre estaba pegando por todos lados papelitos que decían ‘Balbín-Frondizi’. Él nos recibió y me preguntó: ‘¿Y adónde querés ir, ñatita?’. Y yo quería ir a Viena, para estudiar con Friedrich Gulda. A él le gustó que no quisiera ir a Estados Unidos. Lo más cómico fue que mi mamá, para congraciarse, le dijo que a mí me encantaría tocar un concierto en la UES. Y parece que yo debo haber puesto una cara bastante reveladora de que la idea no me gustaba porque Perón le empezó a seguir la corriente a mamá, diciéndole «por supuesto señora, vamos a organizarlo», mientras me guiñaba un ojo y, por debajo de la mesa, me hacía con un dedo que no. El la estaba cargando a mamá y a mí me tranquilizaba. Se dio cuenta de que yo no quería. Fantástico, ¿no? Y le dio un trabajo a mi papá. Lo nombró agregado económico en Viena. Y a mamá le dijo que le parecía que ella también era muy inteligente, emprendedora y capaz y le consiguió otro puesto en la embajada.
(Martha Argerich, en revista Clásica nº 133, Buenos Aires, 1999.)



Argerich contrajo matrimonio en tres oportunidades: la primera con Robert Chen, padre de su hija mayor, Lyda. Desde 1969 a 1973 estuvo casada con el director de orquesta Charles Dutoit, que continúa haciendo grabaciones y conciertos con la pianista, y con quien tuvo a su segunda hija, Annie. Su tercer marido fue el pianista Stephen Kovacevich, padre de su tercera hija, Stephanie.
Actualmente vive en Bruselas.



Al ingresar al Conservatorio de París en 1889, Ravel fue alumno de Charles de Bériot. Ahí conoció al pianista español Ricardo Viñes, que se convirtió en su amigo entrañable e intérprete escogido para sus mejores obras; ambos formarían parte del grupo conocido como Los Apaches, que armaron revuelo en el estreno de Pelléas et Mélisande de Claude Debussy en 1902. Impresionado por las músicas de Extremo Oriente en la Exposición Universal de 1889, entusiasmado por la de los rebeldes Emmanuel Chabrier y Erik Satie, admirador de Mozart, Saint-Saëns y Debussy, influido por las lecturas de Baudelaire, Poe, Condillac, Villiers de L’Isle-Adam y sobre todo de Mallarmé, Ravel manifestó tempranamente un firme carácter y un espíritu musical muy independiente. Sus primeras composiciones lo probaban: eran ya muestras de una personalidad y una maestría tal que a su estilo sólo podría hacerlo evolucionar el tiempo: Ballade de la reine morte d’aimer (Balada de la reina muerta de amor, 1894), Sérénade grotesque (Serenata grotesca, 1894, ), Menuet antique (1895), Habanera para dos pianos (1895), así lo demuestran.



Martha Argerich y Maurice Ravel nunca se conocieron personalmente, sin embargo, ¿alguien sabe de alguna pareja que se lleve mejor?

miércoles, junio 15, 2011

Carta desde Australia, fotos de Chile







Mi querido Gatito, te envío algunas fotos para tu página. Es terrible e increíble pero las cenizas volcánicas han llegado hasta aquí, pasando a través de Africa y el océano Indico.
Desde Sydney no hay vuelos y estamos hasta el hartazgo de lluvias torrenciales, nieve, vientos huracanados y un frío intenso.
En Nueva Zelanda hubo otro terremoto, en el mismo sitio del anterior de Febrero 2011, y 7.300 aftershocks... tremendo querido, tremendo.
Y estamos en guerra... el imperio no cesa y aquí todos los días recibimos los cuerpos de chicos, todos jóvenes y con familias e hijitos... ay ay ay!!!
Besos y espero no haber amargado tu día... solo espero que puedas mostrar en tu página lo que está pasando en el otro "agujero" del mundo.
Besitos para ti y Jorgito con mucho cariño - tu Lulú





Las fotos, según consta en la carta, fueron tomadas por Rodolfo R. Fredes Schürmann, de Osorno, Chile.

domingo, junio 12, 2011

de MADRID, al MATADERO


Tomabámos una gaseosa en un bar cercano al Matadero madrileño.
-Para entrar en estos movimientos artísticos de vanguardia hay que ser estúpido-, dice Monsieur Ch, sentado en una silla de tijera, junto a mí: gafas de sol aleopardadas cubriéndole los ojos y, como en aquella canción del pop español, top en los Hit Parades de hace unos cuantos años, "auténtico veneno (crítico) en la piel". No me atreví a decirle "¿¡Adónde vamos a ir a parar!?" porque estábamos en la Capital del Reino y los dos sabíamos muy bien cuál sería nuestro destino más o menos próximo.
Demostrando que todavía podemos hacer dos cosas al mismo tiempo, mientras sorbíamos nuestras gaseosas hojeábamos en plan pas de deux otoñal unos folletos primaverales de la Moderna Movida Madrileña (también conocida como Las Tres Emes) en los que se destacaban algunos eventos que parecían sacados -o simplemente salidos- del célebre mingitorio de Marcel Duchamp. Para eso mejor detenerse en las nuevas tiendas de los sanitarios Roca, donde también se empeñan, y con mejores resultados, en rodear de arte a nuestras deposiciones.



Madrid, como siempre, estaba preciosa y el Matadero -¡Más, por favor!- es un espacio espléndido, con techos altos y paredes carbonizadas en donde dan ganas de hacer cualquier cosa, aunque sólo sea por puro horror al vacío.
Llegamos a las tres y media de la tarde y, milagros de cierto incomprensible subdesarrollo funcionarial que supone que los espectadores de arte merecen ser castigados por sus extrañas aficiones, un guardia jurado de imponente figura nos dice que no podemos entrar hasta las cuatro. La vanguardia, o los que la cobijan, también quieren dormir la siesta.


Quizás impresione este lugar gigante con enormes plazas interiores y laboratorios de investigación artística y teatros y café-restaurantes y espacios para charlar, meditar, inventar, exponer, mostrarse, que conserva todavía con orgulloso desparpajo gore los azulejos que anunciaban su anterior destino: degüello de ganado lanar, degüello de ganado ovino, degüello de cerdos y, a la puerta de este último, ahora una sala numerada con un notable, rotundo, emparejado dos, toparse con una foto de la cara en primer plano de Rafael Amargo, dispuesto a venderse solo y sin edulcorantes, como si de una tacita de café Nespresso se tratara.
En las salas de exposiciones -muy espaciosas, oscurísimas, vacías- y como parte de PHotoEspaña 2011, se proyectan vídeos de distinta catadura. En uno de ellos nos mostraron cabezas de hombre filmadas de forma cenital. Sólo eso, que no es demasiado, ya que todas ellas se veían escasamente pobladas de pelo y con apariencia poco juvenil; las típicas crismas inadecuadas para un anuncio de suavizante capilar o de champú, las mismas que sus propietarios suelen tapar, pudorosos, con gorras, sombreros o peluquines. Como única compañía, un sonido gutural producido por la garganta de los modelos calvos fotografiados. Un contenido minimal e inexplicable al mismo tiempo, que sin embargo para mí tuvo mucho interés: pude comprobar que sigo moviéndome con bastante soltura y considerable equilibrio en medio de la oscuridad más cerrada.
La otra exposición, el otro vídeo -48, de Susana de Sousa Dias- cuenta algo muy serio: los actos inquisitoriales, siniestros y tenebrosos, de la dictadura más resistente de Europa: la de Oliveira Salazar, 48 años en la historia reciente de la cercana y ahora nuevamente amenazada Portugal.



Estábamos parando en un hotel de Chamberí, ese barrio residencial arbolado de acacias y plátanos que, caminándolo, me hizo inventar una estrofa que dice:
Estas señoriales casas
con sus señoriales frentes
estas señoriales calles
con sus señoriales gentes...

Suelen sucederme cosas así, no deberían preocuparse.
Antes, cuando mi invención se mantenía controlada, sin desbocarse, solía cantar temas acordes con el lugar donde me encontraba: Valencia, es la tierra de las flores, chipún, chipún...Buenos Aires, mi tierra querida, barabirabinbín....Granada, tierra soñada por mí...tarará, tararí...April in Paris, tururúruruuuu...
Antes, sí; antes todo era distinto.
Ganado por un espíritu ALLENígena, producto post-visionado de su última incursión por la medianoche parisina, me quedé durante varias horas en una esquina de la Castellana para ver si pasaba algún coche antiguo decidido a arrastrarme hasta las calles del pasado, aquellas en las que mis amigos y yo éramos jóvenes que soñaban con cambiar el mundo...o al menos con darle un revolcón que conmoviera sus entrañas, pestilentes de tanto tragar sueños muertos.
Pero no, en ningún momento pasaron a buscarme, a pesar de que en muchos rincones de la ciudad se veían nuestros clones hermanos empeñados en cumplir lo que nosotros, mucho tiempo antes, nos habíamos prometido.
No siempre la realidad imita al arte.

El viaje continuó sin tropiezos, hasta que al doblar una esquina me encontré con Alejandra Pizarnik. Pero esto se los contaré en la próxima. Chau.



Todas las fotos -Liz en primer plano, Show-room Roca, Plaza del Matadero, Plaza del Sol y Banderola- son de mi propiedad...y tengo muchas más, por si a alguien le interesa.

jueves, junio 09, 2011

CONmigo




se llaman el cuarteto de Nos, son uruguayos -yorugas para los amigos- y hablan de cosas complicadas con ritmos y palabras que parecen simples...
hacen una visita relámpago a este blog gracias a la intermediación de Gabriel Es, que nos lo presentó en FACE...todo encaja, como véis...
gracias, muchacho(S)

domingo, junio 05, 2011

Un tal Leonard, de apellido Cohen



No busquen aquí dentro menciones especiales al señor que da título a esta página. Está allí, en el titular, porque fue noticia y su premio me pareció interesante, novedoso, aunque -y lamento ser tan "toca toca"- también algo injusto. Huele a condecoración con intención mediática, ya que a la cobertura propia del premio en si, prestigiado y prestigioso, se une la de un nombre que no necesita ni un solo galardón más para tener la difusión que sin ninguna duda sus canciones, y sus textos, merecen.
Su nombre quedó allí, como título de un post que no se centrará en su persona, porque a veces me pongo recordatorios de algunos hechos que parecen definitivos, que tienen relativa importancia por dos o tres días -algunos no llegan ni a eso- y luego se disipan haciéndonos pensar que tal vez fueron sólo una alucinación de nuestras castigadas vigilias o un sueño mal digerido de nuestras agitadas noches. Como ejemplo de esto que digo: ¿no empieza a olvidarse esa carga de los malos mossos catalanes -comandados a la distancia por un señor con apellido de perfume e ideología de desagradable aroma- contra los hasta el momento insobornables Indignados de la habitualmente fea, desangelada y por una vez útil, cálida y viva, Plaza Cataluña?
Además, debo confesarlo, una vez puesto en la cabecera, el nombre del cantautor premiado quedó allí como una estrategia doméstica, de lo más económica y casi con seguridad poco efectiva, para la captación de navegantes despistados. Un canto de sirena sin escamas, lanzado al mar por un señor maduro, yo, que cuando se lanza a cantar ahuyenta hasta a su gato.

Sigo mirando todo tipo de películas, ergo: mis tormentas interiores siguen casi tan lozanas y vitales como el primer día. Es así como me trago Los chicos están bien, convencido de que Annette Bening y Julianne Moore pueden ser una convincente pareja de lesbianas con hijos adolescentes, y Mark Ruffalo, el guapo maduro de los dientes excesivos, encaja de forma perfecta como anónimo donante de semen. Todo se desarrolla con gracia de buena comedia americana hasta el final, cuando el macho es apartado de la historia por el simple hecho de serlo, ¿o acaso volvemos a los tiempos previos al otro mayo, el del 68, y resulta que una relación sexual extra-matrimonial está condenada necesariamente a los infiernos?
Son tiempos estúpidos, sin ninguna duda. Parece que un grupo de mujeres Indignadas de Plaza Cataluña se ha quejado a viva voz y en público de las actitudes sexistas de algunos de sus compañeros de acampada. El señor del apellido perfumado debe estar más que contento, esperando que las rencillas personales minen definitivamente lo que las porras, las balas de goma, los empujones y arrastramientos con tirón de pelo, expresivo retorcimiento de nariz y amoroso apretón de huevos, no lograron.

Dejo el cine para la noche y durante el día leo poemas de compatriotas -casi todos ellos vivos, algunos ya inevitablemente desaparecidos- para una antología que estoy preparando y que se editará gracias al apoyo del Consulado barcelonés. Más allá de sus valores específicos, todos estos poetas muertos me suenan siempre cercanos, me llegan al corazón, me emocionan.
Será porque compartimos el mismo idioma materno y, en muchos casos, parecidas experiencias migratorias. Zorzales criollos, gorriones sureños, golondrinas inquietas que buscan veranos algo más acogedores lejos de su tierra.
Esta mañana, la última posible del ciclo de Itinerarios por la ciudad, dedicado este año a los escritores sudamericanos que han pasado por Barcelona, me acerqué hasta el encantador jardín del Hotel Palace de la calle Boquería: quería escuchar uno de mis poemas en boca de otro y ese otro resultó ser un muchacho alto, guapo y ruso llamado Andrei. Lo dijo de forma perfecta, con el tono exacto y la triste rabia contenida que intenté transmitir al escribirlo.
Al escucharlo allí, acompañado por otros textos de Lamborghini y Bolaños y una canción de Daniel Viglietti cantada por Pablo Andrés Giménez, bajo la sombra acogedora de palmeras, magnolios y castaños, de pié junto a una treintena de personas espectantes y al grupo de actores-músicos vestidos de riguroso negro, sentí que aquellas palabras ya no me pertenecían, que empezaba a convertirme en un fantasma de estas calles que, flaneur incorregible, incorregible dilapidador de tiempo, tanto he caminado.

¿Por qué ilustro este post con una foto de Jimmy Dean? ¿Otro capricho? No. Sólo que en medio de mi dieta curativa de películas y rompiendo mis costumbres habituales, he visto hoy mismo por la tarde un documental que se llama James Dean, Forever Young y en él aparecen escenas de sus numerosas apariciones televisivas, de sus cástings y publicidades filmadas -¿no era que apenas había trabajado en tres películas?- además de una buena cantidad de fotos que al menos yo, antiguo admirador de su extraño carisma juvenil, de su salvaje elegancia natural, auténtico hors d'oeuvre del casual look actual, ni siquiera conocía, como esta de Sandford Roth, con pequeño gato incluido.
Muerto antes de cumplir los 25 años, la prensa carroñera no tuvo posibilidad de retratar su decadencia física, sus arrugas, papadas, calvicies y demás desmoronamientos. Yo ya he perdido esa posibilidad de eterna juventud, pero juro que no se la envidio.      

Para capricho, este: había dicho que no mencionaría otra vez al señor Cohen, pero de pronto encontré este video -refinado, elegante, bien fotografiado- con subtítulos en castellano, y me dije
-La música es muy pegadiza y bailona, me gusta, sin embargo, ¿metáforas como las del violín ardiendo merecen un premio literario de semejante cuantía?
¿No hubiera sido más propio uno a toda su trayectoria?

jueves, junio 02, 2011

¿Vamos al cine?


Cuando las palabras pesan demasiado o se encuentran con su propio eco rebotando contra un muro de silencio, en medio mismo del despreciable desierto de la soledad; cuando el relato de nuestra vida pasa por un capítulo que, aunque previsible para el resto del mundo -o en especial por ello- nos resulta particularmente desgraciado; cuando las alas, frágiles, en un todo virtuales, de nuestras fantasías, se estrellan contra esos mediocres, amargos, remanidos argumentos a los que solemos llamar realidad, mejor aparcar nuestra desvencijada tristeza junto a cualquier árbol de la calle -tal vez algún tonto ambicioso y ciego cargue con ella- y correr a tirarnos en nuestro habitual sofá de las desdichas y los sueños a mirar una película que nos entretenga y vuelva a cargarnos las casi exhaustas pilas de la ilusión.
Les dejo tres posibilidades muy distintas y me despido hasta dentro de unos días.
Andaré cerca, sin embargo, atento a los comentarios que me dejen...si es que quieren hacerlos.





jueves, mayo 26, 2011

Woody Allen: anclado en París.


Woody Allen no tiene más vergüenza. O quizás sería más preciso decir que a esta altura de su vida el brillante intelectual neoyorquino ya ha perdido todos los pudores.
Decenas de años cumplidos, un sinfín de experiencias, una enorme cantidad de películas realizadas y la compañía constante de Mia Farrow con todos sus hijos adoptivos durante una larga temporada de su vida, parecen haberlo inmunizado contra la siempre castradora, estéril, inoperante autocensura creativa. Lo digo porque pocos se atreverían a sacar adelante una idea tan ingenua, tan de primerizo como esta: "el sueño del pibe", que dirían los porteños, la fantasía de un chaval, como podríamos traducirla aquí para los no-porteños que me lean.
Midnight in Paris, su última invención, es, además de esto, un descarado homenaje a la ciudad y la cultura francesas y una leve, ligera elucubración sobre el paso del tiempo y sus avatares. Como si no quisiera dejar duda alguna sobre los porqués de su fascinación con la Ciudad Luz, la película comienza con un repertorio de postales vivas de los lugares más bellos de la capital francesa; algunos nada más, porque a esta vieja dama indigna, oronda depositaria de gran parte de la historia cultural de los últimos siglos, le sobran rincones deliciosos, paisajes impactantes y monumentos espectaculares.
Quizás el carisma de Woody Allen se deba a su cercanía sentimental, a que somos muchos los que pensamos, sentimos, deseamos como él.
En un buen día de ambos, y con más de un esfuerzo lingüístico, podríamos pasearnos juntos por esos paisajes urbanos que él fotografía tan bien; rememorando historias pasadas, asombrándonos de las bellezas presentes, imaginando el impredecible, aunque para nosotros fatalmente acotado, futuro.
¿Hay algo más que tiempo, acaso? ¿Todo lo demás no es sueño, ilusión, delirio fantasioso?
"Es que ustedes son surrealistas y yo soy una persona normal", dice con cara alelada el protagonista de Medianoche en París a las reencarnaciones de Buñuel, Dalí y Man Ray en la escena en que estos intentan ayudarlo con extravagantes consejos sobre el amor y sus desvelos, usando frases absurdas, incomprensibles, extraídas de la siempre esotérica poética Dadá.
Pero, ¿se puede considerar normal a este guionista estadounidense de mediado éxito decidido a devenir literato de culto en la deslumbradora París? Posiblemente sean mucho más normales su rubia futura esposa y los encorsetados padres de esta, empeñados en llevarse la ciudad - o al menos gran parte de sus iconos- en varias bolsas caras de boutiques de lujo.
Mientras transita el presente de una Ciudad Luz conservadora de sus antiguos fastos, acompañado de una cámara piadosa que evita mostrar los dolorosos, quizás necesarios, deterioros de tanta última mediocridad globalizada, el autor de la película se pregunta:
¿Todo tiempo pasado fue mejor?,
dispuesto a encontrar una respuesta válida a sus inquietudes en las andanzas de ese otro autor desconocido que sin ninguna duda lo representa.
Más joven sí, mucho, más alto y quizás también más guapo, ¿pero no se trata de hacer realidad esas fantasías que también son nuestras? Para lograr el encantamiento, Woody Allen nos envuelve además en músicas de Django Reinhardt, Josephine Baker o Cole Porter y, a medida que el filme avanza, nos da, y se da, supongo, variadas respuestas, todas ellas tan válidas como contradictorias.
Es que antes del húmedo final con puente y medianoche, el rubio guionista estadounidense enamorado de la bohemia parisina ha visitado la casa de Gertrude Stein y Alice B. Toklas, ha flirteado con una joven amante de Picasso y ha compartido charlas, charleston y saraos con los eternamente alcoholizados Ernest Hemingway y Scott Fitzgerald.
Fábula con moraleja, parábola con final feliz, Woody Allen parece aceptar para si mismo lo que la Stein aconseja al escritor protagonista de su película -debería iluminar sus textos, aligerarlos: la gente necesita distraerse- y ofrece al público su visión más ligera y conciliadora de la vida, muy alejada de la sordidez pesimista de Match Point o Delitos y faltas, dos obras maestras.


viernes, mayo 20, 2011

Mayo del 2011: Los Indigna(dos)


Extraña cosa: como si el vaso de agua ya colmado estuviera esperando la gota imprescindible para desbordarse, como si el movimiento detenido en un fotograma mudo necesitara el empujón impulsor de una palabra y esa palabra hubiera precisado un emisor autorizado por casi un centenar de años y unas cuantas páginas impresas que llevan su firma, ¡Indignaos!, el libro, tiene durante estos días su versión viva y muy directa por las calles y plazas de algunas de nuestras complacientes, burocráticas, amnésicas y muy turísticas ciudades.
La subversión española, la llaman los de afuera, temerosos de que se les pegue el muy molesto, aunque por ahora pacífico virus de los que aquí llamamos simplemente indignados.
Es mayo nuevamente y han pasado muchos otros mayos desde aquel tan célebre del 68.
Es mayo again y brotan parecidos descontentos, exóticas flores de papel y grito en medio del desierto.
¿Crecerán otra vez los verdes arbustos desde las raíces antiguas que creíamos muertas? ¿Levantarán, al hacerlo, los adoquines, el asfalto, las baldosas y hasta el parqué flotante de falsas maderas amazónicas que cubría el suelo de nuestros aletargados aposentos ciudadanos?
Quizás debajo esperen, escondidos como si de oro en polvo se tratara, la arena que acolchó las playas de nuestras ilusiones perdidas y el tiempo, divino tesoro, de nuestras juventudes marchitas.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Sin embargo, esporádico milagro liberador de ese ensueño repetitivo que suele ser la vida, nuestras luchas de antaño se parecen demasiado a estas.
Descreído intermitente, eterno ilusionado, espero que estos nuevos indignados puedan encontrar la luz en la hendidura, la grieta por la que escapar de ese encierro ciego al que algunos poderosos, impíos y corruptos, quieren condenarnos.











Algunos días después, este blog se enriquece con imágenes magníficas de diversos fotógrafos -Susana Vera, Emilio Morenatti, Paul Hanna, Pedro Armestre (5,6,7,8), David Ramos (1,9), Vincent West- todas ellas aparecidas en medios extranjeros.
Gracias por disparar tan bien.

miércoles, mayo 18, 2011

Cada vez que decimos adiós...


Cole Porter, autor de esta canción -chaqueta abierta, pierna cruzada- de paseo feliz por Venecia en compañía de tres amantes amigos...
















Y para terminar, Cole Porter otra vez, aquí solo, en un dibujo del maestro David Levine.

domingo, mayo 15, 2011

Paul Éluard, temblores y festejos


Hay otros mundos, pero están en este, escribió alguna vez el poeta francés Paul Éluard.
La frase sirvió para vender un número notable de cosas distintas, desde refinados perfumes franceses a estrafalarios circuitos turísticos, casas de "auténtico ensueño" o automóviles de impresionante lujo.
En estos días, conmovido por los temblores de Murcia, una catástrofe que como muchas otras de los últimos tiempos deja tras de sí amplísima destrucción y numerosos muertos, vuelvo a pensar en esta frase tan manoseada como irrebatible, porque en la calle, a escasos metros de donde escribo, un fondo sonoro de petardos, bocinas, gritos y estribillos cantados acompaña las celebraciones barcelonesas por la consecución de otra Liga Nacional de Fútbol.
Alegría y tristeza, placer y dolor, nacimiento y muerte. El reino de la dualidad no admite las tonalidades medias, parece olvidarse de ellas.
¿De esto se trata? ¿Esto era todo?



Conocí esta canción en la versión de Ornella Vanoni, cuando tuve la suerte -gracias, Carlos S.- de ver a la bella y sugestiva cantante italiana en su única actuación en el Club 676 de Buenos Aires, en alguna fecha más que pretérita del siglo pasado.
Durante años no pude reencontrarme con ella, a pesar de que preguntaba a cuanto italiano se cruzaba en mi camino si por casualidad la conocía, si podía darme datos más concretos sobre este particular himno al más virulento descreimiento. Yo en realidad no recordaba ni el nombre -no podría asegurar si alguna vez lo supe- pero cada cierto tiempo, frente a algún hecho particularmente emotivo volvía a recordar la anécdota que se contaba en ella y la emoción, entre angustiosa y satisfactoria, que había sentido al escucharla por primera y única vez.
A medida que pasaba el tiempo y no encontraba a nadie que conociera la evanescente canción, llegué a dudar de su existencia; tal vez fuera una invención de mi memoria abarrotada o algún desliz onírico-musical de mi silencioso, al mismo tiempo que infatigable, inconsciente.
Gracias a Google -sí, gracias otra vez, ya que es de bien nacido ser bien agradecido-, en estos días he podido reencontrar, ¡al fin!, la canción desaparecida y saber bastante más sobre ella. Entre otras menos importantes, de cotilleo sentimental, que los autores son Jerry Leiber y Mike Stoller, dos monstruos sagrados de la música popular estadounidense (ambos en plan laderos angélicos de un todavía joven Elvis Presley en la foto que abre este post).


Como cierre de una semana poética que pasó a hurtadillas, sin hacer temblar los muros de esta inconmovible Ciudad Condal, aquí les dejo la canción recuperada en tres sensibles, emocionantes versiones -dos de ellas en su inglés original-, además del texto en italiano, de fácil comprensión. También la posibilidad de que, como yo, entretenidos en buscar raíces y ramificaciones, autores e intérpretes, se mantengan alejados de todo tipo de tem(bl)ores.







Mi ricordo quand'ero una bambina
la nostra casa s'incendiò
Non ho mai dimenticato l'espressione
sul volto di mio padre
quando mi prese in braccio
e corse attraverso la casa che bruciava
e mi posò sul marciapiede
E io stavo lì,
tremando nel mio pigiama
e guardavo il mondo che bruciava
e quando tutto finì
io dissi a me stessa:

E' poi tutto qui? Un incendio?
E' poi tutto così?
E' poi tutto qui?
Perché se è così,
vabbè, lasciamo andare,
non vale la pena
di provare
s'è poi tutto qui

E quando avevo dodici anni
mio padre mi portò al circo
Il più grande spettacolo del mondo!
C'erano clowns, elefanti, orsi ballerini
e una signora bellissima in tutù rosa
che volteggiava sopra le nostre teste
E mentre stavo lì a guardarla
mi sentii come, come se qualcosa non quadrasse
non so bene cosa
E quando tutto finì io dissi a me stessa
E' tutto qui un circo?
E' poi tutto qui?
E' poi tutto qui?
Perché se è così,
vabbè, lasciamo andare,
non vale la pena
di provare
s'è poi tutto qui

E poi e poi m'innamorai
del ragazzo più meraviglioso del mondo
Camminavamo ore e ore lungo il fiume
gli occhi dentro gli occhi,
eravamo proprio cotti.
Ma un giorno lui mi lasciò
e io credetti di morire,
ma non morii.
E quando non morii,
io dissi a me stessa:
E' tutto qui, l'amore?
E' poi tutto qui?
E' poi tutto qui?
Perchè se è così,
vabbè, lasciamo andare.

Ah, io lo so cosa vi state dicendo:
Se è così che sente,
perché non la fa finita
per sempre?
Oh, no! Non io.
Non sono ancora pronta
per quest'altra delusione
Perché io so,
come so d'essere qui davanti a voi,
miei cari,
che quando verrà la mia ora,
io tirerò l'ultimo respiro,
io dirò a me stessa
E' poi tutto qui?
E' poi tutto qui?
Perché se è così,
vabbè, lasciamo andare,
non vale la pena
di provare
s'è poi tutto qui...

viernes, mayo 13, 2011

Jacques Prévert: EL MAL ESTUDIANTE


Yo, Dante Bertini, Quique para mis amigos de infancia y adolescencia, un mal estudiante, perezoso, soñador o distraído, lo mismo da, encontré justificación a mi habitual falta de interés por todo aquello que no fuera artístico al leer este poema, uno más entre los sensibles y encantadores textos de las Paroles de Jacques Prévert.

Dice que no con la cabeza
pero dice que sí con el corazón
dice que sí a lo que le gusta
y dice que no al profesor
está de pie
le hacen preguntas
y le plantean un montón de problemas
de pronto se echa a reír
y lo borra todo:
cifras y palabras
fechas y nombres
frases y trampas

y entre el alboroto de los niños prodigio
con tizas de todos los colores
sobre la pizarra negra de la desgracia
dibuja el rostro de la felicidad.


Lo descubrí en un precioso libro editado por la Compañía Fabril Editora de Argentina en versión bilingüe, con tapa dura y tamaño un poco mayor que el de bolsillo habitual.
En esta Semana Poética de Barcelona, semana de despedidas que siempre pueden transformarse en adioses, lo dejo aquí para ustedes, pensándolos.
La foto, un auténtico retrato de Jacques Prévert, es de Robert Doisneau, que hubiera cumplido cien años el pasado 14 de abril, día de los enamorados.



No sé por qué extrañas razones, Blogspot borró hoy por la mañana esta entrada. La he vuelto a subir, rescatando también algunos de los comentarios hechos en ella por los visitantes amigos. Quizás todo haya quedado algo confuso, lo siento. Y gracias.
También, para los más curiosos, una nota a doble página en el Cultural de La Vanguardia sobre los Tránsitos literarios por Barcelona.

domingo, mayo 08, 2011

bon nadal


Como no todo ha de ser desagrado visual y micciones intempestivas, aparece por la red un anuncio del maestro Giorgio Armani que tiene como protagonista a otro maestro, el casi imbatible mallorquín Rafa Nadal.
Este último, campeón de las pistas de tenis, suele mostrar su peor faceta de rigidez insulsa cuando promociona sin ninguna convicción todo tipo de productos, algo que hace de manera habitual y que supongo le deja -a pesar de sus notables carencias expresivas, cercanas a las más oxigenadas de la Schiffer- espléndidos beneficios bancarios. Sin embargo, demostrando que con la ayuda de buenos profesionales conscientes de su trabajo se puede lograr que alguien sin ninguna duda bien hecho pueda ser, además, un convincente comunicador de emociones, las huestes de Don Giorgio A. convierten al tenista isleño en un tierno y apetitoso manjar para gourmets exquisitos.
Para solaz de vuestros bellos ojos y esparcimiento de vuestros más que sensibles oídos -aunque también como ejemplificador modelo para publicistas mediocres- aquí debajo dejo -gracias, YouTube- el susodicho vídeo.
Pulsen y vean.
Feliz domingo.
(PARA QUE NADIE SE FRUSTRE ESPERANDO VISIONES ANGÉLICAS INEXISTENTES, ANUNCIO QUE ALGUIEN HA DECIDIDO QUE ESTE VÍDEO NO SIGA COLGADO EN LA RED. LO SIENTO. POR MI, POR VOSOTROS Y POR RAFA NADAL)

viernes, mayo 06, 2011

MEANDO sobre BORGES


Un amigo cónsul me comunica la desagradable noticia, y yo, algo incrédulo, introduzco la misma frase que uso para titular este post en el buscador de Google, que con su rapidez habitual, sin dudar ni un instante, me confirma el suceso a través de varios recortes y comentarios periodísticos.
Efectivamente: un ignoto autor chileno de 72 años, de apellido Labarca -yo creo que con esto te has hundido, muchacho-, acaba de publicar un libro de su autoría ilustrando la cubierta con un retrato en el que podemos verlo descargando orina sobre la tumba del autor de El Aleph y tantos otros magníficos libros.
Exhibicionista, iluso, poco ambicioso, este solitario navegante de letrinas eligió mostrar al mismo tiempo su pequeño miembro encogido, en lo que supongo una exhibición de hombría que, a juzgar por lo visto, produce más repulsión que gracia.
"¿Quién se va a ofender? Si se ofenden es porque tienen una visión muy corta, no creo que se ofendan”, dijo en declaraciones publicadas por el diario Perfil, de Buenos Aires. En la misma entrevista confiesa que le copió la idea a Jean Paul Sartre, quien en su momento orinó sobre la tumba del Vizconde de Chauteabriand; “Se me prendió la ampolleta y quise hacer lo mismo pero con un doble sentido. Mi acto tiene dos significados: homenaje al maestro Borges y repudio al Borges ciudadano”, señaló.
El incontinente Labarca, que trabaja como traductor de las Naciones Unidas, añadió que espera que la familia del creador de Ficciones -sepultado en Ginebra, en el mismo pequeño y exclusivo Cementerio de Notables de Plainpalais donde se supone están los restos de Calvino- “se tome el asunto” de la polémica portada “con humor borgiano”.
Tal vez a don Jorge Luis, el Grande, podría haberlo divertido esta anécdota de mingitorio. El escritor y traductor Thomas di Giovanni, introductor de Borges en el mundo anglosajón, me contó que alguna vez, mientras acompañaba al anciano ciego para que hiciera sus necesidades en la "toilette" de un céntrico bar porteño, este le pidió que le leyera los escritos "sucios" de las paredes porque aseguraba divertirse mucho con ellos.
Sin embargo yo creo que quien siembra meadas sólo puede cosechar mierda y es probable que a partir de ahora más de uno se cague hasta en los muertos del susodicho Labarca.

martes, mayo 03, 2011

MUERTOS FAMOSOS


Podría decir que estos son días de muertes y asesinatos, pero, ¿acaso hay algún día que se evada de las necrológicas? Tan normal como el transcurso de las horas, las muertes se suceden de la misma manera que lo hacen los nacimientos, sin que nada podamos hacer para detener este proceso.
En los últimos días falleció con casi cien años el escritor Ernesto Sábato. Amargo y contradictorio, el ex matemático que devino celebrado literato y mediocre pintor, desbarató con una última huida varias celebraciones preparadas para festejar su primer, y con toda seguridad último, siglo de vida.
Algo más afortunado que Borges, si bien tampoco logró el Nobel, al menos no tuvo que agradecer como este un Premio Cervantes inexplicablemente demediado.
Autor poco laborioso -confesaba que la escritura no lo hacía feliz, que, por el contrario, lo enfermaba y deprimía- con páginas tan contundentes como las de su Informe sobre ciegos, pequeña obra maestra del terror contenida entre las páginas de su novela más exitosa, Sobre héroes y tumbas, ha dejado de vivir en la que fue su casa durante décadas, una construcción sencilla ubicada en un pueblo con nombre literario y vocación oscilante, entre religiosa y fúnebre: Santos Lugares.
Con menos difusión mediática, ha muerto también Gonzalo Rojas, generoso poeta a quien no llegué a conocer porque su estado de salud no le permitió acercarse a España para presentar un libro en el cual fui responsable, junto a Jorge Chapuis, de la colorida imagen gráfica.
De los asesinatos mejor no hablar. Vivimos en una época pragmática donde las palabras se redefinen de acuerdo a las necesidades de los poderosos que las pronuncian.
Que los dioses se apiaden de nosotros.

Ilustra: calavera pintada de Gabriel Orozco.

martes, abril 26, 2011

Biutiful Barcelona


Oscura como pocas, la irónica, hiriente Belleza mestizada de González Iñárritu habla con los diversos idiomas de la tristeza, la desesperación y el desamparo. A pesar de su localización en escenarios reales de la actual Barcelona, ninguno de esos idiomas resulta ser el catalán. Quizás porque la sordidez de esos ámbitos, tan céntricos como cercanos, sirve de hábitat a la inmigración menos afortunada, provenga ésta de distintas comunidades españolas o de cualquier otro lugar del cada vez más estrecho mundo.
En estos auténticos infiernos sin posibilidad de escape, chinos, africanos, sudacas o españoles de las regiones menos afortunadas, se buscan la vida como pueden y se ganan la muerte con asombrosa facilidad.
Película multirracial, babélica, con imágenes y localizaciones pastosas que recuerdan la preciosista Happy Together (1997) de Wong Kar-Wai, su guión pertenece a dos argentinos: Nicolás Giacobone y Armando Bo -este último nieto homónimo del que fuera descubridor del más carnoso e internacional mito cinematográfico rioplatense, la siempre acosada, más que higiénica e hiper-turgente Isabel Sarli- mientras que la música, un solo de piano con notables reminiscencias "gymnopedianas", cargado de melancolía, pero despojado al mismo tiempo de la lúdica, casi burlona ligereza de Satie, fue compuesta por el también argentino Gustavo Santaolalla.
Junto a Javier Bardem, perfecto en su composición del desesperado, mediúmnico y terminal protagonista, aparece Maricel Alvárez, una actriz hasta ahora desconocida en España, aunque con una prolífica y premiada carrera teatral en Argentina. De rostro extraño, cuerpo espléndido, sensibilidad y soltura inquietantes, resulta un descubrimiento que, de permitirlo los tópicos estéticos y las frivolidades estelares, debería tener una carrera brillante en el mundo del cine.

-¿Cómo puede aclimatarse uno a esta nueva realidad, a este brutal trasplante?
La mujer, muy joven y con marcado acento chileno, hizo la pregunta al final de mi largo monólogo del martes 26 por la tarde en la Biblioteca Francesca Bonnemaison, a unos pasos del barroco Palau de la Música.
Por una casualidad que quizás no lo fuera tanto, yo había visto la noche anterior, a regañadientes y por pura curiosidad, Biutiful , así que todo lo referente a inmigraciones y exilios me encontraba particularmente sensible.
De haber estado solos, posiblemente mi contestación hubiera sido igual de imprecisa aunque más meditada. Le contesté que cada uno hace lo que puede, que no hay recetas únicas para una aclimatación que ni siquiera todas las plantas resisten, recordando esas centenarias palmeras que por pura ansiedad decorativa eran trasplantadas de su cálido lugar de origen a otro en el que ni siquiera reconocen el clima.
A mi lado, sentado en una silla similar a la mía, de alto respaldo y asiento forrado en pana roja, estaba Óscar Carreño, de la Direcció de Programes de Biblioteques de Barcelona, quien, arrebatada su palabra por mi incontenible verborragia, apenas había podido presentarme y hacer otra pregunta, en este caso introductoria, sobre mi llegada a la ciudad treinta años atrás.
Sucedió durante la segunda de las tres jornadas sobre Literatura Latinoamericana en Barcelona , donde por vaya a saber qué avatares, me ha tocado representar a los que huimos de esa sangrienta dictadura militar autodenominada "Proceso" para refugiarnos en una Barcelona de recién estrenada apertura democrática.
Nada más llegar al lugar del encuentro, Óscar Carreño me había sorprendido con una noticia amable: uno de mis poemas, fechado en 1999, cerraba, junto a un texto de Roberto Bolaños, los Trànsits (itinerarios dramático-musicales por espacios emblemáticos de la ciudad) dedicados esta vez a la presencia de los escritores latinoamericanos en Barcelona. Apenas pueda hacerlo, colgaré el poema en mi web de poesía para los que puedan estar interesados en leerla.
Doy gracias desde aquí a los que la eligieron. Quiero suponer que lo merezco.
Fotografía de Dante Bertini

lunes, abril 25, 2011

Un poco de calor en nuestras vidas...


Fríos, lluvias, mal tiempo, pésimos humores, decepción y lágrimas...
La Semana Santa no lo ha sido tanto, y, como aquellas chicas malas de otra época, decidió irse a festejarlo lejos de estas tierras.
En casa, resguardado de las intemperies varias que asolaban nuestras costas, con el rostro saludablemente bronceado después de unos maravillosos días en la costa tarraconense -los autónomos, tan puteados siempre, gozamos de esas pequeñas gratificaciones domésticas- me dediqué a encontrar amigos, ver películas, jugar al póker, descansar, ordenar la casa y comer variados manjares de producción propia y ajena.
Ayer mismo, en el lado de afuera, miles de personas descubrían una vez más las delicias de la rosa cortada y los papeles impresos. Mientras tanto, de este lado de aquí, queridas personas cercanas me regalaban dos bulbos de fragantes jacintos, muñecos de chocolate, una deliciosa pasta-frola casera y un auténtico libro con cientos de páginas que, como es de suponer, todavía no he leído.
El título promete mucho: "Descartando a Descartes. El Racionalismo actual en Jesulín de Ubrique".
Al parecer, la Gran Crisis nos muestra cada día más, y con absoluto desparpajo, nuevos y potentes síntomas.
¿Acaso será una nueva fiebre de origen desconocido?
, preguntéme.
Buscando en internet encontré varias entradas diferentes bajo ese mismo rótulo.
Si bien no aclararon demasiado mis ideas, me han hecho mover en la silla -una poderosa, ergonómica, articulada y resistente Haworth- como un auténtico poseso.

Fotografía de Ruven Afanador




miércoles, abril 20, 2011

Vacaciones: ¡Triunfa el Prison Style!


Altafulla Playa. Una mujer de unos cincuenta años da de comer a los gatos callejeros mientras sus dos pequeños perros observan la escena sin inmutarse. Yo suelo hacer lo mismo que ella siempre que puedo, así que me cuesta muy poco solidarizarme y casi nada entablar una larga charla sobre el tema.
"Lo hago a escondidas", me dice mientras vacía una lata de comida con olor a pescado sobre unas piedras planas. "El alcalde ha pasado circulares en las que prohíbe, bajo amenaza de multa, alimentar a los gatos de las calle. A la gente que vive aquí les molestan estos animales... Como casi todo en realidad: los árboles porque ensucian con sus hojas, las plantas porque necesitan riego y los pájaros porque, según dicen, cantan a deshoras."
Sin embargo no son gatos los que abandonan todo tipo de deshecho sobre las playas cercanas ni aves las que descargan escombros y objetos duchampianos en medio de los pocos espacios verdes que no han sucumbido todavía a ese ansioso afán constructor que sólo una crisis generalizada, global, parece haber calmado.
"Lujo Total, Alto Standing, Paradisíaca Ubicación, Impecables Acabados..." Se vende, se vende, ¿se vende?
Donde hubo pinos, genistas, ágaves y olivos, hoy podemos encontrar plazas duras y edificios horrendos. Por todos lados impera el novísimo estilo carcelario. Pisos inspirados en la Modelo barcelonesa: barrotes y puertas de seguridad, vallas y muros de cemento color gris cemento.
Sing-Sing Homes, Alcatraz Apartments, Prison Brick Houses.


¿Para qué diseñar espacios verdes si la baldosa se puede limpiar con un lampazo y el brillo posterior siempre resulta higiénico? Y si esta razón no fuera suficiente, donde no hay árboles tampoco hay hojas sobre el suelo ni pájaros en las ramas. Con un solo gesto constructor se solucionan dos molestias habitualmente presentes en la desordenada, caótica, poco domesticada naturaleza.
Estúpidos, ciegos, depredadores, bárbaros, los humanos descubren un lugar de ensueño y poco después ¿deciden? transformarlo en el sórdido decorado de sus habituales pesadillas nocturnas.
Angurrientos Adanes atontados, desorientadas y ambiciosas Evas, seguimos devorando sin descanso la tan tentadora como insustancial manzana de oro que nos hace perder una y otra vez el terrenal Paraíso que heredamos.


¿Demasiada acidez? ¿Un exceso de mala leche? Pensarán que me lo he pasado mal durante mis cortas vacaciones prepascuales. No ha sido así en absoluto. Puedo asegurarlo. Además de una mirada atenta para todo aquello que no me gusta, tengo también buenos y divertidos amigos y algo de ese mundo interior que aconsejaban no perder nunca de vista mis maestros y profesores. Y cuando la decepción es mucha y el horror se hace insostenible, procuro dirigir la atención hacia los maravillosos restos, agónicos aunque todavía existentes, de esa cercana, variopinta, sorprendente naturaleza a punto de extinguirse.

domingo, abril 10, 2011

Gardenia de envolvente aroma



De sábado a sábado, dos espectáculos teatrales muy distintos. La semana anterior, en la pequeña sala Gaudí, Buenos Aires, de Rafael Spregelburd. Otro sainete argentino tocado por el absurdo dadaísta y la posmodernidad de fines del siglo pasado. Cuatro personajes en manos de un dramaturgo actor. Buenas actuaciones, mucho diálogo, quizás no tantas nueces.
Ocho y media de la tarde de este sábado. La sala Favià Puigserver del teatro Lliure del Paseo de Santa Madrona rebosaba de público. Esta fue la primera sorpresa en una tarde cargada de ellas. Suponía que pocos optaríamos por un local cerrado cuando el primaveral clima exterior llamaba a gozar de las playas cercanas. Yo me había enterado por casualidad, y gracias al actual, trans-lingüístico diario La Vanguardia, de que Alain Platel y Frank Laecke montaban en Barcelona una obra teatral que ya habían representado con éxito en otras cien ocasiones por diferentes ciudades y teatros de Europa. Gardenia, una historia contada por nueve travestis y transexuales de "edad avanzada" sonaba prometedora, pero vaya a saber con qué nos encontraríamos en un espectáculo al que su director definía como de "danza bastarda".
La segunda sorpresa la recibí al saber que también para la última función -hoy domingo a las 18.30- las entradas estaban prácticamente agotadas. Parece que no soy el único "enteradillo" en estas parcas tierras barcelonesas.
Antes de que comenzara el espectáculo y por los alrededores de la sala, sorpresivos y revitalizadores encuentros con amigos y conocidos a los que no veíamos hace tiempo: Angel Pavlovsky (estrena en mayo nuevo show: Angelata) y su hermana Alicia; el ilustrador Agustín Comotto con su mujer, Anna, y su deliciosa madre de ojos increíbles; la actriz Pepa López, el músico Jorge Sarraute, el dibujante Astromujov, la psicoanalista R.C. No todo es violencia, enfrentamientos y opacidad en el mundo exterior.
Sorpresa, sorpresa...para seguir con esta enumeración de asombros sabáticos, podría decir que Gardenia es también, todo él, un espectáculo teatral sorprendente, ya que poner en pie al público de la sala cuando ni siquiera habíamos terminado de acomodarnos en nuestros asientos para dedicar un minuto completo de silencio "a las compañeras que ya no están entre nosotras" (además de la vida y sus consecuencias, este abril se cumplen treinta años del "descubrimiento" del sida) es, como mínimo, sorpresivo y muy, muy audaz.
Valoración de los pequeños gestos cargados de intención y esteticismo -desde la versión del argentino Jorge Donn coreografiado por Maurice Bejart, el Bolero de Ravel no había logrado, con tan poco, tanta intensidad dramática-, valiente striptease de cuerpos que han perdido sus líneas y de almas que no tienen casi nada más que perder, irónica objeción de los roles genéricos clásicos, supuestamente inamovibles, ilustración danzada de los abismos que separan a la pulsión del goce y a la tristeza mediocre de las homosexualidades amordazadas de esa brillante, travestizada, no tan superficial, algarabía gay, Gardenia incita, sin presiones ideológicas ni ensueños utópicos, a quemar máscaras y disfraces para vivir con nuestro rostro al descubierto, degustando sin temores ni remordimientos los diversos aires de la vida. Total, ¿qué más da? Todos sabemos que este carnaval tiene un Martes terminal, ineludible, y ¡cuánto mejor será llegar a él bien ahítos de experiencias, hartos ya de tanta fiesta!

¿Quieren saber cómo terminó la historia de Gardenia? Aplaudimos mucho y de pie, sin que esta vez nadie nos pidiera que lo hiciésemos.

Entre los temas clásicos de la banda sonora hubo otra sorpresa, al menos para mí: Comme Ils Disent, de y por Charles Aznavour. Les dejo dos versiones magistrales de ese tema y la letra con su posible traducción para los que no entiendan demasiado el francés.


viernes, abril 08, 2011

Temblores Extraños


Me despierta un rayo de luz que entra sin ningún sigilo a través del estor opaco que cubre la ventana de mi dormitorio.
¡Qué silencio sepulcral!, me digo y enseguida deduzco que una nube tóxica acabó con casi toda la población del mundo. Extraña sensación: tal vez yo sea uno de los últimos supervivientes de mi especie.
"La tierra permanece, Maleville, Soy Leyenda..." susurro hacia mis adentros.
Lo hago para tomar conciencia de que el argumento que imagino está muy trillado y seguramente no volverá a repetirse una vez más teniéndome ahora como protagonista.
Tengo la boca seca y la lengua incómoda, molesto trapo húmedo arrumbado entre los dientes. Voy hacia la cocina y un estruendo ensordecedor me detiene a dos pasos de la entrada.
"Un misil ha caído sobre el techo del salón", pienso aterrorizado.
Debo haber perdido todos mis muebles, también mis objetos más queridos...¿Y mi gato? ¿Estará vivo mi gato?
Atento a los pensamientos de quien lo alimenta y mima, Federico maúlla una o dos veces sin demasiada convicción. Descansa estirado sobre uno de los sillones, aparentemente intactos, del salón cercano. El día está nublado y él preferiría seguir gozando de su lasitud adormecida sin preocuparse por nada más.
No he dormido bien y estoy muy sensible. Si no fuera así resultaría injustificable confundir el ruido molesto de una silla, arrastrada torpemente por la antipática vecina del piso superior, con el demoledor estruendo de una hecatombe bélica.
Preocupado por mis aprensiones injustificadas, me sirvo un poco de agua sin mirar siquiera lo que estoy haciendo. Cuando me llevo el vaso a la boca percibo un gusto amargo, ácido, inusual, desagradable.
"¡Dios! ¡Ya llegó hasta aquí la contaminación radioactiva de los japoneses!"
Al borde del vómito, enciendo la luz y compruebo que el vaso tenía algún residuo del limón exprimido que había calmado mi sed de la noche anterior. Roquefort y aguacate sobre rebanadas de pan integral, una cena que pretendió ser frugal sin llegar a serlo.
Levanto los restos del festín y arrojo a la basura el periódico del día anterior, abandonado como un acordeón sin música sobre la encimera de mármol blanco.
No debería leer ese tipo de cosas poco antes de acostarme.

Fotografía de Bruce LaBruce