PLUS DE NOTA:
“Vivir en Barcelona”. Escribe Dante Bertini para NLRevista.
El pedido editorial decía: |
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...Y "de vos", si te parece bien, necesitaría: 1) el año de llegada a
Barcelona. 2) Si podés decir (comparando con Bs As) que “te recibieron con
los brazos abiertos” 3) Si entraste fácilmente en el mercado editorial. 4)
Donde ver obras tuyas en internet (esto es para que los lectores vean fácilmente
tus obras) Aunque hay una pregunta que tengo que hacerte al final, porque
ustedes se la hicieron al principio: por qué elegir Barcelona, y no Madrid? Te
mando un gran abrazo! Me dirás algo?
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No se si podemos elegir, o las circunstancias, supuestamente ajenas, nos eligen a nosotros, ubicándonos en ese lugar al que en realidad pertenecíamos. Escapé de una Argentina que se sumergía en el terror para llegar a un Madrid ajeno, enlutado, invernal, poblado por gente ensimismada y temerosa del futuro. Fue a finales de 1975, un mes después de la muerte del "Generalísimo" Franco.
Francamente, quería volver lo antes posible, pero los amigos de Buenos Aires me decían que no lo hiciera y los de Barcelona me conminaban a hacerlo sólo después de conocer "su" tierra.
Me dejé arrastrar por el deseo ajeno, ya que los míos eran confusos, estaban enceguecidos por la nostalgia.
De aquella Barcelona primaveral del 76, detenida en el tiempo, oscura y pueblerina, a la Ibiza blanca de los cuerpos desnudos y las melenas desatadas, había un barco barato y pocas horas de viaje.
Sirenas y sirenos isleños con marcado acento rioplatense usaron sus mejores cantos para atraerme hasta sus costas, y por fin, varios meses después de mi llegada a Barajas, fui recibido, allí sí, con los brazos abiertos.
Me quedé 13 años, gozando de aquel aislamiento multitudinario, aprendiendo a vivir en tierra ajena, disfrutando de una juventud física y mental que no me había(n) permitido vivir antes.
Ya maduro, atraído una vez más por mis raíces urbanas, probé varias ciudades míticas, hasta que en 1990 recalé nuevamente en "la vella" Barcelona, ahora renovada y preolímpica.
Allí estoy todavía. En todo este tiempo gané un prestigioso premio literario, dibujé en periódicos y revistas, formé parte de jurados de plástica y de cine, pertenecí a las juntas directivas de distintas asociaciones catalanas de escritores y dibujantes (APIC, ACEC), renové casas, diseñé ropa, carteles y cubiertas de libros.
¿Brazos abiertos? Por aquí son poco afectos a esas exteriorizadas demostraciones de cariño.
Ellos dejaron que lo hiciera y yo pude permitírmelo.
No descarto Madrid: es mi otra casa. El lugar donde recalo cuando quiero abandonar la domesticidad cotidiana sin alejarme demasiado de mi actual terruño.