sábado, abril 28, 2007

danzad, danzad, benditos




Me apresuro a colgar este post porque queda muy poco tiempo, sólo dos funciones, para que podáis ver este nuevo(?) espectáculo (spiegel) de Win Vandekeybus... El signo de pregunta está allí, dudando de lo novedoso del asunto, porque su creador lo describe como una revisión antológica de sus trabajos anteriores. Yo he visto los otros -los sigo desde fines de los ochenta, cuando se presentaron en Barcelona por primera vez- y puedo asegurarles que esta gente vive, y danza, aquí y ahora. El ritmo y las luchas de la gente de hoy, con sus tensiones, encuentros y desencuentros, la tontería repetitiva de nuestros actos cotidianos y las grandezas y miserias de nuestros sentimientos, todo está allí, sobre ese amplio y despojado escenario que se ve rebasado por la fuerza, la entrega, la preparación y sensibilidad de un grupo de jóvenes bailarines especialmente dotados. No hay seducción ni flirteo: sólo libido en estado puro; sexualidad competitiva y descarnada, sin tapujos ni miramientos.
Anoche un Mercat lleno a tope se quedó pegado a sus butacas aplaudiendo, y aullando, cuando ellos dieron por terminada su actuación con ese número final que presagia y retrata un cataclismo que ya nos parece inevitable.
Photo : Dante Bertini

miércoles, abril 25, 2007

red, hot and annie

Una imagen lleva a otra y una palabra cualquiera (?) acelera el recuerdo. Paseando por la red en busca de un fotógrafo, encuentro por casualidad a este otro que no conocía: Alastair Thain. Entre sus trabajos están algunos retratos escalofriantes de Annie Lennox. Hace muchos años, ella y otros cantantes de primera línea -k.d.lang, Lisa Stansfield, Tom Waits, Erasure, Debbie Harry, U2, Sinead O'Connor, David Byrne, Aztec Camera-hicieron un homenaje a mi muy estimado Cole Porter. Red, Hot and Blue era, además, un álbum benéfico para la lucha contra el SIDA. Los video-clips estaban firmados por importantes y talentosos directores de cine y televisión. Every time we say goodbye fue el tema elegido por la que alguna vez fuera componente de Eurytmics. Está ilustrado por una triste historia familiar: la pérdida de su muy querido hermano mayor. Se los dejo como regalo de este día primaveral.

sábado, abril 21, 2007

lee friedlander







"Yo quería sacar sólo al tío Vern al lado de su coche nuevo (un Hudson), con el fondo de un día despejado. Salieron el coche y él. Y también parte de la colada de la tía Mary, y Beau Jack, el perro haciendo pis ante una valla, y una hilera de tiestos de begonias tuberosas del porche, y 78 árboles, y un millón de guijarros del camino de acceso a la casa, y más cosas. Qué medio tan generoso es la fotografía."
Generosidad la suya, señor Friedlander, y la de su ojo infatigable, perspicaz y preciso. No hay un solo rincón desaprovechado, no hay un solo lugar, objeto o personaje al que no sepa extraer interés, historia, contenido. Me siento muy cercano a su forma de mirar. Sin haberlo conocido hasta esta exposición, siempre me gustaron las imágenes superpuestas, los reflejos, los autorretratos que la cámara me brinda como regalo sorpresa, imprevistamente. Como a él, me seducen los escaparates, los maniquíes, la vida detenida, simulada. El surrealista collage de la realidad visto a través de los espejos. Los brillos inesperados que iluminan de pronto, y tal vez para siempre, nuestra habitual oscuridad.
En Caixa Forum de Barcelona hasta el 24 de junio

lunes, abril 16, 2007

Ego: te absolvo


No me queda otra posibilidad: debo perdonar a mi ego, y con él a todo ese enorme cacho de egocentrismo del que suele acusarme algún que otro comentarista anónimo.
Es que si no lo hago estoy desperdiciando la posibilidad de hablar de algunos amigos a los que, además de querer como tales, también respeto como artistas.
La semana pasada presenté en Casa América Cataluña un libro de fotos (Héctor Zampaglione) y poemas (Gabriel Jacovkis), pero, atacado de un repentino pudor antiegocéntrico, preferí no publicitar el acto desde este blog. El libro se llama Del alba al ocaso y algunos medios dieron cuenta del hecho. La pasamos bien, entre sonrisas y lágrimas, cual réplicas clonadas de Julie Andrews y su austríaca familia adoptiva, y pude conocer de cerca al actor Jordi Dauder, que leyó, con absoluta profesionalidad aunque sin un ápice de divismo, algunos poemas del libro.
Mañana, martes 17, me toca hacer otra presentación. Se trata de un catálogo que recoge la obra del joven pintor -y queridísimo amigo- Gonzalo Elvira. Será a las 19.30 horas en el local de La Cerería, baixada de Sant Miquel 3-5, a pasos de la plaza Sant Jaume. La entrada es libre, el acto absolutamente informal y los abrazos y sonrisas totalmente gratuitos.
photo : callejeros lisboetas, por Héctor Zampaglione.

viernes, abril 13, 2007

una bella bestia


Con el pase de su film La bella y la bestia (1945), el Instituto Francés de Barcelona continúa un ciclo de homenaje a Jean Cocteau (1889-1963), un homosexual no encubierto, bastante anterior al manoseado invento del Armario de Babel, ese mueble de macrodimensiones al que se supone atiborrado de gays entre indecisos y temerosos.
Aunque mimado por ciertos sectores de la alta sociedad internacional, su vida no fue fácil (¿Hay alguna que lo sea?) En uno de sus libros, Journal d’un inconnu, Jean Cocteau escribió: Si j’écris, je dérange. Si je tourne un film, je dérange. Si je peins, je dérange. Si je montre ma peinture, je dérange et je dérange si je ne la montre pas. J’ai la faculté de dérangement. Je m’y résigne, car j’aimerais convaincre. Je dérangerai après ma mort. No traduciré todo, pero si les digo que déranger es molestar, incomodar, ya sabrán apañárselas solos.
Para los amantes del detalle puedo agregar que:
1) el actor principal del film, Jean Marais, la bestia, fue durante muchísimos años amante del señor Cocteau
2) varias décadas después los decorados sirvieron de inspiración a los artistas de la versión Disney
3) la película es en blanco y negro, la entrada cuesta 2 euros y los pases serán el 16 de abril a las 20.30 y el 17 de abril a las 21 en la sede de la entidad.
ilustración : retratos de Jean Cocteau por Amedeo Modigliani e Irving Penn
BSO : Lakmé, de Delibes

lunes, abril 09, 2007

+ paternidad

13 horas del día sábado en Caixa Forum.
Una niña de unos doce años intenta entrar al "bookshop", repleto de libros y gadgets más que apetecibles. Su padre, calvo, barbado, con gafas y "trenka" oscura, la detiene:

-Lo que pasa es que llevas el consumismo en tu ADN...

domingo, abril 08, 2007

el corazón sagrado

Siempre estuvo allí, sobre la cama de mis padres. Supongo que también estaba cuando me concibieron. Estoy convencido de que por aquella época, con varios años de casados, ya no la veían. Era como una mancha en la pared, o como una imagen borrosa que no les decía demasiado. Algo parecido a las leyendas atemorizadoras de los paquetes de cigarrillos. Cualquiera fuma al lado tuyo negando la presencia, allí mismo, sobre la mesa, al alcance de la mano, de esas advertencias terroríficas: "usted se está enfermando de cáncer de pulmón, está quedándose impotente, está haciendo daño a todos los que lo rodean, inclusive a sus pequeños hijos, nietos, gatos, plantas y cortinados". Muchos fumadores no las ven, o al menos pretenden no verlas. Tomábamos un cafe con una conocida, y mientras ella fumaba echando el humo hacia adelante, que era el exacto lugar donde estaba mi cara, yo no paraba de toser. "Te estoy matando, ¿verdad?", me preguntó en cierto momento. "Sí", dije yo, para ser lo más sincero posible. Ella siguió fumando como si nada y a partir de aquel día dejé de verla. No suelo departir con asesinos sin corazón. ¿Exagero? Un poquito tal vez, aunque me sirve para volver al tema del Sagrado Corazón de Jesús, colgado sobre la cabecera de la gran cama paterna. Acabo de encontrar esa imagen mientras paseaba por otros blogs amigos y, cual la tan manoseada madalena de Proust, ha despertado en mí una cantidad de recuerdos que andaban escondidos por allí, en vaya a saber qué pliegue de mi memoria. Mi padre, que era un ser ensimismado, un extranjero inadaptado, tan cálido como esquivo, solía festejar conmigo el Sábado de Gloria. Consciente o inconscientemente querría asociar su presencia, poco habitual junto a mí, con la felicidad, los cánticos, el despertar después de la tristeza. Ha quedado allí, sin duda, con su impermeable color beis oscuro y su sombrero gris marengo de ala quebrada sobre la cara, un poco a la Humphrey. El efecto no era el mismo, desde ya, y no creo que ni siquiera él lo pretendiera. Mi padre, al contrario de Bogart, era un hombre claro, relativamente alto y que caminaba muy erguido. Lo recuerdo andando por la vida sin vergüenzas ni arrepentimientos; ajeno a la prepotencia, pero sin lamentarse ni pedir permiso por ocupar un lugar considerable sobre la tierra.
Sábado de Gloria, Domingo de Resurrección. Hoy estaríamos reunidos alrededor de la mesa familiar, y mi madre, algo más descansada después de su peregrinar con mis tías por la Siete Iglesias, tendría preparado un pantagruélico festín pagano, orgullosa de la gran palma bendecida que su hijo pequeño le había regalado el día anterior. Pagada, por supuesto, por mi padre, ese señor serio y de pocas palabras que siempre presidía nuestra mesa, y al que, por un año entero, no volvería a tener a mi lado.

BSO : Luigi Tenco, Dalida, Domenico Modugno, Mina, Ornella Vanoni, Nino Rota.

lunes, abril 02, 2007

espacio publicitario

quería leer Sobre la fotografía, de Susan Sontag. Me cruzo hasta Kowasa para ver si lo tienen y me dicen que la edición de bolsillo -ocho euros de nada- está exhaurida -agotada- y que suponen que habrá alguna nueva que a ellos todavía no les ha llegado. Es comprensible: lo suyo es la fotografía en sí misma, las imágenes propiamente dichas, no la teoría sobre este arte secular de reciente aceptación museística. Camino diez pasos hasta La Central -¿por qué son tan "seriosos" todos sus dependientes?- y encuentro una nueva edición a casi veinte euros.
-Es que la Susan se nos ha muerto, sabes, y hay que subir los precios por eso del tirón post mortem de ventas.
Me lo digo a mi mismo, ya que los muy concentrados vendedores de esa bien surtida librería de mi barrio, no gastan más que monosílabos.
-Pues no lo compro, sabes. No quiero tapa dura ni papel cuché. Sólo me interesan sus palabras.
Si hasta Sanctorum, el libro de los santos y vírgenes haciendo pecado al "va-por todo lo que nos hemos cortado antes", ha pasado de sus originales veinte euros a unos más redondeados treinta. Tampoco lo compré, que diez euros son un menú de mediodía en cualquiera de los amorosos restaurantes del barrio, y a tí, Montoya, ni siquiera te encontré en la calle.
Una frustración total, dirán los pocos que me estén leyendo. Pues va a ser que no, porque el corto y humedecido paseo me sirvió para ver mis Salvajes Mimosas, segunda edición, nuevamente en la mesa de novedades. ¿Orgulloso? No, no es ese el sentimiento. Habría que ser algo idiota teniendo en cuenta que a su alrededor hay centenares, miles de libros, y algunos tienen decenas de ediciones en su haber. Lo cuento porque tampoco me pasan tantas cosas que pueda contar(les). También porque -de una manera imprecisa, sin demasiado énfasis- me gustaría que muchísima gente corriera a comprarlo y el éxito fuera tal como para empujarme a escribir una nueva novela y esta tuviera aún más éxito que las dos anteriores, y entonces, finalmente acobardado ante tanta popularidad, me viera obligado a recluírme en algún palacete junto al lago Leman, en una casona frente al lago di Como o en un amplio penthouse sobre el Central Park.
Aunque es probable que también lo haga, sería idiota no reconocerlo, para darle un pequeño disgusto a mi anónimo lector, ese que se disgusta tanto porque soy egocéntrico.