viernes, octubre 31, 2008

Una orquídea llamada Jessye Norman

Pueden envidiarme si quieren. Anoche pude oír, y ver, a la imponente Jessye Norman desde una distancia de pocos metros, dos o tres a lo sumo. Cantaba en el Auditorium, y gracias a unos amigos -qué sería de nuestras vidas sin ellos-, pude asistir a este recital que posiblemente no vuelva a repetirse, con una primera parte dedicada a la ópera europea y una segunda a compositores estadounidenses tan conocidos como Leonard Bernstein, Rodgers y Hammerstein, Morton Gould y George Gershwin. La acompañaba la orquesta sinfónica del Teatro Liceo bajo la dirección de otra estadounidense: Rachael Worby. Tan histriónica como eficaz, la delgada, elegante y carismática directora neoyorkina -casi un clon de la Mónica de Friends interpretada por Courteney Cox Arquette- logró sacar pompa, brillos y sutilezas a una orquesta de más de ochenta excelentes músicos. Con un aforo que se anunciaba completo, tuvimos la suerte de conseguir pocos días antes unas entradas que temíamos fueran las peores: primera fila de un lateral sobre la orquesta. Resultó ser una magnífica ubicación, ya que era el lugar por donde entraban y salían las divas y, repito, las teníamos casi al alcance de las manos. Jessye Norman logró una primera parte insuperable. Vestida de gasa rojo fucsia de pies a cabeza, sólo al caminar deja entrever los muchos años que lleva vividos. Diosa, vestal, símbolo, icono, cualquier apelativo grandilocuente calza a la perfección con su imagen espectacular, con la belleza de sus rasgos y la maravillosa, yo diría acuosa, calidad de su voz. La cumbre de su actuación fue sin duda alguna el final de la primera parte: un aria de la ópera Sansón y Dalila de Camille Saint-Saëns, Mon coeur s'ouvre à ta voix. No sé si todos los espectadores abrieron sus corazones a la voz de Jessye Dalila, pero puedo asegurar que al que esto escribe casi se le paraliza el propio cuando la soprano alzó la mirada para dirigirla hacia donde estábamos. Hummmmm.... a no dudar, señores, que tengo tres testigos. Desde mi probada inmodestia, consideré que estaba devolviéndome las palabras de amor que le había dedicado en uno de mis libros. En la segunda parte, que todos suponíamos aún más espectacular, la cantante apareció vestida en gris y negro, con un extraño atuendo de plisado Fortuny y reminiscencias japonesas que yo atribuiría sin dudar a Issey Miyake. Para mi desconcierto, también llevaba un micrófono no inalámbrico en la mano. Algún percance del que no tuvimos conocimiento o simplemente el resultado de un esfuerzo excesivo en las primeras arias, hizo que su voz sonara menos potente en el repertorio estadounidense. El segundo bis, obligado por un público que no quería abandonar la sala, fue de auténtico regalo: un negro spiritual tradicional con aires de canción de cuna que Jessye Norman cantó a capella y con los ojos cerrados. Sentada en primera línea del escenario, con la orquesta y su directora espectantes y el público sobrecogido por ese inesperado soliloquio susurrado con emotiva y contenida sensibilidad, la soprano se despedía contándonos una historia íntima cargada de contenidos raciales, de dolor, tristeza y laceraciones. Tal vez por eso una voz se alzó entre los aplausos, los vivas y los bravos para gritar solamente un nombre: ¡Obama! Es evidente que los seres humanos no podemos vivir sin ilusiones. Creo que tampoco podríamos soportar vivir sin música.Posdata: lo de Jessye Norman como orquídea no es un invento mío. Hace muchos años pusieron su nombre a una variedad de esa flor.

martes, octubre 28, 2008

Muertos y Enterrados

La red trae ecos de muerte. Tengo los propios, no los necesito, pero entiendo que en un momento de crisis como este, una crisis a la que nadie intenta, quiere, puede ponerle adjetivos, la parca aparezca encarnada en todos los terrores personales, gozosa sacerdotisa de la ceremonia de los últimos miedos. Me llama gente que nunca lo hace para agradecer favores que, de serlo, deberían haber tenido su agradecimiento hace un montón de tiempo. Llegan tarde, lo siento; estoy en otra cosa. Qué suerte poder decir esto, qué alivio decirlo con la absoluta certeza de su veracidad. Otro amigo me escribe un email muy escueto donde adjunta una dirección de blog con el mismo misterioso hermetismo de una clave oculta. Voy hasta allí y en él se habla de uno de mis amigos muertos. Se lo mando a su madre y como respuesta ella me dice que por qué insistir con lo del sida si ni siquiera está segura de que su hijo mayor tan querido no esté realmente vivo: "Lo llevo todo el tiempo conmigo, siempre me acompaña". Tiene muchos años, tantos como los que tenía Matilde Horne, la traductora argentina de El Señor de los anillos al idioma castellano, muerta en Ibiza hace algunos meses. Estaba internada en un geriátrico gracias a la ayuda económica que le brindaba Cedro y que habíamos gestionado hace algún tiempo la ACEC y yo. No era feliz en su internamiento. Mujer culta de innumerables intereses, lectora infatigable y conversadora contumaz, tuvo que pasar sus ultimos años rodeada de gente con la que ni siquiera podía charlar.
"Son parcos", decía, "no hablan, cacarean". Puedo imaginármela, lúcida hasta el final, intentando intercambiar opiniones sobre filosofía o literatura con sencillos ancianos payeses perdidos en su desmemoria. No es país para viejos. Ninguno lo es, sobre todo si esos viejos son tan pobres como lo era ella.
La cris económica revuelve las entrañas de mi inconsciente, desata sueños que me enfrentan otra vez a miedos supuestamente superados. Llego a mi trabajo en un periódico anónimo sin saber siquiera si todavía pertenezco a su plantilla. Me pierdo en escaleras y ascensores que no llevan a ninguna parte, y cuando finalmente arribo a una oficina donde alguien aguarda detrás de un escritorio, me obligan a pasar una prueba sin otro sentido que el de la humillación. "¿Ve esto que tengo en la mano?", pregunta la mujer repeinada con mirada de ave carnívora. "Pues le falta un pedazo. Búsquelo inmediatamente. ¡Y rápido! Lo necesito ahora mismo." Muestra en su mano izquierda un trozo rectangular de papel impreso al que le falta una de las puntas. Sobre su escritorio hay miles de otros papeles arrugados, carpetas rebosantes de documentos, tazas de café a medio tomar, ceniceros llenos de colillas. Me pongo a buscarlo y lo encuentro. Cuando estiro la mano para alcanzárselo, una voz en la radio anuncia que son las ocho de la mañana y el clima se ha vuelto invernal en toda España. Podría quedarme como estoy, permitirme descansar hasta que tenga verdaderas ganas de hacer otra cosa, pero recordar que ahora los días son tan cortos me hace saltar inmediatamente de la cama. Estoy vivo, aunque no sé hasta cuando. Mejor aprovecharlo.
ilustra : figuras artesanales mexicanas de autor desconocido.

Posdata : ansioso que soy, me apresuré a colgar este post. Pretendía desearles un feliz Halloween. Creo que nadie entendió que iba de conmemoraciones. La próxima vez intentaré ser más claro.

domingo, octubre 26, 2008

con los pájaros volados

Anoche fuimos al cine con el canario alemán. Digo fuimos porque también estaba Giosafat, el divino palermitano. Algo apático, dejando que los ojos se me escapen como perros hambrientos tras las tapas, bocadillos, espaguetis, pizzas y demás delicias culinarias de la comida rápida con disgestión lenta, pedruzcos que la demoníaca serpiente de la tentación va poniendo en mi camino para que recaiga, humano al fin, en otro pecado nada original, el de la gula, me sumergí en el cine Alexandra, delicioso local de mi barrio que conserva además de su monárquico nombre, algunos gratificantes toques de distinción muy propios de las salas cinematográficas de otra época. Habíamos optado por una película argentina de estreno muy reciente: El nido vacío. Casi podría asegurar que la idea fue del canario, muy afecto a los vuelos transnacionales con el consiguiente abandono esporádico de las mullidas comodidades hogareñas. La película nos gustó a los tres. La recomiendo. Como siempre, estoy en total desacuerdo con el crítico del diario El País, que, según me comentó nuestro canario amigo, la encontraba excedida de diálogos. Un hombre con tantos años de carrera no debería asombrarse ante algo tan obvio. ¿Es que acaso se podría decir que las películas japonesas están sobrecargadas de ojos rasgados o que las de Tarantino se extralimitan con las salpicaduras de sangre? No voy a entrar en detalles. La Gran Crisis me ha quitado las ganas de explayarme. Para qué hacerlo: ya se encargan los políticos y periodistas de explicarnos lo inexplicable. Unido a ello, la dieta proteínica del doctor Carlos me obliga a gastar las pocas energías que me quedan en reprimir las ganas de arrebatarle el bocata a todo turista comilón que se me cruza por la calle.
Probablemente esta película no pasará a la Historia del Cine, a pesar de que en sus volúmenes bien nutridos están algunos filmes más que discutibles y faltan otros cuantos que llevo atados a mi vida como si fueran anécdotas propias, de esas absolutamente imposibles de olvidar. En El nido vacío hay buenos actores, diálogos brillantes, una idea sencilla y al mismo tiempo original, más un plus de sorpresas tan inesperadas como gratificantes. Se centra en un maduro escritor en panne y sus relaciones con la difusa, variable y subjetiva realidad. No les cuento más. Creo que se pueden gastar en ella siete euros, sobre todo teniendo en cuenta que posiblemente mañana tengan aún menos valor que hoy.
Posdata : quisiera flotar en el mar Muerto estando vivo. Un rato nada más, y después volver a casa.

viernes, octubre 24, 2008

Alexander Ródchenko en Barcelona

Esta noche, Lou Reed, caminante de oscuridades e incertidumbres, recitará poemas de autores catalanes traducidos al inglés. Lo acompaña la compositora y performer Laurie Anderson, otro must de la vanguardia neoyorkina. Cuando los periodistas españoles le preguntaron si votará por Obama, Reed decidió cantar zumbonamente su respuesta afirmativa, para después agregar: "si no gana, tendremos que venirnos todos a vivir a Barcelona". Don Lou, usted nos pone muy difícil los deseos.



Más silenciosamente, aunque con igual espectacularidad, la Obra Social de Caixa Catalunya muestra en las salas de exposición de la Pedrera, cerca de 250 obras de Alexander Ródchenko (1891/1956), otro vanguardista a ultranza. Pintor, diseñador gráfico, fotógrafo, exhaustivo investigador de las artes visuales, fue además diseñador de ropa revolucionaria, y, como sofisticado y certero publicista, ilustrador de los textos del poeta suicida Vladimir Maiakovski (ver dibujo de David Levine). Recomiendo ir sin prisas y con zapatos cómodos. Hay mucho para ver, dos interesantes documentales incluídos. Sin embargo no es necesario entrar en pánicos ni ansiedades incontrolables: tenéis tiempo hasta el 5 de enero -fecha de clausura de la muestra-, aunque yo aconsejaría no dejar para mañana lo que te pueda sorprender hoy.
Con muy buen tino, el servicio de prensa de la Pedrera incluye en su dossier algunas frases antológicas de este iluminado creador. Transcribo las que más me impactan para aquellos que no quieran o no puedan comprar el magnífico y exhaustivo catálogo.

Es hora de que el arte se funda de manera organizada con la vida. ¡Abajo el arte como medio de alejarse de la vida!
El arte está al servicio del pueblo, pero al pueblo se lo conduce quién sabe dónde. Lo que yo quiero es llevar la gente al arte, no llevarla a cualquier otra parte con ayuda del arte. ¿He nacido demasiado pronto o demasiado tarde? Debemos separar el arte de la política...

ilustran : fotografía, autorretrato con mono de trabajo de diseño propio en franela y piel, collage antibelicista y cartel de promoción de la lectura, todas obras de Ródchenko.












Posdata : Lou Reed firma autógrafos sobre el libro con las letras de sus canciones en el patio del CCCB. Siempre así de molesto y poco sonriente. Walk on the wild side...

lunes, octubre 20, 2008

El juego del ahorcado

El canal CTK -los omnipotentes dioses de las transmisiones televisivas nos lo conserven por mucho tiempo- programó anoche dos películas donde la pena de muerte por ahorcamiento, pende, y nunca mejor dicho, como una amenazadora sombra sobre sus protagonistas. Dinero caído del cielo e Historia de un crimen -nombre con reminiscencias Garci(anas)- son los títulos que eligieron los distribuidores para la traducción castellana del atípico musical Pennies from Heaven (1981) y del demoledor biopic Infamous (2006), centrado este último en un momento específico de la vida de Truman Capote: el de la creación de la que fuera consideraba por los más importantes críticos literarios de la época como su obra cumbre, A sangre fría (In Cold Blood). ¿Les suena de algo toda esta historia? Es probable que sí, aunque si piensan en una película seguramente la confundirán con Capote (2005), otra producción americana casi gemela -no digo clónica porque no tengo información suficiente sobre la fecha de gestación intelectual de una y otra-, que resultó ganadora de un Oscar para la mejor interpretación masculina, la de Philip Seymour Hoffman en el papel del amanerado autor de El arpa de hierba y Desayuno en Tiffany´s.
Yo no pude soportarla, y estoy refiriéndome a la interpretación del cuentista Hoffman, un actor acostumbrado a restregarnos por la cara la calidad de sus actuaciones y a quien se le nota demasiado su animadversión por el personaje del escritor. "Un tour de force", dirían algunos, aplaudiendo el esfuerzo. Yo prefiero no enterarme de que lo están haciendo. Me gusta sentir que el actor ha logrado encarnar humilde y entregadamente al personaje, algo que logra con creces el inglés Toby Jones. Y si alguien tiene dudas al respecto, puede acercarse al Capote original a través de una fallida película de 1976: Murder by Death (Un cadáver a los postres) donde el autor de Otras voces, otros ámbitos oficiaba esforzadamente de actor. Como para abrir boca, Infamous comienza en el famoso y sofisticado club Morocco, donde la satinada Gwyneth Paltrow canta, con un colapso como intermedio, un inmenso tema de Cole Porter: ¿Qué es esa cosa llamada amor?
Lujosa en su casting de secundarios, aparece por allí una Sandra Bullock poco habitual. Despojada de los habituales aliños de Barbie Morena, luce algo desdibujada en el papel de la escritora Harper Lee, amiga de Truman Capote y compañera inseparable del autor durante los primeros tiempos de su investigación sobre el crimen múltiple de Kansas. Un plantel de estrellas de buen ver y mejor vestir decoran los momentos High Society del filme. Isabella Rossellini, Juliet Stevenson y Sigourney Weaber se pasean y sueltan alguna que otra frase intrascendente mientras lucen modelos y joyas dignas de un desfile de Karl Lagerfeld o Thierry Mugler. No sé si sería soportable, aunque sí interesante, poder ver de un tirón las tres versiones existentes sobre el mismo tema. La primera (1967), dirigida por Richard Brooks y con el mismo título del libro original, In Cold Blood, es un oscuro drama en blanco y negro que copiaba con total acierto el clima y el estilo periodístico del original literario. Robert Blake, actor con una vida personal de ribetes trágicos, interpretaba el personaje del asesino cojo Perry Smith, el mismo que en Infamous le ha tocado representar al actual agente 007, el ambigüo, perverso y erotizante Daniel Craig. Para los que intentamos escribir, resultan especialmente interesantes los comentarios sobre la profesión del ácido, implacable Truman, mostrándose siempre tan insatisfecho y renuente como atado a ella.
No me olvidé de Pennies from Heaven, un musical ambientado en los años de la Gran Depresión (¿ya tendremos que poner "la Primera"?) con todos los números -musicales y artísticos- necesarios para triunfar. Entre ellos destacaría las cuidadas reconstrucciones de algunas imágenes de Edward Hopper y las de las coloridas e ingenuas publicidades de las revistas de la época, además de varias escenas inspiradas en las multitudinarias simetrías coreográficas de Busby Berkeley. A pesar de todo esto, y debido posiblemente a su desoladora imagen de la vida, el amor y las relaciones humanas, Pennies from Heaven se ha convertido en una película de culto sin lograr jamás el exito masivo que sin ninguna duda se merecía. De un elenco de actores maravillosos aunque no demasiado carismáticos para el gran público, sobresale Christopher Walken con un streap-tease espectacularmente chulesco, bailado y cantado sin doblajes ni dobleces de ningún tipo.

ilustran: cartel publicitario original de Infamous, Robert Blake en In Cold Blood y retrato de Capote en 1959, por Roger Higgins.

sábado, octubre 18, 2008

perversiones

En las necrológicas del diario La Vanguardia de ayer aparecía una esquela que debajo del nombre del finado reciente, consignaba de forma muy destacada su profesión: "jardinero". Esposa, hijos, nietos y bisnietos, despedían con el consiguiente y explicitado dolor a este hombre muerto a los 94 años de edad. Detuve unos segundos la ingesta del bocadillo de jamón serrano que esperaba sobre la barra del Flamant, para despedir a aquel absoluto desconocido de noble, enorgullecedor oficio. Me lo imaginé rodeado por una tan numerosa como colorida representación de todas las plantas y flores que había cuidado en su vida, y un segundo después, entre nostálgico y desesperanzado, me pregunté si dentro de otros 94 años seguirán existiendo los jardineros sobre esta cada día más desarbolada tierra.
A menos de cien metros de donde estoy, una cuadrilla de empleados municipales cava zanjas a fuerza de pico mientras otros cortan baldosas con la sierra circular. Lo hacen sin ningún tipo de protección para los viandantes. Como soy uno de estos, el aire, mi ropa, mis ojos, se llenan de polvo. No me enceguece tanto como para impedirme ver que mientras nuestras autoridades municipales se ocupan de eliminar árboles y tapar subrepticiamente los alcorques vacios que alguna vez albergaron tronco y raíces de grandes plátanos, sus agentes mediáticos publicitan en los periódicos la habilitación de más plazas de estacionamiento pagas en las pocas zonas arboladas de esta, nuestra condal ciudad de Barcelona. No sé si con un extraño, muy particular sentido del humor, o con una más que lacerante ironía, insisten en llamarlas "Áreas Verdes". Absolutamente perverso. ¿Será obra del mismo creativo que ideó aquello de "daños colaterales"?
Photo de Irving Penn

martes, octubre 14, 2008

tóxicos y desintoxicadores

Presumido que soy -ya muchos avispados lo comentan sin ningún disimulo por las esquinas de los blogs- he decidido no pasar por alto una realidad confirmada de forma más que notable durante las últimas horas: conozco mucha gente talentosa, inquieta y creativa. Y no me detendré en la pléyade de maravillosos personajes amigos que habitan allende los mares, -el Sur, además de existir, lo hace con una potencia realmente arrolladora- para dedicarme sólo a algunos de los que han hecho mi vida más agradable y llevadera en la condal, ruidosa y polvorienta ciudad de Barcelona durante la última semana. Comienzo por el final, ya que ayer presentó su libro de memorias -Los años contados- José Luis Giménez Frontín, secretario de la ACEC, escritor y amigo, además de habitual anfitrión del que esto escribe en su blanca casa veraniega de Cadaqués, a la que soy, somos, muy afectos. Junto a él y a la insustituíble Pilar Brea, a sus tres gatas de mimoso nombre -Gina, Woopi, Gala- y a la también peluda y felina Nikita, una invitada de piedra siempre bienvenida, hemos pasado momentos que, si bien no tienen la relevancia necesaria para ser incluídos en ningún volumen de memorias, seguramente permanecerán en nuestro recuerdo afectivo por bastante tiempo. Anoche la librería La Central del Raval mostraba con bastante claridad el porqué de su nombre. En la mesa de presentadores estaban Eduardo Mendoza, Ana María Moix y Anna Caballé. Enfrente, apiñados y a la vez contentos, había una buena cantidad de (re)conocidos profesionales de esta ciudad. Se sabe que al enumerar siempre corremos el riesgo de no recordar lo suficiente, pero pido disculpas anticipadas y me atrevo a nombrar a los que tuve más cerca: Magda Bosch, Enrique Badosa, Agnès Agbotton, Neus Aguado, Luisa Cotoner, Esther Tusquets, Nora Catelli, Isabel Núñez, Lázaro Covadlo, Montse Conill, Daniel Najmias, Pilar Gómez Bedate, Susanna Salvat, Alberto Tugues y el poeta Antonio Tello con su esposa Beatriz, una mujer de sonrisa franca y ojos deslumbrantemente claros. Desde una lejanía no solamente física, pude entrever a la bailarina sudamericana Marta Binetti junto a una pintora neo-fauve germana de apellido y nombre impronunciables. Presumido que soy -ya muchos listillos lo comentan sin ningún disimulo por los rincones más oscuros de los blogs- debo confesar que tengo el libro de José Luis en casa desde hace unas semanas, mucho antes de su distribución en librerías. Me guardaré mi opinión para cuando lo haya terminado de leer, aunque anticipo que muchos amantes del morbo colchonero lo acusan de elegante y discreto, dos discutibles defectos que hasta hace poco tiempo estaban incluídos en una más femenina lista de apreciadas virtudes. De ser presentados frente a un tribunal inquisidor de la misma calaña -¡la democracia no lo quiera!- se me hace imposible asegurar que Giosafat y Dan, amigos recientes, fueran acusados de los mismos pecados. Elegantes y discretos en su vida privada, algunas de sus apariciones públicas muestras facetas inesperadas de sus ya de por sí muy facetadas personalidades. Para muestra la foto que incluyo aquí, tomada durante la perfomance de apertura para una muestra sobre Fantasía Erótica Japonesa en la Galería Artz 21 del barrio del Borne. Last but not least, el domingo pasado tuvimos en casa visita de músicos: Sandra Rehder, Pablo Andrés Giménez y Guillermo Rizzotto llegaron cargados de ideas, tartas y buenas intenciones. Pueden envidiarme si quieren, también me dejaron su música. Para demostrar la nobleza de mi nada presumido corazón, dejo alguna muestra de ella en el siguiente link: www.myspace.com/pabloandrsgimenez
Corolario: decididamente, debo ser un tipo afortunado. No veo a mi alrededor, ni en mis visualizables cercanías, gente a la que pueda llamar tóxica. Un tema que despierta hoy mismo el interés de la redactora del diario La Nación, Miss Loreley Gaffoglio, quien escribe:
Las neurociencias dicen que sí, que la gente "tóxica", encarnada por aquellos seres rapaces que inexorablemente perturban el bienestar ajeno y vampirizan al semejante, existe. Y endilgan a fallas químicas la irrigación de esa toxicidad. Sus conductas se traducen en patologías, y la coexistencia con ellos resulta imposible. El que destila un odio visceral y se regodea con la humillación del otro, el que avasalla al semejante, el que busca manipular con mentiras, el que agrede innecesariamente y desvaloriza al otro para sentirse bien él, el que daña con intención sin jamás proponer una reparación, el que incomoda con sus imposturas, el envidioso de todo lo ajeno y el que urde los problemas para acercar luego sus soluciones. La nómina de personas dañinas la completan el autodestructivo, el narcisista patológico, el perverso, el violento impenitente y el estafador. En el psicoanálisis y la psicología, la literatura está dividida. No obstante, ambas se inclinan por los vínculos y comportamientos "tóxicos" más que por las personas, ya que lo que es "tóxico" para unos puede ser perfectamente aceptado por otros. En todo caso, se trata de una percepción subjetiva, dicen. Lillian Glass (una mujer que sabe expresarse correctamente), advierte en su best seller Toxic people (Gente tóxica), que nadie es "ciento por ciento sano, ni física ni psicológicamente; por eso, es importante atender los patrones caracterológicos y sus efectos".
Sin comentarios.
Para los que puedan estar interesados en la que supongo transparente, frágil señora Glass y sus teorías sobre la pesada y oscura toxicidad ajena, dejo aquí este otro link: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1059017
Retrato de Giosafat por Dante Bertini

Posdata 1: Parece que hoy festejamos el BLOG ACTION DAY... Si alguien puede explicarme de qué va todo esto, lo agradeceré.

sábado, octubre 11, 2008

madrugada de sábado

No tengo nada que escribir. O tal vez no tenga ganas de escribir nada. O tal vez sí tenga alguna cosa que escribir y no quiera hacerlo porque todo en este momento me parece ridículo, banal o superfluo. Hay estruendos, esquirlas y multitud de temores rodeándonos y Nadie, subrayado y con mayúscula, nos dice cómo ni hasta cuándo debemos protegernos. Nunca escribo así -llegó la hora de las confesiones, ¡se acerca el Juicio Final!-; quiero decir que nunca escribo directamente en la edición de entradas. Generalmente lo hago en otro lugar, en una página de Word o en algún borrador de Outlook, y al terminar corrijo lo que haya que corregir, copio y pego. Hoy no tengo ganas de hacerlo de esa manera. O tal vez debiera decir que tengo ganas de hacerlo de esta otra manera. Por probar. Porque vuelvo de un recital de poetas jóvenes de Quebec en el Almazen barcelonés de la calle Guifré. Me pregunto si este local con guiño budista será el Nuevo Almacén, ya que hace muchos años en Buenos Aires teníamos El Viejo, donde entre otros, y otras, cantaba Edmundo, el mudo, Rivero. ¿Alguien conoce un cantante más feo? Si contesta que sí déjeme el nombre del susodicho pájaro aquí mismo, entre los comentarios. Me interesa. Yo nunca conocí ninguno tan poco agraciado, pobrecito. Cuando lo veías cantar era mejor cerrar los ojos. Ahora mismo, cuando lo oyes, se hace necesario no pensar en su cara. Es que si no, la habitual historia de desamores y abandonos se convierte en una superficialidad. Hay pocos seres que puedan aguantar a su lado ese careto a la mañana temprano, cuando recién te despiertas y la vida te parece un trance tan necesario como desconocido. Esta noche en Almazen no hubo feos, sólo un poeta mexicano simpático y guasón con una máscara supuestamente aterrorizadora de campeón de lucha libre. Para terminar la noche poética, Sandra Rehder, bella mujer, espléndida cantante, nos regaló varios tangos. Lo del regalo no es una metáfora cursilona: la entrada era gratuita. Las panteras no cantan, pero sin embargo ella canta como una pantera. Como una pantera herida, o abandonada... o a la que le han quitado los cachorros... o a la que simplemente le han cerrado la puerta de la jaula y, felina al fin, no se lo banca.
Perdón, ¡palabra cancelada! No hay que nombrar la soga en la casa del ahorcado. No hay que nombrar a la maldita banca en épocas de crisis como esta, donde hasta las almas zen tiemblan por el futuro.
La foto, tal vez provisional, es de un anillo tibetano de plata con el Om budista. La tomé en el local de Sony en Rambla Cataluña.

jueves, octubre 09, 2008

PRIMERA PLANA

Ayer mismo, el diario ADN publicó esta inquietante portada... Genética, periodismo, política y perforaciones : ¿una interpretación original de nuestra realidad presente?

lunes, octubre 06, 2008

Vértigo, catástrofes y bolsos de Hermès

En uno de sus últimos comentarios en mi blog, Darth Tater pregunta si me gusta Kim Novak, y resulta que la belleza platinada de Chicago es una de mis estrellas favoritas de antaño. Sólo por Vértigo, con sus dos versiones de una misma enigmática mujer, tan distante y sofisticada como ingenua y vulgar, merece permanecer eternamente en ese rutilante Olimpo de las Inolvidables. Vértigo, hipnótica, magistral, ¿sería lo mismo sin ella? Si bien el talento intuitivo de Hitchcock logró transformar un polard francés con rubia dentro (D'entre les morts, de Boileau y Narcejac), en un espeso tratado sobre el amor y la pasión, sus obsesiones, desajustes y consecuencias, la gélida y a la vez fogosa presencia de Kim Novak parece insustituíble.

El director del filme opinaba justamente lo contrario. Durante sus charlas con François Truffaut -recogidas en un libro que siempre recomiendo-, don Alfred confiesa su animadversión hacia la actriz, obsesivamente preocupada por entender el personaje y sus motivaciones, un incordio insalvable para un director que manifestaba todo su desprecio hacia los actores apenas le daban posibilidad de hacerlo. Según cuenta el implacable Hitchcock, "yo sólo le pedía que pusiera cara de terror, enamoramiento o ternura, pero ella insistía en saber los porqués de todo aquello". Misterios de la creación artística, nunca un desencuentro tan profundo ha dado resultados tan brillantes. En el mismo comentario, que nombraba al pasar a Kim Novak pero tenía a Charlotte Gainsbourg como protagonista (¿quién puede dudar que la familia de Serge ha sido la auténtica estrella de esta semana?), mi estimada Darth se detiene en el bolso creado por Hermès a pedido de una por entonces maternal Jane Birkin, deseosa de transportar los cachivaches de su hija recién nacida en un contenedor elegante y práctico a la vez. De este caprichoso antojo nace un clásico de la marroquinería de lujo que lleva desde entonces el nombre de la jadeante y delgadísima estrella inglesa. Había oído y leído mil veces sobre él, pero recién hoy se me ocurrió verle la cara, que por supuesto resultó ser la de un viejo conocido al que yo nunca había puesto un nombre preciso. En la misma página de la enciclopédica Google me enteré de su precio, que oscila entre los tres mil y los cuarenta mil euros según los materiales elegidos por el cliente, y de cómo su hechura, cuidada hasta en los últimos detalles, puede llevar más de un día entero de trabajo de los artesanos que lo fabrican, lo que hace la lista de espera de los posibles compradores practicamente interminable. ¿Seguirá vendiéndose tanto a pesar de la crispante, crepitante, chisporroteante SuperCrisis 2008?
"Nos tocó vivir una época difícil, como a todos los hombres", dijo alguna vez el ilustre autor ciego de El Aleph y Ficciones. La aparición de Google (7 de septiembre de 1988) es posterior a la muerte del escritor argentino, nacido también bajo el analítico signo de Virgo. Diez años después, el buscador recoge un millón de entradas con el nombre de Jorge Luis Borges, sólo en idioma inglés; algo menos, unas ochocientas mil, en lengua castellana. Me pregunto si "Georgie" hubiera sido un poco más feliz al comprobar que su fabulada y fabulosa Biblioteca de Babel se hacía finalmente realidad y era consultada por millones de personas en todo el mundo.
Volviendo al tema de la(s) crisi(s), ayer mismo, una psicoanalista amiga nos comentaba respecto a un ex paciente con incontrolables tendencias suicidas: "Decía estar quebrado, siempre inseguro, ¿pero quién no lo está? Se trata de vivir a pesar de ello." Esta misma semana, agotados sin éxito varios frascos de barbitúricos, el suicida constante decidió defenestrarse desde un quinto piso, como hicieran los banqueros no menos quebrados del tan recurrido crack del año veintinueve en USA. Educado hombre de letras, dejó una nota manuscrita sobre el teclado de su ordenador: "No podré soportar tanta decadencia". Para definirse como un hombre inseguro, parecía no albergar dudas en cuanto a sus catastróficos vaticinios. Sin embargo, deberíamos tranquilizarnos. No todos se desesperan o suicidan en épocas de crisis. Algunos aprovechan el río revuelto para llenar sus redes de suculentos billetes. Una página entera del diario La Vanguardia de ayer está dedicada a promocionar un juego completo de vajilla llamado Titanic. Para que no nos queden dudas en cuanto a su nombre, un epígrafe anuncia: "Ahora puede disfrutar en su hogar con la elegancia y el glamour de este conjunto inspirado en el que vistió las mesas más lujosas del trasatlántico hundido". Se puede pagar en veintiséis cómodas cuotas de cincuenta euros cada una. Si resultas ser uno de los primeros doscientos compradores, te obsequian además un mantón de Manila bordado a mano. Digo yo, ¿no hubiera sido más efectivo regalar salvavidas?
fotos en blanco y negro del rodaje de Vértigo y publicitaria en color de Bell, book and candle, ambas de 1958.

Posdata: Hermès promociona su bolso como Birkin Bag. BB, las mismas iniciales de Brigitte Bardot. Los jadeos de Je t'aime... moi non plus deberían haber sido suyos, pero Gunther Sachs, playboy, millonario y marido por aquel entonces de la desmelenada Brigitte, se negó por celos a que ella lo hiciera. Lo grabó Birkin, convirtiéndose a partir de ese momento en una estrella internacional, amante del compositor y madre de Charlotte.

viernes, octubre 03, 2008

Charlotte, la heredera







Si viven en España y se dan un poquito de prisa, el diario Público entrega hoy, gratuitamente, una película francesa que tiene como coprotagonista femenina a Charlotte Gainsbourg, la hija de Jane Birkin y Serge (ver post anterior). Se llama La ciencia de los sueños y la dirige Michel Gondry. No la he visto, pero tiene como antecedente a su favor el Premio del Público del Festival de Sitges 2006. Una yapa nada despreciable es la presencia en el rol protagónico de Gael García Bernal, alias el muñeco mexicano.
retratos de Charlotte por Craig McDean
Posdata 1: El espectáculo de anoche en Almazen fue toda una experiencia que espero, y me prometen, volver a repetir. Gracias por vuestro interés. Me la pasé tan bien que hoy el doctor Moret, mi dentista, no tuvo que hacerme abrir la boca, tan amplia era mi sonrisa.
Posdata 2: Antes del espectáculo en Almazen, pasé unos minutos por la inauguración de Pat Andrea en las dos salas de Víctor Saavedra. Pinturas de gran tamaño y exquisitos dibujos que ilustran poemas de Baudelaire, editados en un no menos delicioso volumen por Los libros del zorro rojo. Tengo un ejemplar, por supuesto. Y con un original del autor en la primera página. Nutrido vernissage, con personajes tan difíciles de ver en público como la (¿ex?) editora Esther Tusquets. Un detalle must: los zapatos de Pat Andrea; siempre distintos, siempre impecablemente blancos.
Photo : Pat Andrea de frente, Esther Tusquets de perfil.