domingo, mayo 20, 2007

de doctores y melancolías























Hoy ví por el canal Cosmopolitan algunos minutos de una nueva versión de Doctor Zhivago. Está fechada en el 2002 y en ella Keira Knightley demuestra tener más morros que la anterior Lara, esa actriz, también inglesa, llamada Julie Christie. Cuando estrenaron la larga película de David Lean en Argentina ya era el siglo pasado y el que escribe estaba más preocupado por Bergman y sus dudas metafísicas que por los amores de aquel abnegado House de las estepas rusas. Era muy jovencito yo. Tanto como para creer que las posibilidades de una vida útil ya habían acabado para mí y sólo restaba hundirse en el oprobio, la decadencia y la muerte. De allí lo del interés por aquel Ingmar sueco con sus dioses y demonios. Una amiga vitalista de algo menos de setenta años, Bebita Ferreira, mujer de exquisita cultura, mente abierta y dulcísimo trato, me obligó a ver la macropelícula de Lean. Era amiga del director, había asistido a su estreno neoyorkino y estaba convencida de que en aquel film había una lección de vida que su "Dante, mi amor", debía aprender. A pesar de ser un jovencito "airado", un típico "contestario" de la época, yo estaba fascinado por aquella mujer que hablaba un montón de idiomas extranjeros con la misma soltura de su lengua materna, conocía todos los movimientos y pensadores más avanzados y se preocupaba por mirar cómo caminaba la gente para poder dividirlos, por la flexibilidad o la rigidez de sus caderas, en "divinos" y "sexofóbicos". En esta segunda categoría tenía ubicada a Julie Christie, porque según ella "nadie que tenga la mandibula inferior tan rígida puede ser una buena amante". Me molestaba aquella opinión porque todos veíamos a la Julie como un "sex simbol" desprejuiciado y "swinging". "No se equivoque mi amor", insistía mi amiga, "la pobrecita es un típico producto de la educación inglesa, y si se lo digo es porque yo sufrí en carne propia esa educación castradora. Pero hágame caso: a pesar de ese lamentable error de casting, usted no puede perderse esta película". Por supuesto que fuí a verla, aunque a regañadientes. ¿No era una película esencialmente anticomunista? Me equivocaba otra vez. Pasaron varios años, y ya algo liberado de las influencias de mis compañeros bolcheviques del colegio, descubrí que el pobre Boris Pasternak, autor del libro original y Premio Nobel en 1958, se había muerto bastante triste, dos años después de que el gobierno de su país no le permitiera recoger este prestigioso premio, tan sueco como Bergman (¡vaya coincidencia!), por considerarlo fruto de una hábil maniobra política de la CIA estadounidense. En suma: un capítulo más, y de más que relativa importancia, en la larga y copiosa historia de la "guerra fría". Lo privado frente a lo público; las pequeñas historias íntimas enfrentándose a la arrasadora realidad social. Precisamente de cosas como esta habla la película que yo me negaba a ver. ¿A qué viene todo esto? No lo sé realmente, pero por estas fechas cumplía años mi queridísima amiga Bebita Ferreyra y en cada aniversario algún hecho tan casual como el pase de un nuevo o viejo film por televisión, hace que yo, habitualmente tan desmemoriado para los cumpleaños, la recuerde con especial melancolía y mucho, muchísimo agradecimiento.
BSO : Maurice Jarre
Photo : retrato de Boris Pasternak

20 comentarios:

Belnu dijo...

Yo tuve que ir a San Petersburgo para comprender los sufrimientos que habían pasado todos aquellos escritores de la generación de plata, Ajmátova (ver su casa museo), Tsvietáieva, Pasternak, Brodsky (él se fue y se salvó). Y leer al pobre Chalamov, que no se queja como el quejumbroso Soljenitsin, sino que sólo muestra. Y las cartas de Bulgakov. Bonito retrato...

Liliana dijo...

"Dr. Zhivago" fue una de las películas que más vi en mi infancia. Nunca pude tener un espíritu crítico hacia ella, me conmueve como lo hacía cuando era una chica.

iluminaciones dijo...

Me has recordado que tengo que releer a Bergman.
y la estética de su cine..

Anónimo dijo...

Había hecho todo texto protestón y llorón y lo perdí,decía algo del concepto algo mafioso que tenemos algunos de mi generación, de avalar o rechazar el veredicto de la academia Sueca, si es Pasternak o G.G.Marquez, si Arafat o Rigoberta y putear cuando los miembros de dicha academia se hicieron los suecos a la hora de otorgárselo a el mas merecedor, literariamente hablando, de casi todos J.L.Borges.de Almagro con rencor.

TORO SALVAJE dijo...

Me ha enternecido el recuerdo para tu amiga.

Creo que hay personas que nos marcan para siempre, y al sentir la nostalgia de tu post he pensado que seguramente ella lo hizo contigo.

Un abrazo.

Belnu dijo...

Yo siempre le tuve un poco de paquete a Omar Shariff por sus bigotazos, pero en cambio me gustaba tanto Lara (la del mensajero) e incluso la Chaplin allí...

Nostalgia dijo...

No me puedo imaginar otro Dr. Zhivago.
No.
slds,
Y gracias por tu visita. Ya volví ♥

Anónimo dijo...

¿Em recordas? ¿Se decía así en la lengua de tu ciudad?
Soy Kristof, el de NYC que vivió allí algunos veranios, frentea tu casa.
Me costó volver a encontrarte.
Va mensaje de por tu email.
(¡La weB tan buena!)

Dante Bertini dijo...

Z: nunca me hubieras apreciado con mi antiguo bigote transhumante...

yo tampoco pude soportar otro zhivago

Dante Bertini dijo...

´K: espero ese email
mi catalán no es muy bueno para correcciones

Cayetana Altovoltaje dijo...

Pues a mí me gusta Omar Shariff, aunque esta película la vi hace tanto tiempo y era yo tan pulga que ni me acuerdo. Recuerdo mejor el libro porque lo leí también cuando era una pulga y claro, el resultado fue una mezcla de frustración por no entender bien de qué iba y una especie de vértigo por estar metiéndome en algo demasiado grande para mi tierna cabecita.
Muy tierno tu recuerdo, sí.

Anónimo dijo...

Te prometo que volvere siempre por aquí, gracias.
Clara de Queretaro

Anónimo dijo...

ajá, así que a todos os gustaban los moustaches... está bien, está bien, no diré más... Bel

Dante Bertini dijo...

pues a mí no: sólo era , y soy, muy permeable a los piropos y como todos decían que me quedaban muy bien...
los usé intermitentemente durante unos cinco o seis años, pero con la llegada de aznar decidí quitármelos

clara de queretaro, méxico?

el objeto a dijo...

entiendo y comparto la admiración e importancia en la historia de uno, de los personajes como esa señora, Bebita Ferreira, y me encanta ese análisis del movimiento de las caderas. Mi madre dice algo parecido de los hombres al verlos bailar, me lo explicó un fin de año en que observábamos con detenimiento a Vertigo Sensual, en una fiesta loca en pekin... Siempre me resistí a la tristeza que imaginaba encontrar en Doctor Zhivago, pero me ha atraído tu relato y echo de menos la mirada del espectador de cine de hace años, bonito homenaje a una amiga

Anónimo dijo...

Recuerdos dela adorable bebita.
Un beso. Julián.

Dante Bertini dijo...

a: tu madre y yo deberíamos conocernos, aunque sea un desastre...vértigo sensual mueve las caderas? puedes no contestar

un beso, julián, y otro a tí, liliana...

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu blog. Como sabrás, yo no tengo. Andreu.

Anónimo dijo...

un abrazo

Anónimo dijo...

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