miércoles, mayo 02, 2007

el Zorro, con ese...


Conocí a un paracaidista murciano que andaba dando saltos al vacío por la ya saturada Ibiza de los tardíos ochenta.
"¿De dónde eres?", le pregunté.
"De Huerva", me respondió.
"¿De Huerva?, dije yo extrañado.
"No, hombre. De Huerva. Con ele", dijo mi interlocutor con más que evidente orgullo. Diferencia de acentos y pronunciaciones.
El otro día, viendo el noticiero del mediodía en Antena 3 desde mi muy confortable sofá de Habitat, me quedé dormido entre los sucesos de sangre y los deportes de hierba. Desperté con los gritos de una mujer que juraba vengar a sus familiares muertos. No era una nueva invasión de los ultracuerpos ni un apéndice sobre conflictos bélicos del telediario. Se trataba de la telenovela de sobremesa Zorro, una espectacular producción colombiana que abre insospechados caminos en lo que a melodramas se refiere. ¿Por qué? Porque los personajes principales, sean padres, hijos o entenados, gozan todos por igual de una belleza notable, además de, y aquí viene lo realmente revolucionario, mostrar edades sospechosamente cercanas. Milagro de la nueva medicina holística, del extracto de vayasaberqué o de la cirugía estética más avanzada, es indudable que un mundo como el de Sorro - a pesar de los variados, tan cálidos como expresivos acentos latinoamericanos, nadie parece preocupado por pronunciar esa Zeta tan castiZa del título- es de un resultón muy apreciable. Las edades provectas sólo aparecen en algún personaje malvado, marginal, en el cura que se lo sabe todo o en alguna criada negra que, por razones de raza, también queda fuera de los cánones protagonistas. Las niñas lucen todas un escote en plan bandeja de Santa Olalla, y aunque algún amargado pueda decir que son guapas porque han pasado por el quirófano, después de algunos visionados de nuestro Cambio radical se hace más que evidente el aserto de aquel viejo refrán de los dones naturales y la universidad salmantina.

Y hay más. Todo lo bueno de esta novela viene de a pares, sean ojos, músculos, labios o pectorales, y el argumento, sembrado de pasión, sexo y lágrimas, está plagado de referencias literarias, cinematográficas y hasta mitológicas. Maravilloso ejemplo de posmodernidad, ejemplar producto de las artes preapocalípticas, el Zorro (con ese) se hace acreedora a una visión desprejuiciada y valiente; a unos espectadores inquietos, curiosos, poseedores de un buen par de ojos.
photo : Marlene Favela x Dante Bertini

9 comentarios:

Unknown dijo...

Duermeté con la cinco, con Yo soy bea eso no te pasa.

La Gata Insomne dijo...

Si vivieras aquií!!!!
Las misses y las telenovelas son nuestro mejor producto de exportación

Belnu dijo...

Ahora lo comprendo todo! Z! Y desde el noticiero de antena 3, no hay apenas transición. Lo mejor de todo es tu estado de semivigilia donde todo se mezclaba surrealmente, espadas, bellezas, hierba, noticias y teatralidad de sofá...

Dante Bertini dijo...

mis muy queridos visitantes: estaré unos pocos días lejos de casa...gracias por pasar...hasta muy prontito...

mr.ed dijo...

ese sorro tumbado sobre la sorra luciendo palmito


(qué tan lejos te vas? aquél viaje a madrid?)

Anónimo dijo...

Querido amorimás:

Hablando de vídeos, bellezas y posmodernidades..., tu último comentario en El águila ediciones (http://elaguilaediciones.wordpress.com/2007/02/19/%e2%80%9cgarganta-con-texto%e2%80%9d-por-ricardo-domeneck-2006/)generó algunas reacciones, por si te apetece pasar a visitarnos.

Un abrazo y buen viaje, allá donde vayas.

Belnu dijo...

Ja ja, sucumbiste a la tentación de traer al zorro a tus lugares!

Dante Bertini dijo...

isa: mientras te contesto, federico, celoso del zorro, se dedica a jugar ruidosamente con un lápiz que ha tirado al suelo...otro dibujante en la casa?

Anónimo dijo...

Esos pares, de ojos, me han flechado.