jueves, noviembre 15, 2012

Una cierta sonrisa

Un certain sourire. Así se llamó, se llama, una novela corta, la segunda, de Francoise Sagan, escritora francesa que tuvo un propio y solitario boom al editarse su primera y muy temprana novela: Bonjour tristesse. Un título tan rotundo y universal como el éxito de esta mujer, ya algo olvidada fuera de los límites de su país.
Todo pasa, sí, sin duda, y las estelas en la mar se desvanecen hasta ser suplantadas por otras nuevas. "¿Nouvelle vague? Siempre las olas lo son", dijo un famoso y muy tradicionalista crítico, también francés, frente a aquel supuesto fenómeno cinematográfico de mediados del siglo pasado, vivero de notables directores y unas cuantas buenas películas, entre las que por supuesto jamás se podría inscribir la versión desangelada, "babélica" y comercial (?) del libro de Sagan.

 ¿Vamos a hablar de cine o de novelas? No era mi intención ocuparme de ninguno de estos temas, pero ya se sabe, soy un esclavo de la asociación libre -nada menos libre que ella, en realidad- y en el momento de poner título a lo que pensaba escribir (a veces empiezo las cosas por el principio... o al menos no siempre lo hago por el final) apareció la frase, trayendo de inmediato a mi memoria el título de la novela, la autora, el filme, Machado, las nuevas y viejas olas, Rossano Brazzi y ¡EEN ZEKERE GLIMLACH!
 
 
Ayer por la tarde, día de huelga general con aires catastróficos, me acerqué hasta Paseo de Gracia para ver como discurría (!!!) una de las populosas manifestaciones de ¿malestar, protesta, indignación?, coincidentes con el paro convocado por los dirigentes sindicales con el apoyo expreso del PSOE.
Varios, muchos miles de personas, en su mayoría jóvenes de entre 20 y 45 años, recorrían con pancartas de todo tipo una de las calles más cosmopolitas y caras de Barcelona. Podría haberme emocionado y de alguna manera lo hice. Sin nudo en la garganta, sin lagrimeo ni congoja. ¿Es el escepticismo una emoción? He visto demasiadas marchas como esta, participé codo con codo y grito a grito en decenas de ellas. Mis consignas siguen en el aire muchos años después; algunas, inclusive, suenan rancias, desubicadas, ilusas, a pesar de que en ellas se mencionaban algunas palabras que todos lo himnos nacionales proclaman defender.
"No ser dios y cuidarlos", repetía el estribillo de una canción del recién fallecido Leonardo Favio, autor, cantante y director de cine enrolado -¡si es que todo casa!- en lo que dió en llamarse "Nuevo Cine Argentino". Pues eso. En cierto momento encontré en mi cara, pude sentirlo, una cierta sonrisa complaciente, búdica, gatunamente Cheshiriana. ¿Un tic, un truco, una máscara, un sentimiento?
No supe contestarme. Quizás sólo se trataba de tragar sin demasiado dramatismo todo aquello que hubiera deseado y nunca he podido, o hemos podido, cambiar. 

4 comentarios:

Ātman dijo...

Ah, la politesse… Me encantan los franceses y ese malabarismo mental casi imposible de ejecutar para quién no haya nacido en semejante país. Pero hay que hacer atención, que fueron ellos los que inventaron la máquina de rebanar cabezas. Esperemos no tener que llegar a tanto, aunque el túnel se parece cada vez más a un abismo.

Un abrazo

Dante Bertini dijo...

Estimado Atman:
ya he visto por allí amenazantes guillotinas de cartón piedra...¿nos tocará ver otra vez a las auténticas, funcionando como en siglos pasados?
Épocas tristes estas.
Descorazonadoras.
Sin sonrisas ciertas.

Un abrazo

39escalones dijo...

La época de las manifestaciones creo que es algo generacional, una fase que hay que pasar, como los granos o la "pitopausia"... Una vez superada, ya no parece lo mismo. Esos jóvenes manifestantes, dentro de unos años, seguramente se sentirán igual.
Veo que Argentina tampoco escapó a esa moda de los "Nuevos Cines" que recorrió el mundo hace décadas. En fin, tan nuevos que ya son viejos.
Abrazos

Dante Bertini dijo...

Alfredo:
necesarias en medio de este aprendizaje constante para la vida, sin porqués ni paraqués reales, las manifestaciones suelen ser poco más que eso, un canal de escape que muestra, manifiesta, nuestras incertidumbres, descontentos, deseos y necesidades.
Verlas con distanciamiento es también un síntoma, aunque de otras cosas.
Gracias por pasar. Un gran abrazo.