martes, septiembre 20, 2016

LA PLAYA AL MEDIODÍA, poema





El cielo, clarísimo,
brilla como el sol,
sin molestarse en demandar
salvoconductos ni permisos.
Sobre la arena clara
los cuerpos desnudos juegan a encontrarse
evitando el contacto,
como si las pieles ardieran,
y las manos,
aferradas a cualquier objeto veraniego
(un bote de crema bronceadora, un encendedor, un libro)
tuvieran cuchillos escondidos,
acerados, peligrosos filos
camuflándose, cautos, entre los anillos.
Las cortinas de algodón blanco
bailando al son del viento
no oyen la música banal que suena,
monocorde,
bajo el techo cañizo del chiringo.
Todo está en su sitio,
respetando sin alardes ni exabruptos
alguna de las formas posibles de ordenar el mundo.

Debería sentirme ligeramente alegre
(o al menos no estar triste)
pero mis ojos obstinados, recurrentes,
se empeñan en endulzar con lágrimas marinas
los ácidos zarpazos de la melancolía.


Foto (Cantabria 2015) y texto de Dante Bertini.