se disfraza de sueño
para atraparme otra vez en sus mentiras.
Volverá -me dice-, volverás a verlo.
Te reirás con él como lo hacían antes:
un mediodía de sol y cafés a la intemperie
en una esquina cualquiera con chismes y rumores.
Mostrando ese gesto que ahora ya no encuentras
se acercará a tu mesa y charlará contigo.
Habrá un cine cercano, y una pequeña pantalla donde sombras,
no siempre de la China,
proyectarán lucecitas de color sobre vuestras manoseadas fantasías.
Tres pinos retorcidos por el viento,
al lado mismo de ese mar ajeno de color turquesa,
te verán sonreír mientras él se acerca.
¡Hola!, te dirá sin más,
como si nunca se hubiera ido para siempre.
Llevará esa camisa sin cuello, de tela labrada y rayas finas,
¿la recuerdas?
Y una mano en la boca con expresión de susto,
y el cigarrillo preparándose para escapar de sus dedos,
de la misma punta de sus dedos,
sostenido apenas, con asco y con rencor,
como si quisiera que un súbito milagro lo aleje de su lado.
Sí, no lo dudes,
lo verás frente a ti despierto y afeitado
absorbiendo distraído el humo gris hasta la última hebra de tabaco.
Volverá, ya verás. No desesperes.
Golpeará en tu puerta, te gritará desde la calle.
El sueño, de pronto, me despierta.
Estás muerto, le digo.
Está muerto, me repito.
Nadie me responde, por supuesto.
La memoria es, además de engañadora y turbia,
zalamera y caótica.
Dante Bertini,
Barcelona 2015
Ilustra : Poster de Bertini para la cafetería Marysol de Ibiza, 1982.
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