jueves, marzo 01, 2007

la vida de los otros

amo el buen cine americano ( si hace falta que dé nombres estoy dispuesto a hacerlo) y aunque también tengo en mi lista de pasiones algunos directores, actores y películas de otras procedencias, soy algo reacio a ver según qué cine considerado "de calidad". Me gusta la síntesis del cine estadounidense, su uso del montaje, su maestría para contar sin aburrir ni subestimar al espectador. Para cine literario, prefiero la literatura, para cine de tesis, los ensayos literarios. El cine de pantalla, el dirigido al gran público, es un arte que requiere lenguajes específicos. La misma película pasada a soporte video o cedé se convierte en un producto diferente, más cercano al libro. Puedo acelerar o detener, pasar capítulo o repetir una escena, un diálogo, una imagen, hasta que mis neuronas se queden satisfechas.
Todo esto viene a raíz de que esta misma noche cometí el error de no seguir mis intuiciones y creer en los comentarios de algunos amigos. Fui a ver La vida de los otros, Oscar a la mejor película extranjera de 2006. También ganó ese premio Todo sobre mi madre y yo estaba en una multitudinaria fiesta en Los Ángeles la noche que lo entregaron. Allí ví cómo la gente aprovecha esos minutos -los de los premios a las pelis foráneas- para ir al aseo o salir al jardín a fumarse un pitillo. Supongo que los jurados harán lo mismo cuando se las proyectan en privado.
Me estoy yendo lejos. Estaba hablando de La vida de los otros y vuelvo a ella. ¡Que mala es, San Hitchcock de mis amores! Y lo cito a él porque fue autor de algunas pelis de comunistas malísimos, con cara de hielo y sentimientos de bisturí. En ellas al menos los buenos eran carismáticos, te daban ganas de esconderlos en tu casa. Paul Newman con los ojos color cielo, o Julie Andrews, que siempre será nuestro Victor/Victoria. Esta, La vida de..., es malísima de verdad, inaguantable. Menos mal que la noche anterior cumplía años mi querida Pilar Brea y nos invitó a comer a El Jardinetto. Una reunión encantadora: seis amigos, buena comida, excelente humor. En una mesa cercana estaba Boris Izaguirre, pero esa es otra historia. También en el hotel de Los Ángeles paraba Rajoy, por entonces ministro del gobierno, y no les conté nada sobre la larga charla que mantuvimos una mañana a las puertas del hotel.

3 comentarios:

Pilar M Clares dijo...

Totalmente de acuerdo a la parte a de tu texto, sobre la función del cine o la mía preferida coincidente contigo, y b sobre "La vida de los otros", tiene un máximo de quince minutos interesantes. Saludos

Adrián Mallol i Moretti dijo...

Ah sí? tu encuentro con el sr Rajoy en los Angeles merece un post en toda regla! Mmm, debes de tener material como para frotarse las manos, Humpty Dante... Espero con fruición.

Anónimo dijo...

Caramba, hablar con Rajoy, me ha dado un escalofrío de repelús...