Cuando se estrenó
Belle de Jour, en el cada día más alejado Siglo Veinte, los críticos y especialistas de cine se preguntaban sobre el contenido de la pequeña caja que el actor Pierre Clementi (1942/1999), en un personaje cargado de sadismo, voluptuoso y vil como él mismo, mostraba con gesto amenazante a la atemorizada, aunque sin duda muy gozosa, Catherine Deneuve.
¿Qué demonios había allí adentro? Todos pretendían tener la verdad, conocer el secreto, y el tema, un detalle más en una película cargada de imágenes ambiguas, inquietantes, daba para llenar columnas y columnas de periódicos y atraer abundante público a sesudas mesas redondas, entre cinéfilas y psicoanalíticas.
Reconozco que nunca me preocupó demasiado el contenido de la pequeña caja, subyugado hasta la náusea por las manos morbosas, enfermizas, corrupt(or)as del por aquel entonces joven actor francés. Ahora mismo veo a Clementi, que pasado mañana hubiera cumplido 69 años, como un desperdiciado y económico conde Drácula, ya que no hubiera necesitado maquillaje, vestuario ni atrezzo alguno para hacer creíble su papel de
maitre del vampirismo universal.
(...Horas después de colgar el post, Alfredo e Isabel aclaran mi confundida memoria: gracias por ello. Preferí otorgar la propiedad de la misteriosa caja a Clementi cuando en realidad su dueño era un señor algo obeso que preferí olvidar. Supongo que mi memoria, selectiva y sobrecargada, algo estrecha para aceptar según qué humillaciones, prefirió las uñas largas del actor francés a los pliegues sebosos del para mí desconocido actor oriental...) Agobiado con un calor que a pesar de lo que dice el calendario se niega a abandonar la escena, impactado por los vaivenes de la cada día más crí(p)tica economía mundial, aburrido hasta lo indescriptible por unos políticos carentes de cualquier propuesta medianamente honesta y/o esperanzadora y bastante más que indignado, enardecido por los que exigen libertad para seguir torturando animales en nombre de una supuesta cultura que no todos compartimos, buceo por la red buscando imágenes, músicas, historias que me saquen de esta inopia que empiezo a suponer virósica y, rodando, rodando como Santa ¿Eulalia? dentro del tonel, me encuentro a la última chica mala del pop:
(lo dice ella, lo aúlla en realidad:
tú lo sabes, no soy buena) domesticada al fin, vestida de absoluto, riguroso luto, en medio mismo de un cementerio decadente y rodeada de otros deudos que la observan compungidos.
Mientras su voz en off nos cuenta una historia vulgar, mil veces contada:
He left no time to regret
Kept his dick wet
With his same old safe bet
Me and my head high
And my tears dry
Get on without my guy
You went back to what you knew
So far removed from all that we went through
And I tread a troubled track
My odds are stacked
I'll go back to black
We only said good-bye with words
I died a hundred times
You go back to her
And I go back to...la vemos arrojar con gesto indolente algunas flores blancas sobre una caja cuadrada que contiene...¿qué demonios contendrá esta caja?
Yo tengo respuestas; más que algunas, varias, pero quizás entre todos ustedes, los que a veces me leen, alguno conozca "La Precisa", que decíamos en mi barrio.
Y como no hay dos sin tres y una trashumante
Mary Poppins me envía dos días después este magnífico regalo, lo comparto con ustedes. En Cuerpo, en estos momentos bastante maltrecho, y en Alma, dolorida pero aún entera.