lunes, enero 15, 2007

veinte indiecitos

Para clausurar el Año Freud, la librería Xoroi convocó a veinte -sí, 20- arriesgados "personajes" de edades, sexos, profesiones e ideologías variadas, para un homenaje sabatino en el auditorio de la Caixa Fórum. Alumno aplicado, escribí este texto que no sobrepasaba los seis minutos previamente concedidos a cada uno de los convocados. No todos respetaron ese límite, pero a juzgar por la recepción y los aplausos, el público que llenaba la sala estaba de lo más satisfecho con el acto.
Es que Freud, como Gardel, cada día canta mejor.

MI NOMBRE ES FREUD, SIGMUND FREUD

Cuando me fui de Buenos Aires, a fines de 1975, el lenguaje freudiano ya había traspasado los muros universitarios, los estrictos límites del encuadre psicoanalítico y el hermetismo casi iniciático de los grupos de estudio, para integrarse al énfasis expresivo y a la jerga siempre mutante del lenguaje porteño.
Cinéfilos empedernidos, nos había fascinado de inmediato el concepto de proyección y lo usábamos para rebotar sin el más mínimo remordimiento cualquier juicio desfavorable sobre nuestra conducta. Lo contrario hubiera sido sentirse, o ser,“culposos”, y aquello era algo que los jóvenes “comme il faut”, todo lo asumidamente neuróticos que la modernidad exigía, no podíamos permitirnos.
Dejamos de estar tristes o preocupados para sentirnos atrapados por la angustia, y, frívolamente enganchados al dinámico dúo de Eros y Tánatos, muchos llamaban “mi amor” a todo el que se le ponía cerca y proclamaban convencidos que aquello que los hacía gozar “mataba”.
Por más que uno pusiera todas sus defensas en situación de alerta, se hacía muy difícil aceptar que en medio de una discusión pudieran tacharte de superyoico, narciso, castrador, o encajar que tus lapsus dejaban al descubierto deseos muy ocultos.
Nos preocupaba el estado de nuestra libido, manteníamos bajo sospecha nuestras pulsiones, y, más que un gran amor, deseábamos una buena transferencia.
La catarsis ocupó el lugar del bricolage, los hobbies o las aficiones y los problemas domésticos de Edipo parecían tan cercanos y conocidos como los del primo Ángel o la tía Elvira.
Por aquellos años las amas de casa dejaron de lado las neuralgias para comenzar a sufrir traumas y complejos y muchos adolescentes decían no soportar más las castraciones paternas y se lanzaban airadamente contra ellas escribiendo frases de inspiración freudiana sobre paredes y pancartas. Mientras los enamorados pretendían huir del emparejamiento simbiótico entregándose alegremente a terapias grupales de distinto signo, las madres hablaban de la “oralidad” desenfrenada de sus bebés, los estudiantes acusaban a sus profesores de fijaciones infantiles y los hinchas de algunos equipos habitualmente perdedores se autodenominaban “masocas” o masoquistas y tildaban a sus rivales de paranoicos y psicópatas.
Al mismo tiempo que Manuel Puig, autor de “El beso de la mujer araña”, “Boquitas pintadas” y “La traición de Rita Hayworth” sostenía que el inconsciente tenía la estructura de un folletín, los culebrones televisivos empezaban a incluir algún psicoanalista sui generis entre los innumerables personajes secundarios, y palabras como subconsciente o sublimación entre los obtusos parlamentos de los actores protagonistas…


Cuando llegué a esta ciudad, en la primavera de 1976, su gente empezaba a vivir una transición colmada de expectativas e incertidumbres. Los cambios políticos y sociales se sucedían con tal velocidad que el vértigo no permitía detenerse en las palabras.
Ahora se me ocurre pensar que el psicoanálisis tenía muchos puntos en común con el té, esa infusión que los holandeses importaron de China a Europa para que los ingleses la convirtieran en uno de los símbolos más universales de su cultura.
Si bien es verdad que no resultaba demasiado difícil de encontrar, seguía siendo un producto minoritario, bastante exótico y de poquísima difusión popular. Como el psicoanálisis, el té no se asociaba con el placer y se usaba exclusivamente en casos muy específicos de malestar o enfermedad. Física y leve, si se trataba de la dorada infusión oriental, mental y grave si decidíamos internarnos en esas otras aguas, presuntamente más turbias, del psicoanálisis.

Pasaron más de treinta años y son muchas las cosas que han cambiado en este tiempo.
Tantas, que hoy abundan los “Tea Shops” por las calles de Barcelona y nosotros podemos reunirnos a festejar públicamente y sin rubores el sesquicentenario del nacimiento del inventor del psicoanálisis: Freud, Sigmund Freud.

…a pesar de que, cada vez que escribo la palabra Freud, el corrector automático de Word insiste en cambiar la u átona por una i acentuada, convirtiendo el apellido del ilustre vienés en un imperativo de tintes gastronómicos.

(más información en crucigrama, uno de los links vecinos)

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Y es que el Word no tiene complejos a la hora de demostrar su ignorancia en temas así.

Freíd mortales!

Besazo, mencantó.

Belnu dijo...

Me alegro de volver a ver aquí tu bonito texto. Recupérate pronto...
Bel

Anónimo dijo...

Buenísimo!

Anónimo dijo...

soy una schicoanalista txeca y nunca entender el freud...
era argentina?

Anónimo dijo...

Magnífico, en cinco minutos imposible decir mas con tanto garbo. me ilusiona que traigas del pasado al primo Angel la tia Elvira y la tierra.

Recordar: del latín “rec-cordis”…volver a pasar por el corazón.

Que te mejores.HéctorZ.

Analy dijo...

Ni Ian Fleming lo hubiera dicho mejor. Te lo dije antes, me gusta cómo lo decis.

TICTAC dijo...

Aplausos desde aca'..me gusto' mucho tu homenaje, ameno e interesante.
Pobre Freud, tuvo el tiempo necesario para poder obrar una gran revolucion y no para recibir gratificaciones personales.

Un abrazo y que sigas recuperandote!

Anónimo dijo...

Pero me dijiste que me avisarías !!!! Y faltaron mi aplausos....Bsos.

Liliana dijo...

¡Qué buen homenaje! Me llevaste a mi juventud de los 70, también la década que me vio dejar Buenos Aires.
Muchas gracias por el enlace a mi blog. Yo haré lo mismo con el tuyo.
Es un placer leerte.

Anónimo dijo...

Querido : ya te dije que tu participación en el acto fue de primera ,era justo el tono que queriamos ... ademas de ingenioso fue “ amoroso He leído de nuevo tu intervención y me parece aun mas original . gracias mil Eileen

Anónimo dijo...

¿Te acordás de la pálida? ¿Dónde habrá quedado esa señora?

Anónimo dijo...

me gustó
felicitaciones

mr.ed dijo...

buenísimo el texto del freidor de cerebros! (cómo sabe word)

Anónimo dijo...

Cachodpannnnn !!!! Tas femitoooo !!! T deje 1 mnsaje en el blog de mi xico, pro x las dudas t digo: la palabra clave es ACETILCISTEINA 200 mg. baratisima y mu guena, t¡ho dic de debo.

Otra cosa: hoy a las 22.30 sale la Domi en silenci, no t la pierdas, BESOS.

Anónimo dijo...

uauuuu, que nivel, chico
tengo que pensarme todo lo que dices paso a paso
me veras volver

Anónimo dijo...

Eres un ateo, por eso sufres frente a la muerte
Jesus nos ilumina

Dante Bertini dijo...

y los reyes magos llegaron con oro, incienso y mirra...