

Lejos de los tópicos estilísticos prefijados para un look intelectual, aquel día, en esa fiesta privada con medio centenar de invitados, el escritor se nos mostraba como un ser angelical del escuadrón Luzbel, capaz de contar anécdotas comiquísimas de su paso por Cinecittá para poco después bailarse un merengue con la Felisa P. al estilo clásico, fusionando la gracia y sensualidad de un nativo caribeño con la elegancia contenida y precisa del siempre impecable Fred Astaire.
Después de aquella noche memorable, con boquitas pintadas y caderas ondulantes, volvimos a coincidir una media docena de veces en otras tantas reuniones de amigos comunes. Nuestro único encuentro a solas se produjo por casualidad en pleno centro de Buenos Aires. Mientras yo buscaba un libro cualquiera en una librería de Corrientes y Suipacha, él se despedía sin demasiada nostalgia de una ciudad a la que, según me confesó, no pensaba volver por largo tiempo. Para mí, que nunca había viajado más allá del cercano Uruguay, resultaba doloroso que alguien tan apreciable eligiera nuevamente el camino del exilio. Cuando le pregunté por qué se marchaba otra vez del país, se tomó el trabajo de explicarme, aunque de forma algo ausente, como si se tratara de un discurso demasiado repetido, la intranquilidad que le producía la situación política que estábamos atravesando, con la presencia constante, siempre represora, de la brutal policía bonaerense. Mientras hablaba, sus ojos oscuros, brillantes como escarabajos, comenzaron a entristecerse, pero de pronto cambió radicalmente el tono y volvió a iluminar la mirada con esa picardía ambigua, algo infantil, presente en muchas de sus fotos.
“Y además, muñeco, qué quieres que te diga: en México encontré un hombre que tiene todo lo que yo necesito”. (Fin de la segunda entrega / Continuará y fin)
photo : retrato de Manuel Puig, de autor desconocido.
3 comentarios:
Gracias por convidarnos al ser humano Manuel salido del bronce. Me canso de escuchar y leer sobre héroes de la bohemia con ceño fruncido y humo de cigarro girando alrededor... Prefiero humanidad (me resulta más creíble)
Te dejo un beso. Muy interesante este artículo, lo he disfrutado y he caminado por Corrientes un poquito con ustedes dos
Musa
Un testimonio impagable.
Mi mitomanía incurable te lo agradece.
gracias por compartir(te), cacho de pan. estas anécdotas, sin duda, alimentan.
un beso.
♥
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