Algunas casualidades aparecen ante nosotros como evidencias de una realidad paralela a la que no sabemos poner nombre. Encuentro sin buscar, ¡ay, don Pablo Picasso!, una versión en DVD de Boquitas pintadas, la película sobre el libro de Manuel Puig dirigida por el también argentino Leopoldo Torre Nilsson (1924-1978). El mismo día, buscando -ahora sí- más información sobre la banda sonora, que vaya a saber por qué mi memoria atribuía a Leandro "Gato" Barbieri, encuentro un blog con el mismo nombre del libro y la película, casi un homenaje al también autor de "Cae la noche tropical", "El beso de la mujer araña" y "Maldición eterna a quien lea estas páginas". De inmediato contacté con su hitchconiana auto-edito-ra, nos linkeamos y, email mediante, prometí enviarle algo de lo que tenía escrito sobre Puig. Al releer esas antiguas notas pude darme cuenta de cómo la memoria va afinando el disparo, deteniéndose en detalles y situaciones que antes no había tenido en cuenta. Se hizo imprescindible escribir un nuevo texto que, sirviéndose de los anteriores, recogiera esos pormenores previamente desechados por mi casquivana memoria; restos de una época que el incontrolable viento de la historia alejó para siempre de nuestro lado.
Boquitas pintadas, el filme, se estrenó en 1974, siendo quizá el último evento cinematográfico de importancia para esa Buenos Aires sofisticada que parecía presentir un gran desastre próximo. El "tout Buenos Aires", o sea algunos centenares de personas dedicadas de alguna u otra forma al quehacer artístico, esperaban el estreno de aquel film con la misma ansiedad conque, dos años antes, varios millones de argentinos habían esperado el regreso de Perón desde su exilio madrileño. Por aquella época, muchos de los que estaban pensando desde tiempo atrás en cambiar el escenario de sus vidas, decidirían que era imposible seguir postergando el momento de hacerlo. Sin embargo, como partir no era nada fácil y mientras tanto tampoco podían detenerse, seguían allí, viviendo esa realidad paralela como si fuera la única posible. Enfundadas en los vestidos de Madame Frou Frou o en la ropa vintage hábilmente rapiñada de los baúles familiares, Dalila Puzzovio, Mercedes Robirosa, Felisa Pinto, Marta Carlisky, Marilú Marini, Rosita Bailon, Nacha Guevara y un buen puñado de otras bellas y sofisticadas mujeres, asistirían a la presentación de Boquitas pintadas en el Cine Teatro Gran Rex de la calle Corrientes, recreando los años cuarenta que el libro y la película retrataban, por este orden, con mejor o peor fortuna. Para la beautiful people porteña Manuel era "un divino" de reciente adquisición. Torre Nilsson -Babsy para los más íntimos- y su mujer, la escritora y guionista Beatriz Guido, tenían un puesto permanente en ese Olimpo de dioses menores que conformaba la flor y nata de la sociedad porteña. Al brillante estreno de aquella noche seguiría una fiesta por todo lo alto en casa de Felipe del Canto, un personaje único, que sabía unir sin aparentes fisuras su elegancia de diplomático privado de cartera a una ávida curiosidad de flanneur cosmopolita y amante de los barrios bajos. Junto a un grupo de amigos igualmente jóvenes, representábamos la alborotadora cantera de los nuevos valores. Herederos de una forma de vida con raíces europeas, anhelábamos conquistar Nueva York para poder vivir como los hippies ricos de San Francisco. Fumábamos hasch y marihuana, leíamos a Henry Miller, a Allen Ginsberg, a Lovecraft y Salinger. Mezclábamos Freud con Ken Russell, las minimalistas Gimnopedies de Erik Satie con la psicodelia barroca de The Who o los desgarros etílicos de Janis Joplin. Nos acostábamos por pura diversión y solíamos desnudarnos en casi todas las fiestas por el gusto de ver asustarse al personal que se decía liberado. Así como Alejandra Pizarnik solía quitarse toda la ropa cada vez que en una reunión de intelectuales se "tocaba" el tema del sexo, nosotros nos desnudábamos por completo cuando las reuniones sofisticadas empezaban a ponerse demasiado tensas. (Fin de la primera entrega/continuará)
Photo : Luisina Brando en un plano de la película Boquitas pintadas
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Between the connections we build with others, and the physical locations
that ground us, Berlin choral ...
Hace 2 días
20 comentarios:
Que tiempos aquellos.
Pues que sigan fiesta y palabras. Esos tiempos también son estos, es solo cuestión de edad ¿no crees? lo esencial pervive.
Es la demostración de que no todo pasado fue mejor...
Excelente novela la de Puig, realismo puro en un pueblo de provincia, mechada con tangazos.
te dejo un beso
musa
Encantador texto. Además funciona ciertamente como especie de ensayo de toda una época también en mucho encantadora, también siniestra.
Cacho, en Buenos Aires acaba de publicarse "Una letra familiar" de la enorme Irene Gruss, por Editorial Bajo la luna.
También habla de esa época y es un libro absolútamente entrañable. Te lo recomiendo fervientemente.
Un abrazo, López.
Gracias. Me pongo manos a la obra para incluirte en mi recopilación.
tú también crees en las señales?
prométeme que me llamarás canalla alguna que otra vez
algo pasa con mi conexión: no me permite entrar a los comentarios de blogs ajenos...
azorado estoy!!!
Me ha sabido a poco este post, espero con impaciencia la continuación. Besos.
espero ansiosa la segunda entrega, cacho!
besos!
♥
Ahh como disfruté este texto...espero lo que sigue.
Gracias.
Abrazos
Y cómo me gustaba El beso de la mujer araña... Incluso Buenos Aires Affair, que se parecía a una historia real en Cadaqués, aunque sin brutalidad final... En una de las fiestas locas de aquella época me liaron para jugar al strip pocker, perdí muy pronto, intenté prolongarlo al máximo quitándome pendientes y anillos pero no hubo nada que hacer, yo sola con siete hombres, en un ático racionalista de la plaza molina...
Me quedo con "El beso de la mujer araña". La versión cinematográfica es estupenda.
saludos
muy buena!
Me encantó el texto... que no pare!!
No conocía su blog, he abierto su página desde el perfil y al ver esa fotografía en b/n me he quedado hechizada. Y después ese título "Boquitas Pintadas" ha hecho que sienta una empatía inmediata hacia su espacio, he seguido leyendo y su estilo literario me ha hecho sonreír.
Gracias. Todo un hallazgo.
Amigo cacho:
otro día hablamos de Puig,hoy no tengo tiempo, estoy todavía con Bioy, zurciendo los manteles de la Biela, y curándome.
Cómo va ese canto castratto y faringítico?
Saludos
no sé por qué mis amigos se niegan a sacarse la ropa en las reuniones cuando todo se pone un poco "tenso".
qué suerte que los tuyos no se negaban, cacho de pan!
ja, ja, ja! espero la segunda!
Qué buen retrato de la época, espero la continuación!
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