viernes, diciembre 05, 2008

entre templos y góndolas

Leo a Joseph Brodsky (Leningrado 1940 - New York 1996). Marca de agua, su libro, es un recorrido por Venecia a través de diversas estadías y muchísimos años; una serie de descripciones que de no ser tan profundamente literarias me atrevería a llamar pictóricas.
De su primer viaje a la ciudad de los mármoles y las góndolas narra una anécdota que retrata su carácter de poeta intelectual, elegante, ensimismado. La encargada de recibirlo es una mujer que lo encandila y a la que en un primer momento describe como "una visión maravillosa ". Pocas líneas después se anima con algunos detalles más de aquella aparición tan deslumbrante: "un metro sesenta, huesos delicados, piernas largas, cara alargada, cabellos castaños y ojos almendrados color avellana", una descripción casi superficial, si no fuera porque agrega que también tiene: "un ruso pasable en aquellos labios maravillosamente dibujados y una sonrisa cegadora en esos mismos labios". Finalmente, perdida ya toda compostura, atrapado por un irrefrenable éxtasis erótico, se lanza a definirla como "esa clase de mujer que humedece los sueños de los hombres casados." Mientras esperan el vaporetto que los llevará al lugar donde piensa alojarse, el poeta, sensibilizado por la cercanía de esa bella veneciana envuelta en piel de nutria, sólo atina a preguntarle qué opinión le merecen los Motetes de Eugenio Montale, publicados por aquellos días. No recibe respuesta alguna, así que ingenuamente supone que la pregunta ha sido descortés, dado que el autor ni siquiera es veneciano. Empecé a leer el libro de Brodsky casi al mismo tiempo que los noticieros de televisión nos mostraban a la bellísima ciudad italiana nuevamente inundada. ¿Y si para nuestra desgracia continuara hundiéndose? Estoy convencido de que lo haría con parsimoniosa inexorabilidad, como me gusta imaginar que se sumergió en las aguas del Atlántico la poeta argentina Alfonsina Storni, aquella de "Tú me quieres blanca, tu me quieres alba, tú me quieres casta..." Tal vez, de la misma forma en que ella no pudo con tanta hipocresía machista, la exquisita Venecia no pueda aguantar el peso del puente inventado por Calatrava, una modernidad que tampoco Joseph Brodsky hubiera soportado. Refiriéndose a los arquitectos de su época, el ganador del Nobel de Literatura de 1987, escribe: "esos hijos de la repugnante posguerra han hecho más daño a la línea del horizonte europeo que cualquier Luftwaffe." ¿Les suena cercano?

Desde Taschen me llega el anuncio de otro de esos espléndidos libros para (ad)mirar en reposada soledad o en ajetreada compañía: Thornton, el Templo de Flora. Inmediatamente pienso en mi madre, por supuesto. Es verdad que tengo una amiga que también se llama así, pero ya se sabe: madre hay una sola y a ti te encontré en la calle. Ella, mamá, solía ocultar con ahínco ese nombre con el que tanto la habían torturado durante la infancia los compañeros de escuela. "¿Por qué tu hermana Fauna no vino con vos? ¿La dejaste en el zoológico?". Para muchos el chiste tendrá su gracia, pero en mi pobre madre sólo acrecentaba su natural inseguridad. La hacía sentir distinta, extranjera; una niña de pueblo trasplantada -el vocablo surge espontáneamente, sin premeditación alguna- a la gran tan temida megalópolis, capital de la República. Flora no sonaba demasiado bien en la Argentina de las Marcelas, Patricias, Adrianas o Martas, y el hippismo, que debería haberlo reivindicado, ni siquiera se enteró de su existencia. A mí tampoco me gustaba, lo reconozco, aunque he logrado valorizarlo con el paso de los años y mi creciente amor por las plantas, los árboles y las flores. A pesar de algunos tópico sobre la natural libertad creativa de los niños, de pequeños no queremos ser diferentes al resto del rebaño. Las madres de mis amigos más apreciados se llamaban Silvia, Isabel, Ana María; sus padres Alberto, Juan José, Rubén, Eduardo o Enrique. Las veces que alguna maestra, imbuida por el estro divino del lenguaje florido, se dirigía a mí, diciendo: "Póngase en pie, Bertini. ¿Podría decirnos cómo se llaman sus progenitores?" a mí me costaba responder. Cuando tímidamente lograba susurrar "Flora y Dante", me parecía que una brecha profundísima se abría de pronto en el suelo encerado de nuestra clase, separándome de manera irreversible, brutal, definitiva, de mis demás compañeritos de clase, todos hijos de otros nombres más propios, más normales.
Aunque sé muy bien que no es verdad, me gusta pensar que este libro está dedicado a una pequeña y cálida mujer llamada Flora, mi madre.
A ella también le hubieran encantado estas bellísimas, coloridas y sensuales imágenes de su perdido, mitológico reino.
ilustran: María y Joseph Brodsky fotografiados por el bailarín Baryshnikov; Brodsky y su gato, por Julia Schmalz.

Posdata: a partir de estas dos fotografías con las que me encontré por puro azar, empecé a ver de otra manera a Brodsky. Lo poco que he leído de él no me llegaba al corazón. Rozaba mi sensibilidad, planeaba sobre mi inteligencia, pero en ningún momento conseguía emocionarme. A partir de estas imágenes casi domésticas ya no siento igual. Una de ellas, además, está conseguida por uno de los bailarines que más admiro. Una pirueta de la suerte, de su buen ojo y su gesto decidido para apretar el disparador. Me gusta esta pareja que pasa ante nosotros: abrazada, cercana. El ojo de la mujer escapa, entre curioso y desconfiado, en pos del fotógrafo, mientras se deja llevar por ese hombre casi anciano que tiene muy claro hacia dónde quiere ir. De la otra foto no necesito decir demasiado. Brodsky está con su gato, y no soy nada imparcial en cuanto a esto.

35 comentarios:

Idea dijo...

Cacho, qué decirte que no suene obsecuente. Cuando tengo la fortuna de leerte, mientras sucede, el tiempo y las palabras se funden en un mismo espacio.
Un beso enorme.

Lukas Rybensen dijo...

Conmovedor, emotivo, palabras diamantinas y una prosa que te sumerge desde las piernas de la tana al bosque de la infancia. Admirable, Cacho.

Un abrazo

Daniel Rico dijo...

Muy bueno cacho, creo notar que todos tus afanes esteticos parecen reconducirte indefectiblemente al territorio feliz de la niñez. La melancolia del destierro parese amenazarte.

Hay una pelicula de Pino Solanas, "SUR", que muestra una Buenos Aires que se hunde irremisiblemente. Mientras tanto, la capital del imperio que nunca existio (Malraux), parese una Venecia creada como una ruina premeditada.

Un gran saludo desde este lado del mar y gracias por compartir tus cosas tan generosamente.

Dante Bertini dijo...

Idea,
Luc,
Daniel:
de la parquedad he pasado a la parking-cinidad...
Mis afanes deportivos me han dejado con la cintura chafada:
descanso y posición de pié... o de cama.
Por eso no los visito estos días. Lo siento. Apenas puedo escribir mis disculpas y mis gracias.
un abrazo

Gise =) dijo...

Interesante el libro que comentas, me lo apunto para leerlo en la lista interminable de obras recomendadas por gente como vos que lees buenos libros... de Taschen Ivan se compro uno el domingo en el Mercadillo de Sant Antony "The Male Nude" bellas fotografias de hombres que por su fisico hoy causarían risa en esta sociedad tan fisicamente selectiva...
Adoro cuando cuentas cosas de tu niñez, no me cansarae de insistir deberias escribir un libro " memorias de mi" seria un exito seguro!!!!
Besukones energizantes cuida tu cintura y a ver si antes del proximo año hacemos ese cafe para celebrar tu cumple!!!!!

Anónimo dijo...

cacho de obama, mirá: http://www.lavozdegalicia.com/genteytelevision/2008/12/04/00031228420654524164677.htm

Anónimo dijo...

Gise:
tendré que hacerte caso, porque según me cuenta
E(d),
el Cacho de Pan está teniendo cada día más difusión...
Conozco el Male Nudes. Está en casa.
besitos, cielo:
el café está hecho.

Dante Bertini dijo...

E(dgardo):
es tu diario, no?
No me digas que la idea se la diste vos...

pepa mas gisbert dijo...

Para estar cansado, tus entradas contienen tanto y tan interesante, que poder comentarlo todo me obligaría a mi a casi escribir una nueva entrada hablando de la la tuya.
Pero y aunque sea de soslayo me fijo en la referencia que haces de Alfonsina Storni, de la que hace ya mucho tiempo recité algunas cosas como aquella ALMA DESNUDA (muy apropiada para mi) y sobre todo aquel párrafo que dice:
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.

Y aquí estoy, alma que suele haber como delicia sentir la carícia de una palabra como las tuyas.

Salaudos

Dante Bertini dijo...

Alma:
si yo me viera como tú me ves no podría soportar mi egolatría.
Escribo por placer, por búsqueda y para contactar con la poca gente que, como tú, siente que leerme tiene algún interés.
Gracias por estar allí, como siempre.

La Gata Insomne dijo...

me encantan las fotos
me parece que lo de Flora es un poco exagerado, aunque entiendo
mi padre se llamaba Constantino y en Venezuela eso era de reirse y vivíamos en ua barrio (en la acepción venezolana una zona de ranchos, gente muy pobre, peligroso)Petare, porque mi abuelo compró allí una colina despoblada) eso si era y sigue siendo causa de risa y burla, no me apetecía acclarar que vivíamos como cualquiera de los que se reian.
La Pizarnik entre otros de sus nombres era Flora.

un beso

Dante Bertini dijo...

Gata:
nunca me había enterado de ese otro nombre de la Pizarnik. Lo tuvo bien escondido, como mi mamá.
Cuadra, porque al menos en Argentina, es un nombre judío.

Nuestra vida está sembrada de opacidades.

Las fotos son maravillosas. Estimé más a Brodsky al verlas.

Anónimo dijo...

Estimado cacho:

Ya había reparado en la coincidencia. Nuestras miradas son distintas, si. Estar en sintonía no excluye contribuir a la diversidad.
Me ha gustado tu homenaje a los nombres, que a menudo nos hacen sentir tan extraños...

Un abrazo

Dante Bertini dijo...

J.:
a mí me costó un exilio aceptar mi nombre, dentro del cual ahora estoy muy contento.
Un abrazo, estimado.

Mi hermano lo tenía peor: ¡Lilio! Humberto.

Belnu dijo...

No le sabía gatuno! No me extraña. Buenas fotos... A mí ese libro de JB me encantó. También me gusta tu teoría de Calatrava hundiendo Venecia!

Dante Bertini dijo...

zbelnu:
el libro tiene momentos gloriosos, aunque tiendo a pensar que la traducción chirría un poquito.
Gatuno, sí, por ende buena persona.

Anónimo dijo...

Gracias por recomendar el libro.
Ya lo pedí a la editorial.

Anónimo dijo...

¡Muy bueno!
Qué más te puedo decir?

Mari Pops dijo...

Imperdonable el puente de Calatrava y Calatrava.
ES HORROROSO!!!!!!!!

Es preferible que se hunda dignamente.
En Venecia conoci a mi actual marido y estaba completamente inundada

Es una de mis ciudades. Una vez estuve 9 dias. Claro no existia ese adefesio.

Hermosas fotos y me gusta ahora Flora Es la suma de toda la vegetacion

un beso

Margot dijo...

Me encantan las fotos...

Y tendré que buscar el libro (el de Taschen), me has dado una idea para un regalo navideño, mira tú! gracias.

Un beso, Cacho de pan.

Anónimo dijo...

Una cierta tristeza por ese hombre con gato, tan feliz, ya desaparecido.
¡Joder con las fiestas!

Anónimo dijo...

Me gustó mucho.
Te visito siempre sin comentarios.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Mi blog está fuera de uso.No tengo conexión por el momento

NoSurrender dijo...

Nunca leí nada de Brodsky, pero siempre haces que apetezca hacerlo.

Salud!

Dante Bertini dijo...

estela carlos,
el oso,
antonio,
no acostumbro contestar los comentarios anónimos; en estos casos con nombres, aunque no los conozca. sólo digo ¡Gracias por la visita!

Dante Bertini dijo...

Margot:
me alegra que el blog te sirva para algo más.
Creo que se pueden comprar por Internet y si no acaban de inaugurar un corner shop en Madrid.
Beso.

No surrender:
te digo algo parecido a lo de Margot, me alegro que sea así. Un saludo.

Porteño:
como siempre, un abrazo y gracias

Dante Bertini dijo...

Mary:
afortunada de tí, que el agua te acercó un amor.

No se entiende el porqué de esta modernidad repetitiva en ese lugar tan especial. No pega nada, pero a los que lucran con estas cosas no les importa en absoluto.
un beso

Anónimo dijo...

gracias, cacho!!!! qué maravilloso descubrimiento, la venezia de Brodsky....

http://www.scribd.com/doc/2540883/Brodsky-Joseph-Marca-de-agua-Apuntes-venecianos

abraçades marplatenses

montse y manuel

Walter Leonardo Doti - (Filosofo Multimedia) dijo...

Cacho: estoy tratando de encontrar las normas que seguís para que lo que escribís responda a un estilo. Pero parece que los estilos, para serlo, no deben dejarse atrapar.
Me encanta esa manera tan natural de hilvanar los temas, casi como en una conversación relajada.

39escalones dijo...

Yo de Venecia siempre me quedo con la aguda frase de Miguel Gila: es la única ciudad que vende los terrenos por litros cuadrados...
Saludos.

Raúl dijo...

Esa capacidad evocadora que tiñe casi todos tus relatos (obviamente más acuciada en "memorias") me fascina. La posibilidad de acudir desde un libro, una imagen o cualquier otro pretexto, a modo de método deductivo, a una reflexión nostálgica y personal, es de lo más interesante.

Anónimo dijo...

Montse, Manuel:
gracias por el link, supongo que debe ser el mismo texto. Yo lo leí en una bonita edición de Siruela, regalo de una amiga bloggera.

Walter:
gracias, aunque sinceramente no sé si tengo o no un estilo. A veces pienso que es el no tenerlo o al menos el no preocuparme por él. Que me lo digas es gratificante, siempre sin saber muy bien por qué.Es algo que merecería ser hablado larga y (dis)tendidamente.

Abrazos a los tres

Anónimo dijo...

39E:
pero qué litros Alfredo!
Aunque a veces huela mal, es como la mejor esencia. Un perfume hecho de belleza y tiempo.¡Y tan fotogénica!


Raúl:
un comentario halagador y gratificante. Escribo desde donde puedo, y la memoria, mientras la tengamos, es un terreno realmente inagotable.
La asociación libre es un componente del ser porteño, según creo.

Un abrazo a ambos. Los visito.

el objeto a dijo...

Me encantaron las imágenes de Brodsky (baryshnikov siempre me pareció exquisito), a mi también me pasa que ciertas imágenes cambian algo y permanecen ahí, en la mente, abriendo caminos..

y la historia del nombre de Flora me recuerda la mía propia con este nombres que apenas ahora empiezo a aceptar con cariño

la vida no sólo está en los libros, pero mejora al mezclarla con ellos,

besos

Dante Bertini dijo...

vanessa:
las afinidades electivas...
el enfrentamiento con nuestros desagrados inconscientes es muchas veces el disparador de encuentros muy felices.
bacci