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Extraña ciudad esta, donde la amistad importa mucho a pesar de aparecer cuestionada a cada instante desde su cine, sus canciones populares, su literatura.
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A las siete y media de la mañana de un día gris y lluvioso, espero que pasen a buscarme por una parada de autobús en Villa Elisa.
"¿Qué estás haciendo aquí?", me pregunta de pronto una voz interna en la que creo reconocer otra muy propia. En ese mismo instante alzo la vista y el cartel de una funeraria me responde con silenciosa contundencia: "Viviendo, afortunadamente".
Un segundo después, desde la esquina más próxima, una alta y bella mujer con aspecto de exploradora suburbana, me hace señas mientras se acerca a grandes pasos y con los brazos abiertos, amenazando un abrazo que me dará sin retaceos, entre sonrisas y lágrimas, obviando una presentación que facebook ha hecho innecesaria.
Se llama Valle y las próximas cinco o seis horas la pasaremos hablando en su acogedora casa de grandes ventanales, entre mates amargos y bizcochitos..."Como cuando estabas vos..."
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Salgo a comprar algo de fruta para el desayuno. La calle está colapsada por carros de bombero y coches de la policía. Uno de civil me dice: "señor, vaya por el otro lado" y yo, con dos botellas vacías entre las manos, le hago caso.
En el último piso del edificio contiguo al mío, una mujer joven se asoma al vacío con intención de tirarse. Imagino el ruido del cuerpo estrellándose sobre el macadam y me estremezco. Escapando como puedo de aquella escena de película, doblo la esquina y en el almacén me entero de que hace unos meses un muchacho de 24 años, vecino del barrio, no dudó tanto sobre su determinación y logró matarse. Esta mujer finalmente no lo hace y la calle vuelve a su normalidad.
Mientras yo abro la puerta de calle, un bombero se despide de otro con un rotundo beso en la mejilla, corroborando que aquí las demostraciones de cariño son espontáneas y naturales; algo absolutamente cotidiano.
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Compartimos el ascensor con una vecina de la casa donde vivo, y ella, amable, irónica, me dice -acá la gente tampoco suele ser reacia a la comunicación eventual con desconocidos- que este barrio no es Palermo Soho sino Palermo Soja:
-De allí sale todo el dinero para montar tanto local de lujo...
No se si la soja será culpable de toda la vitalidad que se respira. La ciudad bulle de forma constante y las ventanas cercanas no acaban de quedar totalmente a oscuras nunca. Insomnes o trasnochadores, los porteños mantienen encendida la tradición de Buenos Aires como "ciudad que nunca duerme", aunque esos desvelos se hayan trasladado a otros barrios no necesariamente céntricos, y Corrientes, la desvelada de otras épocas, se vaya a la cama poco después de la una.
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Kado Kotzer y Sergio Cabrera escriben, producen y dirigen espectáculos teatrales. Lo han hecho decenas de veces, tanto en Buenos Aires como en Tucumán o Europa. Son una pareja de muchos años que ha decidido casarse legalmente el jueves de la semana pasada. Gracias a la presión popular y al empeño de los Kirchner, dispuestos a llevar adelante la ley de igualdad matrimonial, dos seres fieles pudieron poner nombre a una unión que, más allá de rótulos o papeles sellados, es profunda y creativa.
Apenas llegado a la ciudad, Sergio y Kado me invitaron a su amplio, familiar, bellamente abarrotado apartamento de la calle Callao. Me esperaban con un five o'clock tea acompañado de medias lunas rellenas y tarta casera de zahahoria. Hablamos del pasado, del presente y del futuro y, como si todo esto fuera poco, me voy a casa acompañado por tres suculentos cedés con canciones de Chabela Vargas, Milly y Dalva de Oliveira.
Los recién casados son algunos de los bronces íntimos, personales, propios, de esta gran ciudad tan afecta a ellos, sobre todo si esos bronces llevan o recuerdan nombres importantes y aparecen encaramados a rotundos pedestales de mármol.
Otro bronce sin peana callejera es Anita Jasminoy. Bailarina, arquitecta, desde siempre hace además bellas joyas artesanales con aires vintage. Tejidas, bordadas, siempre diferentes, una de sus escarapelas-mandala adornó la solapa de la presidenta, Cristina K., durante un evento organizado por las madres de Plaza de Mayo. Ana, o Anita María, como le decía su madre, mantiene a través de los años una sonrisa clara, algo desprotegida, brillándole en los ojos y cierta ternura infantil en su manera de moverse por la vida. Esta, supongo que agradecida por ese andar respetuoso, la retribuye con grandes dosis de creatividad y muchísimo talento.
Fue ella la que avisó a Carlos Ulanovsky de mi presencia en Buenos Aires. Su largo, respetuoso y bien informado programa de los sábados -Reunión Cumbre- me acogió junto al actor Osmar Núñez (La mirada silenciosa), el periodista y presentador Patricio Barton y la actriz, cantante y bailarina Alejandra Radano (Cabaret, Chicago, Tatuaje). Un auténtico Sábado de Gloria.
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Se festejan los noventa años de la primera emisión de radio en Argentina. El local de Radio Nacional en Maipú 555 está a tope de gente.
Cecilia Rosetto aparece algo tarde y al verme exclama: "¡No me confundas las ciudades! ¿Estamos en Buenos Aires o en Barcelona?" Unos minutos después confiesa: "Yo me divierto más aquí, ¿sabés?".
No alcanzo a decirle que la entiendo.
Todas las fotos de este post son de Dante Bertini, salvo la de Reunión Cumbre en Radio Nacional, que es de Adrian Misseri.