martes, enero 30, 2007

Alejo, cercano

Eso de que "a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos", el que escribe, poco amante de las cercanías familiares, lo ha transformado en un más personal "quien prefirió no tener niños, acaricia felinos".
Sin embargo, como no vivo solo, desde hace unas semanas nos visita un sobrino de las lejanas pampas bonaerenses...
La primera noche, para abrir boca en su degustación de Barcelona, lo llevé a ver la Pedrera, que queda a unos pasos de casa. Cuando estuvimos delante levantó con desgano la cabeza, mientras lanzaba un ¡ah! con bastante menos enfasis del que ahora le otorgan a éste mismo los signos de admiración que le he adosado, e inmediatamente, cambiando la dirección de su mirada, acotó "¡qué barbaridad ese Bentley!".
Nunca me fijo en los coches que pasan a mi lado, salvo que se trate de un Jaguar, a ser posible de ese verde inenarrable que algunos llamamos "inglés" y que está muy cerca de los azules y los negros. Como no sé conducir, supongo que ese interés es sólo una prolongación de mi amor por los gatos, pero, aunque también me gusta Fellini y he sido fan del Gato Barbieri, detesto particularmente el musical Cats, así que no sé si esta suposición es demasiado válida.
Volviendo al sobrino turista, después de esa primera visita guiada me dí cuenta que no le interesaban las cosas sin ruedas, así que desistí de llevarlo al museo Picasso, a la Sagrada Familia o a la torre Agbar. No pareció frustrarse en absoluto. Libre de nuestra compañía, se dedicó a conocer las tiendas y los bares de moda y a pasear alegremente por los países cercanos.
No suele hablar demasiado, pero es tanta su pasión por los rodados que cuando ve algo que le gusta exclama ¡Joya!, poniendo los ojos redondos como ruedas.
Él, demasiado joven, no lo sabía, pero esta expresión -muy usual entre algunos jóvenes argentinos- nace de los carteles manuscritos que pegaban hace tiempo los vendedores de coches de segunda mano en los parabrisas de sus vehículos en oferta:
Se vende:
¡Joya! Nunca fue taxi.
(photo : bertini)

5 comentarios:

mr.ed dijo...

compro!

La Muniequera dijo...

Estoy leyendo super interesada, pero... uh, perá que pasa un fitito...

Malasombra dijo...

Amigo, uno no escoge a la familia, a lo mejor, no sé, alguno que otro pariente se convierta en un amigo. Pensé que solo en mi país teniamos recelo de comprar un taxi, JA!. Un saludo.

Belnu dijo...

Qué curioso, yo también soy de esos que no conducen... En cuanto a los musicales y películas de gatos, ¿viste qué malísimos y diabólicos eran siempre los gatos de Walt Disney? Me refero a Sí y Am, claro. Se nota que los detestaba, pero debo confesar que yo conozco un par como esos, viven en París, en casa de una amiga y son terribles...

Liliana dijo...

Deberías llevarlo al Parc Güell, no conozco a nadie que se resista. Y a partir de allí, cualquier Gaudí que vea lo sorprenderá. Al menos, eso me pasó a mí cuando visité esa hermosa ciudad (y también iba de las pampas argentinas).