viernes, marzo 30, 2007

Autor

Gracias a un blog amigo -iluminaciones- (re)descubrí a un autor que había olvidado. Y digo autor y no poeta, que lo fue prolíficamente, porque también se dedicó a las artes plásticas, y supongo que de haber vivido más, de haber deseado vivir más, nos hubiera seguido sorprendiendo con extrañas y talentosas creaciones de cualquier otro tipo.
Pedro Casariego Córdoba -"Pe Cas Cor"- se definía como "ese hombre delgado que no flaqueará jamás". Escritor, dibujante, ilustrador, decidió no vivir más de treinta y siete años, aunque dejando tras de sí una obra suficientemente cuantiosa como para hacernos dudar de la duración y calidad de nuestro tiempo, siempre tan estrecho y rácano.
photo : zac - BSO : gymnopédies de erik satie
posdata : a los que quieran liarse un cigarrillo o pasar saludablemente de él, pueden entrar a los comentarios-discusión del último post de mi amiga crucigramera: "humo, lecturas y traiciones".

lunes, marzo 26, 2007

Porcile


¿Alguien tiene el número telefónico de la Santa Inquisición? ¿Y su email? Es que quiero denunciar al Beckham por una foto donde incita a la perversa práctica de la homosexualidad. Una calenturienta imagen donde el hasta hace nada jugador del Real Madrid aparece como protagonista de una escena que induce al más absoluto descalabro moral. La foto no es nueva, lo sé, pero es que yo acabo de verla. Me saltó a los ojos sin aviso previo, sin banda alguna de (en)cubrimiento de las zonas más escabrosas, sin la faja de rigor con las tres equis negras sobre fondo rojo. Sí, cuanto más lo pienso más claro lo tengo: quiero denunciar al depravado futbolista inglés. Aunque se haya escondido en Beverly Hills o se escude tras las enormes gafas negras de su más que amarga Victoria. Creo que este es el momento oportuno, ya que ahora mismo gozamos de una especial sensibilidad frente a todo lo que pueda dañar el espíritu de los pobres e indefensos seres humanos. Debemos arremeter contra la indecencia de la misma manera que lo hemos hecho contra esas modelos, generalmente extranjeras, que con su falta de gordura en los sitios adecuados incitan a la delgadez extrema, la bulimia y la anorexia. ¿Qué se creen estas guarras? ¿No saben acaso que los azúcares y las grasas saturadas producen más felicidad que la muerte? ¡Todas a engordar!, que para eso somos democráticos, libres y siempre vivimos del lado de aquí -exactamente el de los desinteresados, al mismo tiempo que conmovidos espectadores- de lo que alguna vez fue el telón de acero. Y si estas niñatas no quieren engordar, dando un buen ejemplo a nuestras hijas, nietas y protegidas, pues que vayan al paro o entreguen sus patéticos cuerpos desnatados a los estudiantes de Osteología de cualquier Facultad de Medicina.
BSO : tom waits y chrystal gayle : one from the heart

viernes, marzo 23, 2007

club de lectura

te invitan a hablar de un libro que ya creías muerto (con catorce años de nada: un adolescente apenas)...
te invitan a hablar de erotismo, el tuyo finalmente, a una biblioteca popular...
te invitan sin explicarte demasiado, y tú piensas: igual me tiran piedras (mi costado melodramático, operístico, mi cincuenta por ciento italiano)...
aceptas porque pretendes vivir de lo que haces, te gusta el contacto con la gente, y es tu forma, doméstica y urbana, de ser aventurero...
decides que no vas a prepararte; para qué, si sólo se trata, supones, de contestar preguntas...
llegas a las seis y media porque el evento está anunciado a las siete y quieres conocer el terreno en el que habrás de moverte...
te encuentras con un lugar vacío, un tipo con la cabeza rasurada que te ladra como si fuerais perros: uno de gran tamaño, él, y tú, uno faldero...
cuando finalmente deja de ladrar consigues sacarle la información que necesitas: "la biblioteca está en el tercer piso, subiendo a mano izquierda".
sin decirle gracias (no las merece) subes hasta allí con un ascensor sonoro: canta su canción quejosa con voz de coplera antigua...
allí está finalmente tu terreno: centenares de libros en las que supones muy bien ordenadas estanterías, y además, al alcance de tus ojos, dándote una sonriente bienvenida, la cubierta que alguna vez contuvo Serenata Argentina, ese estrafalario film que en 1940 lanzó al estrellato a Carmen Miranda, la brasileña de los tocados frutales en plan castellet de dotze...
dos horas de hablar-dialogar sobre mi libro, y desde allí sobre la vida misma...
un grupo de personas que usaban el bilingüismo sin prejuicios ni exclusiones ante un autor fascinado porque aquellos, sus momentáneos lectores, habían ocupado un mes de su tiempo en leer -y discutir, desmenuzar, digerir- lo que él había escrito un montón de años antes...
Me fui de allí contento, llevándome como regalo de la sonriente bibliotecaria la cubierta de la película seudo-argentina con Betty Grable y la Carmen Miranda. El recuerdo de un momento especialmente agradable.
Y hasta el día de hoy, hasta este mismo momento, no he encontrado ninguna razón valedera para arrojarme desde la cúspide de mi ego.
BSO : Les pêcheurs de perles, de Bizet / ilustración : birlada (?)

domingo, marzo 18, 2007

modelos















soy cómodo, me cuesta moverme de casa, no sé conducir... tres confesiones que no son tales para los que me conocen al menos un poquito. Sin embargo voy a casi todos los lugares donde haya fiesta, amigos, cariño, música, té y simpatía... Ayer sábado se festejaba el sesenta cumpleaños de Jorge Klein en un restaurante-masía de Sant Cugat. La invitación era para las 13 horas. Nuestra amiga Joyce B., que es una mujer muy organizada, meticulosa, extremadamente limpia y a pesar de todo esto guapa, pasó a buscarnos con su poderoso todoterreno a las doce del mediodía. Todo el mundo sabe que a Sant Cugat se llega en menos de media hora, pero a Joyce no le gusta nada ser impuntual y suponía con toda razón que íbamos a perdernos por el camino. A pesar de haber cumplido con su fantasía menos optimista, a la una en punto entrábamos a la fiesta. Mucho árbol, mucho verde, muchas mesas con manteles blancos, un sol casi veraniego y una treintena de los setenta invitados previstos que ya estaban esperando con ganas de festejo. Yo llevaba un regalo de terracota y la cámara de fotos lista para disparar sobre los invitados. Jorge, el del cumpleaños, es, además de arquitecto, padre de Martina Klein, la modelo. Ella, siento decirlo, es muchísimo más guapa que la que solemos ver en las fotos. Y lo es siempre: embarazada, madre reciente, en plan tejanos y camiseta o, como hoy, de supertacón y vestido de cóctel azul "dèlavè". Su madre, Adriana, es el patrón básico de tan glamouroso resultado. Hay otro Klein, Tomi, altísimo muchacho de ojos melosos y sonrisa abierta, que podría haber sido modelo de ese Calvin que ni siquiera es pariente, pero prefirió mostrarse en calzoncillos sólo en la intimidad y para quien intimamente le apetezca. Todos -los cuatro- llegaron aquí ya nacidos en otro país, la Argentina. De allí siempre llegan, me llegan, sonrisas y lágrimas*. A veces en la misma semana y sin darme descanso. "Pues chico", dirán algunos, "¿qué quieres?, eres argentino". Sí, pero hace 31 años que vivo en Europa y casi quince que no piso aquella tierra de, según dicen algunos, ególatras insufribles. "¿Sabes como se suicida un argentino? Tirándose del ego."
La fiesta de ayer, al margen de la comida acertada, el cante jondo y el tango en directo, el clima perfecto, el servicio eficaz, los invitados interesantes, fue una demostración de que algunos argentinos pueden ser protagonistas de historias menos egocéntricas. ¡Qué cálidos son los Klein cuando te quieren! ¡Y cómo se quieren entre ellos! Pensar que en Argentina nos preguntábamos dónde estaba nuestra identidad nacional. Muchos tuvimos que salir de allí para encontrarla.

*(no esperen un link a Julie Andrews y la familia Trapp; no voy a ponerlo)

banda sonora : Gotan Project, el Cigala, Serrat, "el Barrococó"
photo : (tomi, martina, adriana, jorge) D'Bertini

jueves, marzo 15, 2007

"cuatro pasos en las nubes"

fue el título en castellano de una pelicula neorrealista italiana que mi memoria atribuye a Vittorio de Sica. (La de Beatriz Doumerc, más memoriosa, me corrige: "Alejandro Blasetti". Gracias.) No la encuentro como tal por ningún lado, pero como la ví hace un montón de tiempo en Buenos Aires, vaya a saber qué habrán imaginado los distribuidores argentinos de la época, la mayoría de las veces poco sensibles a los títulos originales. Tanto como para haber rebautizado de "Atavismo impúdico" a "Vaghe stelle dell'Orso", el "incestuoso" film de Luchino Visconti, con un sugerente título extraído de un verso de Leopardi.
Pero no debía andar por ese camino. Me perdería. En realidad, ya casi lo he hecho. Así que giramos en la rotonda y cogemos, o tomamos, hacia la primera línea, la que da título a este post.
Sólo quería hablar de algo más ligero. Cuatro pasos en las nubes y con un par de zapa/to/tillas suficientemente cómodas. ¿Camper? ¿Puma? ¿Cutrelux? ¿AlpargaStar? Has de usar la que puedas... y tengas, obviamente. Yo me pongo unas -no diré la marca por eso de la publicidad encubierta, aunque dejo abierta la posibilidad de ser sponsoreado por quien quiera hacerlo (depredadores abstenerse)- y salgo a caminar por mi barrio. Y cuando digo barrio digo en realidad manzana: "mi" manzana y sus más cercanos aledaños. Por allí tengo una buena librería "generalista", La Central del ensanche -que tiene algunos de mis libros- y al lado mismo otra especializada en todo tipo de publicaciones sobre fotografía, una de mis grandes debilidades. Se llama Kowasa, está muy bien surtida y te atienden con simpática eficiencia. A pasos de allí puedo pasearme entre los muebles y objetos de Indian Islands o sumergirme en La Compagnie Francaise de l'Orient et de la Chine, otra debilidad, lo reconozco. (Si alguien me lee, pensará "¿qué se le ha dado a este tío por hablar de tiendas?". Necesitaba aligerar los pies y la cabeza, dar un pequeño recreo a mi espíritu. Seguiré mañana.)
Pues no, me desdigo. Este mañana será un hoy mismo para mí. Quiero decir que dado que son las 0.24 del sábado, lo anterior lo escribí ayer, pero como no me fui a la cama todavía, este día sigue siendo el mismo, no hubo descanso horizontal ni sueños compensatorios ni necesario corte reparador. Vengo de comer con unos amigos en el José Luis de Diagonal: caro, sabroso, fresco. No podía irme a la cama sin más. Me remordería la conciencia si no nombrara en este hoy que es ayer a algunos de los otros reductos que más me gustan de los alrededores de mi cueva. El Hábaluc, con sus camareros adorables -una pena: Cinthia se nos fue a Ibiza-, Au nom de la rose y sus pétalos multicolores iluminando la calzada -imprescindible probar su confitura, de rosa por supuesto- las comidas argentinas del Pampero y Vientos del Sur, Fins de Siecles y sus impecables muebles decó... Tal vez esté posteando una tontería, pero es que doy sólo cuatro pasos y todos mis sentidos lo agradecen.
photo : Alberich Mathews
banda sonora : Umo Jazz Orchestra desde finlandia
filmografía : notting hill, siete novias para siete hermanos, cantando bajo la lluvia, mejor imposible, fama, cualquier comedia musical de donen-kelly-astaire; nunca jamás la talentosa, original y demoledora pennies from heaven...

martes, marzo 13, 2007

la vida por delante


(Texto de presentación para la conferencia de la periodista argentina Ana Mariani sobre su libro "La vida por delante". Aula de Escritores de la ACEC, el lunes 12 de marzo de 2007)
Si uno contara la historia que nos narra este libro sin decir demasiado sobre la autenticidad de sus anécdotas, sobre su lugar de procedencia, sobre su desgraciada génesis, cualquiera podría pensar que estamos contando el argumento de una película de terror adolescente, de esas ya clásicas, exageradas, escalofriantes películas “gore” que despliegan, sin ninguna piedad y con muchísimo y detallado horror, un variadísimo catálogo de torturas, asesinatos y desapariciones.
Pero, para nuestra desgracia, en el libro de Ana Mariani no hay ni atrezzos teatrales, ni efectos especiales ni monstruos producidos por el buen hacer de un equipo de especialistas cinematográficos.
Tanto los asesinos como sus víctimas tienen nombre y apellido, son, o han sido, gente de carne y hueso, tan frágil y palpable como cualquiera de nosotros.
En su libro,-una narración cercana, descarnada y al mismo tiempo poco efectista de los hechos- Ana Mariani nos habla de 11 adolescentes “chupados” por el régimen de terror que instaurara el golpe militar argentino de marzo de 1976.
Todos ellos eran alumnos de segunda enseñanza del Colegio Comercial Manuel Belgrano de la ciudad de Córdoba, una de las ciudades más pobladas, y cultas, de Argentina.
A todos ellos –Gustavo Torres, Claudio Román, Pablo Schmucler, Silvina Parodi, Graciela Vitale, Daniel Bacchetti, Jorge Nadra, Oscar Liñeira, Fernando Ávila, Raúl Castellano y Walter Magallanes- , se les suponía, y auguraba, “una larga y productiva vida por delante”.
No fue así, ya que casi ninguno de los once llegó a cumplir los dieciocho años.
Lo impidió un régimen brutal que auspiciaba y encubría a la más que siniestra Triple A, con sus amenazadoras listas negras y sus comandos de extorsión, secuestro y ejecución.
La desaparición y muerte de estos once adolescentes, como la de muchos otros obreros, artistas e intelectuales que no pertenecían a ningún grupo armado revolucionario específico, era usada para escarmentar a los individuos más politizados, y, al mismo tiempo y tal vez en mayor medida, para amedrentar a todos aquellos que pudieran fantasear con un cambio del sistema sociopolítico imperante o, simplemente, con una práctica más democrática del sistema ya existente.

Antes de dar paso a Ana Mariani, autora de “La vida por delante”, me gustaría leerles la lista de libros eliminados de la biblioteca del colegio Manuel Belgrano por una resolución que consta en acta con fecha de 2 de abril de 1976 y está firmada por las autoridades golpistas.
En esta misma resolución se daba cuenta de la inmediata incineración de todos los volúmenes requisados.
Estos títulos eran: (la lista es larga e incluye biografías de Pablo Neruda, Hitler, José Martí y Mussolini, escritos sobre literatura y materialismo histórico de Marx y Engels y diversos ensayos sobre el movimiento obrero internacional, las luchas independentistas en África y Asia, la reforma agraria o la doctrina social del cristianismo)
(photo : Eduardo Longoni : el general Videla espera turno para comulgar)

sábado, marzo 10, 2007

la felicidad de Agnès Varda

Agnès Varda es belga y el año que viene cumplirá ochenta años. Estuvo casada con Jacques Demy, un director de dos películas melancólicamente felices, con diálogos cantados -toda una inovación- sobre música original de Michel Legrand. Ambos, Demy y Varda, investigaban el color en el cine de una manera que muchos críticos tildaban de decadente y que ella llevó a su punto máximo en una película de 1965: Le bonheur.
La medianoche del viernes, recién llegado del Teatro Nacional -Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina- pude ver -es un decir- Les glaneurs et la glanesse (2000), según la versión que tuvo a bien "echarnos" la segunda cadena de Televisión Española. Y digo esto porque la película, un particularísimo documental sobre los desperdicios de la sociedad de consumo y la gente que vive de ellos, parecía "tunizada" en plan obra conceptual de última generación: las voces de los "no" actores, gente de la calle, trabajadores de la tierra, homeless y desheredados de todo tipo, estaban dobladas al español por los habituales actores de doblaje. O sea que un marginado alcohólico contaba sus esperiencias con la misma voz del tipo que nos vendía detergentes, coches o pasta envasada en los larguísimos cortes publicitarios que mecharon la proyección del film. A pesar de esto, la obra de Varda, que estaba descubriendo las posibilidades de una cámara digital a los setenta y pico de años, mantuvo una potencia expositiva y una calidad estética casi nunca presentes en otros documentales televisivos.
La mano que aparece en el fotograma que ilustra esta entrada es de Agnès; la otra está sosteniendo la cámara que filma la secuencia. Al principio del film había mostrado ambas para explicar uno de los porqués de su película: "Mis manos no me engañan. Me niego a llamarlas viejas, aunque no puedo negar que me muestran la cercanía del final." Espero que ese final esté lejos, Agnès, y mientras tanto tú continúes con tantas ganas de hacer cine.

viernes, marzo 09, 2007

el asesinato del Capitán América

NUEVA YORK (AP).- El legendario superhéroe de 66 años ha emprendido su última misión. El Capitán América murió hoy en el más reciente número de la tira cómica, reportó el New York Daily News . Un francotirador le disparó bajo su escudo mientras salía de un juzgado. El asesinato pone fin a la larga vida del personaje, creado en 1941. A través de los años se han vendido unos 210 millones de ejemplares de la historieta, publicada por Marvel Entertainment Inc., en 75 países. La muerte del personaje de 66 años resultó un golpe duro para uno de sus creadores, Joe Simon.
“Realmente lo necesitamos ahora”, dijo el artista de 93 años, quien trabajó con Jack Kirby en la creación del Capitán América como un enemigo de Adolfo Hitler.


Primer día en New York. Daniel Melgarejo, gran amigo, mejor dibujante, nos invita a ir esa misma tarde-noche a una fiesta del King Features Syndicate en el Saint Regis Hotel de la Second Avenue con la 55. Construído en 1904, es una "Luxury Property In The Heart Of 5th Avenue's Shopping District". Llegamos caminando al hotel cuando ya caía la tarde. Atravesamos el hall de entrada -con empleados de impecable uniforme y un brillante piano de cola negro en el que un señor canoso de aire aristocrático "desgranaba" melodias jazzísticas de los años cuarenta-subimos amplias escaleras alfombradas y nos encontramos con unos espaciosos salones decorados "a la europea" por donde deambulaban decenas de invitados en traje de noche, civilizadamente mezclados con algunos que, como nosotros, iban vestidos con tejanos y ropa informal: un muy aceptable y moderno "casual wear". Moviéndose con más soltura que los camareros y los invitados, había también una docena de personajes de historieta oficiando de anfitriones: Olivia y Popeye, Goofie, Cat Woman, más otros que yo no conocía y hasta el día de hoy sigo sin conocer. "El Melga" me hace notar que también anda por allí una celebridad de la televisión de aquellos años: la doctora Ruth, experta en todos los sexos. Como le pasaba a Karen Black con Julie Christie en "Nashville", no puedo entender que una persona tan baja y escuálida pueda ser una estrella de televisión. Un minuto después de llegar, el Capitán América se acerca a saludarme. Primero me da la mano, finalmente un cálido beso en la mejilla. La cara está oculta por la máscara del personaje, pero el cuerpo es, sin ninguna duda, atlético y joven. Daniel me agarra con fuerza de un brazo y me lleva aparte. "Sos una bruja. No se te puede llevar a ningún lado". El tono es socarrón, irónico. "Hace años que vengo a esta fiesta y nunca logré que el Capitán América me saludara. ¡Te das cuenta cómo te recibe New York!." No, yo no me daba cuenta, pero ayer, cuando me enteré de que algún desalmado pistolero había matado al superhéroe, la memoria, tan traicionera como intermitente, me hizo recordar lo que pasó aquel día.

jueves, marzo 08, 2007

"la voluntad de crear














es la misma de sobrevivir." La frase está escrita sobre un falso muro de la Pedrera, en la misma sala donde se "expone" La música en los campos. Si este título ha evocado en ustedes imágenes idílicas, amplios prados de avena, trigo, margaritas o cebada, despejen la mente y revisen el concepto. Estos campos, de estar sembrados, lo estuvieron de sangre, lágrimas, sufrimiento, desesperación, cadáveres. Si os cuesta mucho borrar de un plumazo toda la imagen anterior, podéis conservar los alambres de púa, quizás también unas altas chimeneas de ladrillo echando humo.

Esta mañana las salas de exposición de La música y el III Reich estaban llenas de señores y señoras septuagenarias. Ellas -y no me equivoco: lo hacían varias a la vez- cantaban siguiendo la música que oían por los auriculares. En una pantalla, ajena a los carteles que prohibían bailar, una Dietrich poco azul y nada angélica mostraba las piernas, atormentando para toda la eternidad al rubicundo y sudoroso profesor Emil Jannings.
Por algún rincón se podía escuchar también la música de Richard Wagner, sólida y brillante como el bronce que usaron para retratar su imponente cabeza.
"Música degenerada, arte degenerado", palabras críticas usadas más que ligeramente por críticos que desconocen el profundo valor de la palabra.
¿Devolvemos la censura, rebotamos todo aquel oprobio? ¿Encerramos en campos de exterminio la prodigiosa música de este hombre equivocado? ¿Destruímos sus invenciones, las lanzamos a los mismos hornos crematorios?
(photo : dante bertini)

miércoles, marzo 07, 2007

exponer(se)

con Laurent "Lo" nos veíamos, estrecho patio de manzana por medio, mientras regábamos las plantas de nuestros balcones en Ciutat Vella. Tenía la cabeza rasurada, una mujer española muy hermosa, un hijo de una relación anterior y un restaurante de sushi glamouroso al lado del Centro de Arte Santa Mónica. De todas esas cosas conserva el hijo y la cabeza, esta última especialmente inquieta, creativa, muy bien amueblada.
Gonzalo Elvira tiene muy claro que la pintura es su destino en la vida. Trabaja para ello cada día, amasando con la misma seriedad y dedicación harinas y pigmentos. Su obra crece en todos los sentidos, quizás al mismo ritmo que su hija Julia, una bellísima coproducción con Anita García, diseñadora de lámparas "rampicantes" y objetos extraños.
Mañana (se) exponen ambos. Las obras de Laurent parecen diseñadas por el viento. Las de Gonzalo surgen de una tierra en convulsión, sombría y áspera. Yo que ustedes no me las perdería.

(ilustra : móvil de bambú de laurent "lo")

lunes, marzo 05, 2007

cuadernos y misales (segunda parte)

No sé cuánto tiempo nos quedamos allí, enceguecidos por el sol que golpeba nuestras caras con la misma intensidad conque convertía el plano metálico de la mesa en un reflector incandescente. A pesar de lo difícil que parecía resultarle esta labor, mi amigo estaba empeñado en sopesar cuán derechista era el diario ABC. Yo lo había comprado por segunda vez en mi vida porque venía acompañado de una espléndida versión del Rigoleto verdiano -grabación de Deutsche Grammophon, con Carlo Bergonzi, Dietrich Fischer-Dieskau y Renata Scotto- por la módica suma de un (1) euro. La primera vez, tres años antes, quería saber cómo habían publicado dos dibujos míos en un suplemento a color ya desaparecido.
La cuestión es que entre deslumbramientos solares, cafés do Brasil y diestros alfabetizados, los minutos pasaron hasta convertirse en una hora hecha y derecha. Cada tanto yo giraba la cabeza para cerciorarme de que la escritora seguía allí, afanada en su labor de letras. No me decepcionaba, no: veía su brazo moverse con ligereza, ajeno a la pesadez de aquella cara ensombrecida desde adentro. El resto del cuerpo simulaba no existir. Envuelto en abrigos y echarpes, descansaba sobre la silla, mientras el cuello largo y tieso y la testa pequeña de negra melena descuidada, se asomaban al espejado plano de la mesa, casi cubierto por el cuaderno de tapas amarillas y espiral metálica, la taza de café con leche ya vacía y una pila de tres o cuatro libros de distinto tamaño. En un momento dado me entretuve unos minutos con un llamado teléfonico. Cuando finalmente pude colgar y volví a girar la cabeza hacia la mujer de los escritos, ella ya había abandonado la mesa y en su lugar se sentaba un señor canoso con gafas de sol algo anticuadas.
Un instante después pagábamos para reiniciar nuestra marcha hasta el Paseo San Juan. Cincuenta metros más adelante escuchamos un órgano tocando música religiosa.
-Nunca entré a esta iglesia-, dije yo
-Yo tampoco-, dijo mi amigo.
Y los dos, sin decir nada más, subimos los cuatro o cinco escalones que elevan el templo sobre la calle y nos internamos llenos de curiosidad en aquel lugar desconocido.
La mujer del café estaba allí mismo, sentada en una de las primeras filas. Tenía los libros y el cuaderno amarillo descansando a su lado, sobre el largo banco de madera lustrosa. Con los ojos cerrados y la cabeza algo echada hacia atrás, cantaba con voz clara y fuerte acompañando al organista. No puedo decir que se la viera más feliz que antes. Tampoco lloraba.

domingo, marzo 04, 2007

cuadernos y misales

Aragón es una calle ancha y ruidosa con pocos árboles y demasiados negocios de cosas que no me interesan. No suelo transitarla nunca. Ayer sin embargo, un amigo y yo decidimos ir caminando por ella hasta el Paseo San Juan. Pensábamos desayunar en algún bar con terraza para poder gozar a pleno del sol primaveral que nos había tocado en suerte. Recién ahora, en estos últimos meses, puedo volver por alli. Durante años preferí no asomarme a ese calle, la de la casa que me alojó recién llegado a Barcelona. Demasiados recuerdos, demasiadas ausencias, demasiada nostalgia. El viejo edificio donde vivían Daniel y Marcelo fue sustituído hace unos años por otro más moderno. Supongo que aquellos espaciosos pisos de techos altos y amplios ventanales, se habrán convertido en una infinidad de apartamentos escuálidos con parqué flotante de falsa madera, mesadas de fórmica brillante y luces alógenas de todo a cien.
Esta vez, al llegar a la esquina de Roger de Flor, por primera vez presté atención a un pequeño Bracafé del chaflán. No lo hice por el local en sí mismo, ya que he pasado por allí un millar de veces sin detenerme ninguna. ¿Por qué? En gran medida porque adentro permiten fumar, y desde que dejé de hacerlo, quince años largos, no soporto el humo del cigarrillo y mucho menos todos los olores que el supuesto olor a tabaco encubre. Vade retro, entonces, aunque esta vez frené la marcha, deteniéndome el tiempo suficiente como para ver que el pequeño bar tiene afuera una terraza "chaflanera" con cuatro mesas metálicas donde el sol pega de lleno. Sin embargo lo que más llamó mi atención, lo que imantó mi cuerpo a aquella esquina, fue otra mesa pegada al cristal que da a la calle. En ella había una mujer de unos cincuenta años bien cumplidos con la cara derrumbada por la tristeza que escribía aceleradamente, con letra clara y de gran tamaño, sobre un cuaderno de hojas blancas y lomo con espiral metálica. Creo que fue esa imagen devastada de náufraga que en un último intento de salvación se ase desesperadamente a la palabra, la que hizo que me quedara, nos quedáramos allí, y, casi como excusa, ambos pidiéramos una taza de café americano para beber en la terraza. (continuará)

sábado, marzo 03, 2007

tristán y sus amigos

Eran unos tipos inocentes: se conformaban con ponerle bigotes a la mona lisa, forraban de piel animal una taza de café, agregaban clavos a una plancha o exponían en una galería de arte un mingitorio en desuso rescatado de la calle. Si pudieran volver de su silencio se encontrarían conque los engendros de su imaginación han sido superados ampliamente en cualquier espacio de nuestra surreal vida cotidiana.
Sin ir más lejos, según algunos titulares del diario La Vanguardia: "Los jabalíes se comen el césped", "Degusta exhibe vajillas de hielo", "La unión europea busca glamour", ¿Quién retirará el respirador artificial de Inmaculada?", "Bosque de la calma: un entorno natural para las cenizas de la persona amada", "Un filme retrata al abuelo Munster como un disidente antisistema", "Josep Font combina folklore castellano y futurismo en París"...
Lo dicho: si Tristán y sus amigos dadaístas pudieran volver de donde están se encontrarían conque el surrealismo ha ganado la batalla.

jueves, marzo 01, 2007

¡Humpty Dante Welcome!

Hace un momento, carteándome con Isabel de las maravillas, salió a relucir (¡vaya expresión de fregona!) el señor Lewis Carroll. Ella convive cotidianamente con sus personajes, y yo -que los tenía un poco olvidados- he decidido apropiarme de uno de ellos: a partir de ahora seré también Humpty Dante, el huevito malhumorado y glotón.

la vida de los otros

amo el buen cine americano ( si hace falta que dé nombres estoy dispuesto a hacerlo) y aunque también tengo en mi lista de pasiones algunos directores, actores y películas de otras procedencias, soy algo reacio a ver según qué cine considerado "de calidad". Me gusta la síntesis del cine estadounidense, su uso del montaje, su maestría para contar sin aburrir ni subestimar al espectador. Para cine literario, prefiero la literatura, para cine de tesis, los ensayos literarios. El cine de pantalla, el dirigido al gran público, es un arte que requiere lenguajes específicos. La misma película pasada a soporte video o cedé se convierte en un producto diferente, más cercano al libro. Puedo acelerar o detener, pasar capítulo o repetir una escena, un diálogo, una imagen, hasta que mis neuronas se queden satisfechas.
Todo esto viene a raíz de que esta misma noche cometí el error de no seguir mis intuiciones y creer en los comentarios de algunos amigos. Fui a ver La vida de los otros, Oscar a la mejor película extranjera de 2006. También ganó ese premio Todo sobre mi madre y yo estaba en una multitudinaria fiesta en Los Ángeles la noche que lo entregaron. Allí ví cómo la gente aprovecha esos minutos -los de los premios a las pelis foráneas- para ir al aseo o salir al jardín a fumarse un pitillo. Supongo que los jurados harán lo mismo cuando se las proyectan en privado.
Me estoy yendo lejos. Estaba hablando de La vida de los otros y vuelvo a ella. ¡Que mala es, San Hitchcock de mis amores! Y lo cito a él porque fue autor de algunas pelis de comunistas malísimos, con cara de hielo y sentimientos de bisturí. En ellas al menos los buenos eran carismáticos, te daban ganas de esconderlos en tu casa. Paul Newman con los ojos color cielo, o Julie Andrews, que siempre será nuestro Victor/Victoria. Esta, La vida de..., es malísima de verdad, inaguantable. Menos mal que la noche anterior cumplía años mi querida Pilar Brea y nos invitó a comer a El Jardinetto. Una reunión encantadora: seis amigos, buena comida, excelente humor. En una mesa cercana estaba Boris Izaguirre, pero esa es otra historia. También en el hotel de Los Ángeles paraba Rajoy, por entonces ministro del gobierno, y no les conté nada sobre la larga charla que mantuvimos una mañana a las puertas del hotel.