Como ya dije antes, Miho y Naomi llegaron para pasar un fin de semana en Barcelona...
Según habíamos convenido por email, nos encontramos el viernes por la noche en la recepción del hotel donde eligieron alojarse. He pasado frente a ese mismo edificio cientos de veces, pero nunca había asomado la nariz para ver cómo era por dentro. ¡Cáspita! ¡Pardiez! ¡Lapucha! ¡Collons! ¡Que maravillita de otra época! Inaugurado a principios del siglo pasado, está hecho con materiales y artesanías de primera calidad: mármoles, maderas y bronces trabajados con barroca delicadeza. Entre este hotel deliciosamente anacrónico y esos precarios, perecederos, provisorios emprendimientos de pretendida (y pretenciosa) vanguardia creados para alojar a los neoturistas, hay la misma distancia que podríamos encontrar entre algún auténtico abeto centenario y los árboles de metal que se han sacado de la chistera los perversos creativos del Ayuntamiento barcelonés. ¿No podrían haberlos llamado Postes de Información, Mojón Decorativo o Engendro Sinmás? En este momento no puedo darles más detalles, lo siento, aunque supongo que sí podrá hacerlo la señora Inma Mayol, presuntamente implicada en los desgraciados hechos. ¿Cuántos árboles de verdad se podrían haber plantado con el dinero que costaron estos ingenios? Me imagino una justicia que obligara a pedalear ocho horas diarias durante unos cuantos años a los responsables del invento. La misma justicia que podría obligar a los arquitectos responsables de según qué edificios inhumanos, inhabitables, a vivir dentro de ellos por el resto de sus vidas.
Vuelvo a la visita de mis, hasta ese momento desconocidas, amigas japonesas. Unos minutos después de mi llegada al hotel, algo respuesto de mi broncíneo shock, hicieron su aparición en escena Miho y Sakato. Suaves, delicadas, tímidas, encantadoras y, en plus, cargadas de regalos y regalitos. Libros con clásicos grabados eróticos japoneses -envío del ausente señor Toru-, postales y cuadernos diseñados por Miho, azucarillos de colores pastel, álbum fotográfico con un gato casi idéntico a Federico y más cosas y cositas que ahora mismo no recuerdo. Ellas, que después confesaron haberse burlado un poquito de mí, saludaron con las manos juntas sobre el pecho y repetidas inclinaciones de cabeza. Yo les respondí con unos cuantos amistosos besos a la argentina que las pusieron un poquito incómodas. Poco después Monsieur Ch. se unió al grupo y nos fuimos a comer tapa-tapa -Miho dixit- a un taperío cercano al hotel. Para mi sorpresa tenían menús en japonés. Como yo sigo con mi dieta comí una ensalada, mientras mis acompañantes se zampaban croquetas, tortillas y otras delicias fritas de la cocina española. El segundo día no fue muy diferente, aunque al grupo se añadieron Jaume y Kyoko que nos sirvió de traductora directa del japonés al español y viceversa. Un aperitivo en casa -a Miho la ilusionaba conocerla- y una cena en el Flash Flash, un clásico de los fashion victimes barceloneses. Como yo sigo con mi dieta comí otra ensalada, mientras mis acompañantes se zampaban croquetas, tortillas y otras delicias fritas de la cocina española. Podrán notar que no compartimos salidas culturales. Pido disculpas por ello. El domingo por la mañana nos fuimos de escalada con el Toyota de mi amiga Joyce. Queríamos mostrarles la ciudad desde lo alto del Montjuic y el Tibidabo, y como las alturas despiertan el apetito, en medio de uno y otro hicimos una escala con cafés y cruasanes (para ellos) en la Fundación Miró. Yo, que insisto con mi dieta, preferí saborear un delicioso descafeinado con edulcorante. El paseo les gustó más que a nosotros, algo incómodos por la notable falta de higiene de muchos rincones presuntamente verdes. Nuestros diálogos ocuparían muy pocas líneas de este guión; muchas menos que todas las risas que soltábamos frente a nuestros intentos de comunicación oral. A media tarde nos despedimos, queriéndonos muchísimo más, frente al Templo Expiatorio de la Sagrada Familia. Como habéis podido comprobar, no hubo indecisiones amorosas, bodas suspendidas, sexo grupal ni escapadas en avión a Oviedo. Es que, a diferencia de la película barcelonesa del Woody, esta no contó con ninguna subvención del Ayuntamiento.
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Between the connections we build with others, and the physical locations
that ground us, Berlin choral ...
Hace 1 día