Anoche tuvimos la mesa redonda sobre el blog. (Si buscas en actividades realizadas podrás ver nuestras caritas) Fue en el Aula de Escritores de ACEC, la Asociación Colegial de Escritores de Cataluña. Un encuentro agradable con buenos viejos amigos y algunas apariciones estelares del mundo blogger barcelonés. Lokita, Letra perpleja, Frikosal, Tres musas, Gisella -todos linkeados entre los habituales- vinieron a apoyarnos con su cálida presencia. Después de las intervenciones de Jorge Chapuis, Isabel Núñez y Vanessa "Objeto A", sólo un momento antes de las preguntas e intervenciones del público -estuvimos reunidos allí hasta casi las diez de la noche- leí el texto que había escrito ayer mismo, mientras trataba de recuperarme de una noticia tristísima: la muerte, temprana y dolorosa, de Rosa María Segalés. Sobre el blog y otros emboladosLa vida es sorprendente si uno permite que lo sea.
Hace año y medio vino a casa Georgina Roo para festejar mi cumpleaños y me trajo como regalo la receta para la hechura de un blog. En estos momentos estoy llevando cuatro de estos inventos y hasta me atrevo a hablar de, sobre ellos, con todos vosotros.
Cuando las relaciones eran más ingenuas, o tan sólo más forzadas, solían preguntarte de sopetón, como para abrir boca: ¿y tú a qué te dedicas? Ahora pasa algo parecido cuando te piden que sueltes el currículum. Suelo decir que soy dibujante y escritor sin saber nunca el orden que ocupan esos factores, un detalle que seguramente no altera esa suma de cosas que voy siendo, en distintos momentos y a medida que vivo.
Sin embargo a esta altura de mi tiempo puedo decir que me siento básicamente un narrador, o sea: alguien que mira, observa, desmenuza con los ojos, para después trasladar aquello que ve a otra forma de imagen o simplemente intenta traducir esa observación previa al diálogo cotidiano, a la palabra hablada.
En mis años adolescentes muchos parientes solían pedir que les contara las últimas películas que había visto. Decían que lo hacía con precisión y gracia, enfatizando detalles que no eran muy evidentes a simple vista. Esa opinión no era unánime, por supuesto. Siempre estaban los Otros por antonomasia, esos primos antipáticos que detestaban mis cuentos porque me encontraban fabulador, mentiroso, exagerado, barroco.
La palabra escrita fue, más que el resultado de una búsqueda, el producto de un afortunado accidente. Sí: la vida es sorprendente.
Con mi compañero y socio de vida compramos un ordenador para trabajar en gráfica y cuando el aparato entró en casa descubrí que aquello era lo que siempre había necesitado para escribir. Casi no hacía ruido, tenía luz propia y si te equivocabas no gastabas resmas y más resmas de papel ni llenabas de molestas miguitas de goma de borrar toda la mesa de trabajo.
Como soy bastante enemigo de las profundidades pero también lo soy de las alturas excesivas,
-la claustrofobia y el vértigo ocupan espacios bastante notables dentro de mis síntomas-
suelo saltar de tema en tema, de situación en situación, sin quedarme demasiado en ninguna.
No es algo que me preocupe.
Para decirlo de forma metafórica: si estoy mirando un cielo de incomparable belleza y un ángel se posa sin aviso previo en una rama cercana, mis ojos, y mis pensamientos, abandonan aquellas nubes sonrosadas para ir rápidamente hacia estas alas en reposo.
La escritura y el ordenador están relacionados conmigo, y en mí, de forma muy directa.
Escribo desde siempre, aunque sin pretender nada, perezosa y pausadamente.
La literatura exige sacrificios muy variados. No es bueno entretenerse mucho tiempo con otra gente ni acudir demasiado a saraos, vernisages y/o banquetes.
Se hace imprescindible sacrificar los vuelos innecesarios y quedarse en la jaula, picoteando teclas. No puedes bailar ni cantar mientras escribes y el simple hecho de ir al cine, ver un poco de televisión o leer novelas ajenas, puede entorpecer de manera notable tu laboriosa tarea narrativa.
Por el contrario, un post requiere el tiempo justo de tus ganas. Como no cobras entrada puedes decidir cuántas líneas durará el espectáculo. Como no tienes más patrones que tu conciencia, decides si aquel día habrá o no un nuevo escrito en tu página. Además, y esto es un verdadero lujo, puedes elegir desde el formato de tu entrada hasta quién ilustrará visualmente tus palabras. En un año y medio, por las mías han pasado fotógrafos y artistas plásticos tan reconocidos como Henry Matisse, Diane Arbus, Torres García, Annie Leibovitz, Irving Penn, Horacio Coppola, Horst P. Horst, Francesca Woodman o Nicolás de Stael.
Gran parte de mi vida he trabajado como ilustrador de diarios. En ellos no hay tiempo para la duda ni el arrepentimiento: te encargan un dibujo hoy y mañana mismo lo ves publicado. Me gusta afrontar ese riesgo: crecer en la acción, aprender con los aciertos y las equivocaciones. Nuestro trabajo creativo se desprende de nosotros una vez publicado, nos obliga a verlo con ojos nuevos, ajenos, extranjeros.
Y llegado a este punto, que en realidad es llegar a ninguno, tomo conciencia de que llevo escritas tres páginas. Suficientes para que tengamos tiempo de dialogar alrededor de este nuevo fenómeno. Demasiadas para el post que colgaré mañana.
ilustra : pintura de Gun Wei