martes, marzo 31, 2009

días de cine

Hay otros mundos, pero están en éste. Para demostrarlo, una veintena de hombres y mujeres de mediana edad se sumergen en la piscina climatizada de un hotel de 5 estrellas con aspecto de tanatorio minimalista zen, mientras fuera, en medio mismo de la ordenada campiña leridana, la lluvia y el viento golpean los paraguas verdes que intentan proteger sin demasiado éxito a una cincuentena de visitantes nacionales y extranjeros. Casi todos ellos, bichos espaciales de andar acompasado, pasean looks diversos que no llegan a ser divertidos y modernas gafas de diseño actual con impenetrables cristales oscuros. Entre estos visitantes algo humedecidos se encuentra, tan fatigado como contento, el que les está contando todo esto. La Mostra del Cinema Llatinoamericá de Catalunya nos ha llevado hasta allí para asistir a la rueda de prensa de los responsables del filme que abrió este festival: Negro Buenos Aires, opera prima de un realizador nacido en tierras leridanas pero formado en escuelas de cine estadounidenses. A pesar del título y de la autoría compartida del film -el co-guionista es también uno de los actores principales de la película, el argentino Daniel Faraldo- no hay ningún representante de ese país rioplatense en el estrado que domina el lugar, donde una decena de personas -productor, director, responsables de música y fotografía, más dos o tres de los actores secundarios y la protagonista femenina, Natasha Yarovenko, una belleza del Este residente en la cercana Barcelona- se esforzarán explicando detalles del rodaje, realizado casi en su totalidad en la fotogénica y, por qué no decirlo, muy cinematográfica ciudad bonaerense.
Como soy parte del jurado, no debo develar antes de tiempo los premios que otorgaremos el día viernes en la gala de cierre de la muestra. Sin embargo, vista más de la mitad (7) de filmes a competición (11), algunos de esos galardones parecen ya más seguros que probables. ¿Y las estrellas?, preguntará alguno. Las estrellas cinematográficas son siempre fugaces, puedo asegurarlo. En estos tres días pasaron por aquí -dejando poco más que un buen puñado de fotos y su perecedera estela luminosa- una comunicativa y encantadora Angela Molina y el más aperfilado, evasivo, griposo, Eduardo Noriega. Continúa por la Mostra, dispuesto a quedarse hasta el último día, el actor cubano Jorge Perugorría, un profesional sin remilgos, siempre dispuesto a sonreír y contestar preguntas, mientras que el compañero achocolatado de la rosada fresa cinematográfica, Vladimir Cruz, presentador castellano de la ceremonia de apertura, se marchó de Lleida ayer por la tarde, dos días después de su llegada.
Ahora estoy cansado: mis ojos ya no pueden seguir almacenando imágenes. Mañana esperan tres películas, algunas presentaciones y un sinfín de charlas. Me voy soñar con los angelitos, a olvidar por un largo rato todas las pantallas grandes y pequeñas, sus historias de cuento, para sumergirme durante unas horas en mis propias películas.

viernes, marzo 27, 2009

de pantalla en pantalla

hombre afortunado, me han invitado otro año más, el segundo, a actuar como jurado de esta enternecedora Mostra. Ya estoy alojado en el hotel, ya hemos hecho el primer almuerzo, ya me han presentado a Rosa María Calaf, Eduardo Noriega, Jorge Perugorria, Diego Galán y Angela Molina. A muchos otros, entre ellos Juan Ferrer, director del evento, y Héctor Zampaglione, fotógrafo oficial, los conozco desde algo antes. Un buen puñado son, como yo, repetidores enamorados de esta muestra, que se inaugurará oficialmente esta noche a las 20 horas con un aforo, ya completo, de 800 personas.
Les contaré más apenas pueda reponerme a estas primeras emociones de encuentros y reencuentros, a este cambio repentino y gozoso en mi habitualmente recoleta, poco trajinada, vida cotidiana.

martes, marzo 24, 2009

pequeño incendio involuntario

"Los sueños son compensatorios", dicen algunos con aires de sabio. Si fuera así, muchas de mis noches, visitadas por pesadillas minuciosas e inmovilizadoras, deberían ser sólo el platillo oscuro, supuestamente equilibrador, de mis vigilias de color de rosa. Esta última madrugada he pagado alguna deuda que no recordaba. Desembarqué en una isla que me pareció cercana y mediterránea a pesar de que en ella no conocía a nadie, no reconocía nada. Estoy de paso hacia el lugar donde me esperan, ese en el que finalmente no seré extraño ni extranjero. Llevo maletas no demasiado incómodas, y esta vez, por suerte y a diferencia de otras muchas veces, mis pies están bien calzados. No hay por los alrededores gente de aspecto aterrorizador ni nativos indigentes con caras hambrientas y ojos desolados. Solamente veo árboles, plantas y rocas oscuras salvajemente decoradas con ágaves puntiagudos. Tengo que hacer preguntas; es muy necesario que las haga. Como siempre en mis sueños y en la vida, hay un buen puñado de cosas importantes que desconozco por completo. Al final de un camino estrecho de tierra apisonada, una pequeña mansión anacrónica cubierta de tiestos y enredaderas me abre sus puertas. Yo entro sin timidez, decididamente. Encuentro un pasillo ancho y oscuro que comunica al final con un despacho cargado de libros y mucho, muchísimo más. ¿Serán escritorios?, me pregunto. Sí, al menos a la distancia parecen escritorios rebosantes de carpetas, papeles y objetos de todo tipo. Hay (aunque apenas alcanzo a verlas desde donde estoy) varias esculturas de formas imprecisas; también (y ellas sí se destacan con luminosa claridad) tres o cuatro lámparas de mesa, todas encendidas. Puedo distinguir algunas figuras que se mueven dentro de esa habitación lejana. Prefiero pensar que son personas e intento contarlas. Serán cuatro o cinco, tal vez más, y por la forma en que agitan los brazos podría asegurar que están discutiendo acaloradamente. Sigo caminando hacia ellos, y bastante antes de llegar, de pie al lado de la puerta entreabierta de una habitación que huele a dormitorio, una mujer de edad indefinida prende y desprende el botón superior de su vestido camisero de seda estampada. Me acerco para preguntar alguna cosa que ahora no recuerdo y ella hace un gesto incomprensible. A mí me gusta poco su piel lechosa; bastante más el color de su pelo, trigo encendido por las llamas de un pequeño incendio involuntario. Estoy a dos pasos, y aunque me distraigo un instante observando una cómoda de madera oscura cargada de objetos domésticos, alcanzo a darme cuenta por la línea evasiva del perfil, recortado sobre la claridad de la habitación que tiene detrás suyo, que no debería detenerme. No soy bienvenido, es evidente. Noto que mis manos tiemblan colgadas de mis brazos, que tiemblan también. Las piernas están firmes, tanto que parecen una prolongación del suelo que piso. Son como dos vigas de cemento armado: sólidas, rígidas, bien aposentadas, y no me permiten escapar corriendo de este lugar que ha perdido de pronto su inocencia para convertirse en un escenario atroz.
Me despierto aquí. Los sueños, como la vida misma, casi nunca acaban con explicaciones minuciosas; no suelen tener un final feliz, pero tampoco una moraleja tranquilizadora.
fotografía de Matthew Pillsbury
Posdata: un libro se cae en casa de Isabel Núñez y uno de mis poemas le salta a los ojos. Gracias. En el mismo post transcribe también la frase de un editor que desconozco: "One post a day keeps the doctor away!" Creo no necesitar semejante dosis de medicamento, pero me satisface creerla tal cual, sin discusión.

viernes, marzo 20, 2009

Diamanda Galás: la serpenta canta




esta extraña mujer abre hoy por la noche el Festival Palabra y Música en el teatro Lope de Vega de Sevilla (parece que también pasan cosas interesantes más allá de nuestras estrechas fronteras). Los publicistas la describen como una destacada cantante de ópera, compositora y pianista. Yo diría que es una performer que se atreve con textos de escritores intensos, sofisticados, difíciles: Charles Baudelaire, César Vallejo, Henri Michaux, Miguel Huezo Mixco, Pier Paolo Pasolini y/o Antonin Artaud. Nació el 29 de agosto de 1955. No se puede decir de ella que es una niña gótica a la moda. Si quieren ver de qué va, pulsen aquí, sobre el título de su último disco: Guilty, guilty, guilty. ¿Estará dedicado al auténtico (¡!) responsable de los recientes (ver post anterior) altercados callejeros en Barcelona? (¿Acaso alguien se atreve a ponerle nombre... y apellido?)

Posdata: Kinephilos, el más que interesante blog de/sobre cine de Liliana Sáez, ha (re)publicado, previa autorización del que esto escribe, el post sobre el filme "Gran Torino": ...and so are you, Clint Eastwood. Gracias.

jueves, marzo 19, 2009

Represión: en català, si us plau

Salgo de visitar a mi analista y me encuentro la avenida Diagonal tomada por carros de asalto de los mossos d'esquadra. Un momento antes, cuando todavía estaba en medio de una sesión tan clara como el día, empezaron a oírse sirenas, silbatos y gritos. Pregunté a madame R., algo atemorizado, si todo aquel escándalo era una respuesta a lo que yo estaba diciendo. Mi estimada partenaire tardó apenas un segundo en tranquilizarme: no debía preocuparme en absoluto; nada inconveniente había salido de mi boca. Respiré aliviado. No me hubiera gustado sentirme responsable de aquella infernal batahola. Las molestias no eran sólo auditivas: inclusive uno o dos helicópteros atravesaron varias veces el rectángulo de cielo que alcanzo a ver desde el diván donde me tiendo para hablar de mi(s) persona(s). Como estaba con toda la asociación libre disparada, recordé el principio de La dolce vita, aunque de estos aparatos barceloneses no colgaba ningún Gran Cristo Crucificado como en la romana película de Federico Fellini. Supuse que el Ecce Homo se habría retirado a la urna de cristal, avergonzado por las declaraciones públicas del responsable de su iglesia, el Papa Bendito nosécuántos. Ayer mismo ha dicho que no quiere que los africanos usen condón. Prefiere que se casen vírgenes, ni se les ocurra hacerse homosexuales y sean fieles, pobres y hambrientos hasta la muerte. Atando cabos -los de la asociación libre, ya saben- recordé cuando hace unos años me propuse acostumbrar a un pequeño ejemplar de ficus benjamina, una planta que lo aguanta casi todo, a vivir sin agua. Desgraciadamente nunca llegué a saber si el experimento daba resultado porque la planta se murió poco antes de cumplir su primer mes de sequía.
¿Cómo llegué hasta aquí cuando en realidad quería contarles lo que me sucedió cuando salía de la consulta de mi analista? No importa; ni siquiera intentaré retomar la senda perdida. Empiezo de nuevo con el cuento y santas pascuas, con perdón del Papa antipreservativos.
Salgo de visitar a mi analista (bis) y me encuentro la avenida Diagonal tomada por carros de asalto de los mossos d'esquadra. Eran muchos, muchísimos. Los carros, quiero decir. Los mozos con sus escuadras estarán casi todos dentro, pensé, ya que por las calles no se veían tantos como la cantidad de rodados hacía suponer. Me detuve en una esquina para ver si convenía seguir hacia mi casa o era preferible quedarse quietecito hasta saber si no se repartían castañas indiscriminadamente. Acercándome a una señora algo gruesa con cara de enterada, le pregunté: "¿qué está pasando?" Me contó que había problemas con los estudiantes desalojados de la Universidad, "por esa historia de Bolonia". Agradecí la atención dispensada y me puse más cerca de la puerta de una cafetería a la que suelo ir cuando quiero comer buenos cruasanes rellenos de jamón dulce. Tengo recuerdos tan lejanos como dolorosos de los bastones policiales argentinos. No creo que los de aquí sean demasiado diferentes, y aunque no tengo aspecto de joven estudiante, tal vez sí pueda tenerlo de profesor contestatario. Cerca de donde me encontraba había un grupo de jovencísimos de ambos sexos con el pelo revuelto a la Winehouse y notable cara de estupefacción. Aunque hablaban entre ellos en catalán, este post viene en versión doblada al castellano y con insultos expurgados:
-Oye tío, que no puedo creerlo...¡Te das cuenta cómo nos han dado!
-Si fueran de la guardia civil o de la nacional...pero son mossos de escuadra, ¡catalanes!
-De verdad, tío, ¡qué pasada! ¡Ni que fuéramos unos pringados extranjeros!
Son demasiado jóvenes para saber según qué cosas, pensé, y me metí a la cafetería sin pensármelo mucho, dispuesto a zamparme en silenciosa soledad un buen cruasán relleno. Saqué el diario que llevaba en el bolso y me enteré de que al día siguiente, hoy en realidad, se festejaba el Día del Padre. Comprendí la avalancha de distintas publicidades de perfumes haute couture durante los últimos quince días. Lástima: yo ya no tengo a quién regalárselos. Como los diarios dan mucho de sí, sobre todo cuando no los lees cada día, también pude saber que en una encuesta realizada en Alemania han descubierto un treinta por ciento de jóvenes muy poco afectos a los extranjeros, de los cuales casi la mitad se declaran muy racistas. El Papa alemán debería prohibir, además de los elásticos condones, la emisión de música de Wagner en los colegios de enseñanza secundaria.
Fotos de Dante Bertini

martes, marzo 17, 2009

and so are you, Clint Eastwood

Los viejos son molestos. Caminan lentamente, hablan mucho o demasiado poco, necesitan cuidados médicos constantes y suelen dar consejos que nadie les ha pedido. Clint Eastwood tiene casi ochenta (80) años, y como Sidney Lumet, otro octogenario director de cine estadounidense, ha decidido ser molesto hasta el final, hasta el momento mismo de lanzar un último suspiro.
Gran Torino es una película rara. Se la podría definir como un cuento moral para niños descarriados, un documental sobre la vida social urbana en este tiempo de globalizaciones y éxodos, una brillante comedia con tintes dramáticos o, last but not least, lo que realmente acaba siendo: una tragedia clásica ambientada en estos días nuestros, condenados a ser los últimos de una civilización, de una cultura. Con absoluto desparpajo, con la seguridad que le proporciona una carrera larguísima, rebosante de títulos exitosos, y una vida por demás plena, con toda seguridad envidiable, este anciano de espléndida presencia nos muestra uno de sus costados más oscuros, encarnando, y nunca mejor dicho, a un viudo reciente, culposo y gruñón veterano de la guerra de Corea, melancólico superviviente de esa raza de machos auténticos, tan heroicos como despreciables, a la que pertenecieron tipos como John Wayne, Humprey Bogarth o Ernest Hemingway. Para que la referencia sea más directa, practicamente insalvable, el personaje se apellida Kowalski, igual que el recio protagonista masculino de Un tranvía llamado deseo, inmortalizado con el gesto agrio y la camiseta entallada de un Marlon Brando previo a la hinchazón física y el desmadre espiritual. Con toques de humor grueso, hilarante, casi chaplinesco, y escenas dramáticas realmente conmovedoras, todo calza bien en esta historia de factura clásica con explícita moraleja y casi total ausencia de moralina. Si hasta Jamie Kullum, exacerbado, exacerbante zapateador de teclas, parece ajustarse a formas más tradicionales cuando interpreta el tema central de la película, escrito, como toda la banda sonora, por el propio director, su hijo Kyle y Michael Stevens. Llenándolo todo, dentro y fuera de la pantalla, con su personalidad deslumbrante, Clint Eastwood, convertido en el gran mito masculino americano, poseedor de perra, escopeta, porche y Gran Torino, se recorta con claridad de símbolo sobre un paisaje desvastado. Única estrella reconocible en un filme poblado por seres anónimos, de razas, coloraciones y costumbres diferentes, este último llanero solitario anuncia, resignada aunque no pasivamente, el inminente final de su especie. Muy cercano como personaje terminal al resistente solitario de Soy Leyenda, Kowalski Eastwood prefiere, elige, abandonar el rifle, la confrontación directa, y, pagando al mismo tiempo antiguas, ocultas, dolorosas deudas, transmite a un imprevisible heredero su particular manera de ser y de estar, su pragmática forma de interpretar la vida.

sábado, marzo 14, 2009

Barbaries

Un señor de edad avanzada y estatura media para un país habitado por gente de media estatura, con abundante pelo canoso y cara poco singular, ha decidido que la ducha del gimnasio que estaba ocupando ayer por la tarde el que esto escribe era la suya habitual.
-La he usado durante siete años-, dijo en catalán, aunque con tono de satisfecho jerarca de algún régimen dictatorial de otros tiempos no tan lejanos. Había varias otras vacías, pero él, acostumbrado a vaya a saber qué espacios mentales de dimensiones restringidas, quería precisamente aquella que estaba usando yo. Para hacer su supuesta propiedad más evidente, cogió mis toallas (2) y las puso en un colgador distinto, más alejado del que yo había usado y, por tanto, de mi alcance.
-¿Qué está haciendo?, le dije- No veo que ninguna de las duchas tenga nombre.
-Estoy acostumbrado a esta. Me gusta ducharme aquí. Será una cuestión de costumbre, pero es así.
Preferí callar. Cuando estamos desnudos en un lugar extraño nuestra vulnerabilidad crece, se hace mucho más notable. Terminé de ducharme mientras rememoraba con morbosa delectación la violenta escena del sauna en la película Promesas del Este*.
"Tomátelo con calma", decía mi otro yo, ese pelele domesticado."No sos Vigo Mortessen*, aunque en la vida real él también tome mate."
Poco después leía unas declaraciones de Fernando Meirelles, el director de Ciudad de Dios y A ciegas*, esta última basada en el Ensayo sobre la ceguera de José Saramago:
"La barbarie está aconteciendo hoy, pero no queremos verla. Ustedes y yo estamos hablando relajadamente porque hemos desayunado bien y tenemos la comida asegurada. Bastaría un simple incendio para que nos pisásemos unos a otros".
O una crisis, pienso yo. En realidad ni siquiera hace falta una crisis. Basta el anuncio de una crisis para que afloren los demonios habituales, y los seres pequeños, desgraciados poseedores de unos títulos de propiedad que sólo ellos avalan, se crean dueños de todas las duchas de todos los baños de todos los gimnasios.
Foto : autorretrato de Alastair Thain.

martes, marzo 10, 2009

...y diferentes maneras de ser HOMBRE
























































































Como no tenemos un día especial, la estrella de esta semana somos nosotros. Una elección tan precipitada y arbitraria como la anterior:
Boris Vian, Ernest H. Shakleton, Alain Delon, Andy Warhol, Dante A, Sigmund Freud, Ralph Steadman, Mark Ruffalo, Ezra Pound, Baudelaire, Albert Camus, el artista gallego Nano, un cura anónimo, David Beckham, ¡Laurel y Hardy!, el monero Hernández, Divito, Javier Bardem, Wilhelm Reich, Hitchcock, Antonio Porchia, Gael García Bernal, Gary Cooper, Jean Cocteau, Henry Matisse, Cartier Bresson, Tennessee Williams, James Dean, Richard Davalos, Elia Kazan, Bjorn Andrèsen, Luchino Visconti, Mario Tursi, Charles Bukowski, Philip Burke, Joseph Losey, Djokovic, Miles Davis, Irving Penn...
Al contrario de lo que me pasaba con las niñas y sus barbies, puedo asegurar que nunca envidié sus pelotas...ejem, balones...
Posdata: no se pierdan por nada el link de el gordo y el flaco.

domingo, marzo 08, 2009

diferentes maneras de ser MUJER











































































¡FELIZ DÍA, CHICAS!
...massais anónimas, tilda swinton, agnès varda, elsa daniel y bárbara mujica, coco chanel, virginia woolf, ava gardner, petrona c. de gandulfo, capucine, eartha kitt, gertrude stein, nini marshall, audrey hepburn, liza minelli, frida kahlo, tamara de lempicka, lee miller, las hermanas gabor, simone de beauvoir, divine, kim novak, leni riefenstahl, ranko fujisawa, edith piaf, bettie page, la mujer de héctor oesterheld, autor desaparecido durante "el proceso" militar argentino...toda selección es arbitraria; esta lo es mucho...
Posdata uno: hoy, ya lunes 9, cumple años la muñeca Barbie. Como dicen en Argentina: ¡Todo que ver! Creo que ha llegado el momento de confesar cuánto las envidiaba de niño, amigas mías...
Posdata dos: la acogedora y nutrida librería Kowasa de Mallorca y Balmes, especializada en libros de y sobre fotografía, inaugura el día 11 una exposición cuya imagen promocional es el mismo icónico retrato de Coco Chanel firmado por Horst P. Horst que yo había puesto, muy pequeñito, como punto final de este post. Una agradable coincidencia.