Miércoles, una mañana idiota, sin distracción ni obligaciones. Había escuchado por radio la noticia del suicidio en Milán de un jovencísimo modelo, Tom Nicon, imagen de la campaña publicitaria de Burberry para su colección primavera-verano de este año. Los comentaristas contaron con la misma expresiva voz que utilizan para vendernos dietas, pilchas o condones, que son varios las y los jóvenes modelos que en los últimos tiempos acabaron con su vida de forma violenta, mientras aprovechaban para arrojarnos encima toda su desgraciada ideología de los ricos también lloran y los bellos también se suicidan.
Ya no logran hacer mella en mi acerado ánimo. Aunque nada me apura, salgo de casa temprano para buscar unas gafas que estaban en arreglo y en el buzón del rellano me encuentro varias revistas de Argentina. Las envía con cierta regularidad una amiga de ochenta y tantos años muy querida. Como cada vez que lo hace, intercala entre sus páginas un buen número de recortes de otras revistas y periódicos.
Un trabajo meticuloso de esta amable, fiel y meticulosa señora, tan cercana a pesar de la distancia, tan familiar sin ser familia; una forma muy gráfica y directa de comunicarnos noticias que supone pueden interesarnos.
Entre las páginas sueltas se destaca un titular catástrofe del diario La Nación anunciando que el fuego arrasó una importante estancia en el sur del país.
Seguramente es una pérdida valiosa e irrecuperable, ¿pero cómo entristecerme por algo que ni siquiera conozco?
Doy vuelta la página. En un alarde de coherencia estilística, detrás de la nota sobre el catastrófico incendio aparecen varias columnas de avisos fúnebres divididas en dos grandes grupos: Sepelios y Participaciones.
Un poco de lo mismo. ¿Cómo dolerme por gente que nunca he conocido?
Miguel Andrés O., alias “Andy”, murió en Estados Unidos. Cinco días después sus restos ya están en Argentina, preparados para descansar en el Parque Los Cipreses de las Lomas de San Isidro. Situación acomodada, pienso. Deja mujer, tres hijos, padres aún vivos; ausencia de nietos o hijas políticas: un hombre de mediana edad, deduzco. Sólo aparece el anuncio de su entierro sin ninguna otra esquela, lo que me hace suponer que tenía muy pocos amigos, o ninguno, en su país natal, que es ahora también el de su última morada.
Alejandra A. R., con sonoros apellidos vascos y una hijita de corta edad, entregó su alma al señor en la provincia de Córdoba. Ninguna empresa se enorgullece de haberla tenido entre sus colaboradores más preciados; ningún compañero de trabajo se lamenta de tan sensible pérdida. Sin embargo cerca de doce participaciones atestiguan el afecto que sentían por ella en su comunidad.
Un tal Lalo F. G. (¿Fernández García, tal vez?) parece haber tenido sólo parientes cercanos y una situación económica nada brillante: esquela de tres líneas y entierro en el popular cementerio de la Chacarita.
Al arquitecto F. P. T. le dedican participaciones un total de diecisiete empresas. Los amigos y familiares son menos, pero ayudan a redondear la treintena de esquelas publicadas, ninguna de menos de cuatro líneas. Un hombre carismático, sin duda.
Sor Felisa del Carmen R. tiene una sola participación: la madre superiora junto a las demás hermanas de la comunidad a la que perteneció, anuncian su partida hacia la casa del PadreEterno.
¿Será que una vida ascética depara poco más que unos funerales sin pompa después una muerte por demás sobria, casi imperceptible?
Foto de Jacob Sutton
Posdata: para que se solacen y gocen, que ya saben: son dos días, los dejo en compañía de Richard Strauss, ilustrado por este jovencito encantador de cuyo nombre no he podido enterarme.
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Between the connections we build with others, and the physical locations
that ground us, Berlin choral ...
Hace 1 día